domingo, 11 de enero de 2009

William Faulkner: El ruido y la furia (la técnica del libre fluir de la consciencia)

Publicada en 1929, su título lo toma Faulkner de un verso de Macbeth: "La vida no es mas que una sombra (...) un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa!" Suele decirse de esta gran novela que “refleja la decadencia de una familia sureña, los Compson, compuesta por un hermano suicida, una hermana desaparecida, un hermano idiota y otro solterón, violento, racista y avaricioso. Todos hijos de un padre alcohólico y una madre histérica e hipocondríaca”. Ese es el retrato que bien pudiéramos haber encontrado sobre la repisa de una consola decimonónica sobre la que aún permaneciera un búcaro de flores secas. No dice mucho más. Sólo si encontramos un narrador como William Faulkner, podríamos entender los rictus de tristeza, inocencia, desesperación… de los personajes allí retratados. Y aunque él nos dice que nunca pudo contar bien la historia, al final del relato los personajes del retrato, que son quienes se han puesto a hablar, se nos muestran despegados de su autor, mostrando sus diferentes puntos de vista y expresando sus sentimientos desde el desgarro de sus miserias.Tal vez el acierto del narrador haya sido ese: el darnos a conocer a los personajes desde ellos mismos, son los retratados los que expresan sus sentimientos con toda su crudeza. La novela está dividida en cuatro partes y cada una se desarrolla en un día determinado: el 7 de abril de 1928 sucede para Benjamín, (Benjuí), retrasado, con capacidad para saber lo que sucede a su alrededor pero no por qué. Así, hay una voz aparentemente caótica en lo que se refiere al tiempo, al orden de los acontecimientos, pero no en cuanto a los sentimientos. Es un ser dependiente de los olores, los colores: del fuego, de la hierba…, de las voces de las gentes que le rodean, gentes a quien ama; son impulsos primarios. Y a través de sus llantos, sus expresiones inconexas, sus visiones de una realidad que nos transmite cuarteada y difusa, pero tierna e inocente, se nos da con todo su primitivo patetismo. El 2 de junio de 1910, sucede para Quentin. Es un ser acabado, en cuya alma se esconde el pecado. Sin embargo, el lector le percibe como el depositario de la memoria histórica de la familia e incluso del Condado en donde viven. Jason -para quien se reserva el 6 de abril de 1928- es visceral, irascible, y tan caótico como Benjuí, pero su caos es distinto, no se engendra en la ineptitud, sino en la ira. El cuarto periodo -8 de abril de 1928- corresponde al narrador omnisciente, es decir, el propio Faulkner. Existe consenso entre la crítica literaria en lo relativo a considerarla entre una de las grandes novelas norteamericanas. La fuerte aceptación de la novela esta debida en gran medida a la técnica de su construcción: la asombrosa habilidad de Faulkner de recrear literariamente los rasgos de la mente humana, incluso de las más anormales. En este sentido constituye un importante aporte al desarrollo de la técnica conocida como libre fluir de la conciencia. El tratamiento y representación que Faulkner dio al tiempo en esta novela fue saludado, en su tiempo como revolucionario. Faulkner sugiere que el tiempo no es una constante u objetivamente una entidad, y que los humanos pueden interactuar con él en una gran variedad de formas. Benjy no tiene conciencia del tiempo y no puede distinguir entre pasado y presente.. Quentin, en contraste está atrapado en el tiempo, incapaz de de moverse más allá de las evocaciones de ese pasado. En un intento por asir el tiempo fugitivo y los recuerdos de la filosofía de vida de su padre, rompe el reloj que ha heredado de aquel. A despecho de su hermano, Jason no se preocupa por el pasado. El está obsesionado por el presente y por el futuro inmediato. Para Jason el tiempo solo para usarlo en su provecho personal y no puede ser desperdiciado. Dilsey es quizás el único personaje que está en paz con el tiempo. A diferencia de los Compson quienes tratan de escapar del tiempo o de aprovecharlo en su beneficio, Dilsey comprende que su vida es sólo una partícula en el implacable transcurso del tiempo y de la historia.

1 comentario:

  1. Gracias por enlazarme...


    Saludos, Aquileana :)


    http://aquileana.wordpress.com/2008/12/24/william-faulkner-el-ruido-y-la-furia/

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