viernes, 19 de junio de 2009

François Villon: La balada de los ahorcados

Balada de los ahorcados (El epitafio de Villon)
Hermanos humanos que después de nosotros vivís,
No tengáis contra nosotros los corazones endurecidos,
Pues, si piedad tenéis de nosotros, pobres,
Dios tendrá antes de vosotros misericordia.
Vosotros nos veis aquí atados, cinco, seis:
En cuanto a la carne, que excesivamente hemos nutrido,
Ha tiempo que está devorada y podrida,
Y nosotros, los huesos, nos tornamos ceniza y polvo.
De nuestro mal nadie se ría:
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
Si hermanos os llamamos, no debéis
Tener desdén, por más que fuimos muertos
Por Justicia.Sin embargo, sabed
Que todos los hombres no tienen sentada la sensatez,
Perdonadnos, puesto que hemos partido
Hacia el hijo de la Virgen María,
Que su gracia no esté para nosotros agotada,
Preservándonos del infernal rayo.
Estamos muertos, que nadie nos atormente;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
La lluvia nos ha bañado y lavado,
Y el sol, desecado y ennegrecido:
Urracas y cuervos nos han socavado los ojos
Y arrancado la barba y las cejas.
Jamás, en ningún instante, estamos quietos;
Hacia aquí, hacia allá, según varía el viento,
A su antojo, sin cesar nos mueve,
Más picoteados de pájaros que dedales de coser.
No seáis, pues, de nuestra cofradía;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
Príncipe Jesús, que sobre todos tienes poder,
Cuida que el Infierno tenga señorío en nosotros:
Que no tengamos que hacer con él, ni pagarle.
Hombres, aquí no hay broma;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
"...François Villon (François de Montcorbier, 1431-1463) es el poeta más grande del siglo XV, y uno de los primeros cronológicamente, de la Europa moderna. Fue muy apreciado por Ronsard, estudiado por Boileau, en su Arte Poética, y admirado por los románticos como uno de los mejores poetas líricos. Villon en sus poesías recorre toda una gama de matices distintos: refinamiento propio de una formación humanística, gracia popular de grueso trazo, sincera religiosidad y un sentido equilibrado de la muerte. Su producción conocida se compone, además de algunas composiciones sueltas, de dos obras principales: El legado o Pequeño testamento (1456), compuesto de 320 versos, en los que lega de manera irónica todos sus bienes a sus amigos, y El testamento (1462), compuesto por 2.023 versos, que integra baladas y otros textos anteriores en una larga requisitoria contra el mundo, que maltrata al poeta y lo sume en el dolor y la miseria. Su fuerza expresiva y gran sensibilidad alcanzan las mayores cotas en las composiciones tituladas Baladas de la dama de antaño, Muero de sed junto a la fuente, El debate del corazón y el cuerpo, y la más importante, La balada de los ahorcados, que sorprende por su realismo, probablemente su obra maestra. Al enterarse de la condena a morir ahorcado, pena que luego le fue conmutada, el poeta compuso el ‘Epitafio Villon’ o ‘Balada de los ahorcados’, la última escrita antes de su desaparición. La visión de la muerte se traduce mediante imágenes de estremecedor realismo y mediante un ritmo obsesivo. En el resto de la obra del poeta aflora siempre el tema de la muerte: la muerte propia, la muerte como igualadora de todos los hombre, la muerte que aniquila y espanta, y a la cual sin embargo el poeta se entrega con resignación cristiana.” Desde los primeros intentos por rescatar a la literatura medieval del olvido y el desprecio de los hombres del Renacimiento, François Villon fue considerado el único gran poeta francés de esa época incierta.Poeta truhán, habitué de las tabernas, pedigüeño sin suerte en diversas cortes, asesino y místico, amigo de las prostitutas, suscitó más que otros las simpatías de los escritores románticos. La literatura medieval ofrece a lo largo de más de cuatro siglos, rasgos permanentes que son también los de la poética Villoneana. Los temas de la Muerte que vitupera los goces corporales, fin del cuerpo pero no del alma, la Rueda de la Fortuna, la mujer malvada, el amor cortés, la Virgen intercesora entre los hombres y Dios, cómplice de los primeros, son entre otros, elementos constitutivos tanto de la mentalidad medieval dominante como de la de Villon, quien, por el sesgo que les da en tantos temas, por sus procedimientos poéticos que subvierten el lenguaje que los sustenta, denuncia la muerte del mundo al que él sigue perteneciendo, del mismo modo que le tocó ser un juglar en las postrimerías de la juglaría. Sus muertos no son impávidos esqueletos que sermonean a los vivos, sino calaveras silenciosas o, en la Balada de los ahorcados, delincuentes colgados que piden perdón y creen en la hermandad humana. El material de su poesía es la lengua hablada de la época, el francés popular e incluso argótico, y el hablado o escrito de los trovadores, juristas y teólogos. Al revelar que esa lengua heredada puede decir lo contrario de lo que parece afirmar cotidianamente está señalando la quiebra de los mitos de la edad media, su sinrazón que otorga valores distintos a la prostituta y a la dama honrada, al pirata y al emperador..."

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