lunes, 19 de enero de 2009

Ernest Hemingway: Adios a las armas (una novela en contra de la guerra)

"... Seguro que significa algo -dice Javier Memba, que Adiós a las armas, el título que consagraría a Hemingway (1899-1961) como uno de los grandes mitos de la literatura del siglo XX, fuera tomado de un verso de George Peele (1556-96), poeta inglés del siglo XVI. De alguna manera, para Hemingway, al igual que para los isabelinos como Peele, la guerra siempre fue una suerte de justa en la que los caballeros daban salida a su vitalidad. La que nos presentaba en su segunda novela fue aquella que llenó Europa de trincheras entre 1914 y 1918. Un año antes del cese de las hostilidades, Fredrerick Henry, voluntario estadounidense en el ejercito italiano, está encargado de conducir una ambulancia cuando se enamora de la enfermera inglesa Catherine Barkley. Posteriormente, al ser herido Henry y trasladado a un hospital de Milán, los enamorados vivirán en dicha ciudad su gran pasión. Resultado de ella será el embarazo de Catherine, que coincide con la retirada del frente de Caporetto, en la que Henry tomará parte. Tras desertar y huir a Suiza junto a su enamorada, ella morirá en el parto. Claro precedente del Robert Jordan de Por quién doblan las campanas, tanto en su entrega altruista a la causa considerada justa por el escritor como en el destino trágico de su amor, Frederick Henry es el prototipo de héroe de su autor. Publicada por entregas en la revista Scribner’s Son en mayo de 1929, la obra fue censurada en Boston a causa de la dureza del lenguaje utilizado por el escritor. Ello no impidió que la novela conociera un éxito sin precedentes, convirtiendo a Hemingway en el más leído de su generación. Señala Javier Reverte que para muchos, es la mejor novela de Hemingway, para bastantes, el relato que refleja con más crudeza los que fue la I Guerra Mundial; casi todos estamos de acuerdo en que se trata de una de las mejores narraciones bélicas de la literatura. Apenas entrando en la mayoría de edad y a poco de estallar la Gran Guerra, Ernest Hemingway se alistó como voluntario y marchó al frente de Italia, sirviendo en el ejército como conductor de ambulancias, y siendo herido en las piernas. Durante su estancia en el hospital, mantuvo un romance con una enfermera. Al reponerse, regresó a Estados Unidos y nuca más volvió a encontrarse con aquella mujer, que era algo mayor que él. Esa sencilla historia, que pudo sucederle a muchos otros soldados de aquel cruento conflicto, la transformaría pocos años después el talento del escritor en un magnífico libro sobre el amor, la guerra y la muerte. Cuando vio la luz este libro, Hemingway ya era famoso. Había publicado una novela de enorme éxito, The sun, also rises, traducida en España como Fiesta. Durante unos años había vivido en París, en el París de esa “generación perdida” que bautizó Gertrude Stein, y al lado de escritores famosos como Scott Fidgerald. Hemingway se había propuesto desarrollar una escritura donde prevaleciera, sobre el adjetivo y cualquier modo de barroquismo, el valor del verbo y la sencillez en la expresión. En Fiesta y en sus primeros cuentos ya se encontraban los elementos de ese estilo peculiar y tan personal de narrar que es el suyo. Pero en Adiós a las armas su técnica quedaría definitivamente depurada."

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