miércoles, 30 de diciembre de 2009

Mijail Sholojov : El Don apacible.


"... Tras la estela de Lev Tolstói en el siglo XX cabe destacar a tres autores rusos: Vasili Grossman, Alexander Slozhenitsyn y Mijaíl Shólojov.Los dos primeros padecieron las bondades del régimen soviético: persecución y censura. Quizá por eso su proyección internacional fue mayor. Alexander Slozhenitsyn triunfó con su decarnada denucia del perverso sistema carcelario comunista en Archipiélago Gulag.Y a Vasili Grossman el reconocimiento le llegó póstumo con Vida y destino, muy tardío en el caso de España, pero contundente. Shólojov, en cambio, gozó de todos los favores del sistema soviético, sin que ello le reste mérito literario. De hecho, ganó el Nobel de Literatura en 1965, pero pronto cayó en el olvido al otro lado de la cortina de hierro. Puede que el reciente fenómeno Grossman haya animado a Mondadori a recuperar al autor de Campos roturados (1960) que ahora regresa en Debolsillo con la monumental saga en cuatro volúmenes El Don apacible.
  Comparada con "Guerra y paz", nunca antes una novela había sido capaz de fluir tan magistralmente por personajes, ideas, costumbres, sentimientos, como lo hace Sholojov con la grandeza del amor y la desesperación de la guerra. Mijail Sholojov (1905-1984) nació a la orilla del Don. De ascendencia cosaca, publicó con tan sólo veintitrés años, en 1928, el primer libro de su gran obra maestra, que fue ampliando con sucesivas entregas hasta 1940. "El Don apacible", premio Stalin en 1941, le llevó a convertirse en el escritor más influyente de la Unión Soviética. Una obra maestra precoz y genial de un escritor que simbolizó como pocos la ortodoxia soviética.
  Resulta sorprendente que un autor de veintitrés años fuera capaz de desplegar el conocimiento de la vida y la madurez literaria que muestra ya la primera parte de esta obra. Pocos casos de novelistas tan precozmente geniales pueden mencionarse en la literatura universal. El de Thomas Mann, que publica "Los Buddenbrook" con apenas veintiséis años, tal vez sea comparable, pero la diferencia está en que así como la obra del alemán muestra después un progreso hacia el dominio absoluto de la escritura, en el caso de Shólojov el resto de su producción, que abarca obras como "Cuentos del Don" (1925), "Campos roturados" (1932, 1960) o "Lucharon por la patria" (1942), está literariamente muy por debajo de "El Don apacible". Son obras dominadas por un maniqueísmo primitivo, con caracteres lineales, y en las que brillan sólo a veces, como destellos lejanos, la poesía y la complejidad humana de la gran epopeya del Don.
  El Don apacible, es una de las obras más leídas en la historia de la Unión Soviética. Ambientada en el valle del río Don a principios del siglo XX, con la primera contienda mundial y la guerra civil rusa como telón de fondo, la novela cuenta la historia de la familia Melejor. Una obra maestra que se ha comparado a Guerra y paz. En el caserío Tatarski, a orillas del Don, vive la familia Mélejov. El segundo hijo de la casa, Grigori, mantiene un romance adúltero con su vecina Axinia, que se ve truncado cuando estalla la I Guerra Mundial y los jóvenes cosacos son enviados a luchar a tierras polacas y rumanas. A su regreso del campo de batalla, donde se ha desengañado del zarismo y ha conocido los motivos de los protorrevolucionarios, Grigori se debate entre su recién adquirida conciencia política y la lealtad a los suyos. Finalmente se alista en el ejército cosaco que organiza el Gobierno del Don, que en un principio combate por la independencia de su pueblo pero que pronto se alía con los Blancos para hacer frente al Ejército Rojo. La muerte de su hermano Piotr, comandante militar de la aldea, a manos del prometido de su hermana Dunia, recrudece las ansias de venganza de Grigori contra los Rojos. Sin embargo cada vez tiene más asumidos los ideales del poder soviético contra el que se ha sublevado y llega a acariciar la idea de sumarse al Ejército Rojo, pero es tanta la sangre que se interpone entre ellos que ya no hay marcha atrás..."

Es extracto y compendio de otras reseñas:

lunes, 28 de diciembre de 2009

Alexandr Solzhenitsyn: El archipiélago Gulag.


"... El Archipiélago Gulag es uno de esos libros que hacen Historia por el sólo hecho de atreverse a narrarla. Antes de su publicación, los simpatizantes del comunismo y los intelectuales marxistas en general podían hasta cierto punto rechazar las críticas al sistema soviético calificándolas de "propaganda capitalista". Después, hasta los más recalcitrantes tuvieron que terminar admitiendo que el régimen impuesto por la Revolución Bolchevique se apoyó en el terror y en el horror. Y, aún así, — o quizás precisamente también por eso — terminó colapsando y derrumbándose en 1989.

Esta obra de Solyenitzin trata sobre el sistema de campos de concentración y trabajos forzados diseminados por toda Rusia. GULAG es el acrónimo en ruso por "Administración Central de Campos Correccionales de Trabajo" El título original del libro en ruso es: "Arkhipelag GULag" con dos palabras que riman no por casualidad.
La narrativa, compuesta en parte por el testimonio personal de Solyenitzin y en parte por el de 227 testigos que aportaron sus vivencias, sigue el devenir del sistema soviético de campos de concentración y de trabajos forzados desde sus inicios en 1918 hasta, aproximadamente, 1956. Incluye el tratamiento de los decretos originales emitidos por Lenin muy poco después de la Revolución Bolchevique, las diferentes purgas y oleadas o "riadas" que alimentaron la población de los campos y llega hasta el año en que Krushev pronunció su famoso "discurso secreto" (que ya no es secreto) ante el XX Congreso del Partido de 1956 en el cual denunció el "culto a la personalidad" instituido por Stalin.
 El extenso texto, compuesto por piezas autónomas, fue redactado entre 1958 y 1967 en la clandestinidad y sin archivos, partiendo de la propia experiencia del autor y la de más de dos centenares de testimonios orales de aquellos compañeros de campos de concentración, prisión, "reeducación" y exterminio (gulag) que depositaron en él la triste historia de sus vidas. La obra apareció en Francia (1973) y con prisas debido a los problemas del escritor con la Seguridad del Estado Soviético. La secretaria que llevaba el manuscrito cuando lo incautaron se suicidó en Moscú después de un interrogatorio, «víctima del miedo al Gulag», según palabras de Solzhenitsyn. Él fue expulsado de inmediato y sólo 20 años después (mayo de 1994) pudo regresar a la ya ex Unión Soviética, donde residió hasta su muerte el 3 de agosto del 2008.
Una nota del autor en la primera edición decía:
Con el corazón renuente, durante años había detenido la publicación de este libro, ya terminado: mi obligación con aquellos que seguían vivos sobrepasaba mi obligación con los muertos. Pero ahora la Seguridad del Estado se ha apoderado de él, no tengo más alternativa que publicarlo inmediatamente. En este libro no hay personajes ni eventos ficticios. La gente y los lugares son llamados con sus propios nombres. Si son identificados por sus iniciales en vez de sus nombres, es por consideraciones personales. Si no son nombrados en absoluto, es sólo porque la memoria humana ha fallado al preservar sus nombres. Pero todo tuvo lugar tal y como se describe aquí. Dedico este libro a todos los que no vivieron para contarlo, y que por favor me perdonen por no haberlo visto todo, por no recordar todo, y por no poder decirlo todo.
El escritor Alexandr Solzhenitsyn (1918-2008), Nobel de Literatura en 1970, fue recientemente galardonado con el Premio Estatal de Rusia, una de las más importantes distinciones de su país, por sus tareas humanitarias. Solzhenitsyn fue uno de los principales críticos del régimen soviético, tal como reflejo en los libros Un día en la vida de Iván Denisovich, El primer círculo y Archipiélago Gulag, entre otros. Su posición le valió la persecución y el arresto, hasta que en 1974 fue expulsado del país. De regreso en 1994, Solzhenitsyn disfrutó del reconocimiento ruso y recientemente, antes de su fallecimiento, recibió la condecoración del Kremlin con uno de los más grandes honores nacionales..."
Es compendio y extracto de otras reseñas:
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Solyenitzin/ElArchipielagoGulag/ElArchipielagoGulag_00.htm
http://www.hislibris.com/archipielago-gulag-alexsandr-solzhenitsyn/
http://es.wikipedia.org/wiki/Archipiélago_Gulag
http://www.criteriaclub.com/archipielagogulag-solzhenitsyn.html
http://www.eltelegrafo.com.ec/cultura/noticia/archive/cultura/2009/12/13/_1820_Archipi_E900_lago-gulag_19202C00_-en-texto-para-escolares.aspx

domingo, 13 de diciembre de 2009

Vasili Grossman: Vida y destino (la novela total)


" ... Entre 1942 y 1943, el VI ejército alemán trato de conquistar la ciudad soviética de Stalingrado, a orillas del Volga. Su fracaso, y posterior captura, cambió, como es sobradamente conocido el curso de la II Guerra Mundial. Igual que sucede en la actualidad, las tropas estaban acompañadas por corresponsales de guerra. Uno de ellos era Vasili Grossman que, basándose en sus recuerdos de esta campaña, elaboraría años después esta monumental novela donde queda reflejada su convicción de que los valores fundamentales del alma humana sobreviven incluso en tiempos de terror y sufrimiento. Durante su abrumador recorrido, nos lleva al frente y la retaguardia, a los campos de exterminio nazi y a los gulag stalinistas, presentándonos a decenas de personajes de ambos bandos.
Ya existía una edición de Vida y destino en castellano, preparada a partir de una versión francesa (Seix-Barral, 1985; traducción de Rosa M. Bassols), pero ha sido en 2007 con la publicación de una soberbia traducción directa del ruso debida a Marta Rebón (Galaxia Gutenberg) cuando la obra parece haber despertado al fin en el mundo de habla hispana el interés que merece. Esta novela, la mayor y más importante de Vasili Grossman, fue concluida en 1960 y no pudo ser publicada en la Unión Soviética.
  Vasili Semiónovich Grossman (nacido Iósif Solomónovich) vino al mundo en 1905 en Berdíchev (Ucrania) en una familia judía acomodada. Corresponsal durante la Gran Guerra Patria, vivió las batallas más importantes de ésta, desde el asedio de Moscú hasta Stalingrado, la liberación de Ucrania y Berlín, y fue de los primeros en dar a conocer los horrores de los campos de exterminio (El infierno de Treblinka, 1944). Su producción hasta la muerte de Stalin comprende novelas y colecciones de relatos, algunas de ellas dedicadas a la guerra, como Stalingrado (1943) y Por una causa justa (1953). Tras la desaparición de Stalin, Grossman emprende una nueva etapa en su trabajo, truncada por su fallecimiento en 1964, en la que con Vida y destino y la novela inconclusa Todo fluye desarrolla un intento de mostrar en toda su complejidad la sociedad rusa de su tiempo y proveer argumentos para la rectificación del estalinismo que tantas esperanzas despertaba en la URSS en aquellos momentos.
 Vida y destino toma como modelo Guerra y paz de Tolstói, y para conseguir esto la novela multiplica sus escenarios y recurre a una galería de personajes que superan con creces el centenar (en esta edición aparecen censados en un apéndice que facilita enormemente la lectura de la obra). En este caos, la familia Sháposnikov, dispersa a consecuencia de la guerra, proporciona de alguna manera un hilo conductor a toda la narración. Un primer escenario nos muestra, entre Moscú y Kazán, a un grupo de físicos de la Academia de Ciencias y sus familias. Víktor Pávlovich Shtrum, que sin duda presenta rasgos autobiográficos y en el que se han querido ver también otros del gran físico Lev Landáu, es aquí el protagonista principal. Narrando la vida y el trabajo de estos hombres, Grossman logra una convincente recreación del ambiente intelectual de la URSS en aquel tiempo.Un segundo escenario principal gira en torno a la lucha en Stalingrado, que Grossman vivió personalmente. Unidades del Ejército Rojo que son presentadas en un principio en otras regiones acaban convergiendo para la gran batalla junto a las orillas del Volga. Otros escenarios nos traen la crónica de los privados de libertad en aquellos momentos, en un campo de trabajo ruso y en un campo de concentración alemán.
Vida y destino combina altura épica en la magnitud del empeño y la estructura, con intensidad lírica del detalle y la emoción humana, convirtiéndose al final en un estudio sobre el sufrimiento en el que ciertamente cabe demasiada poca esperanza. En Vida y destino se yuxtaponen la grandeza terrible de lo épico y lo conmovedor de la cotidianeidad. Épica más bien sórdida y atroz, en este caso, puesto que concierne a una de las guerras más despiadadas de la historia, aquella que sacrificó a millones de alemanes y soviéticos en nombre de unos regímenes e ideologías que son vergüenza de la humanidad. Y una cotidianeidad asaltada y despedazada por la contingencia histórica, pero rehecha sobre la misma complejidad de la naturaleza humana, manifiesta tanto en las grandilocuentes justificaciones de la abominable matanza como en los pequeños instantes en que el hombre común despliega las más corrientes de sus facultades.
Con el estilo narrativo característico de sus compatriotas (escritura sencilla y directa; docenas de personajes inmersos en la trama; protagonistas abrumados por sus relaciones o por sus obligaciones), Grossman teje una historia compuesta por muchas vidas, pero todas marcadas por el estigma de la doble moral que encierran en su seno los regímenes autoritarios. Pilotos, oficiales, amas de casa, científicos o prisioneros pasan por las páginas de “Vida y destino” con unas existencias únicas, aunque siempre hermanadas por ese miedo a la represión, por ese afán de libertad individual. Todos ellos luchan de una forma u otra por la liberación de su país; sin embargo, la verdadera batalla se desarrolla en sus conciencias, en sus ideales, en sus creencias. Al aliento épico e histórico de esta novela se le suma, pues, un alegato bellísimo (por su estilo, por su sencilla y conmovedora forma de narrar hechos tan terroríficos y crueles) por parte de Vasili Grossman contra la maldad que se esconde tras las dictaduras que se constituyen «en nombre del pueblo». Pero también un alegato sobre la fuerza del hombre en circunstancias terribles, en momentos oscuros, sobrellevando la indignidad en silencio. Las descripciones del exterminio que los nazis llevan a cabo en sus campos son sobrecogedoras, pero cargadas de respeto por el dolor e incluso hermosas cuando han de pintar la temible cara de la muerte. Lo que el autor nos muestra es la debilidad, la turbación, pero también el coraje que todo hombre atesora en su interior.
Vida y destino confronta al lector con los crímenes del comunismo y con los del nazismo, y lo hace con una clarividencia política y moral que sólo es comparable a su categoría literaria como obra de pura ficción. La fuerza suprema de Grossman es que combina en un solo acto de escritura la mirada exacta del testigo y la invención del novelista. Cuenta lo que vio durante sus años como corresponsal en el frente junto al Ejército Soviético pero también lo que no pudo ver nadie, porque está más allá de la experiencia de los vivos. Como cronista, su relato tiene que detenerse a este lado de la antesala última del infierno: como novelista, acompaña a los personajes que ingresan en la cámara de gas y cuenta desde el interior su agonía y su muerte.
 Quizá no exista un lamento por los judíos de la Europa del Este más conmomedor y enérgico que la carta que Anna Semyonovna escribe a su hijo en el capítulo 18 de la primera parte, en la que una madre lúcida pero con la certeza inexorable de su muerte se despide de su hijo por medio de una carta que escribe desde el gheto judío de una ciudad rusa ocupada por los alemanes. La última carta, una obra representada por una sola mujer basada en esta misivaa, fue puesta en escena por Frederick Wiseman en París y Nueva York. Una versión rusa fue estrenada en Moscú en diciembre de 2005..."
 Eduardo Larequi nos dice que "...la enorme variedad de personajes, historias y escenarios que configura la novela cobra unidad por obra de una visión humanizadora, de una afirmación radical de esperanza y de confianza en la bondad del corazón humano. Los acontecimientos que se relatan en Vida y destino se circunscribe a un período que comprende los momentos más encarnizados del combate, a partir del otoño de 1942 y hasta la caída del VI Ejército alemán de Von Paulus, cercado entre las ruinas de Stalingrado. Grossman conoció bien la implacable dureza de esa batalla, como cronista que fue del Estrella Roja, el periódico oficial del ejército soviético, así que su afirmación de la bondad como elemento esencial de la condición humana no tiene nada de ingenuo, y sí mucho de reivindicación apasionada. Conviene precisar, no obstante, que Vida y destino no es una novela de guerra, y de hecho los escenarios bélicos ocupan una parte relativamente pequeña de su desarrollo. La mirada del autor abarca los campos de batalla pero también las viviendas, las calles y los parques de varias ciudades rusas, las estepas calmucas en que las tropas de refresco soviéticas esperan la ocasión de entrar en batalla, los barracones y las cámaras de gas de los campos de exterminio nazi, los aeródromos de la aviación rusa, los lager alemanes destinados a los prisioneros de guerra, los campos de trabajo del gulag soviético en la taiga siberiana, la siniestra prisión moscovita de la Lubianka, etc. El sufrimiento, el hambre, la violencia y el dolor habitan en todos o en casi todos esos escenarios, pero también el coraje, la gallardía, la esperanza y, a menudo, unos signos de bondad inesperados y por ello mismo conmovedores: una campesina ucraniana que acoge en su isba a un prisionero ruso, medio muerto de hambre; una mujer de Stalingrado, enloquecida por el dolor, y aun así capaz de ofrecer un trozo de pan a un cautivo alemán; la médico militar Sofia Ósipovna Levinton, prisionera en un campo de exterminio, que en la inminencia de la muerte en las cámaras de gas siente por fin satisfechas sus ansias de maternidad en la compañía de un niño judío; Grékov, un valiente oficial soviético que, sabiendo que su posición es insostenible, permite que la joven telegrafista Katia Véngrova la abandone para reunirse con el hombre del que está enamorada.

Ninguno de los personajes de la novela está presente en la totalidad de los escenarios en que se desarrolla la historia. De hecho, ocurre más bien al contrario, pues la mayor parte de las vidas transcurren en uno o dos escenarios. Esta circunstancia, unida a la dispersión que impone la inmensa geografía rusa y a la abundancia de personajes (y hay que tener en cuenta, además, que la singular complejidad de los nombres rusos, con sus patronímicos y sus caraterísticas formas de enunciación, obliga al lector a un esfuerzo de atención suplementario), hace inevitable en ciertos momentos una sensación de fraccionamiento del universo narrativo. La unidad esencial del relato queda a salvo, no obstante, por la intrincada red de relaciones biográficas que se establece entre los personajes, lo cual permite que en torno a los miembros de la familia Sháposhnikov gravite una parte esencial de los acontecimientos de la novela. Así, por ejemplo, Abarchuk, el primer marido de Liudmila Nikoláyevna Sháposhnikova, es uno de los internos del campo de trabajo ruso en Siberia; Nikolái Grigórievich Krímov, comisario del Ejército Rojo durante la batalla de Stalingrado, y posteriormente detenido y torturado en la prisión de Lubianka, estuvo casado con Yevguenia Nikoláyevna Sháposhnikova, a su vez amante del coronel Piotr Pávlovich Novíkov, uno de los héroes de la contraofensiva rusa en Stalingrado; Yevguenia, por otra parte, es amiga de la ya citada Sofia Ósipovna Levinton, que cayó prisionera junto a Mijaíl Sidórovich Mostovskói, preso en un campo de concentración alemán. Otra de las hermanas Sháposhnikov, Marusia, está casada con Stepán Fiódorovich Spiridónov, director de la central eléctrica de Stalingrado, y la hija de ambos, Vera Spiridónova, es la novia del teniente Víktorov, uno de los pilotos del escuadrón de cazas de la fuerza aérea rusa que se disponen a combatir contra la Luftwaffe. Por último, Seriozha Sháposhnikov, hijo de Dmitri Sháposhnikov, está destinado en el frente de Stalingrado, en una de las posiciones más peligrosas, allá donde Grékov y sus hombres se enfrentan a la aniquilación. A través de la perspectiva familiar y entrañable que adopta Grossman, al lector le es más fácil comprender la angustia de Liudmila ante la muerte de su hijo Tolia, la exhortación febril (“Vive, vive, vive siempre…”) con la que finaliza la carta de Anna Semiónovna a su hijo Vitia, y tantos otros episodios, teñidos de un patetismo que, más que a Tolstói, recuerda al admirable humanismo de Chejov. Lo familiar en Vida y destino es inseparable de lo cotidiano (digamos que es la forma más emotiva de lo cotidiano), y continuamente se manifiesta en el relato, incluso en los momentos de soledad y aislamiento de los personajes, a través de sus pensamientos y recuerdos, o bien mediante cartas y diversos testimonios y evocaciones de las conversaciones con amigos y parientes. La figura de la madre que abraza a su hijo, tan cara a la iconografía tradicional rusa de los iconos, aparece una y otra vez en algunos de los episodios más emocionantes de la novela, elevado a la categoría de símbolo de la bondad inherente a la naturaleza humana: la angustiosa búsqueda de Anatoli Sháposhnikov (Tolia) por parte de su madre, la carta que Anna Semiónovna dirige a su hijo, la pasión con la que Sofía Ósipovna Levinton acoge al niño judío en el trance final de la cámara de gas, el episodio de la mujer que cuida a un soldado alemán herido, uno de los miembros del mismo pelotón de ejecución destinado al exterminio de sus familiares.
Aunque en una narración tan amplia y poblada sea difícil señalar protagonistas en sentido estricto, destaca, reseña Eduardo Larequi, entre todos los personajes la figura del físico teórico Víktor Pávlovich Shtrum, esposo de Liudmila, a quien la mayoría de comentaristas de la novela han considerado como reflejo del propio autor, con el que comparte rasgos biográficos de singular relieve: intelectual judío de formación científica, primero encumbrado por el régimen soviético y luego considerado sospechoso de actividades contrarrevolucionarias, Shtrum es un testigo privilegiado de la historia rusa de la época: conoce gracias a sus contactos muchas de las interioridades del poder soviético, tiene trato directo con sus autoridades (en un curioso episodio recibe una llamada telefónica del propio Stalin), se ve obligado a evacuar su centro de trabajo a causa del avance de las tropas alemanas sobre Moscú y pierde a su madre, Anna Semiónovna, a consecuencia de la limpieza étnica llevada a cabo por los nazis en tierras ucranianas, en una acción muy semejante a la que sufrió la propia madre de Vasili Grossman. Precisamente el capítulo 18 de la primera parte de la novela (pp. 94-110), narrado en forma de carta en la que la mujer se despide de su hijo al comprender el destino que le espera, es uno de los momentos más emotivos e impresionantes de una novela especialmente pródiga en ellos.Independientemente de su condición de reflejo más o menos directo del autor, como criatura novelística Shtrum es un personaje interesantísimo. La omnisciencia que es el signo característico del narrador de Vida y destino cobra en el caso de Víktor Pávlovich todo su sentido, pues la novela analiza meticulosamente las ideas, pensamientos y emociones del físico. .
Lecturas ideológicas al margen, hay un aspecto de la novela sobre el que difícilmente se puede discutir: el valor de la ficción narrativa creada por Vasili Grossman como instancia ordenadora de la realidad, que aporta una vía de conocimiento e interpretación tan valiosa (o quizás más, en ciertos aspectos) como las que puedan derivarse de la investigación histórica, el análisis económico o las especulaciones psicológicas en torno a los grandes protagonistas de los hechos que narra la novela. Pero es que además la novela, por vía de la omnisciencia narrativa que es una de sus señas de identidad más conspicuas, llega con la ficción a terrenos a los que jamás podría acercarse ninguna otra herramienta del conocimiento humano: por ejemplo, a la experiencia casi inconcebible de los prisioneros judíos en el interior de las cámaras de gas, en una larga e intensísima secuencia que constituye el momento culminante de la novela y uno de los episodios literarios más impresionantes que yo haya leído en mi vida. Me refiero, claro está, a los capítulos 46-49 de la segunda parte, aquellos que relatan el exterminio de un grupo de judíos en las cámaras de gas de Auschwitz, que tienen una intensidad emotiva irresistible y, al mismo tiempo, están narrados con una delicadeza y contención admirables. Por esas páginas, y por tantas otras de esta inolvidable novela que es Vida y destino, el escritor ruso, concluye Eduardo Larequi se merece un lugar de honor en la Historia de la Literatura, con mayúsculas..."


Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.labitacoradeltigre.com/2007/12/13/vida-y-destino/
http://www.hislibris.com/vida-y-destino-vasili-grossman/
http://www.solodelibros.es/07/12/2007/vida-y-destino-vasili-grossman/
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12503
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Vasili/Grossman/despiadado/tiempo/elpporcul/20060911elpepicul_1/Tes
http://es.wikipedia.org/wiki/Vasili_Grossman
http://www.esliteratura.com/docs/vida-y-destino-vasili-grossman-333.html
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62253

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ueda Akinari: Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias)


"..."Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias / 1768)" es sin discusión la obra más representativa, la más cuidada, y la de mayor valor literario del escritor Ueda Akinari (1734-1809), gracias a su estilo elegante que los japoneses llaman miyabi por su predominante tono aristocrático, el manejo del lenguaje, y la minuciosidad de la descripción. Si bien es cierto que en la época de Ueda Akinari ya no se escribían monogatari (cosas contadas o recitadas), género novelístico bastante ambiguo que designa a las obras clásicas de los siglo IX al XV, el autor tuvo poderosas razones para revivir este término al titular sus dos mejores obras de este modo. Los estudiosos del "Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias / 1768)" han acordado ubicarla dentro de la historia de la literatura japonesa como el máximo exponente del género fantástico, y como iniciadora del yomi-hon (libros de lectura) que más tarde en el siglo XIX, sería ejemplificado por Kyokutei Bakin (1767-1848), discípulo predilecto de otro gran novelista, Santö Kyöden (1716-1816).

  Murakami en su novela Kafka en la orilla cita entre los cuentos de la lluvia y de la luna, La promesa del crisantemo: Dos guerreros se hacen amigos y juran ser hermanos de por vida. Entre samuráis, este juramento era muy importante. Hacer esta promesa, equivalía a poner la vida en manos del otro, a entregarla gustosamente por el otro de ser necesario. Eso significaba. Los dos viven en regiones muy alejadas y sirven a dos señores diferentes. “Cuando el crisantemos esté en flor, iré a visitarte”, le anuncia uno al otro. “Te espero” responde el otro. Sin embargo, el samurái que tenía que ir a visitar a su amigo, se ve envuelto en problemas en su señorío y es arrestado. No puede salir. Tampoco le está permitido escribir una carta. Pronto acaba el verano, avanza el otoño y llega la estación en que florecen los crisantemos. El samurái no puede cumplir la promesa que le ha hecho a su amigo. Para un samurái, una promesa tiene una importancia capital. La fidelidad tiene más valor que la propia vida. El samurái se suicida abriéndose el vientre y su espíritu recorre una larga distancia para reunirse con su amigo. Ambos, entre las flores del crisantemo, hablan hasta la saciedad, y luego el espíritu desaparece de la faz de la tierra”.
 Son tres los tipos de entidades preternaturales las que fundamentalmente aparecen en los Ugetsu de U. Akinari. El primero de ellos y, tal vez el más conocido de todos, es el espectro o figuración fantasmal asociado a fallecidos recientes o allende los siglos, con todas las cualidades tradicionales (percibimos su presencia en Shiramine, Cita en el día del crisantemo, La cabaña entre las cañas esparcidas, Buppōsō). En segundo lugar, nos encontramos, en El caldero de Kibitsu, con el espíritu viviente de un ser vivo (ikisudama). Se trata del espíritu maléfico de una persona que se encuentra arrastrada una pasión violenta, ya sean celos, deseos de venganza o cualquier otro sentimiento destructivo, y que busca atormentar a todo aquel que es objeto de su resentimiento, aunque por lo general sucede la curiosa circunstancia de que la misma persona no es consciente, a menos que esté muerta, de la acción agresiva ejercida por su propio espíritu. Tales espíritus aparecen con frecuencia en la literatura y en el teatro, como en el capítulo Aoi del Genji monogatari (13) . En tercer lugar, nos encontramos, en La impura pasión de una serpiente (Jasei no in), con una animal fantástico, en concreto una serpiente de grandes dimensiones que está dotada con una sorprendente capacidad para transmutarse en una bellísima mujer, lo que, de modo explícito, evoca a la tradicional asociación del género femenino, en especial cuando se ve sobrepasada por los celos o por pasiones confusas y malsanas, con tales animales. Finalmente, en el Capuchón Azul (Aozukin), no se muestran ni apariciones ni fantasmas si bien el relato no se encuentra exento de elementos o descripciones sobrenaturales que logran crear un aura de enigmático misterio..."

Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.eurielec.etsit.upm.es/~zenzei/index.php?numero=7&tipo=literatura&arch=6Ueda%20Akinari%20-%20La%20luna%20de%20las%20lluvias
http://ellamentodeportnoy.blogspot.com/2007/01/traducciones-adaptaciones-ugetsu.html
http://www.euskadiasia.com/ESTUDIOS_ORIENTALES/DOCUMENTOS/_akinari2008.html