miércoles, 28 de octubre de 2009

Nadine Gordimer: El conservador (la novela testimonio)


"... Nadine Gordimer (Springs, Sudáfrica, 1923). Narradora y ensayista sudafricana en lengua inglesa; fue la primera mujer africana que recibió el premio Nobel de Literatura, en 1991. Su obra literaria -ocho novelas y numerosos relatos- es considerada la principal representante de la actual literatura sudafricana. Su presencia intelectual se reparte por igual entre su producción narrativa y su defensa incontestable de la libertad de la población negra, en abierta y beligerante oposición al régimen racista del apartheid.
Reseña Rosa Regás que Nadine Gordiner es una mujer dotada como pocos escritores de un sentido literario original y profundo, capaz de dibujar y recrear el mundo en un torrente de palabras que se estructura en metáforas, imágenes, observaciones y analogías entre el espíritu y la naturaleza, el color y el movimiento, la sensualidad de la mirada y del sentimiento y las amarguras de un destino tantas veces impuesto, ha logrado hacer sentir su voz a lo largo de una dilatada vida no sólo para denunciar la situación de oprobio que los africanos negros vivieron con el régimen del apartheid, sino para protestar contra cualquier otra situación que arrastre los vientos de la injusticia, de la miseria y de la desigualdad, entre hombres y mujeres, negros y blancos, ricos y pobres.
El conservador es una novela escrita en 1974, cuando en Sudáfrica reinaba con toda su fuerza brutal el apartheid y nos cuenta la historia de un hombre de mediana edad, Merhing, blanco, rico, autosatisfecho y dedicado a sus negocios. Merhing decide comprarse una granja en el Transvaal a unos 40 kilómetros de Pretoria, la ciudad donde vive, más para poder decir que se ha comprado una granja, y que se retira en ella los días festivos para estar en contacto con el campo, supervisar las labores del campo y controlar el trabajo del negro Jacobus, su capataz, que por verdadero deseo de convertirse en granjero o por amor a la naturaleza.
La estructura de esta magnífica novela, reseña Regás, que se mueve entre el compromiso político y el análisis y la exploración del interior de los personajes, es a primera vista simple y sin embargo la fuerza de la voz narrativa nos sumerge en tantos niveles distintos que a veces tenemos la impresión de que son muchos los narradores. Porque no siendo del protagonista esa irisada voz de la narración, es su mirada la que, a través del prisma de la indiferencia y la contención, nos descubre la impresionante complejidad de los sentimientos, las cobardías y los miedos, y ese mundo injusto, crispado, abandonado en la parquedad del horizonte de la vida de los negros que viven en el recinto. Así es cómo la autora describe con sorprendente maestría las fuerzas y relaciones que constituyen el ambiente y las estructuras de un país roto por el salvajismo de la superioridad racial. Maestría que se extiende a la descripción de los paisajes, los sonidos del veld, sus colores y sus luces, en una prosa vibrante de sensualidad y misterio.
El tiempo y los libros publicados, confiesa Gordimer, confirmaron que yo era escritora, y que la literatura de testimonio, si es un género de circunstancias, de tiempo y lugar, era lo mío. Tenía que encontrar cómo conservar mi integridad frente a la Palabra , la sagrada misión del escritor. Me di cuenta, como creo que lo hacen muchos escritores, de que en lugar de restringir, inhibir y anular burdamente la libertad estética, la condición existencial de quien da testimonio la amplía e inspira, rompiendo, a través de la necesidad, las limitaciones previas que me imponían el sentido formal y el uso del lenguaje: así es posible crear formas y usarlas de manera novedosa. La literatura de testimonio encuentra su lugar en las profundidades del significado revelado, en las tensiones de la sensibilidad, la conciencia intensa y la permanente receptividad frente a las vidas de aquellos entre quienes los escritores experimentan la suya propia como fuente de su arte. Kafka escribió que el escritor ve entre ruinas “cosas diferentes (y más que los demás)... escribir es salirse de la fila de los asesinos; es ver lo que realmente está sucediendo”.
Gordimer nos cuenta que la dualidad del mundo interior y el mundo exterior es la condición existencial esencial del escritor como testigo. Y se pregunta ¿Se pierde la libertad artística en la literatura de testimonio? Y contesta que Picasso dio una airada respuesta a la pregunta acerca de la libertad creativa en nombre de los artistas de todos los campos. “¿Qué creen que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, u oídos si es músico, o una lira en el corazón si es poeta? Muy por el contrario, un artista es, al mismo tiempo, un ser político, que tiene conciencia permanente de lo que sucede en el mundo, ya sea desgarrador, amargo o dulce, y no puede evitar ser moldeado por eso”. Tampoco el arte. Y así surge el Guernica . Como le escribió una vez Flaubert a Turgeniev: “Siempre he tratado de vivir en una torre de marfil, pero una marea de mierda golpea sus muros y amenaza con minarla”.
Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.ddooss.org/articulos/otros/Nadine_Gordimer.htm
http://sonadorcompulsivo44.blogspot.com/2009/08/el-conservador.html
http://www.solidaridad.net/articulo2968_enesp.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Nadine_Gordimer
http://www.liceus.com/cgi-bin/aco/lit/02/11351.asp

viernes, 23 de octubre de 2009

Aires de las colinas. Cartas a Clara de Juan Rulfo: Reseña de Francisco Granados


Quién iba a decirme que el autor de Pedro Páramo se inició con cartas de amor. Mucho después de su muerte se publicó un delgado libro titulado “Aire de las colinas. Cartas a Clara” de Juan Rulfo.
Siempre me ha intrigado su juventud solitaria, sus largas caminatas, cámara al hombro, muchacho sin oficio ni beneficio que vagaba por los desolados campos de Jalisco, que recorría los pobres escenarios donde tuvieron lugar antiguas revueltas, sangrientas contiendas que costaron la vida a su padre. Rulfo se dolía, no de la brevedad de la vida, sino de la desdicha con que la vivía la gente. Le asombraba esa resignación en la miseria. Alguien tan vital como él debía sentirse como de otro planeta. Yo creo que no le gustaba sujetarse a nada, ni siquiera a los dictados de lo literario. Cuando tuvo conciencia de ser escritor, lo dejó. No era eso lo que buscaba, sino la verdad y se acercó a ella a tientas, por sus propios medios.
Rulfo empezó a escribir estas cartas con 27 años. Clara tenía 16. Las tres primeras, brevísimas, son en realidad poemas a una muchacha de cuyos sentimientos no está seguro el que escribe, y con cuánto cuidado selecciona las imágenes y las palabras para la niña de su corazón, a la que necesita seducir y a la vez formar, moldear a su imagen. Es un placer sólo ponerse en su lugar. Y el resultado es un portento. Luego, hay halagos y declaraciones de intenciones imprescindibles (quien lo probó, lo sabe), y enseguida se transmite como un pálpito de honestidad, un afán de superación, un amor purificador, que desea echar raíces.
Se lee con gratitud esa lección en voz baja sobre la sinceridad, sobre el amor auténtico (y la chica de las fotos es bien bonita), sobre la manera de enfrentarse la gente honrada a problemas cotidianos. Se averigua en sus cartas que concibió Pedro Páramo lo menos ocho años antes de publicarlo, y con otro título, o que a través de sus cuentos de “El llano en llamas” intentaba aproximarse al tono y las figuras que necesitaba su novela. Rulfo llevaba una vida dura, de pura supervivencia, pero estaba enamorado y se afanaba por ofrecer un trabajoso bienestar a Clara.
Cuánta literatura se puede hacer con la verdad. Leer juntas las cartas entregadas a lo largo de varios años necesita que uno vaya despacio, calculando las distancias y sabiendo interpretar los silencios, las referencias ocultas, imaginar los espacios de tiempo que los quehaceres y la lluvia ocuparon, imaginar las lecturas a hurtadillas de la novia al principio, su espera del correo, los extractos compartidos con las hermanas o la madre, el deleite de los ojos sobre aquellos halagos y declaraciones que el suplicante y luego prometido hace a quien ha erigido como su ángel protector.
Reseña de Francisco Granados.

martes, 20 de octubre de 2009

Dámaso Alonso: Hijos de la ira.


"...Dámaso Alonso (1898-1990) ha definido a Hijos de la Ira, publicada en1944, como un "libro de protesta cuando en España nadie protestaba. Es un libro de protesta y de indagación. Protesta ¿contra qué? Contra todo... Habíamos pasado por dos hechos de colectiva vesanía, que habían quemado muchos años de nuestra vida, uno español y otro universal, y por las consecuencias de ambos. Yo escribí Hijos de la Ira lleno de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión del hombre. La publicación de Hijos de la ira sitúa a Dámaso Alonso en el ámbito de una poesía de intención anticlasicista y antiformalista -en respuesta al neogarcilasismo de José García Nieto y de otros poetas de la llamada "Juventud Creadora"-, más humana y auténtica. En efecto, Dámaso Alonso ha distinguido dos actitudes en los poetas de posguerra: la de quienes contemplan el mundo como un todo armónico y ordenado -poesía "arraigada"-, y la de aquellos poetas que sienten repulsión por un mundo caótico en el que se ha instalado la injusticia -poesía "desarraigada", en denominación del propio Dámaso Alonso, y a la que el poeta va a quedar adscrito-: "Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad. Hemos vuelto los ojos en torno, y nos hemos sentido como una monstruosa, una indescifrable apariencia, rodeada, sitiada por otras apariencias tan incomprensibles, tan feroces, quizá tan desgraciadas como nosotros mismos... Y hemos gemido largamente en la noche. Y no hemos sabido hacia dónde vocear". Los poemas titulados La injusticia, Mujer con alcuza y De profundis son una buena muestra de esta poesía que anuncia lo que más tarde se llamará "poesía social"
Dámaso Alonso publica Hijos de la ira (1944) revolucionando el mundo literario en una clara superación de los cánones establecidos. La poesía de esta obra exige que el poeta abandone la torre de marfil modernista para volver sus ojos a una España que agoniza en esos primeros años de posguerra." Madrid es una ciudad de más de un millón de cadá- / veres (según las últimas estadísticas)". Con estos impactantes versos comienza un libro sorprendente. El poeta está dominado por el asco, por la ira que le produce la vida pero, como ha apuntado la crítica, no se trata de una poesía desesperada, pues en palabras de García López, encuentra en Dios el 'único asidero en medio del dolor y el espanto'. El poeta quiere saber, quiere comprender la realidad en su totalidad y descubrir la esencia del ser. Como eso es imposible se siente desamparado, embriagado por la amargura. Así, su angustia existencial llega a alojarse en el lector a través del tratamiento que Dámaso Alonso da a los principales temas de la obra: la injusticia, el miedo a la muerte, la soledad en el mundo, o la llamada náusea existencial. Como dice Emilio Alarcos Llorach, estamos ante un 'libro poético intenso y penetrante', tan penetrante que es la mejor obra poética de la segunda mitad del siglo XX en España.
Alonso, discípulo y colaborador del gran Don Ramón Menéndez Pidal, presenta una labor de crítica lingüística y literaria tan importante o más que su obra poética. Tan es así que es el introductor en España de uno de los sistemas de estudio de la obra literaria más importantes del siglo XX: la Estilística. Igualmente, a él se deben los estudios definitivos sobre la obra de Luis de Góngora, no superados aún. Como lírico, él mismo se ha definido ‘un poeta a rachas’. Efectivamente, sus periodos de creación se hallan separados por largos lapsos de tiempo. Ello provoca que ocupe un lugar especial dentro de la Generación del 27, ya que, aunque fue compañero de ellos, su principal producción desborda los cauces de aquella y desemboca en nuevas preocupaciones tanto humanas como estéticas. ‘Si he acompañado a esta generación como crítico, apenas como poeta…Las doctrinas estéticas de hacia 1927, que para otros fueron estimables, a mí me resultaron heladoras de todo impulso creativo. Para expresarme en libertad, necesitaba la terrible sacudida de la guerra española’.
Así, ‘Hijos de la ira’ –título harto significativo- es un fortísimo grito de protesta contra la crueldad, el odio y la injusticia que el poeta contempla a su alrededor y, por otra parte, una serie de angustiadas preguntas a Dios sobre el sentido de la vida y del Hombre.‘Mujer con alcuza’, dedicado a su amigo, el también poeta Leopoldo Panero es el eje vertebral de este libro y su pieza clave. Esta extensa composición -168 versos- constituye una parábola de la vida humana. Su tono va creciendo en intensidad climática hasta convertirse en un grito vehemente y acabar cayendo en una serie de interrogaciones desoladas. Asímismo presenta una simbología que recuerda, en ocasiones, a la gran poesía mística, aunque su significación es, como decíamos, claramente existencial..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Dámaso_Alonso
http://amediavoz.com/alonso.htm
http://www.monografias.com/trabajos67/existencialismo-hijos-ira-damaso-alonso/existencialismo-hijos-ira-damaso-alonso2.shtml
http://www.librosgratis.org/mujer-con-alcuza-de-damaso-alonso.html
http://comunidad-escolar.cnice.mec.es/documentos/damaso/alonso2.html
http://canarialactanciamaterna.portalsolidario.net/ocio/visu/cliteraria.php?rowid=8923&anecdotas=Hijos%20de%20la%20ira.

jueves, 15 de octubre de 2009

Francisco Umbral: Mortal y rosa



"... En Mortal y rosa, sobrecogedora y tierna elegía de la infancia, el escritor español Francisco Umbral (1937-2007) evoca la muerte de su hijo. Desde la inhóspita revelación de la pérdida, el escritor construye un largo monólogo en que la muerte de su hijo actúa como la coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora.Umbral procura el reencuentro en la evocación y cada sensación es un superar la existencia inerte, cada objeto una excusa para la reflexión: "sillas de paja infantil, graves mecedoras, caballos de crin celeste me preguntan por ti, se preguntan por ti". Con "esta corporeidad mortal y rosa, donde el amor inventa su infinito" -verso de Pedro Salinas que preludia el texto-, el escritor aborda una cantata de belleza y originalidad máxima, que desborda todos los rencores, porque, como señala en una frase que bien pudiera glosar la obra: "El hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra. Por él, por mi hijo, he visto más allá, más adentro, y más lejos, y quizás, ay, eso basta"
Miguel Aranguren nos dice que Umbral es el diccionario de Umbral: un castellano reinventado cuyas palabras definen a un escritor de provincias que vino a Madrid para conquistar los callejones sórdidos de la capital. El personaje Umbral, Umbral en sí mismo, es Francisco Umbral menos su hijo. Es Umbral con el peso de un niño muerto, aquel que perdió en los primeros años de los setenta después de un cáncer devastador. Es Umbral con un hueco en el pecho, el de su criatura ausente. Lo cuenta una y otra vez en “Mortal y rosa”, testimonio interior de dos muertes: la del niño y la del padre, porque el padre murió aquel día en el que el pequeño cerró definitivamente sus pestañas rizadas en un hospital de Madrid. Y desde el dolor, anclado definitivamente en el corazón del escritor, nació el personaje, el irreverente, el faltón, el mago del lenguaje, el ahogado en vida que respiraba descreimiento en Dios y en los hombres, Francisco Umbral, el genial, el desamparado, el que nunca sonreía, el que necesitaba hablar de su libro porque apenas tenía nada más que contar.
Para Miguel García-Posada, autor de esta edición crítica de Mortal y rosa, "Francisco Umbral es una de las figuras más destacadas de los últimos treinta años de la literatura española". Las notas dominantes de la heterogénea trayectoria de Umbral son la búsqueda de un lenguaje literario original, las continuas referencias a un deshumanizado mundo del sexo, el latente tono autobiográfico, el amor a lo urbano y una inclinación lírica y cordial, que humaniza y contiene su inevitable tendencia corrosiva.
Mortal y rosa, para muchos su mejor obra, se publicó en 1975. Reseña Adolfo Torrecilla que es un libro de difícil comprensión por la ausencia deliberada de un argumento evidente. Al principio parece que Umbral está escribiendo un diario íntimo para ordenar sus pensamientos. Más adelante, sin embargo, surge el verdadero hilo conductor: la cariñosa y poética relación que mantiene el autor con su hijo pequeño, la aparición de una trágica enfermedad y su muerte (suceso real, pues su hijo Francisco falleció en 1974 a los cinco años). La técnica que emplea Umbral se aproxima a la de los irracionalistas: "Estoy negado para la trascendencia y la sobrenaturalidad. Por eso mismo me tientan los grandes irracionalistas de la poesía y del arte". Umbral echa mano de todo tipo de imágenes imprevisibles, absurdas, surrealistas; digresiones oníricas, fantasiosas; pensamientos inconexos, deshilvanados; metáforas poéticas e incongruentes. No hay que buscar, por tanto, una lógica en la evolución del pensamiento. Las ideas y frases de Umbral se encadenan arbitrariamente. Una reflexión sobre los ojos acaba por convertirse en una parábola sobre la mujer. La vista de la sangre le dispara hacia el dolor, la muerte, el suicidio; el Metro madrileño es el cañamazo para hablar de la ciudad, los obreros, la política, el arte, la infancia, el sexo, la propia relación apasionada de Umbral con el periodismo.Las páginas dedicadas al hijo están llenas de poesía y de cordialidad. No hay en ellas un estilo tajante. Se pasa de la alegría -por ejemplo, en la última secuencia, cuando revive el cotidiano instante de dormir en sus brazos al niño- a la tristeza y desesperación, como cuando recibe la noticia de su trágica enfermedad. Mortal y rosa se convierte, nos dice Torrecilla, gracias a su esmerada calidad literaria, a su intimismo y a su sinceridad, en un buen resumen de todas las literaturas que se dan, simultáneamente, en la desigual trayectoria de Umbral..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Umbral
http://www.protestantedigital.com/new/martes.php?1574
http://www.libros.ciberanika.com/letras/u/p01643.htm
http://www.aragonliberal.es/noticias/noticia.asp?notid=4136&menu=3
http://www.librosgratis.org/mortal-y-rosa.html

viernes, 9 de octubre de 2009

Ludovico Ariosto: Orlando furioso.


"... Orlando furioso de Ludovico Ariosto ( 1474- 1533), es una obra singular, universalmente reconocida como una de las cumbre de la literatura europea. Con ella, las lenguas modernas logran al fin producir una poesía épica culta a la altura de las más admiradas de la Antigüedad Clásica; y la octava real se constituye definitivamente en las lenguas romances como la sucesora del hexámetro latino. Tal es la perfección formal que alcanza la octava del Ariosto, que suelen referirse a ella los críticos como octava de oro.

En el Quijote, ya sea en el de Cervantes o en el apócrifo de Avellaneda, es a menudo o citado o imitado o fuente de inspiración para alguna de las aventuras: es obra elogiosamente citada en el escrutinio (I,6); don Quijote cree ser don Reinaldos de Montalbán poco después (I,7), más adelante confunde una bacía de barbero con el yelmo de Mambrino, esto es, el que cubría la cabeza de don Reinaldos (I,21); la furia de Orlando es recordada por don Quijote en su penitencia en Sierra Morena (I,25). Tampoco es desdeñable la influencia en la Auracana de Ercilla. Michel de Montaigne señalaba en uno de los Ensayos que la lectura de los antiguos es el estudio más sabio y el mejor examen del alma. Al respecto, pocos poemas rastrean con tanta hondura nuestro pasado reciente como el Orlando furioso de Ludovico Ariosto extensa composición que vio la luz en 1516, cuando la individualidad era ya una irreparable escisión de voluntades. Estamos, pues, ante una de las epopeyas capitales de la Modernidad, ante un laberinto que muestra, en sus posibles salidas, los distintos rostros del hombre, su discordia. Los protagonistas, Orlando o Angélica, Rugero o Bradamante, encarnan lo que la vida tiene de ruptura. Su itinerario interior conoce la vanidad, la locura, el dolor, el tedio, cualquier estado o dirección moral que fluctúa en el torvo paisaje del Orlando, un fresco en el que renace la melancolía que dio Jacopo Pontormo a sus figuras.
Ariosto comenzó su obra maestra, el poema épico Orlando furioso, diciendo: “Le donne, i cavalier, l’arme, gli, amori, / Le cortesie, l’audaci imprese io canto...” Con esto dio idea bastante clara de lo que iba a ser su obra, viniendo aquella completada por la afirmación de que diría de Orlando cosas nunca dichas en prosa o en verso, entre ellas que “enloqueció de amor, un hombre como él, tenido siempre por tan cuerdo”. Basta seguir leyendo el primer canto para comprender pronto, por los hechos y por el estilo malicioso, que se trata de un poema heroico de carácter burlesco. Este poema que comenzó en 1506 y publicó en 1516; la corrección definitiva no se concluyó hasta 1532. El poema, formado por cuarenta y seis cantos compuestos en ágiles octavas, no es una obra independiente: se presenta como continuación de Orlando enamorado de Mateo Boyardo, con la misma forma externa e idénticos personajes dotados de los mismos caracteres y está considerado una de las obras maestras del Renacimiento. Narra el amor del paladín Orlando por la pagana Angélica, en el marco de las guerras entre Carlomagno y los musulmanes. Orlando pierde la razón al enterarse de que Angélica quiere a Medoro, joven pagano a quien ha cuidado; pero recobra la razón, que Astolfo le trae de la Luna (el fragmento del viaje a la luna es inolvidable). En este tema se injerta la historia de Rogerio y Bradamanta; además, otras veinte novelas, episodios, cuentos, sabiamente entretejidos en el curso de este amplio poema (cuenta más de treinta y ocho mil versos). Todo se vuelve paladines que llevan a cabo proezas sobrehumanas, nigromantes, castillos encantados, hipogrifos, continuos viajes por tierra, por mar y por los aires, de Francia al África y al Asia: es una verdadera comedia de magia. Orlando furioso, célebre desde el punto en que apareció, ha hecho populares a Bradamanta, virgen guerrera imitada en la Camila de Virgilio, a la maga Alcina, la discordia de Agramante, a los guerreros paganos Rodomonte y Sacripante. Una imaginación inagotable, un notable poder de inventiva, un raro talento de narrador, ingenio, un estilo exquisito, animan y sostienen esta maraña de historias inverosímiles de proezas y de amor. Orlando furioso, considerado uno de los mejores poemas épicos de todos los tiempos, sigue siendo una de las obras del Renacimiento que mejor han conservado su encanto a través de los siglos. Ariosto no se distinguió únicamente por su gran poema Orlando furioso, sino que es autor de una colección de elegías, cinco comedias (La Cassaria, 1508; El nigromante, 1520), poemas en latín ( Carmina 1494-1503), las Rimas (1494-1516), que comprenden varios madrigales, canciones y sonetos, y siete Sátiras (1517-1525), que constituyen un magnífico documento autobiográfico y social, en las que se pintó admirablemente a sí mismo como hombre amante de la medianía horaciana..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.lukor.com/literatura/05033008.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Orlando_furioso
http://pe.kalipedia.com/literatura-universal/tema/literatura-renacentista/orlando-furioso.html?x=20070418klplylliu_70.Kes&ap=4
http://mundohistoria.portalmundos.com/ludovico-ariosto-y-orlando-furioso-maxima-expresion-literaria-del-renacimiento/

jueves, 8 de octubre de 2009

Confucio: Las Analectas


"No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti" (Analectas 15:23).

"... Las Analectas de Confucio ( 551-479 a.C.) constituyen un registro contemporáneo sobre lo que Confucio y sus discípulos dijeron hace más de 2.000 años. En los dos milenios siguientes, el libro ha sido leído,memorizado y citado extensamente como tema obligatorio de la educación china tradicional. Muchas de sus líneas y frases tienen adagios y lemas populares convertidos en habla cotidiana. De hecho, las Analectas resumidas, dieron continuación y sublimaron la esencia de la civilización china antigua.
Confucio fue el primer hombre en la historia de China que se dedicó a la enseñanza, instruyendo a sus alumnos según un sistema igualmente adaptable a nobles y a plebeyos. La obra más significativa llevada a cabo por él fue la edición recopilada de los libros clásicos considerados como más importantes de entre los escritos en la Edad Antigua. Son "Shu Ching" -Shu jing-, libro de historia; "Shih Ching" -Shijing-, libro de Canciones o de Odas; "I ching" -Yijing-, libro de cambios o de mutaciones; "Li Ching" -Lijing-, libro de ritos; y "Ch'un Ch'iu" -Chunqui-, Anales de Primavera y Verano. Los dos primeros y el cuarto fueron recopilaciones hechas por Confucio, mientras que los Anales de Primavera y Verano contienen glosas propias. Además de los libros clásicos recopilados por el autor, hay que citar los recopilados por sus alumnos como son los "Cuatro Libros": "Tai Hio", el "Libro del Gran Estudio"; "Chung Yung", la "Doctrina del Medio"; "Lun Yu, Analectas"; y, por último, "Meng Tzu, Obras de Mencio. Los jovenes chinos que tenían la esperanza de convertirse en letrados debían aprender de memoria los cuatro libros que incluían las Analectas de Confucio, los cinco libros clásicos y la historias dinásticas, todo un conjunto de obras de historia y filosofía que formaban parte del entorno de la escuela confuciana.
Las "Analectas" de Confucio es una obra recopilada por sus discípulos, una selección de anécdotas que presenta al filósofo-maestro en varias situaciones, y describe sus actos y relaciones. Aunque el libro no se pareciera en nada al tratamiento sistemático utilizado por Confucio, es la fuente de la que procede su filosofía. Según estas doctrinas, Confucio consideró al primer período de la dinastía Zhou, entre los años 1122 a 771 a.C., como la edad dorada, y para restaurarla pensaba que era necesario que los gobernantes, señores feudales de su época, respetaran Li, traducido como "Ritos o Ceremonias", y practicaran Ren, la benevolencia.
El término Confucianismo fue usado por primera vez por misioneros jesuitas en el siglo XVI, y sirve desde entonces para designar el pensamiento de Confucio (551-479 a.C.). Las enseñanzas de éste contienen mucho más una ética y un humanismo que una religión propiamente dicha. Confucio no era un profeta ni pretendía comunicar ninguna revelación de lo alto. Era un hombre profundamente tradicional, que se enorgullecía de ser un transmisor y un amante de la antigüedad. Sus doctrinas contribuyen a mantener vivos los cultos de veneración de los antepasados, y el llamado culto del cielo, referido a los emperadores.
El acento del Confucianismo no se coloca en lo esotérico ni tampoco en lo sobrenatural, sino en los ritos, en el comportamiento personal, y en el cumplimiento de los deberes sociales. Cada hombre ha de cumplir honestamente su obligación en el estado y situación de vida al que ha sido llamado por el cielo. La exaltación de la piedad filial, como la gran virtud enseñada por Confucio, ha suministrado una base firme para la autoridad paterna en el orden social confuciano. Los Analecta fueron traducidos al latín por misioneros de la Compañía de Jesús en el siglo XVII. El Confucianismo se extendió al Vietnam y al Japón, donde muchos shintoistas y budistas se declaran también confucianos..."
Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.artehistoria.jcyl.es/civilizaciones/contextos/7926.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Analectas_de_Confucio
http://spanish.china.org.cn/culture/txt/2007-01/16/content_8916096.htm
http://www.ministeriosprobe.org/docs/confucio.html
http://www.conoze.com/doc.php?doc=1441

martes, 6 de octubre de 2009

John Milton: El paraiso perdido.



"... Paraíso perdido, de John Milton (1608-1674), reseña Eduardo Moga, es el poema épico más importante de la literatura en lengua inglesa. Sus 10.565 versos, divididos en doce libros –como la Eneida, uno de sus más visibles antecedentes–, constituyen un coloso verbal, un alambicado monumento en el que confluyen múltiples influencias: la Biblia, la patrística, los textos hebreos, la mitología y la poesía grecolatinas –Homero, Ovidio, Lucano y, sobre todo, Virgilio–, el teatro europeo seiscentista, la épica italiana –el Orlando furioso de Ariosto o la Jerusalén liberada de Tasso– y autores ingleses del quinientos como Ben Johnson o Edmund Spenser. Esta opulencia intertextual lo hace polisémico, sí, pero inabarcablemente polisémico: ante semejante arsenal de referentes, muchos de los cuales nos resultan hoy ajenos o desconocidos, no es extraño que nos sintamos perdidos. Por otra parte, frente a la interpretación clásica, que lo considera una elucidación poética de la vetusta quaestio teológica de la existencia del mal, Paraíso perdido admite también una interpretación política –como alegoría de las posiciones antimonárquicas de su autor en el turbulento periodo de la Guerra Civil inglesa, la República de Cromwell y la Restauración de 1660–, lo que dificulta aún más la lectura. Y su estilo, que pretende reproducir en inglés la sinuosidad sintáctica del latín, con frecuentes hipérbatos y largos periodos oracionales, de arracimada hipotaxis, y que ha merecido el comprensible reproche del Dr. Johnson y de T.S. Eliot, entre otros críticos ilustres, nos lo hace definitivamente extraño, concluye Moga.
Milton escoge un tema que todos sus lectores conocen a la perfección, como en su día hicieran Homero o Virgilio, y emplea todas las convenciones de la poesía épica para desarrollarlo: el comienzo in media res , la invocación a la musa, las batallas, el relato retrospectivo en mitad del poema (en este caso el arcángel Rafael a Adán y a Eva, como Odiseo a la corte de Alcínoo, o Eneas a Dido), los juegos deportivos entre guerreros, los símiles homéricos, etc. El tono grandioso requerido por el género y el asunto está encarnado en el blank verse miltoniano, que fluye imparable y majestuoso, y nos empuja hacia adelante como una fuerza de la naturaleza, asombrosamente fluido, asombrosamente variado y poderoso, solamente comparable en inglés al verso de Shakespeare.
Samuel Johnson escribió del Paraíso perdido que "nadie deseó nunca que fuera más extenso. Su lectura es menos un placer que un deber. Leemos a Milton para nuestra edificación, nos retiramos abrumados y buscamos entretenimiento en otro lado. Harold Bloom, discípulo confeso de Johnson, ha escrito que hoy en día deberíamos leer el Paraíso perdido como "esplendorosa ciencia-ficción". Puede que no ande desencaminado.
Fuera de todo reductivismo, la estructura ideológica del poema es a menudo inasible y paradójica, y las disensiones respecto de las doctrinas católica y calvinista (el rechazo de la creación ex nihilo y de la predestinación) conviven con numerosos elementos de origen gnóstico y con violentas contradicciones que han hecho del Paraíso perdido una fuente inagotable de discusión crítica desde el siglo XIX. El propósito del Paraíso perdido , su teodicea, fracasa de forma irremediable, pero quizá no sería la fascinante obra maestra que disfrutamos hoy en día si Milton no se hubiera perdido en el territorio de su propia y fulgurante imaginación. Porque el Paraíso perdido es la recreación de una historia que, en palabras de Salustio, " nunca ha sucedido, pero existe siempre ", es decir, que tiene lugar en el territorio de lo imaginal , por usar el término de Henry Corbin, y que, además de un mito explicativo del origen del mal, es quizás un mito acerca del origen de la conciencia en la forma de una historia en la que interviene misteriosamente un oscuro emisario llegado de otro mundo, un Dios gris y espantoso y el delicioso fruto de un árbol mágico que convierte en dioses a los hombres..."
Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.scribd.com/doc/5945216/El-Paraiso-Perdido-John-Milton
http://es.wikipedia.org/wiki/El_paraíso_perdido
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2046
http://www.letraslibres.com/index.php?art=11406

lunes, 5 de octubre de 2009

Jose PLa: El cuaderno gris

"...El cuaderno gris (El quadern gris, en catalán) es un diario que relata las vivencias de Pla en su último curso en la Universidad (1918-19). José Pla (1897-1981) convierte en alta literatura un ambiente rural en donde no hay nada aparte de vacas y campesinos. Pla es eminentemente un paisajista, un retratista que supo describir como nadie una sociedad y una época. Parte de una observación minuciosa de las cosas, por lo que en su diario predomina la descripción sobre la acción. Pla es el Stendhal catalán, uno de esos genios literarios que son poco conocidos por el público en general, y que hoy está considerado como un autor de la talla de Azorín o de Pío Baroja.

El 8 de marzo de 1918, Josep Pla comenzó a escribir un dietario que se prolongaría hasta el 15 de noviembre de 1919. La Gran Guerra acababa de terminar en Europa. Creadores como Picasso transformaban el concepto tradicional del arte. La teoría de la relatividad de Einstein prefiguraba ya la aparición de un mundo nuevo, aunque no necesariamente feliz. España se debatía entre una política gremialista, la efímera bonanza surgida de la neutralidad en el conflicto que incendió Europa y una sociedad crispada en la que fermentaba ya el estallido de 1936. Pla contaba entonces 31 años y era ya un experimentado periodista, aunque sólo comenzaba a salir de su mundo rural en torno a la localidad gerundense de Palafrugell para internarse en los círculos políticos y literarios de Barcelona. El quadern gris (El cuaderno gris) es la crónica de ese tránsito vital y la reacción íntima del escritor ante las circunstancias, pero sobre todo es el logrado intento de descubrir y fijar un mundo en extinción mediante la palabra.
Josep Pla es un escritor atípico al que muchas veces se ha querido calificar de «prosista» para abarcar una obra que incluye relatos de ficción, semblanzas de personajes, apuntes poéticos, fragmentos de diálogos dramatizables, aforismos y ensayos culinarios, pero que es ante todo una crónica magistral en el mejor y más amplio sentido de la palabra. En esta libro apasionado y personalísimo, Pla no se resigna a la elegía, sino que confiere a su recuento una plenitud que nos permite rescatar y descubrir ese mundo que ya sólo existe en sus vibrantes palabras. Las características más importantes del estilo planiano son la sencillez, la ironía y la claridad. Extremadamente pudoroso y sensible al ridículo, detestaba los artificios y la retórica vacua. Durante toda su vida literaria, permaneció fiel a su estilo: «la necesidad de una escritura clara, precisa y sobria» y su desinterés por la ficción literaria, cultivando un estilo seco, aparentemente sencillo, pragmático y apegado a lo real.
Su original y extensísima obra literaria, que abarca de forma ininterrumpida seis décadas y más de 30.000 páginas, fue esencial en la modernización de la lengua catalana y en la divulgación de las costumbres y tradiciones locales. Sus artículos de opinión, sus crónicas periodísticas y sus reportajes sociales de numerosos países constituyen también un singular testimonio de la historia del siglo XX. Todo ello, unido al hecho de seguir siendo el autor más leído de la literatura en catalán 25 años después de su muerte, le ha consagrado de forma unánime como el prosista más importante de la literatura catalana contemporánea..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.elmundo.es/esfera/ficha.html?27/esf924266834
http://es.wikipedia.org/wiki/Josep_Pla
http://www.librosgratis.org/el-quadern-gris-de-josep-pla-disponible-en-formato-de-weblog-en-catalan.html
http://fundaciojoseppla.cat/content/view/49/81/lang,es/#
http://www.minotaurodigital.net/textos.asp?art=63&seccion=Literatura&subseccion=rese%C3%B1as
http://www.elmundo.es/1999/07/28/cultura/28N0077.html