viernes, 22 de mayo de 2009

César Aira: Varamo (comedia de la metaficción)

"... El escritor argentino César Aira (1949), en su novela Varamo presenta, a través de la narración de un día en la vida de un burócrata cualquiera, una perspectiva irónica y puntual de la génesis de una de las más grandes obras poéticas del siglo XX en Hispanoamérica, El canto del niño virgen. Queda claro que el énfasis en la grandeza del poema es parte de la burla a las categorías absolutas de lo bello y lo literario, y queda claro, también, que dicho poema y su autor no existen salvo en la ficción. Y es precisamente aquí donde radica la esencia de la ironía: de la misma manera que Aira inventa un contexto basado en una serie de eventos absurdos, de la misma manera la historia literaria crea, maquilla o matiza los contextos en que nacen los autores y las obras que tiene a bien contener. Varamo es el autor accidental de El Canto del niño virgen. Todo sucede en 1923, una tarde que, después de cobrar su sueldo, Varamo descubre que le han pagado con billetes falsos. Dice Aira: “En el lapso que fue entre ese momento y el amanecer del día siguiente, unas diez o doce horas después, escribió un largo poema, completo desde la decisión de escribirlo hasta el punto final, tras el cual no habría agregados ni enmiendas.” El poema es, pues, perfecto: la inspiración quedó dentro de la acción. La crítica de Aira se extiende no sólo hacia la mitificación de la literatura sino hacia su banalización.Varamo es un pobre empleado cuya vida se altera al recibir dos billetes falsos: también él se enfrenta, pues, a la naturaleza de la falsificación y a la relación entre invención y realidad, pragmatismo y delirio, orden y alteración, tal vez sólo aparente, del orden. Varamo nunca tuvo pretensiones de escritor, ni contacto con la poesía, pero en una noche de 1923 escribió la obra maestra de la moderna poesía panameña, El Canto del Niño Virgen. Narrada por un crítico literario que pretende hacer un recuento de la génesis del poema, en Varamo se detallan los rasgos circunstanciales de las horas previas a la escritura súbita e improvisada. Del poema en cuestión no llegamos a saber nada, ni siquiera un verso, pero lo sabemos todo sobre el recorrido previo de Varamo, desde el momento que cobra su sueldo ­con dos billetes falsificados­ hasta cuando se ensucia los dedos con un colorido dulce rojo. César Aira es, con Fogwill y muy especialmente con Ricardo Piglia, uno de los más destacados representantes de la narrativa latinoamericana posterior al boom de la década de los sesenta. Dentro de la tradición argentina, o por lo menos porteña, César Aira posee la valiosa cualidad de un estilo que ha dejado de serlo para convertirse en naturalidad expresiva, de una desconcertante capacidad de invención que nos resulta sin embargo familiar, y de un talento reflexivo que se integra a la invención narrativa a su vez integrada a la cotidianeidad de la que surge, sin sorpresas, el absurdo, que tantos críticos han confundido con el surrealismo. Los textos de Aira son de una espléndida sencillez y fluyen, por más que se vayan acumulando las sorpresas, con fácil naturalidad. "¡Como si improvisar no fuera difícil de por sí!", se nos dice en Varamo. A esta estética de la improvisación Aira añade un nuevo planteamiento: el del indirecto libre, es decir, la perspectiva de la conciencia del personaje tratado en tercera persona, la transubjetividad, gracias a la cual la realidad incide en los pensamientos de los personajes y ese pensamiento se objetiviza en la voz narradora. En su artículo "La nueva escritura", Aira señalaba que las vanguardias históricas reponían el proceso de la escritura allí donde se había entronizado la obra como resultado. Aquí está el origen de Varamo, un libro que circunda a otro libro. Como en Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio Fernández, donde todo el libro son prólogos a una novela que nunca comienza. A diferencia de Museo de la novela de la Eterna, en Varamo ya existe la obra que se rodea, y está fechada históricamente en las vanguardias. No se trata de un prólogo, entonces, sino de un epílogo (que no de un epígono, o casi). No es por lo tanto creación de vanguardia, sino evocación. Aunque no sea vanguardia, este deseo, esta revisión nostálgica sirve de liberación. Aquí es donde reconocer fórmulas o instrumentos antiguos ­como el pseudoclavecín de Gould­ es un recurso novedoso. Esta comedia de los procedimientos de escritura incluye humor, reflexión literaria y una conciencia precisa de la tradición. Es extracto y compendio de otras reseñas: http://litera.wordpress.com/2008/05/11/los-detectives-salvajes-escuchan-el-canto-del-nino-virgen-en-algun-momento-de-2666/ http://josemiguelherbozo.blogspot.com/2007/01/varamo-de-cesar-aira.html http://www.letraslibres.com/index.php?art=7846 http://es.wikipedia.org/wiki/César_Aira http://www.circulolateral.com/revista/revista/articulos/093cesaraira.htm http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0363/articulo.php?art=14348&ed=0363

1 comentario:

  1. Excelente Aira. Pero no tiene suficiente difusión.
    Lo conozco desde hace años porque hemos nacido en la misma ciudad y fue mi compañero de escuela.
    Cuando hablo con algunos de literatura latinoamericana y nombro a César Aira fruncen la nariz. ¿Perdón... quien?

    Saludos

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