viernes, 24 de octubre de 2008

Las Catilinarias: Cicerón

"... Hasta cuándo, Catilina, has de abusar de nuestra paciencia? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfrenada audacia? ¿No te arredran ni la nocturna guardia del Palatino, ni la diurna vigilancia de la ciudad, ni las alarmas del pueblo, ni el acuerdo de los hombres honrados, ni este fortísimo lugar donde el Senado se reúne, ni las frases amables y semblantes de todos los senadores? ¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves tu conjuración fracasada por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo y que has hecho anoche y anteanoche, dónde estuviste, a quiénes convocaste y qué resolviste? ¡Oh, qué tiempos, qué costumbres! ¡El Senado sabe esto, lo ve el cónsul y, sin embargo, Catilina vive! ¡Qué digo vive! Hasta viene al Senado y toma parte en sus acuerdos, mientras con la mirada anota los que de nosotros designa a la muerte. ¡Y nosotros, varones fuertes, creemos satisfacer a la República previniendo las consecuencias de su furor y de su espada! Ha Catilina, que por orden del cónsul debiste ser llevado al suplicio para sufrir la misma suerte que contra todos nosotros, también desde hace tiempo, maquinas..." http://www.inep.org/content/view/1745/73/

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