sábado, 3 de enero de 2009

El ritmo y el tiempo en la narración: Algunas nociones

           
       
El ritmo y el tiempo en la narración: Algunas nociones


 La narración puede tener un desarrollo lento o adquirir un rápido devenir en función de la mayor o menor celeridad en la ordenación temporal de los hechos narrados. A esta velocidad del discurso narrativo se conoce en la narratología con el nombre de ritmo narrativo. Así para agilizar el relato o pausarlo se puede apretar el acelerador o tocar el freno mediante el uso de las conjugaciones verbales y la representación del tiempo. Uno de los grandes maestros en la utilización del ritmo narrativo fue sin duda Marcel Proust, capaz de detenerse a lo largo de muchas páginas en una minuciosa descripción; y en cambio despachar en muy pocas, años de la vida de sus protagonistas. Su ritmo cansino, premioso, evocativo, traspasa el texto desde el principio hasta el final. Proust recupera el tiempo a través de la memoria mediante una dosificación equilibrada de los tiempos verbales.
  
     Uno de los problemas fundamentales de la narración es el del uso armónico de los tiempos verbales. Basta pues con reflexionar acerca de los modos verbales para entender su influencia en el ritmo de la narración. Así en el modo subjuntivo las acciones nunca aparecen con contundencia absoluta ya que evocan una probabilidad o expectativa, haciendo la narración más lenta. Por el contrario, el modo indicativo nos enfrenta a una acción concreta pasada, actual o futura consolidada que permite dar dinamismo a la acción. Este dinamismo puede ser más o menos intenso según que se utilice uno u otro tiempo del indicativo. La mayor celeridad en la narración es la que imprime el uso del pretérito perfecto simple o pretérito indefinido pues nos remite a un hecho pasado cierto ya concluido; su uso es característico de la narrativa clásica, da a la narración una gran agilidad. En este tiempo suele relatarse la complicación de los acontecimientos. El uso del pretérito indefinido implica que la acción se sitúa en un tiempo ya concluido. Veni, vidi, vinci, dijo Julio Cesar. Es por tanto la forma más rápida de contar una historia, no hay ninguna concesión a la reflexión ni pábulo a la descripción. El autor se desliza veloz por la pendiente de la historia en línea recta. Por el contrario el pretérito imperfecto nos remite a un pasado no concluido que se repite y que evoca el tiempo psicológico de lo acaecido ralentizando la velocidad de la narración. No es lo mismo decir yo amé, que yo amaba; pues en el segundo caso hay un matiz abierto que nos dispone a la reflexión mientras que en el primero nos remite a una acción cerrada y terminada que no se presta a ninguna ponderación.
     
     El pretérito imperfecto nos lanza a un pasado más lejano que el que nos plantea el pretérito perfecto, y por otro nos habla de acciones repetitivas, rutinarias. Es el tiempo psicológico de la acción que nos permite obtener textos de una enorme densidad y peso psicológico, y al mismo tiempo indagar en el pasado más lejano de los personajes. El uso desmedido de éste tiempo verbal logra inmovilizar al texto que parece adquirir un desarrollo a cámara lenta. La narración que comienzan con el pretérito imperfecto y se alargan sin la interposición del indefinido dan la sensación de ingravidez, sólo cuando el narrador salta al indefinido comenzará realmente el nudo del relato. (La lluvia caía con fuerza sobre el tejado de zinc, con un repiqueteo que evocaba el fragor previo de una batalla, mientras la luz oblicua de la lámpara arrojaba una luz tenue sobre el zaguán de la entrada. Yo me perdía en interminables elucubraciones hasta que alguien llamó a la puerta). La morosidad del imperfecto termina cuando irrumpe el indefinido. El ideal de una narración es saber equilibrar el uso de los dos pretérito del indicativo como la sístole y la diástole del discurso narrativo.

     En realidad toda narración evoca un hecho pasado, pero también se puede utilizar el presente del indicativo siquiera sea como artificio o convención sobre todo si el protagonista está ejecutando acciones de movimiento. (Cruzo la calle, el semáforo está en rojo, el policía me llama, yo no le oigo y sigo). El presente del modo indicativo nos remite a la inmediatez de la historia desprovista de reflexión propia de relatos intensos, ágiles, pero de escasa profundidad. La historia se narra al mismo tiempo que ocurre, en tiempo real; el narrador no tiene tiempo de procesar los hechos, nada más los cuenta al momento que suceden. Las narraciones en presente tienen un vértigo que otras no logran, el lector es avasallado por los hechos narrados, ni el narrador ni el lector, tienen tiempo de pensar que sucede, simplemente sucede. No es una conjugación de la que convenga exagerar en su uso, la agilidad del texto se paga con la pobreza psicológica de los personajes. Ideal para cuentos breves o micro relatos, en los que es importante el efecto; también funciona perfecto en textos de corte experimental. En tiempo presente están escritas las novelas de la Sonrisa etrusca, de J.L. Sampedro, y Las cenizas de Ángela, de F. McCourt.

          Los pretéritos perfecto compuesto (he amado, has amado...) pluscuamperfecto (había amado, habías amado...) y anterior (hube amado, hubiste amado...) nos permiten mayor profundidad en el pasado, pero su uso nunca puede ser excesivo pues suele ralentizar la acción, dejándola como una mera estampa reflexiva del pasado. Estas tres formas de pretéritos dan la mayor profundización en el tiempo pasado de la acción. Son los tiempos adecuados para los flashbacks, y la indagación psicológica. Las narraciones en tiempo futuro son más escasas, y casi siempre reviste un carácter adivinatorio, apocalíptico o de admonición. El uso del futuro simple, futuro perfecto y condicional perfecto al igual que los pretéritos compuestos inmovilizan la masa narrativa, además de crear una cierta inestabilidad en el texto. No sólo es poco común su uso, también es desaconsejable en el narrador; los personajes, en un diálogo pueden usarlos sin problemas. Las oraciones simples, los verbos de acción y el tiempo verbal presente dan sensación de vértigo en la narración mientras que las oraciones largas, subordinadas y el tiempo verbal pasado, por el contrario denotan un ritmo aletargado en la narración.

   Para Roulet los tiempos narrativos serían el imperfecto, el pluscuamperfecto, el condicional, el indefinido y el pretérito anterior, mientras que el perfecto, el presente y el futuro serían más propios del texto deliberativo. Es el cambio atinado del tiempo verbal lo que hace que la narración avance o se detenga. La narración en un solo tiempo verbal sería como la orquesta con un solo instrumento. La armonía es esencial y se corresponde con la utilización simultánea de varios tiempos verbales. Así, los giros que le damos a las conjugaciones verbales acentuarán los cambios de profundidad psicológica y de acción en un relato. El ritmo de la acción está íntimamente ligado a los tiempos y modos verbales, pues estos aceleran o ralentizan la acción tanto como privilegian la reflexión y la evocación de la misma.

   La ordenación del tiempo en el discurso narrativo es también un factor determinante en el ritmo de la narración. Una historia para ser narrada tiene que ser convertida en palabra escrita y al ser plasmada en un discurso narrativo puede que el tiempo de la historia coincida o no con el tiempo de la narración. En el tiempo de la historia se presentan las acciones en un orden lógico y causal, a través de una sucesión cronológica de acciones relacionadas según causa y efecto. Y en el tiempo del relato lo que hay es una disposición estética del acontecer de la narración. Shókel nos dice que el relato es siempre temporal en tanto representa algo sucedido en el tiempo. El relato es, por tanto, también una acotación temporal de una historia. El tiempo de la historia es exterior, objetivo y mensurable por el calendario mientras que el tiempo del relato es interior, subjetivo y no mensurable.
  
    Así el narrador que quiera que coincida el tiempo de la narración con el tiempo de la historia es un narrador exterior que da predominio a los hechos, a las acciones, a la narración lineal. Mientras que el narrador que quiere romper la coincidencia temporal del discurso narrativo con el tiempo de la historia es un narrador interior que acude a la alteración de la secuencia de los acontecimientos y que da preponderancia a la emoción Si el tiempo de la narración coincide en su desarrollo con el tiempo de la historia el discurso narrativo es lineal o cronológico. Pero esta coincidencia es la excepción, ya que lo normal es la ruptura temporal entre la historia y el relato.

  Toda subversión del orden temporal recibe el nombre de anacronía. Las anacronías narrativas aparecen porque no es posible una coincidencia del orden temporal entre el tiempo de la historia que es una sucesión de acontecimientos y el tiempo del relato que es discordante en cuanto a la organización de los acontecimientos. La anacronía puede ser un movimiento hacia adelante o hacia atrás en el tiempo con respecto al presente de la narración. Si el movimiento es hacia el pasado la anacronía se llama analepsis: que es una retrospección narrativas al pasado desde un tiempo presente o futuro. El amor en los tiempos del cólera es un texto analéptico, pues García Márquez lleva a cabo una retrospección para informar de lo sucedido en el pasado. Se suele distinguir entre flashback, donde se da un breve "salto atrás", y el racconto, de mayor extensión.

  En cambio si el movimiento es hacia el futuro la anacronía recibe el nombre de prolepsis: que es una anticipación al futuro desde un tiempo presente o pasado. Es un movimiento de prospección. Narra acontecimientos futuros, anticipaciones con respecto al presente de la historia. Igualmente, la prospección puede darse de dos formas: El flashforward, que corresponde a la proyección hacia el futuro de forma breve. Y la premonición, un amplio salto en el futuro de la historia, para regresar a la narración inicial. Ejemplo de texto proléptico es la Crónica de una muerte anunciada de García Márquez.

    En el discurso narrativo se utilizan estrategias que afectan la relación de duración como son las elipsis (no se menciona algo porque se supone que ya se ha dado el referente anteriormente), las pausas descriptivas y comentarios del autor, las escenas dialogadas y el relato sumario También es frecuente empezar el relato in media res (expresión latina “en medio del asunto”): El relato empieza en medio de la narración, sin previa aclaración de la historia. Se trata de un comienzo abrupto empleado para captar la atención del lector. Otras técnicas de ruptura temporal más frecuentes son las siguientes:
 1.- La narración que invierte totalmente la secuencia lógica temporal: consiste en presentar los hechos sin una orientación sucesiva, como el caso de crónica de una muerte anunciada de García Márquez, que empieza como cuando la acción ha concluido, es decir, la obra inicia con el desenlace, pues lo que interesa no es el qué si no el cómo.
2.- La narración sin desenlace o de ciclo incompleto: Técnica empleada por García Márquez en la mala hora y el coronel no tiene quien le escriba. Esta actitud filosófica – literaria fue defendida por Sartre que decía que la obra literaria no puede proponer un fin, pues ella misma no es un fin en sí.
 3.- La narración sin hilo cronológico: imposible de referir con una enumeración de hechos enlazados causalmente. Esta técnica se puede ver la novela “Al faro” de Virginia Wolf. Corresponde a una contraposición del tiempo físico con el tiempo psíquico.
 4.- La narración del desorden temporal: donde lo pasado, lo presente y lo futuro se suceden en una secuencia ilógica. Por ejemplo, Faulkner en Absalon Absalon, Carlos Fuentes con la muerte Artemio Cruz y Vargas Llosa con la casa verde.
5.- La narración de tiempo circular: aquella en la cual los hechos, por carecer de enlace causal, posibilitan el comienzo de la lectura en cualquier parte el texto. Esta técnica corresponde a la completa especialización del factor temporal. Así Rayuela de Cortazar o el obsceno pájaro de la noche de J. Donoso.
 6.- La narración de tiempo lento: se presenta cuando un acto se descompone, por análisis, en una serie de actos sucesivos. El mejor ejemplo es Proust. Esta técnica obedece al afán de recrear la realidad como historia interior del narrador.
7.- La narración del contrapunto temporal: varias acciones diferentes se presentan en un sucesivo paralelismo, relacionándose, entrecruzándose, marchando hacia atrás unas y otras hacia delante, alcanzando a veces hasta cuatro direcciones distintas. Mirar André Gide con los monederos falsos.
8.- Narración simultanea: Muchas acciones narradas sólo están ligadas por un leve apoyo temporal, espacial o temático. Así Manhattan Transfer de J. Dos Pasos.

  En la novela moderna del siglo XX se observa una reducción del tiempo exterior o tiempo de la historia en beneficio de una intensificación del tiempo interior o tiempo del relato. Shókel señala que con independencia de que el tiempo de la historia se prolongue durante años o se comprima en una horas como sucede respectivamente en la novela Los años de V. Wolf y el Ulises de Joyce, el tiempo interior se condensa se vuelve lento bien porque las escenas o secuencias narradas se amplifican para adquirir una extensión desmesurada o bien porque la obra queda reducida a poco tiempo exterior mientras que el tiempo interior adopta un ritmo desesperadamente lento. Baste como muestra: Por quien doblan las campanas de E. Hemingway, cuyo protagonista rememora durante tres días el tiempo de la narración; Bajo el volcán, de M Lowry que relata toda la existencia de un hombre a lo largo de doce horas que preceden a su muerte; La muerte de Virgilio, de H. Broch cuyo tiempo de narración se concentra en las últimas horas del poeta; Pedro Páramo, de J. Rulfo; La muerte de Artemio Cruz, de C. Fuentes; Cinco horas con Mario, de M. Delibes; y El jinete polaco, de A Muñoz Molina.
  
     Para Shóekel la razón de esta reducción temporal de la novelística moderna es la idea proustiana de hacer posible la ilusión de la recuperación del tiempo pasado.

Este comentario ha sido elaborado por José María Sánchez-Ros Gómez con la siguiente bibliografía: El Estilo Literario (arte y artesanía) de Luis Alonso Shökel. Manual de técnicas narrativas de Enrique Páez. Asímismo se ha consultado y extraido datos de los siguientes enlaces:.

4 comentarios:

  1. Bravo!
    Muy bien explicado, me gusto leerlo aunq estubiera de apuro!

    Saludos!

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  2. Gracias por la referencia y el link a mi blog, "Un extraño, un hombre mundano"
    Un saludo

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  3. Gracias por la referencia y el link a mi blog, "Un extraño, un hombre mundano"
    Un saludo

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  4. Con ustedes cada día voy aprendiedo más
    Grcias

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