lunes, 12 de enero de 2009

Albert Camus: El Extranjero ( el hombre sin sentimientos)

" Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer. El asilo de ancianos está en Marengo, a ochenta kilómetros de Argel. Tomaré el autobús a las dos y llegaré por la tarde. De esa manera podré velarla, y regresaré mañana por la noche. Pedí dos días de licencia a mi patrón y no pudo negármelos ante una excusa semejante. Pero no parecía satisfecho. Llegué a decirle: «No es culpa mía.» No me respondió. Pensé entonces que no debía haberle dicho esto. Al fin y al cabo, no tenía por qué excusarme. Más bien le correspondía a él presentarme las condolencias. Pero lo hará sin duda pasado mañana, cuando me vea de luto. Por ahora, es un poco como si mamá no estuviera muerta. Después del entierro, por el contrario, será un asunto archivado y todo habrá adquirido aspecto más oficial."
Así empieza la novela El Extranjero, de Albert Camus (1913-1960). Narrada en primera persona, El Extranjero cuenta la historia de un oficinista afincado en Argel que comete un absurdo crimen sin motivación alguna. Lo más inquietante de esta novela es que, a pesar de estar relatada por el propio protagonista (que responde al nombre de Meursault), está inundada por un tono frío (más bien gélido), neutro, sin implicación social o emocional de ningún tipo. Bajo esta perspectiva de frialdad, Camus conduce al protagonista a una sensación constante de monotonía e indiferencia que salpica a sus circunstancias exteriores, hasta el punto de matar a un árabe “porque se lo han dicho”. Los primeros indicios de esta extrema frialdad los encontramos cuando Meursault narra la noticia del fallecimiento de su propia madre. Se supone que debe estar estremecido ante uno de los eventos más importantes de su propia vida, pero lo acoge sin pesar alguno, mostrando simplemente cansancio ante la idea de que ha tenido que desplazarse a otra ciudad para asistir al entierro. No muestra amor por su progenitora, hasta el punto de que no sabe la edad que tenía al morir, ni qué día había fallecido realmente. Meursault, el protagonista refleja la filosofía del absurdo, la sensación de alienación, de desencanto frente a la vida. El aburrimiento, la cotidianidad lo van haciendo insensible, indiferente y hasta casi despiadado. Esta novela refleja la tesis existencialista de que la vida carece de sentido. Su impasible protagonista, condenado a muerte por un absurdo crimen cometido sin ninguna justificación, se siente extraño ante la realidad que le rodea, como un extranjero en un país desconocido. Ello le lleva a asumir su muerte con indiferencia. La novela es el reflejo del hombre actual desprovisto de toda sensibilidad.
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan en los vínculos que siguen:

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