jueves, 2 de junio de 2016

El mundo de Juan Lobón: Luis Berenguer ( la prosa y la cartografía )

La propuesta de la tertulia para el mes de junio es El mundo de Juan Lobón de Luis Berenguer.

"... Luis Berenguer y Moreno de Guerra fue ingeniero naval y capitán de fragata, nacido en El Ferrol en 1923, se consideró siempre andaluz de la isla de San Fernando, ya que su nacimiento en Galicia fue accidental debido a que su padre estaba destinado como militar allí. Berenguer centró su admirable obra literaria principalmente en la bahía gaditana y en su entorno maravilloso, con cuyos personajes populares, campos y rincones supo compenetrarse hasta dejar sobre ellos jirones de su propia vida. Tuvo una fulgurante y corta carrera literaria. Nos dejó seis novelas excepcionales: «El mundo de Juan Lobón», «Marea Escorada», «Leña verde», «Sotavento», «La noche de Catalina Virgen» y «Tamatea». Se nos fue joven en 1979 con sólo 55 años de edad.

 El mundo de Juan Lobón publicada en 1967 fue la primera novela de Luis Berenguer, uno de los escritores más destacados del movimiento literario que a finales de los sesenta se llamó Narraluces o generación de narradores andaluces. Esta novela, que tiene su versión cinematográfica le valió a  Berenguer el premio de la Crítica de 1968, y al año siguiente obtuvo el Nacional con Marea escorada. La novela es la historia de José Ruiz, alias Juan Lobón, un histórico cazador furtivo de Alcalá de los Gazules. Narrada en una extraordinaria primera persona, el protagonista cuenta desde la cárcel el porqué de su historia y su encierro. Un estilo que recuerda al empleado por Cela en La familia de Pascual Duarte.  Es Juan Lobón un cazador que vive del y en el campo, precisamente en una lobera, o cueva, junto a sus perros junto a los cuales emplea la forma más primitiva de cazar, casi rozando el cuerpo a cuerpo con los animales.  La novela está ambientada entre los años 40 y 50, cuando la forma de vida de las personas que viven y se alimentan de la caza comienza a estar perseguida y Juan Lobón se convierte en un furtivo, situación que nunca llega a entender, ya que él caza pero también cuida el campo. De hecho nunca llega a cazar a ninguna hembra, mucho menos si está preñada. Es lógica esta forma de actuar por parte de la persona que tiene en la caza su forma de vida, sin embargo se queja amargamente de aquellos que comienzan a hacerlo por entretenimiento y disparan sin miramientos.   Constantemente perseguido por la justicia, los civiles, los terratenientes y los siervos de estos, Lobón se resiste a abandonar la caza. El relato está maravillosamente construido desde la óptica del protagonista. En este sentido el lenguaje rural está ampliamente conseguido, a la vez que la mentalidad del hombre que vive apartado de la sociedad en desacuerdo con las leyes y con una lógica aplastante contra éstas.

Entre los méritos literarios de la obra destaca que haya preservado "un vocabulario en vías de extinción y un fascinante universo verbal". "La sensación de realidad y vida que emana de esta novela se debe en gran medida a la hazaña de haber atrapado en sus páginas, como si de una mariposa se tratara, la fugacidad del lenguaje oral de la baja Andalucía antes de que fuera allanado por horas de televisión y contaminado por el turismo masivo", añade Parreño. 
El mundo de Juan Lobón es el relato de un cazador furtivo contado por él mismo desde la cárcel. El preso redacta su autobiografía para que todos, y en particular su hijo aún no nacido, sepan la verdad en cuanto a su oficio de cazador y las actividades y los acontecimientos que le han llevado a su encarcelamiento. A través de sus evocaciones, Juan Lobón hace lo posible para que quede un resquicio de verdad, de justicia y de honra en un mundo que se le desmorona. De ahí, la grandeza y la tragedia de este hombre sencillo y sincero, cuyo único temor es que su casta «se desnate», se extinga.

El cuerpo de El mundo de Juan Lobón se prologa por tres exordios: un mapa titulado «El mundo de Juan Lobón» una carta dedicatoria que Luis Berenguer escribe a su amigo, el doctor José Benavente Campos y, finalmente, una breve y difusa introducción redactada por Lobón que se llama «Cuatro Cosas Para Antes De Empezar». En la carta del novelista al médico, Berenguer hace constar que aprendió su «cuento de cazadores» de «los hombres y los ecos que van dando tumbos por esas serranías de Aljibe, Bermeja y Ronda» A renglón seguido, advierte que su historia tiene lugar «...en un sitio que no quiera usted localizar en el mapa porque no está allí: está, ...en la encrucijada de los que nunca perdieron fe en su destino». Queda claro que la novela se ambienta en la Baja Andalucía, más exactamente en la Sierra de Cádiz y Málaga, pero en una localidad indeterminada y ficticia. 
 La novela tiene, pues, una base y un trasfondo geográficos y sociohistóricos no exentos de autenticidad. Berenguer refuerza y mantiene esta carga objetiva hábilmente. Primero, levanta un mapa entre ficticio y real; y luego crea un protagonista cuasi histórico para criticar e ironizar la falsedad e injusticia sociohistóricas en su tierra adoptiva. El prólogo se divide en breves apartados en que el cazador resume para el lector las causas de sus desgracias. En el primero, Lobón repasa, con su lenguaje rústico encantador, las antiguas leyes de caza. La más importante de estas leyes, y la que rige su existencia, es ésta: «Los bichos montunos son de todos y nadie: del que los trinca. No hay castigo por matarlos»  A pesar de las dudas que Juan pueda suscitar en el lector como narrador fidedigno, el furtivo termina el apartado con una sentencia a todas luces fehaciente para el mundo, para la España del franquismo, en que se mueve: «Los papeles lo cambian todo si tienes influencia y convidas a éste y al otro que los escriben»
A lo largo de su relato Lobón nunca dejará los móviles de su comportamiento en el tintero y esta franqueza lo encariña con el lector. Más que confesiones, sus memorias forman una defensa de su conducta. Lo irónico de su condición proviene del hecho de que en «Cuatro Cosas» se reconozca un furtivo, pero, a la vez, está convencido de que su profesión debe considerarse tan honrada como cualquier otra. Son don Gumersindo y los demás señoritos que quieren monopolizar la caza con las nuevas leyes quienes han convertido a Lobón en un criminal. El furtivo es tan esquivo y ducho que al final «los del señorío» lo tienen que «cazar» con tejemanejes legales. Describe su extraña situación así: «Aquí me han traído por lo que no hice y aquí me tienen por lo que no saben».

Ante todo, el novelista se presenta como un testigo presencial que conoce a fondo el caso de Juan Lobón. Tanto es así que sus conocimientos e investigaciones personales le permiten levantar un mapa del lugar. Berenguer ha descubierto que Lobón es tremendamente fiel a sus principios. La rectitud y honradez profesionales y personales del furtivo han hecho mella en el amanuense porque compendian lo más auténtico del espíritu humano. A pesar de su oficio «ilegal», en «Cuatro Cosas» Juan comienza a alzarse como un genuino y verdadero hombre de bien, cuyos escritos y comportamiento, aparentemente fidedignos, desmentirán las «verdades oficiales» que le han privado de su libertad. 
Berenguer, que era marinero de profesión, y por tanto sabía mucho de la cartografía, prologó su novela con un mapa, una muestra de Andalucía, con el que esperaba representar y comunicarles de manera gráfica a sus lectores los temas -la honra, la corrupción, la destrucción del medio ambiente, etc.- que formarían la base ideológica de su obra. Muchos novelistas han utilizado un mapa con varios fines y por múltiples razones en sus obras. Por ejemplo, sólo después de inventar el mapa que preludia La isla del tesoro, concibió Robert Louis Stevenson la idea de escribir su novela (Wise, «Treasure Maps» 18). Al abrir el libro, la isla imaginaria intriga al lector despertando sus ansias de viaje y aventura. Tampoco tiene sentido buscar un tesoro pirata sin un mapa. William Faulkner se declara el «único dueño y propietario» del Cantón de Yoknapatawpha, y dibuja un mapa del norte del estado de Mississippi para crear un sitio entre literario y real en toda una serie de novelas y cuentos cuyos argumentos tienen lugar a lo largo de cien años (Zanger 789). En su mapa Faulkner hace hincapié en las relaciones entre hombre y tierra indicando los sitios donde ocurren los acontecimientos novelísticos (Post, «Cartographic Fantasy» 13). J. R. Tolkien crea mundos imaginarios e intenta ayudar la comprensión del lector agregando mapas fantásticos (no son representativos del mundo «real») a su obra. También intenta estimular el espíritu aventurero en el lector. Así, el novelista cartógrafo es un fenómeno recurrente en la historia de la literatura mundial. Algunos, sin duda, han querido hacer alarde de su sabiduría geográfica y habilidad cartográfica. Pero uno sospecha que todos estos novelistas se han dado cuenta de que el mapa es uno de los medios gráficos más expresivos que existe en el momento de impartir información. El mapa es un sistema de comunicación inmemorial, y esta misma antigüedad ayuda a Berenguer a simbolizar el atraso y estancamiento sociales en Andalucía. Por otra parte, no cabe duda que «El mundo de Juan Lobón» es un mapa cinegético que señala las querencias de los animales que Juan persigue. Su oficio es una manera de ser tan histórica en Andalucía como la del terrateniente. Por eso, el mapa cobra dimensiones y vertientes sociohistóricas que a su vez entran en el terreno de lo metafórico. A lo largo de la novela la caza causa y representa un continuo choque clasista. Pero este oficio también puede considerarse una fuerza niveladora, puesto que Juan se cree tan hombre y tan dueño de su porvenir como los caciques. Los personajes de Juan Lobón pueden dividirse en dos categorías generales: poseedores (latifundistas y aficionados a la caza) y poseídos (campesinos y guardias); y luego Juan, en entredicho, que se resiste a ser subyugado. Para penetrar y comprender el caos que lo rodea, y para dar norte a su vida y reconciliarse con su futuro, Juan se pone a escribir. Su enajenación y marginación se reducen (sicológicamente al menos) al levantar su mapa y redactar su historia. Gracias a sus escritos, puede que su soledad radical se comparta con otros.
Para realizar su proyecto Juan utiliza un discurso de dos cañones: la prosa y la cartografía. Quema sus últimos cartuchos a sabiendas que la palabra escrita, aunque un arma potente, es sintácticamente unidimensional: la prosa avanza paso a paso. Es más, sus anécdotas confusas pueden confundir a sus lectores. Por eso, crea un punto de referencia que orienta y polariza sus argumentos: el mapa. El mapa se convierte también en una escritura de propiedad que indica el apego y el afecto que Juan tiene para con su querencia. En otro sentido, Juan resulta ser un antropólogo, preocupado por la vida y la cultura de su comarca: las interacciones del hombre con la naturaleza y las consecuencias históricas de este proceso. Escribe: «Los venados valían poco, pero mucho más sin comparación, que los que los daban el tiro» (165). Existe una marcada y asombrosa reciprocidad explicativa entre el texto y su mapa. La analogía se va convirtiendo en una metáfora multidimensional.

La realidad, muchas veces, supera a la ficción. Y don Luis Berenguer se limitó a testimoniar esa realidad. Uno de sus personajes lo dijo: “La mentira que me trajo aquí, echó esta vedad que cuento”..."

Esta recensión es resumen y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/hispania--1/html/p0000004.htm http://elpais.com/diario/2005/05/02/andalucia/1114986148_850215.html
http://www.librodearena.com/post/fontanerodelmar/el-mundo-de-juan-lobon-de-luis-berenguer/4390774/3880
http://www.islabahia.com/arenaycal/2001/09septiembre/quintin.htm
http://www.lecturalia.com/libro/10554/el-mundo-de-juan-lobon
http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/520769/la/prodigiosa/mirada/cazador/furtivo/llamado/luis/berenguer.html
http://www.elcastillodesanfernando.es/2015/12/luis-berenguer-testigo-de-un-mundo-virgen/