martes, 8 de septiembre de 2009

André Malraux: La condición humana

"...Ningún otro escritor como el francés André Malraux (1901-1976) , ningún otro con la intensidad, el arrojo, y la disposición material a ser testigo de un siglo que se presentaba ya desde sus primeros años como violento y obsceno, y ninguno mejor para desmitificarlo, para llevarlo al extremo de su cinismo y hacer de su acción un gesto moral: delincuente, traficante de arte, agitador de la revuelta política en Indochina, embustero, creador de una brigada aérea de la República Española, cineasta, miembro de la Resistencia Francesa contra la invasión nazi y posteriormente Ministro de Cultura en el gobierno de Charles de Gaulle. Su obra emblemática La Condición Humana (1933) describe los primeros días del comienzo de la Revolución Comunista en China, particularmente en Shangai, una vez que las fuerzas del Kuomintang y el general Chang Kai-chek han conquistado el poder político, y se aprestan a reprimir a las organizaciones de campesinos y trabajadores que se han resuelto a seguir una huelga general de tendencia marxista. De la misma manera, el terrorista Chen, el intelectual Kyo o el maestro Gisors conviven con los sucesos de una manera descarnada, desmenuzando y objetando las posibilidades de la lucha y tomando parte activa en aquellas acciones que definirían el inicio de lo que sería la Revolución China en 1927.La gran importancia literaria de La condición humana reside en que, de la complejidad de una acción vigorosa y fértil en situaciones trágicas, surge el planteamiento de los grandes problemas que afectan a la conciencia moderna en el seno de la vida política y moral. Cada uno de los protagonistas, simbólicos pero dotados de un poderoso aliento humano, caracteriza una actitud diferente ante los problemas. `Malraux ha sido uno de los primeros en presentir el carácter catastrófico de nuestra época. Para Mario Vargas LLosa la condición humana es una obra maestra, digna de ser citada junto a las que escribieron Joyce, Proust, Faulkner, Thomas Mann o Kafka, como una de las más fulgurantes creaciones de nuestra época. Todo es, en ese libro, perfecto: la historia épica, sazonada de toques románticos; el contraste entre la aventura personal y el debate ideológico colectivo; las psicologías y culturas enfrentadas de los personajes y las payasadas del barón de Clappique, que pespuntan de extravagancia y absurdo —es decir, de imprevisibilidad y libertad—, una vida que, de otro modo, podría parecer excesivamente lógica; pero, sobre todo, la eficacia de la prosa sincopada, reducida a un mínimo esencial, que obliga al lector a ejercitar su fantasía todo el tiempo para llenar los espacios apenas sugeridos en los diálogos y descripciones. La novela es de una soberbia concisión. Para Vargas LLosa las escuetas descripciones muchas veces transpiran de los diálogos y reflexiones de los personajes, rápidas pinceladas que bastan para crear ese deprimente paisaje urbano: la populosa Shangai hirviendo de alambradas, barrida por el humo de las fábricas y la lluvia, donde el hambre, la promiscuidad y las peores crueldades coexisten con la generosidad, la fraternidad y el heroísmo. Breve, cortante, el estilo nunca dice nada de más, siempre de menos. Cada episodio es como la punta de un iceberg, pero emite tantas radiaciones de significado que la imaginación del lector reconstruye sin dificultad, a partir de esa semilla, la totalidad de la acción, el lugar en que ocurre, así como los complejos anímicos y las motivaciones secretas de los protagonistas. Además de valientes, trágicos e inteligentes, los personajes de Malraux, nos dice don Mario en su ensayo londinense, suelen ser cultos: sensibles a la belleza, conocedores del arte y la filosofía, apasionados por culturas exóticas. El emblema de ellos es, en La condición humana, el viejo Gisors; pero también es de semejante estirpe Clappique, quien, detrás de su fanfarronería exhibicionista, esconde un espíritu sutil, un paladar exquisito para los objetos estéticos. El barón de Clappique es una irrupción de fantasía, de absurdo, de libertad, de humor, en este mundo grave, lógico, lúgubre y violento de revolucionarios y contrarrevolucionarios. Está allí para aligerar, con una bocanada de irresponsabilidad y locura, ese enrarecido infierno de sufrimiento y crueldad. Pero, también, para recordar que, en contra de lo que piensan Kyo, Tchen y Katow, la vida no está conformada sólo de razón y valores colectivos; también de sinrazón, instinto y pasiones individuales que contradicen a aquéllos y pueden destruirlos..." Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://aquileana.wordpress.com/2008/02/19/andre-malraux-la-condicion-humana-la-condition-humanine/ http://www.elrevolucionario.org/rev.php?articulo1193 http://www.sololiteratura.com/var/vargaartlacondicion.htm http://www.letraslibres.com/index.php?art=8647 http://es.wikipedia.org/wiki/André_Malraux

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