lunes, 23 de marzo de 2009

Don DeLillo: Cosmópolis ( en las ruinas del futuro)

"... El neoyorkino Don DeLillo ( 1936) conocido por sus novelas que retratan la vida americana a finales del siglo XX y principios del XXI, es considerado en la actualidad por la crítica internacional como el maestro indiscutible de toda una generación, y uno de los autores más importantes y representativos de la ficción norteamericana actual. Es dueño de un estilo directo, preciso, que se nutre de una amplia documentación y una elegancia estilística inusual, capaces de mover a la risa, al terror o a una profunda reflexión. Cosmópolis es su decimotercera novela que el autor dedica a Paul Auster y en la que encontramos ecos de Joyce, Dos Passos, Faulkner y Wolfe.
En clave de grotesco, Don DeLillo pergeña, nos dice Patricia Rondón, en Cosmópolis, una temible caricatura de la idea de la globalización y sus remanidas derivaciones. El hipermillonario Eric Parker, típico joven, vanidoso y hastiado asesor financiero neoyorquino y dueño de una empresa punto.com, decide una mañana cualquiera de abril de 2000 ir de un extremo a otro de la mentada Cosmópolis en busca de un corte de pelo en la peluquería de los suburbios de su infancia. A bordo de su limusina extralarga atestada de tecnología, acompañado por un trío de guardaespaldas y dialogando en el trayecto con sus propios analistas de mercados y de conductas sociales, con sus amantes y con su esposa, Parker protagoniza un moderno viaje de iniciación que no es otra cosa que una feroz sátira sobre un mundo anoréxico a causa de los mercados financieros y tecnológicos. Pero como todo viaje necesita peripecias, DeLillo presenta una ciudad monstruosa que comprime, asalta y amenaza al irracionalmente inmutable Parker: la llegada del presidente a la ciudad, una violenta manifestación antiglobalización, el funeral de un ídolo de rap y el rodaje de una película enmarcan la nada en la que vive el personaje (incluida su conciencia de la representación de un papel), la virtualidad exasperante de todas sus cosas, semejante a las cifras, estadísticas y millones digitales que pasan ante sus ojos en las decenas de pantallas de su limusina. Parker ama, asesina y se suicida financieramente al comprar todos los yen justo cuando cae el Nasdaq (la bolsa de las empresas tecnológicas), con la misma frialdad con la que encargaría una crema de afeitar. Packer, encerrado en un narcisismo de tintes claramente nietzschianos, refleja al individuo preocupado exclusivamente por él mismo, ajeno a cualquier tipo de valor trascendente y viviendo el momento preciso y concreto. Packer representa el triunfo de la voluntad personal; no en el sentido de sacrificio o tenacidad, sino en el de poder. Packer decide cortarse el pelo y eso es lo único importante; aunque ponga en peligro su propia vida, nada en el mundo se lo impedirá. Packer nos dice Javier Aparicio es un personaje plano, un arquetipo, una caricatura de la que se vale DeLillo para emprender lo que a todas luces constituye una autoparodia. En Cosmópolis, DeLillo imita a DeLillo sirviéndose de su habitual poética del humor negro, el gag, las claves y el guiño, de sus diálogos jergales, y de la seductora frialdad que les confieren a sus textos el sincopado fraseo paratáctico, las reiteraciones y el perturbador empleo de un narrador omnisciente camuflado bajo una focalización externa, neutra, con ecos de objetivismo. Desde Libra (1988) o Mao II (1991), DeLillo desperdiga por las páginas de su narrativa la iconografía popular de la América contemporánea, limousinas, high-tech gadgets, pistolas, grafitis, del Dow Jones o los ídolos del béisbol, da igual, entroncando con Warhol o con las composiciones pop de Tom Wesselman, en las que conviven con los personajes vasos de milk-shake, Coca-Cola y paquetes de Lucky Strike.
Cosmópolis transcurre en un solo día, el último de una época, símbolo del intervalo entre el final de la guerra fría y la actual era de terror, de los años 90, cuando el mercado financiero se desploma y la «nueva economía» inicia su agonía. La novela de Don DeLillo es una historia intensa que surca los temas capitales de su obra: la alienación, la paranoia, el sexo, la muerte, el mercado global, el terrorismo y la relación entre poder y tecnología. Cosmópolis está dedicada a Paul Auster como una suerte de mensaje, quizá en referencia a su trilogía de Nueva York; pero, como el propio DeLillo dice, "no la escribí para él". A pesar de que fue publicada en 2003, se sitúa en abril del 2000. DeLillo estaba por entregarla a su editor a finales de 2001, cuando ocurrieron los ataques terroristas del 11 de septiembre. Sin embargo, a pesar de que se podría decir que el personaje central del libro, sobre Eric Packer, es la ciudad de Nueva York, decidió no modificar su argumento ni un ápice. "Preferí —dice— escribir un libro [En las ruinas del futuro, 2001] en el que dije todo lo que tenía que decir sobre eso, aunque es obvio que lo sucedido está registrado de alguna manera en el final de la novela." ~
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://loslibrosrobados.blogspot.com/2007/01/cosmpolis-de-don-delillo.html http://es.wikipedia.org/wiki/Don_DeLillo

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