domingo, 14 de diciembre de 2008

Ivan Turgueniev: Padres e hijos. La primera novela nihilista

Turguéniev tuvo siempre el poder de expresar estados de alma colectivos e individualizarlos universalizando. En una de sus obras decisivas, Padre e hijos, describe un fenómeno ruso y universal: el nihilismo. El protagonista, Bazarov, se enfrenta a su padre, un déspota ilustrado, pero el hijo no cree en nada, de aquí la palabra nihilista, es a lo sumo un empirista utilitario, un cínico moral, un positivista lírico. Bazarov no combate contra el viejo mundo, sino que muere en su cama, víctima de un amor fugaz. Esta novela es el primer esbozo de lo que se ha llamado la rebelión juvenil y nos da la clave para comprender el origen del nihilismo contemporáneo. Nihilista es el rebelde puro, inocente, descabellado, el que dice un ¡no! colérico a una sciciedad injusta y también a un mundo de valores fantasmagóricos. Pero es, al mismo tiempo, un frustrado, porque la negatividad de su pasión no la sustituye la positividad de una acción o de una idea. Es la afirmación verbal de su propia nada interior Una primera definición de nihilismo sería la que nos dice que el término proviene de “nihil”, nada. Sería, entonces, el pensamiento obsesionado por la nada. Pero esta respuesta no nos dice nada acerca del fenómeno del nihilismo en la historia. Lo cierto es que el hombre “se encuentra en una situación de incertidumbre y precariedad”, señala Franco Volpi, profesor de Filosofía en la Universidad de Padua. Esta incertidumbre y precariedad es una de las consecuencias del proceso de desmantelamiento de los valores y conceptos tradicionales; y la historia de ese desmoronarse de los valores, es la historia del concepto y el problema del nihilismo. En una primera aproximación al término, Volpi se refiere a la presunta paternidad de Turgeniev (que en su novela Padres e hijos, calificaba de “nihilista” al protagonista, queriendo señalar con ello un cierto materialismo, desencantamiento y rebeldía contra los valores de los “padres”). .

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