miércoles, 3 de junio de 2009

Rainer Maria Rilke: Elegías de Duino

"...El año 1922 dio a luz cuatro obras determinantes de la literatura moderna: Charmes, de Paul Valéry; La tierra baldía, de T. S. Eliot; Ulises, de James Joyce, y Elegías de Duino (junto con los Sonetos a Orfeo), de Rainer Maria Rilke. Este exquisito libro de recuerdos, que rezuma sensibilidad, inteligencia y elegancia por todas partes, sin afectación ni sensiblería, aunque al borde de ambas, es la memoria del camino a esa cumbre lírica de la poesía del siglo XX .
Rainer Maria Rilke (Praga, 1875 -, Suiza, 1926) es considerado uno de los poetas más importantes en lengua alemana y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y Los sonetos a Orfeo. En prosa destacan las Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Las "Elegías de Duino" son un conjunto de poemas que se componen de diez elegías, y que llevan el nombre del lugar, un castillo, donde el genial poeta ideó la obra. Aunque los temas que aborda en cada una de ellas son diversos, siempre está presente la figura simbólica del ángel, como un ser superior e inapelable que se contrapone a la dolorosa y limitada vida humana. El sentido de la vida, el amor, el paso del tiempo, la belleza, el deseo, la muerte son algunos de los contenidos a los que da forma Rilke a través de un deslumbrante lirismo. Rainer Maria Rilke dedicó sus famosas Elegías de Duino a la dama que lo alojó en su mansión durante la composición de los poemas. Los recuerdos de la anfitriona conservan la memoria de un genio del siglo XX. Entre las muchas familias que acogieron al poeta en sus mansiones o que le facilitaron la estancia en espléndidos lugares con el simple propósito de que gozara de tranquilidad para escribir, saltan apellidos como Dobrzensky, Burckhardt y Reinhart, pero quienes se llevan las palmas son los Thurn und Taxis tan sólo por haberle mostrado a Rilke una pequeña y oscura fortificación triestina de su propiedad en la cuenca del Adriático conocida como el Castillo de Duino. Gracias a la princesa Thurn und Taxis allí pasaría Rilke largas temporadas de retiro en 1910, 1911 y 1912, y allí escribiría, entre otros poemas como los que dieron forma a La vida de María (1913), la primera redacción de las famosas elegías tras haber escuchado —según refiere el propio poeta— en uno de sus paseos por el borde del acantilado una voz proveniente del bosque que clamaba: "Quién, si yo gritara, me escucharía entre las legiones de ángeles." "En las Elegías, la afirmación de la vida y de la muerte se revelan como una sola cosa... Nosotros, seres de aquí y de hoy, ni por un instante nos sentimos satisfechos del mundo temporal", dice Rilke; el hombre sospecha, vislumbra, imagina orígenes y futuros; ese mundo imaginario lo acompaña tanto o más que el real, como lo demuestra la historia de las religiones. "Nosotros somos las abejas de lo invisible".Los humanos vivos no vemos estos ángeles (nos cegarían), los sospechamos -como los creyentes sospechan a sus dioses y santos-: "Este mundo, ya no considerado desde el punto de vista humano, escribió en 1915, sino como es dentro del ángel, constituye quizás mi verdadera labor, en la que, de cualquier manera, todos mis intentos anteriores convergen". El ángel rilkeano es un superhombre, cuya contemplación permite, por una parte, una desolada perspectiva crítica frente a las limitaciones y deficiencias del mundo real, de la naturaleza humana y de la sociedad; y por la otra, el vislumbre o la ensoñación de formas de existencia y trascendencia humana (no precisamente religiosas, en el sentido tradicional del término) de mayor plenitud y significado. Descontento con las soluciones cristianas a los problemas del más allá, de la trascendencia, de la muerte, de la carne y de la vida, Rilke intenta una poesía profética, para intuir nuevas soluciones propias: "El ángel de las Elegías es aquella esencia que se ofrece como fiadora para reconocer en lo invisible una categoría más elevada de realidad. De ahí que sea 'terrible' para nosotros, porque somos sus amantes y sus transformadores, estamos sin embargo adheridos a lo visible". En el mundo real, la eternidad puede vislumbrarse a través de la intensidad del instante: un instante profundizado radicalmente posee una eternidad inversa, pero al fin y al cabo eternidad; una cosa o un ser perecedero, alcanza asimismo esa eternidad, al dotarse de una significación interna intensísima, al vivirse como eterno, escapando a la mera duración (concepto de Bergson), o al mero tránsito o secuencia de unidades temporales: al dotarse internamente de su propio absoluto. Así se escapa al absurdo y al vacío de la existencia sin los fundamentos trascendentes de la religión. Puede desde luego leerse a Rilke sin asumir su misticismo, ni sus acarreos nietzscheanos y prefiguraciones heideggerianas, como obra soberanamente imaginativa, lírica; Rilke fue en vida el paladín de la poesía pura. También puede leerse a Rilke como el superior momento de la angustia occidental ante la desacralización o secularización del mundo: el alto momento de la orfandad del hombre nietzscheano que se descubre como un hombre sin Dios, sin eternidad, sin trascendencia, sin sacralidad -y no se resigna; en consecuencia, se inventa -a partir de los falibles, perecederos materiales humanos- sus ángeles, su eternidad, su universo sagrado, su trascendencia propias. De hecho, buena parte del enorme éxito de Rilke en los años treinta y cuarenta, se debió no sólo a su valor estrictamente poético, sino a que ofrecía una respuesta semi-religiosa no cristiana a la cultura europea, que había devenido muy crítica del cristianismo, pero que no sabía ni podía vivir una existencia sin densidad ni soluciones religiosas. Después del existencialismo con ángeles, con mundo de lo invisible, con poesía sagrada, de Rilke, vendría el existencialismo sin Dios, sin trascendencia metafísica alguna, sin sacralidad poética, de Sartre.Pero sobre todo pueden leerse las Elegías de Duino como una intensa experiencia terrenal de los problemas y apetencias humanas de siempre; a pesar de su hermetismo ocasional -momentos en que el lenguaje filosófico, de Gedankenlyrik, imbrica la lectura-, las Elegías ofrecen agudas y encendidas visiones de esa experiencia..." Es extracto y compendio de otras reseñas: http://www.poesiaspoemas.com/rainer-maria-rilke http://www.letraslibres.com/index.php?art=10152 http://www.literatura.us/idiomas/rmr_duino.html http://es.wikipedia.org/wiki/Rainer_María_Rilke http://desdeisrael.com/Libros/rilke/RILKE%20-%20Elegias%20de%20Duino.doc http://www.radio.cz/es/articulo/96160 http://www.elpais.com/articulo/semana/Dios/vivia/castillo/elpeputec/20040522elpbabese_7/Tes

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