viernes, 27 de febrero de 2009

José Manuel Caballero Bonald: Ágata Ojo de Gato (la prosa poética)


"... Ágata Ojo de Gato, del premiadísimo poeta José Manuel Caballero Bonald (1928- ), que en su inmersión en la prosa de gran extensión hace todo un homenaje al lenguaje a base de una recreación personal de Doñana, en una época pasada pero indeterminada, conformando una alegoría compleja e intimista. Novela publicada en los años 70 por José Manuel Caballero Bonald, escritor español con claras influencias latinoamericanas que además de la novela ha cultivado la poesía y el ensayo. Caballero Bonald tiene un prodigioso dominio del léxico y su forma de narrar roza el barroquismo, pero en esta novela el estilo y el argumento se dan la mano en perfecta simbiosis. La novela narra la vida de varios personajes sirviendo de hilo Manuela, una joven comprada a sus padres por un inmigrante normando que a lo largo del relato sufrirá muchas vicisitudes, como el descubrimento de un tesoro oculto o la prostitución voluntaria, hasta convertirse en una anciana hacia el final del libro. Pero la verdadera protagonista de la novela es la ambientación. El escritor sitúa la historia en unas marismas (en la imagen el dibujo que da inicio al libro) descritas de forma magistral, que marcan la vidas de los personajes y cuyos efluvios percibimos los lectores. José Manuel Caballero Bonald presenta en Ágata ojo de gato (1974) un desconocido normando, raptor de Manuela, de quien tiene un hijo y a quien prostituye. El hijo, Perico Chico o Pedro Lambert se dedica a oscuros negocios con joyas o metales. Su familia crece entre prostitutas y él mismo se hace católico. Uno de sus familiares, Clemente Pavón, muere tiroteado. La familia y la novela concluyen con la muerte de la abuela Manuela. El intento del autor de que el lector se adentre en el mundo presentado en la novela, se hace evidente al incluir un mapa al inicio del relato, una suerte de Cádiz tergiversada al servicio de la historia.
Caballero Bonald demuestra de manera irrefutable que una trama convencional, si se cuenta con elegancia, fluidez en el lenguaje y rico vocabulario, puede convertirse en algo grandioso. Y es que el léxico usado, podría parecer redundante y ostentoso, y sin embargo el resultado final es sorprendente. Con su forma de narrar, esa ambientación de Doñana, ese devenir de Manuela y esa evocación de sensaciones y sentimientos (que no se dejan claro pero se insinúan continuamente) se hace hipnótica y fascinante. Ágata ojo de gato no será recordada especialmente por su argumento, pero sí como ejemplo y modelo de que el estilo puede salvaguardar un libro, de que es posible enganchar al lector mediante trucos (que no trampas) estilísticos, e impactarle gracias a la exposición de que existen otras formas de contar las cosas. Las andanzas de Perico Chico, el desgraciado hijo de Manuela, es una revisitación eficaz de El Lazarillo de Tormes, que lejos de resignarse con su malograda existencia, se busca la vida como puede y sigue adelante con el contrabando de joyas. Lo que Bonald expresa con mayor claridad es la expansión y consolidación de una familia con oscuras circunstancias, degenerada y de moral decadente, que a falta de otros valores, ve el dinero como única salvación y único sentido de la vida. Pero Ágata Ojo de Gato es también un canto a la naturaleza, y su influencia sobre las personas.
El autor ha señalado que la novela: "Sigue siendo mi novela favorita, creo que logré hacer lo que quería, creo que es la manifestación de un mito, de la mater terra que castiga a todo aquel que pretende ultrajarla y me inventé esa historia medio legendaria. “Ágata” es un intento de sustituir la historia por sus presuntas equivalencias mitológicas, pero siempre manteniendo esa realidad que responde a la historia verídica del coto de Doñana. Además con ese libro me ocurrió, y eso sí que era mágico no por el método literario sino por sus consecuencias, que conocí a personajes después de haber escrito la novela que eran un reflejo fiel de los que yo me había inventado y eso es muy inquietante y muy apasionante. Conocer en la vida real a personajes de ficción, tuyos, propios, provoca entusiasmo e inquietud".
Esta reseña es compendio y extracto de otras que se relacionan:

jueves, 26 de febrero de 2009

Macedonio Fernández: El Museo de la Novela Eterna (la novela experimental)

"... Macedonio Fernández (1874-1952) es uno de los escritores más originales de Argentina y el que mayor influencia ha tenido en la evolución de la novela en ese país. Con una disposición para la charla intelectual, el humor y la parodia, en un momento de su vida dejó de frecuentar las tertulias para optar por una vida reconcentrada y por tiempos solitaria, al punto que se pensó que este escritor era un invento más de Borges. Macedonio se anticipó a muchos planteamientos y propuestas teóricas y estéticas que se desarrollarían más adelante tanto en Latinoamérica como en Europa, entre otros la cuestión de los géneros, el concepto de obra abierta, la intertextualidad, el concepto de escritura autónoma. Su propuesta de construcción de un universo novelístico liberado de la tiranía de la anécdota y del verosímil realista lo lleva a postular la existencia de un «lector activo» capaz de liberarse de las propias restricciones del autor y del narrador para convertirse en un productor de sentidos de una obra entendida siempre como expresión conjetural. Macedonio Fernández publicó en vida sólo cuatro libros: No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928); Papeles de Recienvenido (1929); Una novela que comienza (1941) y Continuación de la nada (1944), esta última con un extenso prólogo de Ramón Gómez de la Serna. La mayor parte de su producción fue recogida con posterioridad a su muerte por su hijo Fernández de Obieta, en Papeles de Macedonio Fernández (1964), Papeles de Recienvenido; Poemas; Relatos; Cuentos; Miscelánea (1966) y Museo de la novela de la Eterna (1967). Hacia 1904, Macedonio Fernández comienza las notas preliminares de una teoría de la novela que ha de crecer y desarrollarse durante toda su vida. ´El Museo de la Novela Eterna´ es el paisaje visible de la amplísima meditación íntima de Macedonio sobre ´lo novelesco´ entendido como la tensión nunca resuelta entre ilusión y realidad, arte y vida, forma y experiencia, verdad y ficción. Para Macedonio, estas tensiones dejan de ser el tema de la obra para convertirse en la estructura invisible del género. No se trata de buscar la realidad en la novela, como sostienen algunos grandes teóricos, sino de buscar la novela en la realidad: aspira a construir lo no-real, lo que está por venir y lo que todavía no es. Como consecuencia de este núcleo utópico, define al género como una compleja trama de posiciones de lectura y de múltiples intercambios entre la percepción y la creencia: el lector macedoniano es el héroe de una aventura metafísica. Nadie como él ha definido entre nosotros (con tanta claridad y bajo la forma de una intriga) una nueva poética de la novela. Extracto: “’La tentativa estética presente es una provocación a la escuela realista, un programa total de desacreditamiento de la verdad o realidad de lo que cuenta la novela, y sólo la sujeción a la verdad del Arte (...). El desafío que persigo a la Verosimilitud, al deforme intruso del Arte, la Autenticidad –está en el Arte, hace el absurdo de quien se acoge al Ensueño y lo quiere Real– culmina en el uso de las incongruencias hasta olvidar la identidad de los personajes, su continuidad, la ordenación temporal, efectos antes de las causas, etcétera, por lo que invito al lector a no detenerse a desenredar absurdos, cohonestar contradicciones, sino que siga el cauce de arrastre emocional que la lectura vaya promoviendo minúsculamente en él.’ “ La cita pertenece a Museo de la novela de la Eterna, la única ‘novela’ de Macedonio Fernández y a la vez la máxima experimentación realizada en novela en nuestras letras y una de las mayores de las latinoamericanas. Casi no existen tentativas tan extremas de destrozamiento de todo lo que constituye el buen escribir novelesco, y casi no existen realizadas con semejantes métodos, con tal falta de desesperación, y tal confianza en lo que se escribe. Al decidirse a escribir una novela, Macedonio elige la única que se ajusta a su personalidad: la novela que no llega a serlo, la última Novela Mala y la primera Novela Buena, una colección de teorías y personajes que se niegan a existir fuera de la página impresa y sin embargo crean una estructura complejísima, que en numerosísimas ocasiones logra los dos principales objetivos que Macedonio persigue como ‘novelista’: terminar con la ilusión de realidad de lo literario (uno de los temas básicos de las búsquedas contemporáneas) y ‘operar a favor del descuido conciencial obtenido por interesamiento’, un ‘choque de inexistencia’ en la psique de él, del lector, el choque de estar allí no leyendo sino siendo leído, siendo personaje’.” “Este choque lo sufrirá el lector continuamente, ya que la vigilia de Macedonio, en ese sentido, se mantendrá con escasos desmayos a través de las más de doscientas páginas de la novela. La simple mención de la estructura califica a la obra como la más experimental : comienza con 56 prólogos, que constituyen en realidad el núcleo fundamental, y que teorizan y relatan a la vez lo básico de la novela. Luego de un ‘Prólogo que entre prólogos se empina para ver dónde, allá lejos, empieza la novela’, Macedonio redacta una ‘Nota de Posprólogo y Observaciones de Ante-libro’, se interroga: ‘Estos ¿fueron prólogos? Y ésta ¿será la novela?’ donde el lector se pasea antes de entrar a ‘La Novela’ y finalmente anuncia: ‘Despierta. Comienza el tiempo de la novela. Muévese’.” “A partir de allí se desarrollan los veinte capítulos de la novela propiamente dicha, la cual, por supuesto, no ocurre, ya que a pesar de que intervienen los personajes enunciados existentes y no existentes (reunidos en una estancia llamada ‘La Novela’ y bajo las órdenes de un ‘Presidente’, doble del autor), el tono de inexistencia argumental y ‘real’, de antinovela en el más radical sentido de la palabra persiste, hasta diluirse sin que nadie ni nada haya alcanzado a suceder, quedando todo en la capacidad espejeante y genial del continuo y nunca fatigante estilo de Macedonio, salvando del hastío a las páginas filosóficas en el momento en que comienzan a prenunciarlo; dejando apenas entrever los conflictos y los amores de los personajes, ya que todos acontecen en la realidad y por lo tanto fuera de ‘La Novela." Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://es.wikipedia.org/wiki/Macedonio_Fernández http://www.javeriana.edu.co/Facultades/C_Sociales/Facultad/sociales_virtual/publicaciones/arena/m-fragmen.htm http://www.avizora.com/publicaciones/literatura/textos/textos_2/0102_macedonio_fernandez.htm http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/marzo_06/22032006_02.htm http://www.zonamoebius.com/Iepoca_2003-2007/2005/001/mv_1005_eterna_macedonio.htm http://www.prometeolibros.com.ar/MainSite/Libro/diccionario-de-la-novela-de-macedonio-fernndez/IdLibro172836

G.K. Chesterton: El hombre que fue Jueves (un íncubo)

"... El hombre que fue Jueves, una de las novelas más populares del escritor y polemista británico G.K. Chesterton,(1874-1936) pertenece a una variedad literaria peculiar. Aunque su revestimiento externo es el de una ingeniosa trama policiaca, donde el suspense y la sorpresa juegan un papel destacado, la crítica ha creído ver en esta obra una novela de tesis; también una fantasía policiaca, un relato onírico, o un panfleto político. El fino sentido del humor de Chesterton lanza sus venablos envenenados contra la filosofía de Schopenhauer, encarnada en el profesor de Worms, contra el pensamiento de Nietzsche o la ideología anarquista emergente de su tiempo. Según Chesterton, se trataba de un nuevo tipo de novela, una historia en la que se tipifican pensamientos modernos, pero no con argumentos, sino con incidentes simbólicos: una comedia alegórica. Su proverbial ingenio le permitió contar dos historias a la vez: una entretenida y superficial, y otra trascendente y enigmática, vinculando los acontecimientos del relato con versículos bíblicos, aunque fue lo suficientemente inteligente para que este mensaje no ahogase la historia: prefirió que la liviandad y el sentido del humor primasen ante cualquier otra consideración al narrar las aventuras del detective y poeta Gabriel Syme en su cruzada fantástica contra una conspiración anarquista, en un Londres emblemático, la ciudad del fin de los días, un enorme Leviatán en el que se libra la batalla definitiva entre el Bien y el Mal. Gabriel Syme, el protagonista de El hombre que fue Jueves (1908), es un poeta, empleado de Scotland Yard, que descubre una gran conspiración contra la civilización encabezada por un grupo anarquista cuyos miembros usan como nombres clave los días de la semana. A fin de evitar sus acciones terroristas, Syme se une a ellos como Jueves y trata de averiguar la verdadera identidad de su perverso líder Domingo. A Chesterton le encantaban las paradojas, y de hecho esta novela es una paradoja en sí. Con un ritmo fluido y un estilo narrativo asombroso, el enjambre de conspiraciones, traiciones y demás elementos de intriga, Gabriel Syme va descubriendo que todos los demás “días” son a su vez infiltrados en el grupo terrorista, todo ello en medio de un pensamiento ambiguo sobre los deseos del pueblo, que se mueve entre la quimera de la anarquía y la resignación ante la arbitrariedad del gobierno. Borges, su sorprendente y rendido admirador nos dice: “En sus escritos quedan huellas pictóricas marcadas. Sus personajes acostumbran entrar a escena como actores y sus paisajes vivamente esbozados se fijan en la memoria. Chestertón vivió unos años impregnados de melancolía a los cuales se refiere con la definición fin de siècle. De este tedio imposible de eliminar lo salvan Whitman y Stevenson. Con todo, algo permaneció adherido a él, perceptible en su gusto por lo horrendo. El hombre que fue Jueves, su novela más famosa, tiene el subtítulo ‘Un íncubo’. Podría haber sido Poe o tal vez un Kafka; pero el prefirió –y le estamos agradecidos por su opción– ser Chesterton y optó valerosamente por la felicidad o simuló haberla encontrado. Pasó de la fe anglicana a la católica, basada, según él, en el buen sentido. Infirió que lo extraño de dicha fe está en armonía con lo extraño del universo, así como la peculiar forma de una llave se adapta perfectamente a la forma especial de una cerradura. En Inglaterra, el catolicismo de Chesterton perjudicó su fama, ya que la gente insiste en reducirlo a mero propagandista católico. Lo fue innegablemente, pero también fue un hombre de genio, un gran prosista y un gran poeta. La literatura es una de las formas de la felicidad; tal vez ningún escritor me ha dado tantas horas felices como Chesterton”.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Carson McCullers: Reflejo en un ojo dorado

"...Tras el éxito obtenido con El corazón es un cazador solitario a la temprana edad de veintitrés años, Carson McCullers (1917-1967), escandalizó a la opinión pública americana con Reflejos en un ojo dorado, abordando, en esta su segunda novela, temas como la homosexualidad, la infidelidad o la desolación en el contexto de una intachable institución del ejército americano durante la década de los treinta. La crítica suele situar a Lila Carson Smith, más conocida por su nombre de pluma, Carson McCullers, a mitad de camino entre William Faulkner y Truman Capote. Como aquél, McCullers nos propone la decadencia del Sur estadounidense mediante el retrato de sus miserables protagonistas; como éste, no puede dejar de sentir cierta ternura por sus personajes. Su obra, reducida a cuatro novelas y un par de colecciones de relatos, nos muestra un mundo desolador poblado por sordomudos, mirones, niñas que buscan refugio en su fantasía, homosexuales y viragos. En “Reflejos en un ojo dorado” se entrelazan las historias de varios personajes que habitan en una base militar. Por una parte, el soldado Ellgee Williams, un hombre desolado, solitario, que vaga por la vida sin rumbo y cuyo destino sólo puede ser trágico. Por otro, su superior, el capitán Penderton, otro personaje desvalido, triste, desconcertado, casado con Leonora, mujer de carácter fuerte que mantiene una relación con uno de sus amigos en la base, el comandante Morris Langdon, hombre decidido y viril, cuya enfermiza esposa, Alison, desequilibrada por completo, le desprecia por sus engaños. En este ambiente enfermizo y preñado de mentiras, secretos y traiciones se fraguará una historia de celos, de amor y de muerte. La prosa rabiosamente lúcida que recorre Reflejos en un ojo dorado, convierte esta novela brutal en mucho más que la historia de un crimen: es un microcosmos, el espejo de los fantasmas interiores que pueblan la mente de los personajes de Carson McCullers, y una de las más acabadas muestras del arte de esta escritora excepcional." Esta reseña es extracto y compendio de otras que se relacionan: http://www.revestidos.es/content/view/21/2/ http://www.solodelibros.es/18/04/2006/reflejos-en-un-ojo-dorado-carson-mccullers/ http://www.carson-mccullers.com/html/refl.html http://209.85.229.132/search?q=cache:4_8v7D-4w8cJ:www.atlantisjournal.org/Papers/v9%2520n1%25202/v9%2520n1%25202-8.pdf+carlson+mccullers&hl=es&ct=clnk&cd=17&gl=es&lr=lang_es http://aquileana.wordpress.com/2008/10/29/carson-mc-cullers-reflejos-en-un-ojo-dorado/ http://es.wikipedia.org/wiki/Carson_McCullers http://209.85.229.132/search?q=cache:41RWkhQbd64J:www.papelenblanco.com/2007/02/19-carson-mccullers-reaparece-en-la-escena-editorial+mccullers+ojo&hl=es&ct=clnk&cd=33&gl=es&lr=lang_es http://www.elmundo.es/elmundolibro/2002/02/10/anticuario/1013112952.html

Leonardo Sciascia: El mar color del vino ( la pasión por Sicilia)

"... “Il mare colore del vino” forma parte de una colección de cuentos del escritor siciliano Leonardo Sciascia, escritos entre 1959 y 1972 y recopilados para su publicación por el mismo autor en 1973. La composición de estos cuentos, por tanto, acompañó la obra literaria de Sciascia, desde cuando se dedicaba a escribir “Il giorno della civetta”, hasta la publicación de “Il contesto”. Los cuentos que componen el volumen tienen en común con las obras más extensas el estilo controlado y la evidente pasión de Sciascia por su tema casi exclusivo: Sicilia Novelista siciliano, al igual que Pirandello y Bufalino, nació en Racalmuto en 1921 y murió en Palermo en 1989. Cultivó principalmente la novela policíaca, pero transformó el género tal y como Faulkner había hecho en Santuario, al introducir elementos de la tragedia griega en la novela negra. Sciascia, a través de sus obras más conocidas como El contexto, Todo modo o El caballero y la muerte, utiliza el género policíaco para denunciar las trampas y maquinaciones del fascismo. No se trata exclusivamente del fascismo que le tocó vivir en su infancia, sino del “eterno fascismo italiano” que late detrás de la Mafia, la Iglesia, las Razones de Estado, la Democracia Cristiana, el Partido Comunista, o las Brigadas Rojas.
“Il mare colore del vino”es el relato de un viaje en tren, de Roma a Catania, hecho por el ingeniero Bianchi, un italiano del norte, que no había estado nunca en Sicilia, y que se encuentra en el mismo compartimiento con una familia siciliana y con una chica que viaja con ellos. Todos los personajes están claramente delineados y caracterizados: la pareja de maestros sicilianos, que no paran de hablar y de importunar al viajero que ocupa su mismo compartimiento; los niños descarados y siempre en movimiento; la joven, reservada y tímida, pero al mismo tiempo aguda observadora; el ingeniero amable y atento, que analiza con agudeza y verdadero interés la realidad siciliana que se desvela ante sus ojos. El pretexto del viaje permite al autor presentar una visión crítica de la sociedad de la época, tocando temas muy frecuentes en sus obras, como la corrupción de los políticos y funcionarios públicos, la mafia, la ceguera de la sociedad siciliana ante esta realidad, las desigualdades sociales, culturales y económicas entre norte y sur y el pesimismo de los sicilianos, entre otros. En algunos casos narrador y protagonista parecen confundirse, y el narrador renuncia a su posición omniscente para expresar sus opiniones a través del protagonista. Pero incluso cuando mantiene su posición de narrador omniscente, el relato parece filtrado por el punto de vista del protagonista. En otros casos la focalización del narrador pasa por el punto de vista de la joven siciliana, que representa la visión de los jóvenes, mas realistas y conscientes que sus padres, pero aún muy ligados a usos, costumbres y modos de interpretar la realidad heredados de sus mayores. A estas visiones se contrapone la que el autor atribuye a sus típicos personajes sicilianos, al mismo tiempo pesimística y soñadora, ciega ante la evidencia, y amargamente consciente de los males que afligen a esta región. En esta obra esta visión está representada por dos personajes: un padre de familia, maestro de escuela, que había sido, por su propria admisión, partidario de la independencia de Sicilia, y por su esposa, también maestra, religiosa y atenta a las convenciones sociales. El cuento es un claro ejemplo de texto marcadamente regional: Sciascia reproduce en ésta como en otras obras el ambiente siciliano a través de las situaciones narradas, de la caracterización de los personajes y, sobre todo, de la elección de una variedad lingüística regional, diseminada de términos dialectales y de verdaderos calcos léxicos y sintácticos del dialecto siciliano. " Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_Sciascia http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2003/junio/29-junio-2003/cultural/cultural7.html http://www.ucm.es/info/especulo/numero32/ilmarevi.html http://www.articlearchives.com/154273-1.html http://auladefilosofia.blogspot.com/2008/02/matteo-collura-sciascia-el-maestro-de.html.

martes, 24 de febrero de 2009

Marguerite Yourcenar: Memorias de Adriano (la poesía de la historia)

"... Memorias de Adriano (en francés: Mémoires d'Hadrien) es una novela de la escritora belga Marguerite Yourcenar que describe la vida y la muerte del emperador romano Adriano. El libro fue publicado en Francia en 1951, y fue un éxito inmediato, con una gran alabanza de la crítica. El verdadero Adriano escribió una autobiografía, pero se ha perdido. El libro tiene la forma de una epístola al primo de Adriano y su eventual sucesor "Marco" (Marco Aurelio). El emperador medita acerca de sus triunfos militares, el amor en la poesía y la música, y su pasión por su amante Antínoo, todo de una manera no inconsistente con la "melancolía del mundo antiguo" a la que aludió Gustave Flaubert. Yourcenar anotó en su postscritptum "Carnet de note" a la edición original que escogió parcialmente a Adriano como personaje central de la novela pues vivió en un periodo de tiempo en el que no se creía en los dioses romanos, y en que el cristianismo todavía no se había establecido. Esto le intrigó por sus obvios paralelos con su propio mundo de la postguerra europea. Escrita tras la meticulosa investigación que toda novela histórica merece, Memorias de Adriano es una profunda reflexión sobre la vida y el destino del ser humano, además de una autobiografía novelada del emperador romano, bajo la forma de cartas escritas por éste a su sobrino. Cuando Marguerite Yorcenar gestaba la novela, se topó como ella misma explica, con una frase de Flaubert que la impresionó y le iluminó: "Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre". El libro es el autorretrato de un hombre sabio que al final de su existencia y ante la inminencia de su muerte que asume con serenidad, rememora su vida. Es la historia de un emperador romano culto y sensible, libre y solitario, que intentó hacer un mundo mejor. Y a través de esa biografía, la escritora parece intentar hallar en la antiguedad clásica las claves de las tragedias contemporáneas. Sueña, a través de él, con un hombre de Estado ideal, capaz de estabilizar la tierra, y construir su felicidad como una obra maestra. Con él comparte Marguerite una sabiduría inspirada de las doctrinas orientales que consiste en prepararse para la muerte con "los ojos abiertos". En Memorias de Adriano queda de manifiesto el estilo literario de Marguerite Yourcenar: Una prosa de sublime aliento poético puesta al servicio del conocimiento de las civilizaciones antiguas y de la historia, y su afán por comprender las motivaciones humanas. Como novela histórica Memorias de Adriano contaba con antecedentes en las letras galas: Le lion devenu vieux, de Jean Schlumberger publicada eu 1928 o Le livre de raison d'un roi fou, 1947, de A. Fraiquenau. Yourcenar imagina al emperador Adriano, viejo y enfermo, escribiendo sus memorias para Marco Aurelio, quien después sería emperador filósofo, entonces joven heredero del Imperio. La historia real de Adriano, romano nacido en España que acertó a dar a Roma medio siglo de paz e imponer precisas medidas económicas, culto y viajero, lúcido y fiero, apasionado por los ritos extranjeros y sobre todo por Antínoo, el esclavo que muere joven y a quien el emperador diviniza, parece reconstruirse a través de la erudición que se respira en la novela. Margarita Yourcenar ha querido que dos apéndices acompañaran al relato propiamente novelesco. El primero, titulado "Cuadernos de notas a las Memorias deAdríano" (14), está constituido por una serie de pequeños fragmentos relatados en primera persona, en los que se cuentan numerosos pormenores referentes a la elaboración de la novela. El segundo, con el título de "Nota", es efectivamente una nota explicativa de las fuentes de la narración. Hay que advertir que es al testimonio de un clásico francés, Racine, al que la autora invoca para explicar al lector que las modificaciones respecto a las fuentes de personajes o circunstancias históricas que el texto presenta siguen ya un hábito emprendido por el clásico Racine, el de aclarar la historicidad o ahistoricidad de los personajes. La "Nota" en primer término, aclara las modificaciones de los "actores" de la narración, señalando lo que son fuentes históricas y lo que se debe a la invención. Inmediatamente, sin embargo, va a detenerse y relatar las fuentes escritas utilizadas. Las dos principales son la del historiador griego Dion Casio, que en su Historia Romana dedica unas cuantas páginas al emperador, solo cuarenta años después de su muerte, y la del cronista latino Espartiano, uno de los redactores de la Historia Augusta, que escribió un poco más de un siglo después su Vita Hadriani, uno de los mejores textos de la colección, y su Vita Aelii Caesaris, obra de menos envergadura, que presenta una imagen superficial del hijo adoptivo del emperador. Además de estas fuentes primordiales, se ha servido M. Yourcenar de un cierto número de obras auténticas: correspondencia administrativa, fragmentos de discursos, datos en inscripciones, decisiones legales transmitidas por jurisconsultos, poemas mencionados por los autores del tiempo, como el ilustre, "Animula, vagula, blandula", cartas, aunque algunas de ellas sean de una discutible autenticidad. También ha recurrido a las menciones que de Adriano o de su entorno hacen los escritores que se refieren a este período. Así, recuerda los datos que proporcionan Ateneo, Aulo Gelio y Filóstrato sobre los sofistas y los poetas de la corte imperial. Para la descripción del dolor de Adriano por la muerte de Antínoo, M. Yourcenar declara haberse inspirado en los historiadores que se acaban de citar, pero también en ciertos pasajes de los Padres de la Iglesia, que lo reprobaban, ciertamente, pero que a la vez ofrecían puntos de vista humanos. El Panegírico de Roma, del sofista Elio Antístenes, dice haberle servido para el bosquejo del Estado ideal que el emperador describe en sus memorias. Para los pasajes de la novela que se refieren a la guerra de Palestina se ha servido de un libro enormemente utilizado en la Edad Media y en el Humanismo, la Historia Eclesiástica, de Eusebio de Cesarea, más de algunos datos, de carácter legendario, leídos en el Talmud. Los museos, los datos proporcionados por los arqueólogos le han servido, así como los estudios de historiadores posteriores. A este respecto cita especialmente los capítulos que León Homo, en su obra sobre El alto Imperio Romano, dedica al emperador. Todo este saber que por "Cuadernos de notas" conocemos, un saber apasionado, lo va a poner al servicio de un significado, el que dio origen a la escritura de la novela, y que es, además, el que contiene el mensaje mas profundo en relación con lo que Margarita Yourcenar entiende por "espíritu europeo" encarnado en la época a la que alude y en el emperador protagonista de la historia." Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.elmundo.es/esfera/ficha.html?27/esf924253094 http://www.leergratis.com/libros/memorias-de-adriano-marguerite-yourcenar.html

lunes, 23 de febrero de 2009

José Lezama Lima: Paradiso (la estética de lo intuitivo)

"... Paradiso fue la única novela publicada por José Lezama Lima (1912-1976) . La aparición, en 1966, de "Paradiso" suscitó la entusiasta y admirativa respuesta de un selecto grupo de críticos y escritores. Para Julio Cortázar, en sus instantes más altos la novela es "una ceremonia, algo que preexiste a toda la lectura con fines y modos literarios... Una obra así no se lee; se la consulta, se avanza por ella línea a línea, jugo a jugo, es una participación intelectual y sensible tan tensa y vehemente como la que desde esas líneas y esos jugos nos busca y nos revela". Mario Vargas Llosa sitúa la novela entre "las más ambiciosas, válidas y renovadoras de la literatura moderna" y la cataloga - junto con "Finnegans Wake", "Bouvard y Pécuchet" y "El hombre sin cualidades" - entre los libros que responden a una tentativa imposible "por la desmesurada, vertiginosa voluntad que manifesta de describir íntegramente, en sus vastos alineamientos y también en sus más recónditos detalles, un universo fraguado de pies a cabeza por un creador de imaginación ardiente y alucinada y una sensibilidad especial". Esta obra compleja, océanica y barroca representa la suma de una lenta labor de elaboración que se prolongó a lo largo de gran parte de la vida de Lezama Lima, hasta entonces conocido únicamente por su excepcional talento como poeta y ensayista. El hilo argumental de "Paradiso" - La infancia y juventud de José Cemí - Tiene una evidente raíz autobiográfica y sirve de base para la construción de un mundo poético en el que la realidad, el mito y la fantasia logran, bajo el denominador común de una asombrosa erudición, un perfecto entramado, cuya unidad refuerza un magistral dominio de la lengua. Paradiso es una novela poética, cuyos antecedentes están en la propia poesía de Lezama. En prosa resume su cosmos poético, estrechamente vinculado a su concepción del mundo, y a su visión del hombre en su formación y despliegue, en sus orígenes; en su pasado. "En Paradiso no se busca lo histórico concreto. Se busca recrear el pasado; pero siempre a través del recuerdo, de esa memoria afectiva que es la que guía el orden en que aparecen estructuradas las vivencias y recursos del autor". Su personaje central –protagónico- José Cemí – encarna la búsqueda lezamiana. "José Cemí no es más que un poeta que busca la verdad.- podríamos decir, la sabiduría a través de la poesía, en tanto libertad absoluta- .Y Paradiso es la historia de ese personaje, y de su familia, y de sus amigos, y de las solicitaciones que le hace la realidad", de sus aprehensiones sensoriales, sentimentales y ancestrales que le trasmite su madre y el destino que le ha fijado: Tu destino es contar la historia de tu familia".La novela no soslaya totalmente la historia, pero no la asume de frente. Aparece sólo en aquellos que tiene que ver con el aprendizaje vital", es decir, poético, a través de recuerdos, imágenes. Los motivos históricos se subordinan a ello. "Sencillamente, hay otro sentido de lo histórico, que viene dado a través de la asimilación subjetiva del mismo. Busca la expresión de la cubanía desde dentro: la familia, las tradiciones, las costumbres y los sentimientos" . Cemí lo asimila, se encuentra, a través de un mundo real e imaginario. Así asume el sentido de la vida, de la muerte, del destino, del deber, como experiencias vividas o trasmitidas por su madre y los recuerdos e imágenes.
Profundo conocedor de Platón, los poetas órficos, los filósofos gnósticos, Luis de Góngora y las corrientes culteranas y herméticas, devoto del idealismo platónico y ferviente lector de los poetas clásicos, Lezama vivió plenamente entregado a los libros, a la lectura y a la escritura. Se ha dicho de él que fue "un escritor de palabra golosa, henchida de barruntos sobre las más extraordinarias imaginerías. En él, el vocablo se hunde, como inmenso cucharón, en un caldo que contiene todos los saberes y todos los sabores y logra extraer, inimaginablemente entremezclados, bocados que son imágenes, que son poesía. La estética de Lezama es la estética de la intuición y de lo intuitivo: percepción primaria donde se encuentran todas las clarividencias. Gran lector de Góngora, vio en el barroco americano una necesidad artística y política, no sólo un estilo arquitectónico. Habló de un barroco político en sus escritos sobre Martí, Bolívar y Guevara. Vio un barroco artístico en las esculturas brasileñas de Alejaidinho, también en las pinturas religiosas de Kondori, imaginero del Cuzco". Su amigo Cortázar, en el ensayo Para llegar a Lezama Lima, dijo que en él "lo genial irrumpe sin los complejos de inferioridad que tanto nos agobian en Latinoamérica, con la fuerza primordial del robador de fuego". Intentó una última novela con Oppiano Licario (1969) y murió el 9 de agosto de 1976, nunca viajó más allá de México y Jamaica. Acaso unos versos suyos que se leen como epitafio en la bóveda familiar, revelen algo sobre su vida y su patria: "el mar violeta añora/ el nacimiento de los dioses/ ya nacer es aquí/ una fiesta innombrable."
Es compendio y extracto de otras reseñas que se relacionan: http://es.wikipedia.org/wiki/José_Lezama_Lima

viernes, 20 de febrero de 2009

Manuel Mugica Lainez: Bomarzo (el arrebato de la fantasía)

"... En 1958, Manuel Mujica Lainez visitó el bosque sagrado de Bomarzo, poblado de esculturas fabulosas. Su erudición, su infatigable curiosidad por todas las empresas de la imaginación lo impulsaron a ver de cerca ese lugar ideado en el siglo XVI por el duque Pier Francesco Orsini. De regreso a la Argentina, Mujica Lainez se consagró durante más de dos años, con pasión y rigor "álgebra y fuego", diría Borges- a reconstruir la historia de Bomarzo y su atormentado creador, que puso fin a su vida una noche de 1572. El resultado de esa labor es esta obra monumental, fascinante, impulsada por la riqueza de los conocimientos y el arrebato de la fantasía. Bomarzo obtuvo el Premio Nacional de Literatura en el bienio 1960-1962, el Premio John F. Kennedy en 1964 y varias distinciones otorgadas por el gobierno de la República Italiana.Además, inspiró a otros creadores: Alberto Ginastera compuso la cantata "Bomarzo", con textos de Mujica Lainez, para el 13º Festival de Música de Cámara organizado por la Elizabeth Sprague Coolidge Foundation, en Washington, e inició después la composición de la ópera del mismo nombre, con libreto de Mujica Lainez (casi todo en verso), que se estrenó en 1967 en el Listern Auditorium de Washington. Bomarzo es la obra cumbre del argentino Manuel Mujica Láinez, (1910-1984) y recrea la vida de un noble italiano del siglo XVI: el duque Pier Francesco Orsini, el "contrahecho, cínico e intrigante". Su drama se desarrolla en el ambiente trágico y sensual del Palacio Orsini y el célebre bosque de los monstruos de Bomarzo, próximos a la ciudad de Viterbo. Los numerosos personajes históricos, evocados por las confesiones del duque, componen un minucioso fresco del Renacimiento italiano. Con Bomarzo, Mujica Láinez inicia un nuevo ciclo de obras eruditas y de la novela de lo fantástico en el molde de la novela histórica. Recuperación literaria de la vida de un duque del Renacimiento italiano, reelaboración apasionada, mágica y poética de todo un mundo de príncipes, cardenales, condottieri, bufones, artistas, cortesanos y escritores; Bomarzo es la obra más ambiciosa y acabada de uno de los máximos exponentes de la narrativa hispánica contemporánea. Con una magnífica prosa barroca teñida de ironía y de nostalgia, que se presta tanto a las descripciones plásticas como a las reflexiones intimistas, Manuel Mujica Lainez construye un memorable mural manierista que trasciende el marco de la novela histórica para convertirse en crónica lúcida de una civilización. Francisco Granados pondera que en Bomarzo la calidad está en el acento personal y único del protagonista, en su humanidad palpitante. Nos abre su alma con la misma delicadeza y la colérica pasión con que pudiera haberse hecho en La Celestina. Lo otro, las larguezas históricas que se detiene a narrar, son un asomo al libro de arena que decía Borges, sin fin ni principio. Puedes entrar en cualquier página y sigues el hilo finísimo con que nos colgamos al mundo, saboreas la levedad con estamos prendidos al presente. Porque lo esencial es el pulso que hay detrás, el latido de Vicino, ese hombre que proyecta amar, ser, pero que a la vez nos desvela dolorosamente lo que consigue. La realidad y el deseo.La novela es un canto al deseo, al afán eterno de felicidad y belleza en un mundo que se resiste a entregárnoslos."

jueves, 19 de febrero de 2009

Honore de Balzac: Papá Goriot (la novela psicológica)

"... Papá Goriot (Le Père Goriot, también traducido al castellano como El padre Goriot o El tío Goriot) es una novela del escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850) escrita en 1834 para la Revue de Paris y publicada en 1835 en forma de libro. Considerada una de las obras más importantes del autor, forma parte de las Escenas de la vida privada de la Comedia humana, ciclo coherente de varias decenas de novelas cuyo objetivo es describir de modo casi exhaustivo a la sociedad francesa de su tiempo; según su famosa frase, hacerle "la competencia al registro civil . En ella se analiza la naturaleza de la familia, el matrimonio, la estratificación y la corrupción en la sociedad parisina durante la Restauración francesa a partir del drama vivido por personajes como papá Goriot -el hombre que muere en la miseria y rechazado por sus hijas luego de haber sacrificado todo por ellas-, Eugène Rastignac -el joven cándido y ambicioso que aspira a formar parte de la alta sociedad-, los otros pensionistas en la Casa Vauquer y damas de la alta sociedad como la señora de Bauseánt o las hijas de Gorrito. La obra cuenta la historia de Goriot, un modesto fabricante de fideos, que se arruina y lleva a cabo los sacrificios más extremos por sus dos hijas, caprichosas y descastadas, que cuando se casan con hombres prósperos y suben en la escala social se avergüenzan de su padre al que dejan agonizar y morir en soledad. Pero Papá Goriot es también la historia de Eugène Rastignac, el provinciano que viene a París a conquistar la 'ciudad luz' valiéndose de todo, y la deVautrin, siniestro criminal que cambiando de disfraces y de nombres atraviesa como una estela maligna toda la gesta balzaciana. En Papá Goriot asistimos a esas autopsias, en las que Balzac descollaba, de tipos humanos y clases sociales, de las mitologías, los prejuicios, de los usos y costumbres que coexistían en el laberinto parisino. Papá Goriot aparece como una historia completa en sí misma pero casi todos sus personajes han aparecido ya antes o reaparecerán después en las otras novelas de esa comedia que nos presenta una imagen tan persuasiva y tan genuina de la humanidad. La tragedia de un buen hombre que es capaz de hacer lo que sea porque sus dos hijas sean felices y puedan cumplir sus caprichos. A cambio, el viejo tío Goriot se verá obligado a vivir alejado de ellas por deseo de sus yernos y a alojarse en la pensión de la señora Vauquer. Allí se convertirá en víctima de los falsos rumores del resto de inquilinos que lo tacharán de frívolo y “viejo verde”. Tan sólo Rastignac, un joven estudiante de Derecho que pretende introducirse en la alta sociedad parisién, se apiadara de él y le prestará su apoyo al enamorarse perdidamente de una de sus hijas. Papá Goriot fue escrita en 1834 y es considerada dentro de la corriente de realismo francés. Esta obra, no sólo seduce por su trama, sino que sorprende por la lucidez y la capacidad de anticipación del autor. Balzac percibió la sociedad a través de los condicionamientos económicos, anticipándose a las teorías del materialismo histórico. El autor es consciente por completo de que las formas del arte, de la ciencia, de la moral y de la política contemporáneas, son funciones de la realidad material, así como que la cultura burguesa, con su individualismo y racionalismo particular, echa sus raíces en las formas de la economía capitalista, cuyo símbolo máximo es el dinero. "

miércoles, 18 de febrero de 2009

Benito Pérez Galdos:Doña Perfecta (el realismo social)

"... Doña Perfecta es una novela social del escritor español Benito Pérez Galdós (1843-1920). La historia ocurre en España en el siglo XIX, y se trata de un conflicto entre la posición progresista y europeizante de Pepe Rey, hombre muy liberal y culto, y doña Perfecta, puntal de la sociedad orbajonense - una sociedad apegada a creencias y formas de existencia tradicionales. Pepe Rey, hombre de ideas liberales, acude a Orbajosa, pequeña ciudad episcopal castellana, donde piensa casarse con una prima suya, Rosario, matrimonio acordado por su padre, Juan, y por la hermana de éste, la madre de la novia, Perfecta, viuda de Polentinos. Los novios se gustan de inmediato, apenas conocerse, y se declaran amor eterno, pero el malmetimiento de un canónigo de la catedral, don Inocencio, descarrila las buenas intenciones del padre y de la tía, y contraría el flechazo amoroso sentido por los jóvenes. La infeliz marcha de los acontecimientos desemboca en un enfrentamiento entre la tía y el sobrino, cuando ésta se niega a que la hija se case con un descreído. La descripción psicológica de los personajes, realizada con minuciosidad, y el desarrollo lineal del argumento, expresado con un lenguaje sencillo, sirven al autor para centrar toda su atención en los planteamientos de fondo a los que el relato responde: mostrar la oposición entre dos formas radicalmente distintas de concebir la existencia y culpar a una de ellas de los males del país, concentrando las notas de estrechez mental y mera apariencia cristiana, de las que únicamente se salvan los dos jóvenes enamorados, víctimas de la falta de comprensión y del fanatismo. Galdós manifiesta en esta novela, que corresponde a la época de su militancia liberal, su característico anticlericalismo. El reseñista del blog El lamento de Pornoy nos dice que "Doña Perfecta que fue publicada en su primera versión en 1876, es una obra contemporánea, tanto por su temática como por la diversidad de su prosa, al mismo tiempo tan reconocible como personal del autor, mostrada a través de distintos géneros (una de las características de Galdós). Doña Perfecta es una historia donde se pone al descubierto la intransigencia de ciertos sectores de la sociedad española del XIX. Los clericales, representados por Doña Perfecta y por Don Inocencio, se oponen a las pretensiones de Pepe Rey respecto a Rosario, la hija de Doña Perfecta y prima de Pepe. Las desavenencias son de índole política y parten de la imposibilidad de diálogo con los fanáticos religiosos, cuya única razón es la fe y cuyo único argumento es la tradición católica. Así no hay nada casual en los nombres escogidos por Galdós. Ni que el protagonista se llame Rey, ni que sus oponentes se llamen, con castiza sorna, Perfecta e Inocencio. En la novela comprobaremos como “inteligencia y fuerza” son armas inútiles contra la cerrazón hipócrita, contra la ambigüedad moral. La novela funciona como crónica nacional y al mismo tiempo como novela romántica, pero alcanza la perfección literaria en la combinación de ambas. No se puede decir que Doña Perfecta sea más una crítica política que una aventura sentimental, pero lo que prevalece en la lectura es la denuncia de la amenaza para la paz social que constituyen los fanáticos. Se podría decir que hace lo mismo con la ingenuidad con la que se combate la intransigencia, pero cuando el narrador omnisciente escoge al amante que no puede alcanzar al objeto de su amor para centrar la narración, Galdós se pone claramente, a través de un viejo recurso literario, a favor de Rey, contra Doña Perfecta y Don Inocencio, impertérritos en sus decisiones hasta el desenlace final. La narración finaliza con un cambio al género epistolar que comunica los acontecimientos pero no los explica, una argucia del narrador omnisciente que se escuda en los hechos para no opinar". Esta reseña es compedio y extracto de otras que se relacionan:

Saul Bellow: Herzog (El hombre de papel)

"... «‘Si estoy como una cabra, qué le voy a hacer’, pensó Moses Herzog». Con esta rotunda declaración de principios arranca Herzog, la novela que en 1964 encumbró definitivamente a Saul Bellow (1915-2005) como uno de los grandes narradores norteamericanos del pasado siglo (si no el más grande: si secundamos, nos dice Luis Pousa, la tesis del británico Martin Amis, Bellow es, sin rivales, el gran novelista estadounidense de su tiempo). Probablemente sea esta su obra maestra, esa pieza casi perfecta en la que remató la faena iniciada unos años antes con la publicación de Las aventuras de Augie March (1953), y que le llevaría a obtener en 1976 uno de los más merecidos premios Nobel de la historia de la literatura. El protagonista de la narración, Moses Elkanah Herzog —nombre que Bellow tomó prestado de uno de los personajes menores del Ulises de James Joyce, como tributo casi secreto a uno de sus autores de cabecera—, es un excéntrico profesor universitario de 47 años que vive entre Nueva York y Chicago, judío, padre de dos hijos y dos veces divorciado que un buen día, al ver que su vida y su mundo se derrumban («Al revisar su vida entera, se dio cuenta de que lo había hecho todo mal, todo. Su vida estaba, por así decirlo, en ruinas»), decide refugiarse en la cocina de su casa y ponerse a escribir compulsivamente cartas que, por supuesto, jamás echa al buzón: «Oculto en el campo, escribía sin parar, frenéticamente, a los periódicos, a personas públicas, a amigos y parientes, y, por fin, a los muertos, primero a sus difuntos cercanos y casi anónimos, y por último a los famosos». Entre esos muertos ilustres a los que Herzog escribe epístolas llenas de reproches por la colisión entre la realidad y los barrocos laberintos de su pensamiento figuran, entre otros, numerosos filósofos: Hegel, Schopenhauer, Nietzsche o Spinoza, que comparten con políticos como Eisenhower el honor de ser los destinatarios del epistolario . Autor de una tesis doctoral sobre El estado de naturaleza en la filosofía política inglesa y francesa de los siglos XVII y XVIII y de un libro titulado Romanticismo y cristianismo, Moses Herzog representa probablemente, según Pousa, el vacío que sintieron bajo sus pies los intelectuales de mediados del siglo XX cuando descubrieron que, mientras ellos, los hombres de papel, seguían elucubrando ensayos sobre aquellos iluminados con los que dialogaba el protagonista de la novela, el mundo ya navegaba por otros mares más prosaicos en los que un intelectual como Herzog estaba irremisiblemente condenado al naufragio La grandeza de “Herzog” estriba en su protagonista, un hombre neurótico, inmaduro, que cree encarar los problemas con valentía cuando, en realidad, simplemente se limita a esgrimir su erudición como un escudo frente a los demás. Bellow creó un personaje ejemplar en su debilidad, cosa en absoluto sencilla, y escribió una novela que no zarandea al lector, sino que le interpela con inteligencia y sabiduría. Es sintomático el hecho de que Herzog escriba cartas imaginarias (dado que nunca las echa al correo para que lleguen a sus destinatarios) en un intento de comunicación con los demás, que no son sino justificaciones internas de sus decisiones. Las cartas se convierten en una exploración psicológica del propio protagonista para comprender cuáles han sido sus fallos emocionales. Hacia el final del libro, Moses parece conseguir alcanzar un estado de equilibrio y entiende —o así lo muestra— cuál ha sido su error: [...] ahora puedo decir que me he librado de la principal ambigüedad que afecta a los intelectuales: y es que los individuos civilizados odian a esa civilización que hace posibles sus vidas. Lo que les atrae es una imaginaria situación humana inventada por su propio genio y que para ellos es la única realidad humana verdadera. ¡Qué extraño! Pero la parte de toda sociedad mejor considerada y más inteligente suele ser precisamente la más desgraciada. Todos, alguna vez, nos hemos sentido como Herzog, nos refiere Rafael Maldonado. Porque ésta es la historia de un fracaso en todos los sentidos, en todo lo que un hombre puede fracasar: Fracaso sentimental, familiar, laboral, intelectual. Se ha casado y divorciado dos veces. Su mujer lo ha dejado por su mejor amigo. Ha dejado su puesto en la universidad para escribir, pero no escribe. Fracaso que sin embargo resulta en una gran productividad, porque Herzog, un profesor, un intelectual, reacciona de la única manera que puede, o sabe: escribiendo. " Esta reseña es compedio y extracto de otras que se relacionan: http://blogs.lavozdegalicia.es/luispousa/tag/saul-bellow/ http://www.solodelibros.es/27/08/2007/herzog-saul-bellow/ http://alhamar-critica.blogspot.com/2006/05/herzog-por-saul-bellow.html http://shangrilatextosaparte.blogspot.com/2008/02/texturas-herzog-dos-voces-alrededor-de.html http://es.wikipedia.org/wiki/Saul_Bellow

martes, 17 de febrero de 2009

Jose Saramago: El cerco de Lisboa ( la corrección de la historia)

"... Historia do cerco de Lisboa es una novela de José de Sousa Saramago (1922) premio Nobel de Literatura en 1998. Su obra está conformada en gran parte por novelas históricas entre las que destacan: Levantado del suelo (1980), Memorial del convento (1982) o El evangelio según Jesucristo (1991)- y la excelente novela, Historia del cerco de Lisboa (1989). Raimundo Silva es un modesto corrector de pruebas de una editorial y está corrigiendo un libro que cuenta, quizá por enésima vez en Portugal, la historia del cerco de Lisboa. Allí donde decía que los cruzados habían ayudado a los portugueses a recuperar Lisboa de manos de los moros, el habitualmente tranquilo señor Silva se atrevió a escribir que los cruzados no habían ayudado a los lusitanos. Pocos días después el error deliberado es descubierto y Raimundo es convocado por la editorial. A partir de ese, al fin y al cabo, modesto pero escandaloso gesto de rebeldía se producen los cambios en la vida del corrector, y la ficción puede desplegarse. Raimundo Silva conoce a María Sara, recién nombrada jefa de correctores y superior jerárquica suya, que le propone reescribir la historia del cerco de la ciudad, pero como si la mentira del no fuera verdad. Gracias a esta pequeña intriga, nos dice Nora Pasternac, lo que leemos es una novela histórica y su parodia; el libro dentro del libro, la historia dentro de la historia, novela que lleva dentro de sí las reglas de su construcción, su análisis y su crítica. José Saramago reinvidica la historia escrita con minúsculas, la pequeña y desconocida historia de los personajes secundarios. Historia del cerco de Lisboa, es un ejemplo destacado de esa vocación. Más que una novela histórica, nos dice Yuris Nórido estamos ante una especie de ensayo sobre los muchas veces difusos límites entre realidad y invención; sobre la relatividad de lo aceptado como cierto, sobre la capacidad de la ficción de reinventar esa realidad sin que se pierda un ápice de convicción. La reconquista de Lisboa por los cristianos, en el siglo XII, después de años de ocupación por los árabes, es el gran acontecimiento histórico sometido a singular escrutinio. Raymundo Silva, anodino corrector de pruebas de una editorial contemporánea, es el personaje, el escrutador. La narración comienza cuando Raymundo revisa un texto sobre el cerco de los cruzados a la ciudad de Lisboa. Animado por un inusual impulso, el corrector decide poner un “no” donde debería decir “sí”. Se convierte entonces, de alguna forma, en un extraño demiurgo, capaz de cambiar el curso de los acontecimientos, al menos en el constreñido ámbito de un libro. He ahí el gran planteamiento de Saramago, sobre el que descansa toda la novela: un simple hombre puede reescribir la historia, de una o mil maneras; un simple hombre puede convertirse, en todo caso, en sujeto hegemónico, dejar de ser espectador pasivo. Saramago hila dos historias paralelas: la primera ambientada en la Lisboa contemporánea donde vive Raymundo, la segunda tiene como escenario esa misma ciudad asediada por los portugueses, según la muy personal versión del corrector. Literatura dentro de la literatura, porque el lector es testigo de un relato referido, la reinvención que de un acontecimiento histórico hace un personaje. Pero en todo caso, el narrador no ofrece a ese personaje la oportunidad de contar la historia con su propia voz: se apropia de ella, le otorga la misma verosimilitud que al relato “principal”. Nos queda la impresión de que, más allá de la trama, asistimos al mismísimo proceso creativo, al acto mismo de la escritura de la novela. En diversos textos, entre ellos su diario Cuadernos de Lanzarote, Saramago ha manifestado sus opciones personales con respecto a la novela histórica; afirmando que ante la imposibilidad de reconstruir plenamente el pasado, él como escritor no ha podido evitar caer en la tentación de corregirlo, aunque sea ligeramente. Estas correcciones las define como “pequeños cartuchos” que hacen explotar las verdades históricas y le permiten sustituir lo que fue por lo que pudo haber sido. “Toda historia es historia contemporánea” afirma Saramago, citando a Croce; y también que sus novelas “porfían en buscar, en la impalpable niebla del tiempo, un pasado que constantemente se les escapa y que querrían integrar al presente”. Esta recensión es extracto y compedio de otras reseñas que se relacionan:

lunes, 16 de febrero de 2009

Claudio Magris: El Danubio (la novela-ensayo)

"... Danubio es una novela-ensayo del italiano Claudio Magris (1939). El hilo conductor del libro lo constituye un viaje a lo largo del Danubio, símbolo del crisol de pueblos y culturas que conforman la mitteleuropa, y que tuvieron su esplendor en el auge del imperio Austro-Húngaro. Sin aparente interconexión entre sí, Magris reúne anécdotas, impresiones, pensamientos y reflexiones, sucesos históricos, historiografía y personajes de lo más diverso, asociados a los lugares que va recorriendo. Este conjunto de miniaturas componen una gran sinfonía, acunada por el correr de las aguas del Danubio. Quizá el mayor mérito del germanista sea la unicidad de percepción que, como en un majestuoso mosaico, ofrece al lector a través de historias y paisajes aparentemente deslabazados. Danubio es, nos dice Carlos Ortiz de Landázuri, una novela fluvial, de frontera, metaliteraria, metahistórica, metafísica, teológica. Claudio Magris acometió este ambicioso proyecto narrativo como culminación de una trayectoria intelectual de especialista en literatura germánica, dando un salto creativo audaz que, sin duda, lo situó entre los grandes de la literatura mundial. La magnitud de la empresa en gran parte está motivada por una peculiar singularidad temática muy difícil de repetir. Se trata de una novela fluvial que describe los sucesivos tramos del río, desde su nacimiento en los canalones de un tejado a mediavertiente entre el Rin y el Danubio, hasta sus cinco desembocaduras, pasando por ocho regiones: Alemania, Wachau, Viena, Eslovaquia, Hungría, Banato y Transilvania, Bulgaria y Rumania. Pero simultáneamente también es una novela frontera con numerosos castillos característicos del peculiar conglomerado de pueblos diversos que formó el imperio absbúrgico o austro-hungaro en su lucha multisecular contra los turcos, con complejos problemas de identidad, con fronteras geográficas muy móviles, como el continuo fluir como el río que las recorre. También es una novela metaliteraria que rinde un homenaje a los autores y personajes más representativos de las diversas minorías étnicas y culturales danuvianas: Heidegger, Celine, Jean Paul, el Dr. Mengele, Mauthausen, Hitler, Schmid, Hoffman, Grillparzer, Stifter, la Canción de los Nibelungos, Kepler, Descartes, Napoleón, Francisco José, Wittgenstein, Freud, Wagner, el pintor Makart, Müsil, Schumpeter, los mas recientes Bernhard o Handke, Kafka, Lukacs, Arnold Hauser, Kadar, Tito, Drácula, Cioran, Chagal, Canetti; con personajes femeninos tan entrañables, como Marieluise Freissert, Agnes Bernauer, Maria Antonieta y Luis XVI, Bárbara Blomberg y Carlos V, María Vetsera y Wagner, la Marianne de Goethe, transformada en la bellísima Suleika en virtud de su portentoso diván oriental, la princesa Sisí, o la polifacética abuela Anka. Es una novela metahistórica donde los avatares del viejo imperio absbúrgico son una metáfora del calidoscopio hacia donde se dirige la historia mundial, necesitada cada vez más de una mirada omnicomprensiva que la acoja, sin por ello negar las diferencias insalvables existentes en su interior. Es una novela metafísica, que trata de expresar la totalidad cultural de un conjunto de pueblos a través de su literatura, tratando de rastrear a su vez el peculiar destino de comunicación y de lucha por la supervivencia que les ha venido dado por su pertenencia a la cuenca del Danubio, crisol de culturas y de complejas identidades individuales y colectivas, desde Trajano y Arriano hasta Soliman o Ceausescu. Finalmente es una novela teológica que recoge la presencia del profundo espíritu católico de su contrarreforma cultural, dando lugar a profundas paradojas de las que es testigo fiel su mejor literatura, aunque con manifestaciones artísticas y culturales verdaderamente deslumbrantes. Si se obedecen ciegamente las reglas de la preceptiva literaria, nos dice Julian Meza, El Danubio de Claudio Magris no es una novela. Si se dinamitan, en cambio, los contornos de esa reglas, corno lo hace Magris con su libro, éste si es una novela. Desde el punto de vista de los lectores y de los críticos literarios respetuosos de formas establecidas y gastadas, EI Danubio no parecerá una novela. Es una novela porque así lo quiere su autor y porque lo confirma la lectura del libro. El Danubio es, dice Magris, "una especie de novela sumergida" en la que escribe sobre la civilización danubiana, pero también sobre el ojo que la contempla; es decir, sobre la mirada del narrador que la observa y la describe. Otros críticos, que no se someten a la preceptiva literaria, afirman que El Danubio inaugura un nuevo género a caballo entre la novela y el ensayo, el diario y la autobiografía, la historia cultural y el libro de viajes. " Esta recensión es extracto y compedio de otras reseñas que se relacionan en los vinculos siguientes:

Por el placer de la lectura: José Luis Sampedro.

La S.G.A.E. (Sociedad General de Autores) ataca de nuevo ¡No consientas este atentado contra la cultura! Se pretende obligar a las bibliotecas públicas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para 'resarcir' a los autores. No consientas tamaño atentado contra la cultura y pasa este mensaje a todos tus amigos. POR EL PLACER DE LA LECTURA: El escrito adjunto va firmado por José Luis Sampedro, escritor. POR LA LECTURA Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases, porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May. Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo.. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro. Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque: a) obtiene algo a cambio. b) es objeto de una sanción. Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura? Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña. ¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS! Jl Sanpedro

domingo, 15 de febrero de 2009

John Kennedy Toole: La conjura de los necios (El mito del hombre desubicado)

" ... La conjura de los necios (A Confederacy of Dunces, en inglés) es una novela de John Kennedy Toole (1937-1969), escrita en 1962 y considerada por la crítica como una ingeniosa sátira que inscribe al autor en una tradición que lo emparenta con Rabelais y Cervantes. Su título es una referencia a una cita de uno de los clásicos de la sátira, Jonathan Swift: "Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él".
El principio de la novela constituye, reseña Carlos Fernández, la presentación del personaje principal con su andar elefántico y pesado: un hombre alto y obeso, de grandes orejas donde sobresalen pelos sin cortar, labios grasientos, gordos y bembones, con restos de papas fritas, un tupido bigote negro, ojos altaneros, azules y amarillos, vestido con su gorra verde de cazador con orejeras, voluminosos pantalones de tweed, camisa de franela, bufanda y eructando constantemente debido a un problema de su válvula pilórica; rasgos físicos que desde las primeras líneas se revelan como indicio del carácter sui géneris de este personaje que si bien presenta características pantagruescas y actitudes quijotescas, se encuentra alejado de cualquier arquetipo conocido, y sin par en la literatura del siglo xx. Ignatius J. Really: de treinta años, intelectual egresado de la universidad, lleva una vida sedentaria, la mayoría de las veces encerrado en su mugriento y desordenado cuarto, tramando y escribiendo en decenas de cuadernos una diatriba en contra del siglo que le tocó vivir. Vive con su madre, quien después de tener un accidente automovilístico, por conducir en estado de ebriedad, lo obliga a buscar trabajo para que contribuya con el pago de los daños. Ese incidente es el detonante de múltiples situaciones que a su vez desencadenarán una serie de hechos con los cuales se va construyendo la trama de la novela. Ignatius se muestra como un personaje con valores anacrónicos, medievalista, ultracatólico, partidario de una monarquía totalitaria, que mira perplejo los vicios, la mediocridad, superficialidad y banalidad del siglo xx, que ataca los principios de la ilustración y las ideas de progreso. Pero sus acciones lo revelan como un sujeto miserable, inmaduro, glotón, mezquino, egocéntrico, mitómano, cobarde, caprichoso y perezoso. Un sujeto iluso e inútil incapaz de resolver los más elementales problemas de la vida cotidiana, pero predispuesto a embarcarse en los más quijotescos y disparatados propósitos. Precisamente se han señalado algunas afinidades entre Ignatius y el personaje insignia de Cervantes, y es fácil determinar esas similitudes, sobre todo en los malentendidos que surgidos de la realidad parecen darle a Ignatius el piso que necesita para avanzar en sus erradas cavilaciones. La distancia entre la percepción de Ignatus y la realidad se hace aun más evidente cuando se contrastan los hechos con la visión que de ellos tiene tanto en las cartas a su enamorada Mirna Mynkoff como en sus múltiples diarios. Kennedy Toole, nos dice en su reseña Carlos Fernández, toma el espacio de Nueva Orleáns para construir un microcosmos, que transcurre en diversos lugares que van desde la calle Constantinopla hasta el Barrio Francés; donde además de la figura antiheroica de Ignatius aparecen otros personajes: el señor Robichaux, el patrullero Mancuso, Burma Jones, González, la señorita Trixie, Dorian Greene, Dana, Darlene, George, Gusv Levy, la señora Levy, el doctor Talc, la señora Amy, la señora Really, Santa Battaglia y Mirna Mynkoff; en su mayoría estereotipos que simbolizan de alguna manera los vicios de cada uno de los estamentos de la sociedad de la que da cuenta. Se hacen alusiones a la paranoia comunista, al afán del Estado y las autoridades por mostrar resultados y encontrar siempre un culpable, a la situación del proletariado, a la persecución racista y al subempleo, a la vida nocturna en bares y cantinas, a la prostitución, la pornografía, la homosexualidad, los delincuentes de poca monta, la banalización del arte y los medios masivos de comunicación, al despilfarro y a la inútil y absurda solidaridad de la clase alta, al medio académico universitario, al chismorreo de alcobas y de barrio, a la generación beat y al hipismo, entre otros. Estos personajes que aparecen en lugares y situaciones aparentemente aisladas luego se irán entrelazando en un nexo de causalidades que los conducen a todos hacia un destino común, que asemeja esta novela en cuanto a su estructura a algunas novelas de William Faulkner.
Juanfran Molina indica que Ignatius es un personaje basado en el devastador choque que supondría extraer alguna mente pensante de otra época, colocarla en medio del crepitar social de los barrios modestos de cualquier ciudad y confrontarla con todo tipo de personajes contemporáneos a la novela. Algo aún más delirante si el personaje no es de otra época: una ingeniosa muestra, llevada al extremo, del mito del hombre perplejo, desubicado e incómodo ante la sociedad en la que vive y a la que no quiere deberse”. John Kennedy Toole jamás vio publicada su obra en vida. Al parecer, envió el original de la novela a varias editoriales, y todas la rechazaron. Su madre, al encontrar el manuscrito años después, lo llevó a distintas editoriales, las cuales también volvieron a rechazarla. Empeñada en su publicación, ya que pensaba que la novela tenía una calidad notable, se puso en contacto con el escritor Walker Percy para que leyera la novela y consiguiera su publicación. Percy, tal y como él mismo cuenta en el prólogo de La Conjura de los Necios, al principio receló de leer el texto que le ofrecía. Pero, cuando tras mucho insistir aceptó leerlo, quedó maravillado: no le parecía posible que la novela fuera tan buena. La novela recibió el premio Pulitzer en 1981, y fue un éxito editorial. " Esta recensión es extracto y compedio de otras reseñas que se relacionan en los vínculos que siguen:

viernes, 13 de febrero de 2009

René de Chateaubriand : Memorias de ultratumba (el ensayo y la novela)

"... Obra de Chateaubriand, escrita a partir de 1809, con una mayor intensidad entre los años 1830 y 1841, y que apareció póstumamente (1849-1850) por entregas en el periódico "La Presse". Epopeya extraordinaria de unos tiempos convulsos que François de Chateaubriand vivió como testigo y protagonista, las Memorias de ultratumba son un documento literario atemporal. Melancólico y desengañado, aristócrata que presenció la Revolución Francesa, que viajó a la joven República americana y conoció el esplendor y la falsía del Imperio napoleónico, así como la Restauración, Chateaubriand fue un hombre polifacético, hábil y vehemente, cuyas Memorias—«un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos»—nacieron como confrontación personal con la Historia, como revancha contra el tiempo. Un escritor maravilloso y de culto capaz de construir, como el profesor Fumaroli dice «una reflexión profunda, de una actualidad sobrecogedora y de un alcance universal, sobre la era democrática inaugurada por la Revolución Americana y por la Revolución Francesa, sobre las grandes esperanzas que ella hizo nacer, sobre los peligros que llevaba en germen, y sobre las pruebas insólitas a las que exponía, en su expansión mundial, la libertad y la humanidad misma del hombre.» La narración está ambientada en las postrimerías del Antiguo Régimen y el principio del período moderno, época que Chateaubriand representa en un cuadro vivaz y polémico. Reminiscencias y meditaciones encuentran unidad en la presencia del autor, que transforma la narración en epopeya personal y monumento a sí mismo. Chateaubriand evoca, como si se tratase de un fresco, su vida de escritor, de soldado, de viajero, de político, y sus vivencias y sus pensamientos son dirigidos por una narración orientada a la posteridad. La obra está dividida en cuatro partes, que coinciden con los períodos más importantes de su vida: la primera parte (1768-1800) comprende desde el nacimiento del escritor hasta la emigración obligada por la Revolución; en la segunda parte (1800-1814) presenta su experiencia literaria hasta la Restauración; en la tercera (1814-1830) recuerda su activa carrera política; finalmente, en la cuarta parte trata sus últimos años. Baudelaire lo llamó "el gran aristócrata de las decadencias". Flaubert, Proust y otros grandes escritores lo admiraron. La derecha más conservadora lo repudió por liberal y Sartre dejó ver el desprecio de la izquierda hacia él orinando sobre su tumba. Aunque la obra tiene rasgos que la acercan del género literario de las "memorias" (en el significado clásico del término, como las "Memorias de Saint-Simon"), las "Memorias de ultratumba" también se inspiran en las Confesiones de Rousseau, en el sentido en que Chateaubriand trata (además de los acontecimientos políticos e históricos a los que asiste) de detalles de su vida privada y de sus aspiraciones personales. También en esta obra encontraremos algunos de los mejores ejemplos de prosa poética, un género en el que sobresalía Chateaubriand. Por otra parte, la melancolía de la obra ayudará a convertir a Chateaubriand en el ídolo de la joven generación de románticos franceses, entre los que hay que incluir a Víctor Hugo quien, siendo aún un niño, escribirá en un cuaderno: "Seré Chateaubriand o nada.". Fumaroli dice, en Poèsie et Terreur, que lo que Chateaubriand entiende por essai es lo que a partir de 1880 empezará a llamarse "monólogo interior", tensión entre la espiral de la historia y el derrotero del individuo. Y cuando se dice que escritores contemporáneos —como Claudio Magris y Roberto Calasso— han combinado en un nuevo género el ensayo y la novela, debe recordarse —y ellos lo admitirían con orgullo— que sólo han actualizado la doctrina retórica de las Memorias de ultratumba. «Me he encontrado a caballo de dos siglos como en la confluencia de dos ríos, me he sumergido en sus aguas turbulentas, alejándome a mi pesar de la orilla donde naciera, nadando esperanzado hacia la orilla desconocida donde va a abordar las nuevas generaciones». Cuando la «Revue de Deux Mondes» publicó este «Prefacio testamentario», René de Chateaubriand (1768-1848) era un hombre que venía del Antiguo Régimen, había padecido la Revolución Francesa, conocía la América virgen y sabía lo que era la defenestración del poder. El autor de «René» o el apologético «El genio del Cristianismo» pasaría a la Historia por una docena de tomos y 3.500 páginas manuscritas bautizadas con sombrías resonancias: «Memorias de Ultratumba».
Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

jueves, 12 de febrero de 2009

Wilkie Collins: La piedra lunar ( la primera novela policiaca).

"... La piedra lunar (The Moonstone) es una novela escrita por Wilkie Collins(1824-1889) que esta considerada por la mayoría de los críticos como la precursora de la moderna novela de suspenso o misterio. T. S. Eliot se refiere a ella calificándola como "la primera, la más larga y la mejor de las modernas novelas detectivescas de Inglaterra", también la encomiaron Swinburne, Kipling, Chesterton, Scott Fitzgerald, Borges, entre otros. Catherine Peters bautizó al autor en 1991 como el 'Rey de la Invención' por su maestría en la arquitectura narrativa y la dosificación del suspenso; hace más de medio siglo, un degustador de las tramas perfectas, Jorge Luis Borges, sentenció: "Wilkie Collins es el maestro de la trama, la zozobra y los desenlaces imprevisibles". En lo relativo a la experimentación narrativa, basta señalar que Collins, y no Henry James, fue el primer novelista en usar varios narradores y puntos de vista, como hizo en las geniales novelas "La dama de blanco" (1860) y "La piedra lunar" (1868). Si Poe escribió los primeros cuentos policiales, Collins constituye el primer novelista del género policial. Inicialmente fue publicada en 1868 como una serie periódica en la revista "All the Year round" fundada y dirigida por Charles Dickens. Patricia Rondón señala que lo notable de esta esta novela es que, siguiendo las bases del género creado por Poe (un misterio insoluble, un investigador que se sirve de la lógica y una decena de sospechosos) Collins se sirve de una estructura narrativa completamente original para resolver el "caso". Una joya, que fuera robada en la India del ajuar de un dios por un soldado inglés, se convierte en el regalo de cumpleaños de una joven adinerada de la sociedad victoriana. Durante la noche, alguien roba la piedra del armario de su propia alcoba. A partir de ahí, Collins despliega un complejo cuadro de sospechosos, posibles motivaciones, historias secundarias y perspectivas diversas a través de una narración coral: cada uno de los involucrados debe escribir la información que tiene acerca del robo. Aquí es donde el autor muestra todo su talento como escritor: su manejo de las voces de los testigos demuestra un profundo conocimiento de la condición humana y hace que cada uno de los personajes se perfile nítidamente a través de la inolvidable trama. El mismo lo dice el prefacio: "Mi meta ha sido señalar aquí la influencia ejercida por el carácter sobre las circunstancias".
La narración sigue un esquema epistolar –como su anterior obra “La dama de blanco” (The Woman in White, 1860)- que Collins desarrolla brillantemente, y cada parte de la historia está contada por un testigo distinto de la misma –destacando la voz del criado Beteredge, con su afición por Robinson Crusoe, al que atribuye poderes adivinatorios o la de Miss Clack, tenaz solterona puritana, la más cómica- . Toda la información de los hechos vamos a recibirla desde perspectivas diferentes y cada uno de los personajes va a desarrollarse nítidamente a lo largo de una trama construída con gran minuciosidad. Historias secundarias, motivaciones ocultas, misterio, amor, crítica social, humor, aventura, melodrama, fantasía: todos los ingredientes necesarios para una buena historia combinados con gran maestría, que consiguen mantener la atención desde el principio hasta el final."

martes, 10 de febrero de 2009

LLÁMALO SUEÑO, de Henry Roth: Reseña de Constanza Mathe.

Henry Roth (1906-1995) es un clásico de la literatura norteamericana, autor de una de las más importantes novelas del siglo XX, según la crítica, y reconocido hoy como el maestro de autores como Salinger, Bellow, Malamud o Philip Roth. Henry Roth escribió Call it sleep (Llámalo sueño, en la traducción española) a los 28 años, en 1934. La novela abarca, en el tiempo de la narración, seis años de la vida en un guetto neoyorquino, allá por los años treinta del siglo pasado, de un niño judío, David Schearl. David llega con su madre, emigrados de Europa, a Estados Unidos, donde les espera el padre, un hombre frío y cruel que descargará sobre el pequeño toda su violencia. David se esconde en el calor de la madre del miedo, del ambiente hostil y degradado de su entorno, de la miseria y las dificultades de entenderse en otro idioma. Dice Mariano Antolín Rato (Babelia, 8-5-1999) que Llámalo sueño “es una obra en la que el arte trata de mantenerse por sí mismo en un mundo de tremendos problemas y luchas políticas y sociales, la amenaza del fascismo y el miedo a otra guerra mundial. Y nadie parecía más indicado para expresar con mayor viveza las inquietudes del momento que un niño judío de una familia inmigrante asediada por la miseria física y humana en la zona baja este de la isla de Manhattan”. La estructura familiar de los Schearl –padre-madre-hijo- desarrolla todo un análisis sociológico, un retrato de la vida de los inmigrantes de principios de siglo que alcanzaron la tierra dorada, un paraíso que curiosamente se iba a convertir años después en un infierno de pobreza en el que el vocabulario de la gente sencilla estaba limitado a una sola palabra: supervivencia. Sin embargo, a pesar de que una lectura superficial pudiera invitarnos a creer que Llámalo sueño es una novela de contenido social, no existe en toda la obra una crítica ni viso alguno de política panfletaria o diatriba amarillista contra el modo de ser de la sociedad norteamericana, sino, eso sí, una profunda introspección y análisis psicológico de los personajes, de los cuales nos muestra su interior en constante pugna consigo mismos, con los otros y con todo el infierno que representa la convivencia social forzada, hipócrita y vacía de (casi) toda la humanidad. En Llámalo sueño los críticos reconocen influencias de James Joyce y destacan el realismo y la imaginación de sus páginas y sus hallazgos lingüísticos, fruto del caos producido por el yiddish familiar e infantil y la vulgaridad posterior del lenguaje de la calle. Del autor irlandés toma especialmente el llamado monólogo interior, estrategia discursiva que pretende que el narrador desaparezca tras los pensamientos de los personajes, con lo que los lectores podemos acceder, sin que el personaje lo sepa, a su intimidad psicológica. Es precisamente a través de esta técnica que Roth nos muestra el interior psicológico de David, en constante pugna entre lo que cree que debe de ser, lo que es en apariencia, y lo que “verdaderamente” es. Así, Roth se convierte a través de Llámalo sueño en el introductor del monólogo interior en la novela norteamericana, lo que la coloca como una obra de vanguardia que inserta a la literatura estadounidense en la historia de las innovaciones narrativas de principios del siglo XX. Una historia urbana y proletaria que nada más publicarse cayó en el olvido. Del escritor Henry Roth nunca más se supo hasta la publicación, en 1964, de una edición de bolsillo de Call it sleep que descubrió la novela a la crítica y los lectores. Pero ni la venta de más de un millón de ejemplares ni el reconocimiento público ayudaron a Henry Roth, que durante 30 años se dedicó a empleos manuales en Nuevo York, Boston y Maine, desde leñador hasta empleado en un psiquiátrico. En cuanto su nombre se consagró, la demanda de un segundo libro se hizo insoportable para el escritor, que dijo: “No es que no quisiera escribir. El deseo de hacerlo no me abandonó nunca. Era que temía haberme quedado seco”. También pensaba que la generación intelectual de los años 30 a la que él pertenecía, tuvo miedo de escribir sin aportar nada a un mundo cambiante y en continuo movimiento. La ruptura con la poeta Eda Lou Walton, mentora de sus años mozos, tuvo también mucho que ver con su crisis creativa. Roth acabó refugiándose en su soledad y perdió contacto con el círculo literario de su juventud. La mejor situación económica le permitió, junto a su mujer, la compositora Muriel Parker, establecerse en Nuevo México. En 1967 recuperó el interés perdido por el judaísmo, gracias a la guerra árabe-israelí. En ese tiempo, dedicó seis meses de su vida a permanecer en Sevilla junto a su mujer “buscando las raíces de la diáspora y tratando de encontrar el lugar donde murieron los últimos judíos españoles”. El reencuentro con su identidad judía fue importante para volver a escribir. Durante los veinte años siguientes escribió unas 3.500 páginas que luego se ordenarían en cuatro volúmenes, con el nombre global de A merced de una corriente salvaje, el primero publicado en 1994, un año antes de su muerte, y los otros tres póstumos. De esta voluminosa obra dijo su autor que “abre todas las puertas que quedaron cerradas en Llámalo sueño”. Carlos Pineda concluye así un artículo dedicado a Henry Roth con motivo del centenario de su nacimiento: “Ahora, ante los malos presagios que se dejan entrever en el horizonte de la Historia, es necesario volver la mirada a las páginas de Call It Sleep, para obligar a la memoria, a través de la prosa devastadora de Roth, a mirar el presente (nuestro presente) como reflejo caduco y lamentable del pasado, de un pasado ignominioso que todos creíamos no iba a volver, pero que ya está de nuevo aquí. Así las cosas, más vale que nos digamos a nosotros mismos, a modo de cosuelo y para evitar la inevitable frustración, la frase con la que se cierra el libro de Roth: hubiera podido también llamarlo sueño.” Constanza Mathe. Bibliografía: Henry Roth. De Wikipedia, la enciclopedia libre. Críticas de Literatura universal. Wineruda. Carlos Fresneda: “Muere Henry Roth, el autor del silencio más inquietante del siglo”. El Mundo, 16-10-1995. Mariano Antolín Rato, El País, 8-5-1999. Carlos Pineda: “Tras los párpados del sueño, Henry Roth: cien años”. La Jornada semanal, 17-9-2006.