martes, 26 de mayo de 2009

Manuel Chaves Nogales: Juan Belmonte, matador de toros

"... A finales de 1935 Manuel Chaves Nogales (1857-1944) dio forma autobiográfica de forma deliciosa y perdurable a los recuerdos del genial trianero que había revolucionado veinte años antes el arte clásico de torear. Nacido en 1892, la infancia de Juan Belmonte, está marcada por el clima de los barrios populares de Sevilla, y su adolescencia, por la ambición de fama y el propósito de emular las hazañas de Frascuelo y Espartero. El secreto de su tauromaquia puede rastrearse en sus duros años de aprendizaje, en sus incursiones nocturnas y clandestinas por cercados y dehesas. A partir de 1913 ­fecha de su alternativa­ y hasta 1920 ­cuando Joselito muere de una cornada en Talavera­ su biografía queda inmersa en la más apasionante rivalidad de la historia del toreo. La biografía "Juan Belmonte, matador de toros" de Manuel Chaves Nogales, considerada un canon del género en español y una de las mejores biografías escritas en España a lo largo del siglo XX ha sido reeditada por Libros del Asteroide con un prólogo del escritor gaditano Felipe Benítez Reyes. Chaves Nogales, había conocido a Belmonte poco tiempo antes de la publicación del libro y aunque no era aficionado a los toros congeniaron enseguida. La calidad humana del personaje, su espíritu de superación y su talante conciliador, raro en la crispada sociedad española de la época, fueron algunas de las cualidades que atrajeron al autor y que le animaron a escribir una biografía del famoso torero. En la narración las voces de biógrafo y biografiado se mezclan, sin que se sepa donde empieza a hablar uno y dónde acaba el otro, y fruto de este genial planteamiento los recuerdos de Belmonte se suceden con asombrosa naturalidad: su infancia sevillana, los años de durísimo aprendizaje, el pintoresquismo de los círculos taurinos y literarios, la fama, su rivalidad con Joselito... Juan Belmonte, matador de toros es el testimonio agudo y fiel de una época, una obra maestra fruto del encuentro entre dos personas extraordinarias: Juan Belmonte, fundador del toreo moderno, y Chaves Nogales, uno de los periodistas españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX. La biografía del torero, al que apodaron El Pasmo de Triana, "tiene la virtud de gustar a los taurinos y, sobre todo, a los no taurinos", según González Cotta. Porque Chaves no era aficionado a la fiesta, nunca presenció una corrida de toros.. El valor de esta obra, manual de Lengua española para los alumnos de Nueva York en 1937, viene a convertirse en un perfecto fresco de la sociedad de la época. La primera parte arranca en los primeros años de un niño, hijo de un quincallero, que nació en la calle Feria y que aprendió a torear en Tablada "desnudo, a la luz de la luna y en silencio" para no alertar a los vecinos. Se relatan aquí la muerte de la madre, el café, los amigos, la primera impresión por la muerte de un torero. La segunda parte de esta obra, de 1913 a 1920, transita por el camino de la formación del diestro, del éxito nacional e internacional, el matrimonio afortunado y, sobre todo, "el Belmonte íntimo e intelectual, el de sus amigos y las tertulias". Y los últimos capítulos recogen los años de plenitud del torero, la muerte de Joselito, el amigo en la vida y rival en los ruedos. Años todos ellos en los que el torero tuvo siempre el mismo compañero: el miedo. "El peligro es el eje de la vida sublime", repetía citando al poeta D' Annunzio. Frase que también hizo suya Chaves Nogales al defender siempre sus ideas. El periodista murió en el exilio. El torero se suicidó Traducida casi de inmediato al inglés, reeditada en Chile y México, durante años ha sido el libro de referencia sobre uno de los toreros más importantes de la historia. Hoy, además, debe leerse como una gran biografía, quizá la más importante que se haya escrito jamás en castellano, y entrar por la puerta grande a la historia de la literatura española. Como tal vez aprendiera en Vida de Manolo de su colega Josep Pla (publicada pocos años antes), a lo largo del relato Chaves, nos dice Jordi Amat, cede su voz al biografiado para transformarlo en un verdadero filósofo de la existencia. «Hay que ofrecer gallardamente al Destino el sitio donde pueda herirnos», dice con su tono siempre proclive al negativismo. Aunque a ratos es divertida por picaresca y no regatee cierta fascinación pintoresca (inolvidables noches de toreo clandestino y a pelo en los alrededores de Sevilla), Juan Belmonte, matador de toros no es una peripecia banal ni edulcorada. Es, sobre todo, una historia de profundo dramatismo humano. Belmonte, a través de la límpida pluma de Chaves, construye su biografía como «una sucesión constante de esfuerzos dramáticos para afirmar una personalidad penosamente forjada en lucha con el medio». Su vida fue, según confiesa, «angustiosa necesidad de afirmar mi personalidad». Por ello el adolescente vagabundeó por su ciudad con pandillas de descarriados anarquistas en los que descubría «dignidad y honradez», por lo mismo el torero de éxito se sentiría reconfortado junto a artistas y bohemios. Pero un cierto misticismo negro, a pesar de su cadena de triunfos en la plaza, estaría siempre al acecho. Como vacunado contra la felicidad, triunfo y fatalidad serían constantes de su vida, miedo y muerte compañeros inseparables. Algunos libros, nos dice Felipe Benítez Reyes, tienen la capacidad de transformarse en algo que no son, de convertirse en algo distinto a lo que pretendían ser. Juan Belmonte, matador de toros es uno de esos libros mutantes, uno de esos textos infrecuentes que se elevan prodigiosamente sobre sí mismos. Concebido como un “folletín-reportaje”, esta epopeya tragicómica se publicó semanalmente como tal folletín en la revista Estampa a partir del mes de junio de 1935 y, a finales de ese mismo año, apareció en formato de libro. Se anunció como “biografía novelada”, como “novela de la realidad” y como “novela vivida”. Y era todo eso, sin duda: la novela sobre Juan Belmonte que Juan Belmonte no podía escribir y que se encargó de idear –y de inventar como tal novela- su paisano Manuel Chaves Nogales..." Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://felipe-benitez-reyes.blogspot.com/2009/03/el-matador-y-el-reporter-felipe-benitez.html http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/426539/la/sevilla/belmonte/y/chaves/nogales.html http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Chaves_Nogales http://www.soitu.es/soitu/2009/02/19/info/1235047140_241138.html http://www.elboomeran.com/obra/275/juan-belmonte-matador-de-toros/ http://libros.libertaddigital.com/manuel-chaves-nogales-1276230037.html http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=592131&idseccio_PK=1013

2 comentarios:

  1. Resulta difícil de entender el rechazo hoy día de alguna pseudo–intelectualidad para el mundo de los toros cuando para Federico era “ la fiesta más culta que existe”.

    Chaves Nogales, periodista sevillano, no aficionado a los toros y partidario de Azaña ,en este libro ,con una prosa certera y popular nos abre las páginas de la enciclopedia de toros, inteligencia saber y cultura.

    La historia de Belmonte es una historia de una pasión por vivir .Como se sabe, Belmonte se suicidó el 8 de abril de 1962.En primavera. En Sevilla.

    Pero su pasión era también por la muerte ,el tema del suicidio ronda ya desde el primer momento en el libro cuando se escribe en 1935.Pasión por la muerte heroica. Y por la muerte anti-heroica. Desprecio por la vida y por la muerte.
    ¡Mátame asesino¡ le gritaba a sus toros ofreciéndole su cuerpo limpio a los morlacos.
    ¡Anda torito cojéeme ¡
    No te falta más que morir en una plaza de toros le indicaba su amigo Don Ramón…se hará lo que se pueda…contestó Juan Belmonte.
    Incluso los aficionados decían …:ya me puedo morir tranquilo …que he visto torear a Belmonte.

    Comentario de Joaquín Herrera del Rey

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  2. Juan Belmonte y los viajes.- Continuación del Comentario de Joaquín Herrera del Rey

    Para Belmonte persona sin estudio “en el mundo hay más”.Sevilla no es lo mejor del mundo, se siente a gusto en otros lugares ,admira y disfruta. Es “anti-ombligista”.
    Cuando les cuesta a sus amigos su viaje a Francia para torear….:”empezaron a pensar que yo me estaba volviendo fantasioso. No querían creer que hubiera más vida que la nuestra ni más mujeres que las adustas mocitas que querían casarse o las “tías tirás” de nuestra tierra. Pero yo sabía que en el mundo hay más: unas gentes de mejor carácter, que se divertían más y se alegraban como nunca un andaluz se ha divertido ni alegrado. Unas gentes que sabían vivir de otra manera.”
    En Mexico “todos están locos”…”pero un sevillano ,y más aún un trianero está siempre a vuelta de todo y no puede andar por el mundo con aire de aldeano boquiabierto.”Mexico tiene su encanto, hay un soberbio desprecio por la vida.”Gente brava””Y creo que durante una época estuve tan loco como todos los mexicanos.”

    Nueva York no le gustó.”Un hombre no es nadie y una calle es un número,¿Cómo se puede vivir?.

    Lo que más le impresionó cuando llegó a La Habana fue un negro.

    “Lima era como Sevilla. Me maravillaba haber ido tan lejos para encontrarme como en mi propio barrio. A veces me encontraba en la calle con tipos tan familiares y caras tan conocidas que me entraban deseos de saludarles”¡Adiós hombre¡” le daban a uno ganas de decir cada vez que se cruzaba con uno de aquellos tipos ,tan nuestros ,que lo mismo podían ser de la Alameda de Acho que de La Alameda de Hercules”.

    A veces para Juan Belmonte Sevilla no está donde tiene que estar en contradicción con lo que indicaba Rafael “El Gallo” España a veces está lejísimos casi en las antípodas aunque no lo aceptaran sus banderilleros trianeros para quienes las antípodas seguían siendo los limeños.

    Juan Belmonte se fue a Madrid a vivir no soportaba su falta de intimidad en Sevilla traslado que para su séquito resultaba muy difícil de forma que se le marchaban de Madrid, dado que no podían vivir tranquilos en “un sitio donde se muere el vecino del piso de arriba y el de abajo no se entera”.Acostumbrados a tomarse un Cazalla a la salud de los difuntos en Sevilla.

    Este libro no puede dejar de leerse por múltiples razones.

    Hay algunos círculos literarios ,que prefieren literatura anglosajona o hispano-americana, sin duda imprescindible.

    Pero es necesario conocer nuestra historia para entendernos. La perspectiva de la Guerra civil o a la República vista por no políticos.(“¡Me niego a dar una sólo verónica en beneficio del Estado¡”)

    La relación elegante de Belmonte con las mujeres, su sentido de la responsabilidad, su concepto de la lidia y en la que lo más importante para él importante es el estilo,(Que razón tiene…¡Si hubiera visto a Morante¿) la enorme cantidad de anécdotas humorísticas.(Habría que desterrar y “echar al corral” aquellos libros de más de 150 páginas o que no tengan gotas de humor) .
    Indica que en esta vida, en dos horas casi todo vuelve a estar tranquilo y silencioso.

    Nadie ha nacido esta mañana,…. aunque no comparta con Belmonte “su cariño” por las algabeñas, si el odio por las ceremonias …así que …¡con Diós¡ y perdonen las maneras descuidadas.

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