miércoles, 24 de marzo de 2010

Antonio Martínez Ruiz (Azorín). Confesiones de un pequeño filósofo. (la novela lírica)

“…Ensayista magistral, uno de los mayores renovadores del género en el siglo XX, Azorín escribe obras inolvidables que son evocaciones de las tierras y los hombres de España.. Su característica visión de España, su estilo de un lirismo contenido, la precisión en el uso del lenguaje, la riqueza de vocabulario y su pulcra prosa lo convierten en uno de los mayores escritores del 98 y de nuestra literatura. Obtuvo el reconocimiento de la crítica por sus ensayos, entre los que destacan El alma castellana (1900), Los pueblos (1904) y Castilla (1912). Se le conoce sobre todo por sus novelas autobiográficas La Voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). Azorín introdujo un estilo nuevo y vigoroso en la prosa española. Su obra destaca asimismo por la sagaz crítica literaria que realiza en textos como Los valores literarios (1913) y Al margen de los clásicos (1915). Fue el máximo representante de la Generación del 98, movimiento literario que él definió, conceptualizó y defendió. No sólo renovó y modernizó el estilo, descargando la prosa de no pocos lastres retóricos decimonónicos y convirtiéndola en una herramienta más ágil, tanto para la expresión del pensamiento como del relato.
 La producción literaria de Azorín tiene también un gran valor estilístico. Su forma de escribir, muy peculiar, se caracteriza por el impresionismo descriptivo, por el uso de una frase corta y de sintaxis simple, por el menudeo de un léxico castizo y por las series de dos adjetivos unidos por una coma. Su desdén por las formas heroicas del XIX le llevan a buscar lo cotidiano, lo sencillo, los “primores de lo vulgar”, lo pequeño. En este sentido representa la autenticidad que tanto buscaban los autores del 98, frente a la inautenticidad triunfalista del XIX, Una de sus características es la puntuación: Rompe frases largas mediante puntos, incluyendo en la frase siguiente la conjunción o el adverbio. En la distribución del punto radica el estilo de Azorín y su secreto.
 Pocas obras hay en la literatura española contemporánea tan seductoras como Las confesiones de un pequeño filósofo. Con ella Azorín cierra la trilogía autobiográfica que inició con La voluntad, cuyo protagonista presenta el tema de la formación del intelectual y de su lucha contra el medio, así como el conflicto entre acción y contemplación. En ella, la atención se desplaza desde lo argumental anecdótico hacia los niveles interiores de la emoción. Las confesiones de un pequeño filósofo es una obra esencia! en la trayectoria de Martínez Ruiz no sólo por su belleza, sino porque su composición acaece en un momento de transición del autor hacia una nueva sensibilidad. Así pues, puede decirse que el gran cambio que marca el paso de José Martínez Ruiz a «Azorín» radica en la posición de la sensibilidad del autor: de ser sólo un medio, un elemento más, se convierte en la verdadera protagonista.
La estructura de la obra resulta un híbrido de novela y poesía: los capítulos que pone a modo de prólogo y de epílogo, sobre todo Origen de este libro y Yo, pequeño filósofo, dirigidos al lector, lo son al más puro modo novelístico. De hecho, es el primero de los epílogos el que dota de unidad argumental al libro entero: el autor regresa al colegio donde cursó sus primeros estudios, y los recuerdos de su infancia y adolescencia le vienen a la mente en la forma de las sensaciones y anécdotas. La distribución formal de la obra repite casi con total exactitud la que Baudelaire utilizara para sus «poemas en prosa», por lo que es evidente que Martínez Ruiz hubo de tener presente la obra del poeta francés en su composición. Los fragmentos se asemejan más a poemas que a capítulos: son cortos, independientes, cerrados, bajo títulos tan sugestivos como «Laluna», «El colegio» o «Es ya tarde». Cada capítulo presenta una independenciatotal con respecto al resto, y suele ir cerrado por un ultimo párrafo que condensa o explica las sensaciones o las conclusiones de una particular vivencia. También en su contenido es ecléctico: en los primeros 25 capítulos, a pesar de su fragmentarismo y autonomía, se puede percibir un transcurrir lineal del tiempo, del niño al adolescente. A partir del capítulo 26 en cambio, se suceden caracterizaciones y estampas totalmente atemporales y discursivas.
Azorín encuentra en la lírica de Juan Ramón o de Antonio Machado, en la novela de Baroja y, sobre todo, de Miró, aquellos rasgos que son exponentes de la literatura de la contemplación, en la que hasta lo más insignificante es digno objeto del arte. Así pues, lo importante no es el género que cultivan los autores, sino esa sensibilidad común que crea una literatura de pueblos, de Iglesias, de caminos, de paisajes y de instantes eternos. Dice Azorín en Las confesiones de un pequeño filósofo, que desea suscitar en el lector «una sensación ondulante, flexible, ingenua de mi vida pasada».No es su fin aleccionar ni provocar la reflexión, por lo tanto: sólo hacer sentir. Y si bien la obra deja flotando temas tan esenciales como el tiempo, a muerte o la experiencia vital, lo cierto es que son las sensaciones de la melancolía, la ternura y la belleza las que nos invaden al cerrar el libro..."
Es compendio y extracto de otras reseñas:
http://www.ctv.es/USERS/cpralcoben/intertextos/azorin.htm#CONCLUSIÓN
http://lepisma.liblit.com/2006/03/16/azorin-las-confesiones-de-un-pequeno-filosofo/
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1424
http://es.wikipedia.org/wiki/Azorín
http://ieslancia.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/hoja_volandera_41.pdf
http://www.juntadeandalucia.es/cultura/opencms/export/download/bibhuelva/Confesiones-de-un-pequeno-filosofo-Azorin.pdf
http://www.lukor.com/literatura/escritores-azorin.htm
http://culturitalia.uibk.ac.at/hispanoteca/Literatura%20española/Generación%20del%2098/Azorín-Vida%20y%20obras.htm

1 comentario:

  1. Perdón por esta intromisión, pero no he querido evitar comentar esta entrada. Las confesiones de un pequeño filósofo es el libro que me hizo sentir por primera vez amor por la lectura, debí leerlo por vez primera con unos 13 años, en el colegio y me cautivo como hasta entonces no lo había hecho ningún libro. Lo habré leido 3 ó 4 veces, en distintos períodos (ya tengo 40 almanaques) y me sigue enamorando. Otras tantas veces lo he regalado, con la esperanza de que hiciera el mismo efecto en el obsequiado que hizo en mi en su día.
    Saludos
    Vicente

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