viernes, 17 de abril de 2009

Emily Elizabeth Dickinson: Poemas

Tan lejos de la piedad, como la queja
tan frío a la palabra -como la piedra
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso
tan lejos del tiempo -como la historia
tan cerca de uno mismo -hoy -
como niños, a las bufandas del arco iris
a la puesta de sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro
¡cuán mudo yace el danzarín
-cuando las revelaciones del color se rompen -
y resplandecen -las mariposas! Versión de Silvina Ocampo
"...Emily Elizabeth Dickinson (1830 -1886) fue una poeta estadounidense, cuya poesía apasionada, ha colocado a su autora en el reducido panteón de poetas fundacionales norteamericanos que hoy comparte con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman. La biografía de Emily Dickinson, reseña Lauren Mendinueta, está llena de rarezas y silencios. Sobre ella escribió Jorge Luis Borges: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y más solitaria que la de esta mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo. En su recluida aldea de Amhers buscó la reclusión de su casa y, en su casa, la reclusión del color blanco y la de no dejarse ver por los pocos amigos que recibía.” En esos años de encierro voluntario, elección que tomó muy joven, Emily construyó una de las obras más sólidas de la literatura universal. Fue inteligente, rebelde y culta, así nos la enseña su escritura. En vida sólo publicó seis poemas. Casi todos aparecieron en periódicos locales por iniciativa de su cuñada y en contra de su voluntad. Tras su muerte fueron descubiertos 1775 poesías, la mayoría escritas entre 1858 y 1865. Cuatro años después de su muerte, en 1890, fue publicado un primer volumen con parte de su obra. Hoy en día son innumerables las publicaciones de sus obras completas en cientos de idiomas. Además se conoce una copiosa e interesante correspondencia con Emerson, Samuel Bowles y otros intelectuales norteamericanos de su tiempo. A mí, nos cuenta Mendinueta, particularmente me emocionan las cartas que intercambió con sus primas, las hermanas Norcross, pues en estas la vida cotidiana se convierte en la más pura de las poesías:Abro mi ventana, y la habitación se llena de suciedad blanca. Creo que Dios debe estar limpiando el polvo; y sopla el viento, así que espero leer en The Republican “Señales de alerta para Amhers”o “ Ninguún barco ha zarpado de Phoenix Row” …la vida es tan rotatoria que el desierto le toca a cada uno alguna vez. (carta dirigida a Louis y Frances Norcross en marzo de 1873).La historia de Emily es la de una gota que pugna con el mar. En su caso esa batalla no se libró para sobresalir, por el contrario, ella buscaba desaparecer bajo las aguas. En un poema escribió: ¡Qué horrible —ser— alguien!/ Qué impudicia. Según su biógrafo, George Frisbie, “Los poemas de Emily Dickinson, el producto último y, desde un punto de vista artístico, más perfecto del renacimiento de Nueva Inglaterra, han alcanzado serenamente el rango de clásicos de la literatura norteamericana.” Y un apoco más adelante en el mismo párrafo de su libro afirma “Su obra, ha ganado un creciente número de lectores que comprendieron la alta integridad de su artesanía poética y a quienes no se les ocurriría excluirla de las letras norteamericanas, como no podrían hacerlo con Poe, Emerson o Whitman.”Más recientemente Harold Bloom la ha incluido en su canon de occidente como la única mujer poeta merecedora de tal privilegio.La mayoría de los poemas de Dickinson están escritos en unas pocas combinaciones de versos yámbicos de tres o cuatro pies, en breves estrofas. Varió los efectos de la rima empleando también rimas asonantes , un recurso muy utilizado por los poetas del siglo siguiente. Su lenguaje es sencillo, pero su sintaxis compleja dibuja una rica variedad de connotaciones a partir de palabras corrientes. Sus imágenes y metáforas derivan de una profunda observación de la naturaleza y de una imaginación a menudo tan juguetona en su pensamiento e ingeniosa en la expresión como la de los poetas Metafísicos ingleses del siglo XVII. Las primeras ediciones eliminaron su uso característico de guiones que expresaban el ritmo y fuerza de su pensamiento. La combinación de temas universales expresados con un intenso sentimiento personal y su utilización de formas del verso familiares confieren a su poesía lírica una franqueza mística comparable a la que encontramos en la obra del poeta inglés William Blake. Leopoldo de Quevedo y Monroy nos dice que si alguna influencia tienen sus versos en las obras que leyó, se podrían mencionar un himnario religioso de la biblioteca de su padre, la Biblia, a Shakespeare de quien leyó su obra completa, a Keats, su poeta preferido, a Tennyson, Browning y George Sand. Algunos la encuentran comparable con la fuerza del inglés Blake. Su obra extensa y profunda, musical, regida por estudiado rigor y con lenguaje al alcance de cualquier pájaro en la palma de la mano, no ha sido valorada del todo hoy en día. Heredó la medida de los pies griegos y latinos, imprimió un tono musical que en el siglo siguiente los poetas seguirían, pero hay una sencillez, una irregularidad y un misterio que guardan los cuartetos, que jamás nadie podría intentar imitar. Es su sello, el espíritu volátil de mujer y la sensibilidad del agua que recibía del rocío de la mañana, lo que se transparenta en cada uno de sus versos. Si intentáramos hallar un tema relevante en su obra, tal vez nos podríamos equivocar porque su ser hecho de inmortalidad sólo contenía un libro: la Naturaleza y su corazón. Carmen Cristina Wolf reseña que no escribía para deslumbrar a nadie, ponerse de moda ni obtener algún premio. No se exhibió en los salones. Se guardaba en casa, viviendo, no aparentando que vivía. Escribiendo, no aparentando escribir. Fue su elección, tan válida como cualquier otra, o tal vez fueron las circunstancias que la llevaron a una existencia casi solitaria. No obstante, su soledad no la esconde, la revela en una manera propia de transformar su mundo en belleza. Hoy entro en el jardín de Emily Dickinson, sembrado de violetas y tréboles, bordeado de “juncos de azul flexible”. Imagino que ella se asoma a la puerta y mira a lo lejos “un aire alterado en las colinas”. Siempre está en la cabecera de mi cama la selección y traducción de Silvina Ocampo, con prefacio de Jorge Luis Borges quien escribe: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y más solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo … Publicar no era, para ella, parte esencial del destino de un escritor; después de su muerte, que acaeció en 1886, encontraron en sus cajones más de mil piezas manuscritas … No es cotidiano el hecho de un poeta traducido por otro poeta …la cadencia , la entonación, la pudorosa complejidad de Emily Dickinson aguardan al lector de estas páginas, en una suerte de venturosa transmigración. ” En la poesía de Emily Dickinson se percibe una existencia alimentada por el anhelo, aquello que aún no se ha cumplido. Nada más interesa al cuerpo, las cosas se desdibujan, pierden sus dimensiónes de realidad y se regresa al bosquejo, a aquello en el anhelo bosquejado. En los versos de E. Dickinson, la sed no se lee. no se piensa, se muere uno de sed. La angustia no es un concepto, no es de papel, de cuento, se muere uno de angustia. El desasosiego somete, muerde, desespera, ya no se quiere nada, no se sabe nada, no existe nada que interese al cuerpo. Cuando E. D. dice “angustia” no narra, no explica, es la propia angustia. Uno no puede permanecer impasible, nos dice Wolf, cuando lee un poema escrito por ella, no deja de sentir un estremecimiento.. ." Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

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