miércoles, 4 de diciembre de 2013

Comentario de Susana Jákfalvi : El insólito viaje del samurái Hasekura de José María Sánchez-Ros.


                                                                   
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El punto de partida de esta obra de ficción-no ficción es un manuscrito sobre el samurái Hasekura que le dejó al narrador -Mauro Caro- su amigo Fernando Japón antes de morir, junto con el encargo de que la concluyera. Mauro Caro reflexionará a lo largo de la novela sobre el complejo proceso de escritura.
La otra punta del hilo que recorre el texto son unos hechos históricos "insólitos": dos misiones: la Misión Tesho y la Misión Keisho, y el malogrado propósito de los españoles de evangelizar el Japón a finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Hay que destacar la minuciosa documentación que aparece resemantizada por el narrador.

Muchos de los temas que aborda Mauro Caro han sido tratados en la novela contemporánea, especialmente la reflexión sobre la escritura y el proceso de escribir; con ello es ineludible pensar en la memoria y los efectos del olvido, tanto en un individuo como en una colectividad. Uno de los problemas que enfrenta el narrador son las imposturas de la historia oficial así como el papel de los responsables de esos engaños y de los que contribuyeron, voluntaria o involuntariamente, al fracaso del viaje de Hasekura en una frustrada embajada a Europa. Sanchez Ros menciona causas posibles a la hora de presentar los hechos, unos hechos casi olvidados: causas que pudieron ser la negligencia, los intereses encubiertos, o la ignorancia.
Sánchez Ros también relata historias locales, en las que el escritor hace hablar a los protagonistas o a los testigos - reales o inventados- de los hechos. Este gesto revela el intento de ir más allá de lo que uno puede encontrar en la historiografía conocida. Los temas se encuentran relacionados entre sí debido, sin duda, a la riqueza que contienen. Algunos detalles temáticos aparecen como insólitos, otros son viajes de la mente humana que intentan  comprender la ambición de algunos, la violencia de otros, el odio y el mal.

Aunque podría ser definida como novela histórica, sin embargo la ficción y la no-ficción se suceden y superponen. Por ello, no podemos decir que estamos ante una novela histórica convencional. La verdad se presenta contrapuesta a la paradójica condición del ser humano.
El narrador continuamente se cuestiona y reflexiona sobre el pasado en el presente. Surgen recuerdos, proyectos, anécdotas - no sin una pizca de ironía paródica.
Estructuralmente se fusionan los borradores de Fernando Japón con viejos documentos, y fundamentalmente con las premuras del escritor.

Se revelan historias de otra época, costumbres de otras culturas. El relato recoge, en un movimiento zigzagueante, objetos portadores de una historia desconocida, recupera saberes antiguos. Conecta, ficcionalmente, historias actuales personales con hechos antiguos, como si quisiera demostrarnos que todos es un presente continuo.
El resultado es un texto heterogéneo: una combinación de Historia, con mayúscula, crónica de viajes, escenas de ciencia ficción, biografías, reflexiones sobre el sentido de la vida y de la muerte. La historia de Hasekura no tiene una sola versión, hay tantas versiones como puntos de vista de los personajes. Los grandes eventos son reales, pero los detalles son producto de la fecunda, incontenible imaginación del autor. Así aparece la narración fantástica, o el texto epistolar, unido al discurso historiográfico.
Narración y ensayo. Ficción y realidad. Dos planos narrativos en constante movimiento. Por un lado, los hechos de una compleja historia de conquista del poder, con una exhaustiva documentación. Y por el otro, la búsqueda de la voz personal, la voz de Mauro-alter-ego del autor, quien por momentos está desorientado en medio de ese laberinto al que desea entrar. Laberinto donde se confunden la historia y la ficción, y que sólo puede resolver el narrador tachando, borrando, reescribiendo. Al final de cuentas, el cuaderno de Fernando resulta ser solo un pretexto. Lo importante es el descubrimiento de la energía creadora en el que se ve envuelto Mauro Caro después de haber enfrentado al "otro".

 El estilo, meticuloso, cuida hasta el más mínimo detalle, valiéndose de una gran riqueza de recursos. La reescritura se profundiza con la invención; el espacio y el tiempo se prolongan y recrean mediante extrapolaciones, yuxtaposiciones; las imágenes fluyen desde la contraposición o la contigüidad entre tiempos históricos, territorios geográficos; a veces surge el asombro, la parodia o la ironía.
El homenaje literario se explaya con referencias a Kafka, al Bartleby de Melville, a Flaubert.
También aparece Borges y su magisterio, y fugazmente Vargas Llosa, Cortázar, Carpentier, Nabokov, Thomas Mann, o Bioy Casares, entre otros.
Cervantes, Quevedo y Lope de Vega serán invocados en varios episodios de la novela.

Se trata de desenmascarar (y revestir) a los muchos personajes que estuvieron involucrados en el fracaso de la embajada de Hasekura.
Para ello es necesario el desplazamiento incesante del narrador a otras realidades, otros tiempos, ir y venir de Occidente a Oriente.
Los viajes referidos son reales, pero ellos dan lugar a los viajes soñados, inventados.
Sánchez Ros se embarca en una búsqueda de los nexos secretos entre cosas, personajes, historias: porque tiene la convicción de que el mundo es un inmenso tejido de semejanzas y contrastes.
Y ante todo tratar de encontrar una respuesta a la pregunta central: por qué fue que eso que pasó ocurrió de aquella manera.
Es evidente que al narrador no le interesaba un relato en el que la sucesión de páginas sólo tuviera como objetivo hacer avanzar la acción.
Sus dudas reflejan esa tensión entre realidad, memoria y ficción.
El viaje del Mauro Caro, físico y mental, tiene la forma de círculos que producen finalmente espirales, antes que indescifrables laberintos. Este diseño estructural le permite volver a lo inconcluso y poder ponerse en el lugar que ocupa el otro.
La memoria tiene un papel relevante: son memorias ajenas tomadas en préstamo, memorias inventadas o memorias recontadas desde otro punto de vista. El conjunto, dentro del que hay que destacar los monólogos, los monólogos interiores, todo está cargado de esa intención de suplementar el sentimiento de aquel que se ha marchado de un territorio con una esperanza o con una decepción.
Al comienzo de la novela, Mauro parece estar duplicando no solo la escritura de los borradores de Fernando Japón sino también su reticencia, su intención de no escribir. En los cuadernos y notas que le deja su amigo aparece esa intención superpuesta a vacilaciones, interrupciones, miedos y tachones. Después de la muerte del amigo, todo eso desaparece porque el escritor se autoriza ahora a ser él mismo.
Entre otras acciones literarias, Mauro Caro copia e interpola, compara, o se emociona, recrea libremente, y también líricamente, sus ideas y sentimientos. Y sobre todo medita, medita sobre las conexiones entre el pasado y el presente, entre Oriente y Occidente, entre el poder y la ambición, el bien y el mal, la vida y la muerte.
En conclusión, es una admirable novela sobre la escritura, el escritor, y la historia.
                                           
                                                          Susana Jákfalvi
                                      
Nota: La novela El insólito viaje del samurái Hasekura fue presentada en Sevilla el 15 de noviembre de 2013. Actuaron como introductores el notario de Sevilla Javier Feás y la profesora y crítica literaria Susana Jákfalvi.
Puede verse la presentación en el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=Jq6uBYs2Yzw