sábado, 30 de mayo de 2009

Walt Whitman: Hojas de Hierba

"...Walt Whitman (1819-1892), es considerado uno de los mayores poetas estadounidense. Su obra lírica, concentrada en las sucesivas ediciones de Hojas de hierba, ejerce su magisterio sobre gran parte de la poesía moderna, incluidos Ernst Staedler, Ezra Pound, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca o Allen Ginsberg. Su estilo lírico o épico (poético narrativo'), de versos amplios y frecuentes paralelismos, recuerda al de los salmos bíblicos, pero sus temas son mucho más originales. Walt Whitman canta con optimismo a la libertad, la sexualidad, una espiritualidad libre de dogmas y preceptos, la comunión con todos los seres, la democracia, la vida agreste y el trabajo duro, el progreso y a su patria, como lugar donde todo lo anterior se vuelve posible. Sus proclamas nacionalistas permiten enmarcar su trabajo dentro del grupo de escritores de literatura de identidad nacional.
En 1855 publicó la primera edición de Hojas de hierba, que continuaría modificando a lo largo de su vida hasta sumar un total de nueve ediciones; la novena, denominada "the deathbed edition" (del lecho de muerte), de 1892, es considerada la definitiva pues es la autorizada y contiene todos los poemas. José Martí la presentó al mundo hispano en 1887 y, ya en el S.XX lo han hecho, León Felipe y Borges, entre otros. Hojas de hierba nació como una modesta compilación poética integrada por una docena de piezas escritas con un estilo simple que excluía los ornamentos de la rima y la periodicidad métrica. Gracias a esta fuerza expresiva proveniente del verso libre y la enumeración caótica de objetos dispares, Walt Whitman se convertiría en uno de los poetas más influyentes del mundo moderno. No existe en la poesía contemporánea de América, reseña Antonio Lucas, un proyecto lírico que pueda equipararse en intuición e idealismo a Hojas de hierba. Es la culminación de la gran epopeya americana, la que inaugura el tiempo nuevo de la poesía moderna. Y es que en Walt Whitman converge la experimentación con la mesura del Nuevo Testamento, el árido perfume del Oeste con la sensualidad que arremete contra la vieja concepción moral del alma. Llega con Whitman la festividad de la carne, el camino del cuerpo Canto a mí mismo, dice, pero desdoblándose en los otros. Ahí radica la intensidad de su escritura, en su honda filantropía. Enfrentarse a Hojas de hierba, someterse a su verso torrencial, orgánico, humanísimo, es abrazar el ansia de construcción de un Mundo Nuevo, sin dogmas ni sistemas, donde el poeta asume la voz del pueblo. Antonio Colinas nos dice que hay en la suma poética que es Hojas de hierba -acaso un único poema de fragmentos múltiples- una serie de constantes que la caracterizan: la presencia nutricia y total de la naturaleza de su país; sus preocupaciones sociales -con particular referencia a su obsesiva idea de una utópica, ideal “democracia”-; el amor universal y la sensualidad, definida por las mentes cerradas de su tiempo como “escandalosa” en algunos pasajes, así como un vitalismo claro, entusiasta. Whitman tiene una idea muy concreta del mundo y de su país, y testimonia sobre ellos en sus inconfundibles versículos de amplísimo respiro.No es raro que otro escritor norteamericano, Emerson -revelador también del vitalismo y los dones que sólo la naturaleza concede-, se sintiera entusiasmado al leer la primera edición de Hojas de hierba y declarase que era “la creación más extraordinaria de ingenio y de sabiduría que los Estados Unidos han producido hasta ahora...”.

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