lunes, 5 de abril de 2010

Naguib Mahfuz: El callejón de los milagros

“La luz de la mañana iluminaba el callejón y un rayo de sol daba contra la parte superior de las paredes del bazar y de la barbería. Sanker, el camarero del café, rociaba el suelo con agua de un balde. El callejón se disponía a pasar otra de las páginas de su vida cotidiana. Los habitantes daban la bienvenida a la mañana con sus gritos habituales. A aquella hora temprana, el tío Kamil, de manera poco usual en él, se afanaba en torno a una fuente de dulces que una pandilla de chiquillos adquiría por unas monedas antes de entrar en la escuela. Enfrente, el barbero afilaba las navajas y Jaada, el panadero, volvía de recoger las masas de las casas vecinas. Los empleados de Alwan comenzaron a llegar, abriendo puertas y ventanas, irrumpiendo con sus ruidos en la calma del callejón. Kirsha estaba sentado detrás de la caja, sumido en su habitual sopor, escupiendo de vez en cuando al suelo lo que masticaba, y sorbiendo café. Cerca de él estaba el jeque Darwish, silencioso y postrado. Entonces se asomó la señora Afifi a la ventana para decir adiós a su joven marido, camino de la comisaría en que trabajaba.”
"... En El callejón de los milagros (1947), el escritor egipcio Naguib Mahfuz (1911-2006), retrata en la ciudad del Cairo la vida de el callejón de Midaken el bazar Jan el-Jalili , y con una focalización especial en el café ubicado en el mismo sitio que sirve de punto de encuentro para los hombres de aquel apartado sector de la ciudad. La manera de presentar a los personajes asiduos al café y la misma impresión de vida que reina en el interior del Café de Kirsha, recuerda a la novela La colmena (1951), del español Camilo José Cela. El callejón de Midaq es un microcosmos, un mundo en miniatura, un resumen del mundo, una metáfora. Lo mejor de la novela es esa sabia combinación de costumbrismo y de profundo análisis psicológico de los personajes. Los momentos más memorables no son cuando se nos describe el café o la tienda del tío Kamil, o la barbería de Abbas sino cuando el autor nos invita a entrar en el corazón de los personajes y a observar de cerca sus pensamientos más profundos, sus dudas. Mahfuz crea un crisol de personajes marcados por la pobreza, por la desesperanza. La panadera que pega a su marido, la hermosa Hamida, que sólo encuentra en los hombres una manera de huir del callejón, el honesto Abbas, el vivo Kirsha. El callejón Midaq reúne y mezcla todos los estereotipos, dejándonos un rastro desolado tras la última página. Porque el esplendor del Antiguo Egipto está detrás de tanta miseria, y sólo nos deja preguntas sin respuesta.
Mahfuz retrata en El callejón de los milagros una sociedad cerrada, frustrada y llena de deseos imposibles a través de una galería de personajes inolvidables. Los personajes maduros prefieren permanecer aislados en su mísero barrio, manteniendo una apariencia de normalidad y una falsa atmósfera del pasado, en lugar de adaptarse a los tiempos cambiantes. Por su parte, los jóvenes sueñan con aventuras, riquezas y placeres y sobre todo con salir del barrio. El callejón de los milagros es una representación atemporal del conflicto entre la tradición y la modernidad, entre el pasado y el presente.Los problemas sociales, como los coletazos finales de la Segunda Guerra Mundial, la presencia británica en Egipto y el inestable sistema económico permanecen en segundo plano, como un decorado, mientras que los residentes en el callejón no pueden ver más allá de sus propios problemas.
Mahfuz ofrece una visión cruda, sin concesiones al lector: los maridos odian a sus esposas y viceversa, los padres echan a sus hijos, los enamorados se traicionan, los mendigos se deforman para conseguir más ganancias, los dentistas colocan a sus pacientes dientes de oro robados a los cadáveres. En el callejón de los milagros el lector logra entrever los intersticios de la conciencia que conducen al hombre a su propia perdición, pero sin perder la obra, en tanto literatura, el rasgo que la convierte en obra de ficción. Así la narrativa de Naguib Mahfuz, inexplicablemente único Premio Nóbel del mundo árabe, responde al estereotipo de los autores premiados con el Nóbel. Muestra y describe al hombre y su miseria, quizá soñando con rescatarlo de ella.  Considerado el «padre» de la prosa árabe contemporánea, en 1972 recibió el prestigioso Premio Nacional de las Letras Egipcias y se le otorgó el Collar de la República, el más alto honor de su nación. En 1988 se le concedió el Premio Nobel de Literatura..."
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.letrasentinta.com/search/label/Narrativa%20egipcia
http://www.lainsignia.org/2007/julio/cul_055.htm
http://lamujerjusta.blogspot.com/2007/10/el-callejn-de-los-milagros-1947-naguib.html
http://usuarios.multimania.es/tertulialiteraria/DOCUMENTOS/callejon.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/El_callejón_de_los_milagros_(novela)

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