viernes, 12 de junio de 2009

Alessandro Baricco: Seda

"...Alessandro Baricco (1958) se convirtió en un fenómeno literario mundial con la publicación de su novela Seda (1996), una nostálgica búsqueda de sentimientos que nunca se nombran. Seda es la historia de Hervé Joncour, lacónico y sombrío personaje que recorre el mundo en busca de un exótico cargamento. Hasta que un día regresa con una carga aún más delicada, la de unos ojos perfectamente mudos que se cruzan con los suyos. Sutilísima mezcla de historia y fábula, relato delicado sobre el amor, de un erotismo contenido, Seda es un tejido de silencios, de gestos casi simbólicos, que recubren, angélicamente, una pasión volcánica. Traducida a diecisiete idiomas y con más de 700.000 ejemplares vendidos, esta novela significó su consagración internacional. Es autor además de las novelas, Tierras de cristal (Premio Médicis, 1991), Océano mar (Premio Viareggio, 1993), City (1999) y Sin sangre (2003); del monólogo teatral Novecento (1994) y de los ensayos, Rossini Il genio in fuga y El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin Con un trozo de seda se puede seducir a una mujer; o estrangular a un hombre. Seda, de Alessandro Baricco es suave y tensa como su título. La acción ocurre en la séptima década del siglo XIX: «Flaubert estaba escribiendo Salammbô, la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo final no vería. Baricco, presento la edición italiana de “Seda”,con estas palabras, Esta no es una novela. Ni siquiera un cuento. Es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe. Se podría decir que es una historia de amor. La obra tiene apenas 120 páginas y su argumento es bien simple: Baldabiou, mercader enriquecido y criador de gusanos de seda, se establece en Lavilledieu, pueblecito de la Provenza francesa, a mitad del XIX. Al poco de vivir allí conoce al ambicioso Hervé Joncour, a quien convence para que viaje a Japón a comprar huevos de gusanos de seda. En el viaje, Hervé se enamora de la joven y misteriosa amante de Hara Kei, el proveedor de huevos, y a partir de ahí se desarrolla una peculiar historia de amor que llevará a Hervé varias veces a Japón. Quizá el mayor acierto del libro sea la perfecta imbricación de fondo y forma. Baricco acierta desde el principio con el tono adecuado a lo que está contando y lo mantiene a lo largo de todo el libro, sin que la tensión decaiga un solo momento. La narración discurre fluidamente, con la suavidad de la ligerísima túnica de seda que el protagonista regala a su mujer. Por lo general, los párrafos son breves y las frases cortas. El vocabulario, llano. Los adjetivos escasean y los que hay no son nada rebuscados. Las imágenes tampoco son muy abundantes, pero las que están se acomodan perfectamente al servicio de la narración, como ocurre en las historias bien contadas. Otro elemento de capital importancia es el diálogo, casi siempre escueto pero nunca falto de significación en los que se. nota la influencia de García Márquez. El más corto de estos capítulos no pasa de las tres líneas y el más largo escasea las cinco páginas. Los «compases» breves o brevísimos se alternan con los extensos a un ritmo perfectamente regular. Si los representáramos en un gráfico veríamos una línea narrativa que sube y baja, que ondula rítmicamente. Baricco «equaliza» su aparato sonoro-narrativo siguiendo un patrón armónico preciso. Por ejemplo, el viaje del protagonista cruzando medio mundo, de Francia a Japón. Esta secuencia se repite cuatro veces a lo largo de la breve novela con las mismas palabras calcadas, ¡pero interpretadas a mayor velocidad! Pasamos de un andante a un andante prestissimo, antes de oír el adagio final: Hervé Joncour, frente al lago rizado por el viento. A pesar de su delicada construcción auditiva, es otro el sentido más obviamente halagado en esta novela. Baricco menciona dos veces Salammbô -con las mismas palabras calcadas, excepto una. Se sabe que Flaubert escribió ese prodigio de exotismo orientalista «para expresar un color, un tono..., algo púrpura». Entre paréntesis, dijo «púrpura», no amarillo, como citan algunos glosadores desaprensivos evocando facilonamente el desierto. Así como Salammbô fue escrito para expresar un color, Seda parece escrita para expresar una textura. Si hay libros que deben ser leídos con los ojos y otros con el oído, este parece hecho, sobre todo, para acariciar su tejido y leerlo al tacto. En esta novela, la historia lo es todo, y cada palabra de ella está dirigida a hacer que el lector se sumerga más, adquiera una mayor comprensión del conjunto de la narración. Se utilizan frases cortas, concisas, que aportan exactamente la información necesaria en cada momento mediante pinceladas que recuerdan a las manchas de color de un cuadro impresionista. El ritmo es sereno, desgajando en ocasiones el texto en distintos renglones para aumentar la inmovilidad, para eternizar una imagen… Una delicia cuya lectura hace recordar el valor de la literatura como fin..." Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p243/01260529098929509670035/p0000001.htm#I_0_ http://aguasdeceniza.blogspot.com/2008/11/alessandro-baricco-y-seda.html http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2531 http://contraejemplo.es/2009/03/10/seda-de-alessandro-baricco/ http://www.ronaldflores.com/2008/04/21/seda-de-alessandro-baricco/ http://betote.wordpress.com/2006/05/03/seda-alessandro-baricco/ http://es.wikipedia.org/wiki/Alessandro_Baricco

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