miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ford Madox Ford: El buen soldado

Con más de ochenta libros publicados, textos de narrativa, poesía, crítica literaria o memorias, Ford Madox Ford es hoy un clásico. Un clásico desdibujado en la memoria, un poco ausente en los listados de grandes nombres que sobrepueblan la narrativa del siglo veinte. ¿Pero por qué es un clásico El buen soldado, su obra fundamental? Quizá sea, en primer lugar, una cuestión de la estrategia narrativa, del uso tan persistente que su autor hace del flash-back, de los saltos y vaivenes en la narración, una opción hoy consolidada pero que, al publicarse el libro, era inhabitual, toda una novedad. O quizá sea, a la vez, el asunto de fondo, que sugiere, tras la peripecia conyugal y extramarital del primer plano, el desconcierto del mundo aristocrático inglés ante las amenazas que se ciernen en torno suyo, cuando todo en el aire anuncia la Primera Guerra Mundial. La novela, su narrador tan locuaz, parten de hecho señalando que quizá sea, ese relato al cual nos convocan, "la historia más triste" que jamás se haya oído. Narrada en primera persona por un tal Dowell, el marido cornudo y, a pesar de todo, el único superviviente más o menos digno dentro del relato, nos refiere un intervalo de poco más de una década, en el cual dos matrimonios pudientes y afines, el uno inglés, el otro norteamericano, entretejen sus vidas y sus avideces, su propio narcisismo y sus principios residuales. La puesta en escena es inmejorable, pero a la vez trágica: Dowell anuncia de entrada el desenlace, sin mayores rodeos: un final con algo de shakesperiano, en virtud del cual su esposa Florence y el marido de la contraparte, Edward Ashburnham (la encarnación del "buen soldado"), han acabado suicidándose, luego de vivir ambos un prolongado amorío a costa de sus respectivos cónyuges, un nexo del que la esposa de Ashburnham está enterada todo el tiempo, y que manipula a su modo. El único que no se entera es Dowell, y es la razón por la que nos refiere la historia, como una suerte de exorcismo, como un tributo paradójico a esa amistad malograda por el adulterio. No es un mal comienzo, el de la novela, pero el final —en que Dowell deja hidalgamente a solas a Ashburnham para que proceda a su propia conclusión— es inmejorable. Quizá el broche de oro a un relato en sí estremecedor. http://es.wikipedia.org/wiki/Ford_Madox_Ford http://es.geocities.com/inviernopanama/buensoldado.htm http://www.lsf.com.ar/libros/17/BUEN-SOLDADO-EL/ http://www.escueladeletras.com/actualidadliteraria/ver_noticia.php?id=2787&inicio=0&buscar=ford+madox

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