martes, 24 de mayo de 2011

Borges y la aporía de Chuang Tsu. Apuntes de literatura onírica


"... La famosa aporía del chino Chuang Tzu (365-290 AC), según la versión de Octavio Paz dice: “Cierta vez soñé que era una mariposa, revoloteaba como los pétalos en el aire, me sentía feliz de hacer lo que quería y ya no me preocupaba de mí mismo. Pero hete aquí que no tardo en despertar, me palpo sin perder un instante, ¡y yo era Chuang Tzu! Y me pregunté: ¿soñaba Chuang Tzu que era la mariposa o la mariposa soñaba que era Chuang Tzu?”

   Si nos atenemos a la doctrina idealista resulta evidente que mientras Chuang Tzu soñó que era una mariposa existían para él la serie de los estados mentales constitutivos del sueño únicamente, y en los cuales él era una mariposa. La fijación del sueño de Chuang Tzu en el período feudal de la China, o de cualquier suceso en determinada cronología, dirá Borges, resulta arbitraria; ella no aparece referenciada en las percepciones del sueño. Escribe Borges en “Nueva refutación del Tiempo”, “Fuera de cada percepción (actual o conjetural) no existe la materia; fuera de cada estado mental no existe el espíritu; tampoco el tiempo existirá fuera de cada instante presente. Elijamos un momento de máxima simplicidad: verbigracia, el del sueño del Chuang Tzu...Éste, hará unos veinticuatro siglos, soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre...”Soñé que era una mariposa que andaba por el aire y que nada sabía de Chuang Tzu”, dice el antiguo texto...
  El tema del sueño dentro del sueño nos recuerda el de Las ruinas circulares (1944) de Borges y Niebla (1914) de Unamuno, así como textos clásicos de la literatura española, como la poesía de Jorge Manrique, La vida es sueño de Calderón de la Barca, entre otros. Al final del cuento de Borges se puede leer: “Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”. Un hombre que sueña a otro hombre aparecía ya en un texto traducido por el mismo Borges, El sueño de Pao-Yu, tomado de El sueño del aposento rojo, novela china que data del siglo XVIII y cuyo autor más probable es Tsao-Hsueh-Chin.
  El interés de Jorge Luis Borges por el tema de la irrupción de los sueños en nuestro mundo se manifiesta, además de en su propia obra, en dos libros: la Antología de la literatura fantástica (1955) y los Cuentos breves y extraordinarios (1955). Borges preparó ambos volúmenes al lado de su mejor amigo, Adolfo Bioy Casares, y en ellos reunieron narraciones oníricas de las más diversas procedencias: desde la China antigua y la Arabia de las Mil y una noches, hasta las literaturas europeas del siglo XX. Uno de los textos que recoge en la Antología de la literatura fantástica es el extraordinario “Sueño de la mariposa” del filósofo chino Chuang Tzu, quien vivió en el siglo IV a.C. El cuento se compone de solo un par de líneas, las cuales dicen: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y había soñado que era Tzu.”
  Más inquietante todavía es un fragmento que Borges toma de la obra de Samuel Taylor Coleridge. El poeta inglés escribió: “Si un hombre atravesara el Paraíso durante un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿entonces, qué?”.
Nunca el hombre podrá discernir sin duda cuál es el linde entre la realidad y el sueño, entre los hechos y la ilusión. Por eso Chuang Tzu y la mariposa, el soñador y el soñado, lo que tenemos por real y lo que consideramos sueño, quizá sean una sola cosa que no puede separarse, una manifestación inequívoca de la existencia. Mil años después de Chuang Tzu, Yalal al-Din Rumi inquirió hermosamente: “El aliento del flautista... ¿pertenece a la flauta?”..."
Esta recensión es sólo un extracto y compendio de otras que se reseñan:

miércoles, 18 de mayo de 2011

Alberto Moravia: La campesina.

“… La campesina (La ciociara) publicada en 1957 es una de las mejores obras del autor neorrealista italiano Alberto Moravia, seudónimo literario de Alberto Pincherle (Roma, 1907-1990). La campesina fue llevada al cine con éxito en 1960, dirigida por Vittorio de Sica, y se la conoció bajo el título Dos mujeres.
   Desde su primera novela Los indiferentes (1928) se perfila la trayectoria narrativa del autor en la descripción de los vicios secretos de la sociedad burguesa, más allá del naturalismo o del realismo decimonónico. Un distanciamiento pesimista y amoral que vuelve a aparecer en La bella vita , Le ambizioni sbagliate (Las ambiciones equivocadas, 1935), L'imbroglio (1937) y La mascherata (1941); y esa fría visión de los personajes, recogidos en sus más oscuras debilidades y claudicaciones morales, está servida por un estilo narrativo deliberadamente monótono, austero, gris, preciso. Además de estos títulos escribió: Agostino (1944), La romana (1947), La disubbidenza (1948), Il conformista (1951), Il disprezzo y Raconti romani (1954), La ciociara (1957), La noia (1960); algunas obras teatrales irrelevantes como Beatrice Cenci (1965) e Il mondo è quello che è (El mundo es lo que es, 1966); y varios libros de viajes y recopilaciones de artículos periodísticos. Su novela La vita interiore produjo al ser publicada en 1978 un gran escándalo por la crudeza con que trata el tema del erotismo en un ambiente burgués. En 1990 se publicó La villa del venerdì y en 1993 La mujer leopardo (póstuma). Entre sus últimas obras se encuentran algunas de gran contenido teórico, con un estilo que busca una novela-debate ideológico, como El hombre que mira (1985) y 1934 (1982), que relata un encuentro entre un joven antifascista italiano y una joven alemana. A la misma época pertenece además Cuentos romanos (1983), una colección de 20 narraciones cortas
   Para T.M.  La campesina de Moravia es una novela descarnada que apela a los sentimientos primarios de soledad, muerte, sexo, odio, todo entrelazado con unos personajes solidos, con descripciones bellisimas por su sobriedad, alcanzando unas cotas magistrales en el propio epicentro de la novela: La estancia en la ancestral montaña. Y es que, como dice T.M., escribir bien es tan difícilmente fácil.
   En la campesina Alberto Moravia trazó aquí el relato de dos mujeres inolvidables -madre e hija- que, inmovilizadas entre las tropas alemanas y las tropas aliadas, durante la Segunda Guerra Mundial, protagonizan una dura peripecia de degradación y, finalmente, de valentía redentora: Cesira, una mujer originaria de Ciociaria (de ahí, el título original, un gentilicio), que vive junto a su hija Rosetta en Roma trabajando en un comercio. Para huir de los bombardeos, se refugian en Vallecorsa, pueblo de donde era su familia. Pero las cosas no serán tan fáciles para estas dos mujeres. Además de ser la historia de la relación de madre e hija, La campesina es la historia de la violencia, ya sea la colectiva (la guerra) como la individual (la violación). Ni un país ni una mujer pueden volver a ser como eran después de ser atravesados por la violencia.
   Moravia nos proporciona por tanto, una vez más, dos personajes femeninos al borde de una situación límite. Si en La Romana se trata de una madre que empuja a su hija a la prostitución, en La campesina se trata de dos refugiadas que tratan de sobrevivir en un pais sin cabeza, y por tanto sin ley, ocupado por uno de los ejércitos más cruentos de este siglo, con el agravante de que se encuentra en el justo momento de darse cuenta que está perdiendo la guerra. Moravia intentó reflejar en toda su complejidad los sentimientos y la vida cotidiana de los italianos en el confuso período de la Segunda Guerra Mundial.
    Era habitual entre los amigos de Alberto Moravia, apellido de su abuela paterna, bromear sobre su obsesiva voluntad por recoger cualquier aspecto de la realidad. Cuenta la leyenda que un periódico publicó la fotografía de un accidente de tráfico en Roma. Entre los curiosos que observaban el suceso estaba nuestro protagonista, acostumbrado al arte de observar desde su más tierna infancia. Nacido el 28 de noviembre de 1907 en el seno una familia de la burguesía romana, el autor de Il conformista padeció la infancia como un mal estático en forma de tuberculosis ósea, enfermedad que le diagnosticaron a los nueve años, obligándole a transcurrir más de un lustro de su existencia entre la cama de su habitación y las lúgubres habitaciones de un sanatorio de Cortina d’Ampezzo. Fue entonces cuando descubrió el placer de la lectura y las posibilidades que le proporcionaba la escritura, magnífica terapia para desafiar el tedio de la convalecencia.
  Moravia nunca fue una persona normal, podía circular por Roma como cualquier transeúnte, pero su presencia chocaba, era diferente. Cuando en octubre de 1922 el Fascismo tomó el poder el futuro escritor se encontraba en Piazza del Popolo vestido a la inglesa, contrastando sobremanera con lo ostentoso del ritual de camisas negras y marchas militares. En 1927 empieza a colaborar en la revista ‘900, donde publicará varios relatos, entre ellos Delitto nel circolo di tennis, donde diseccionará sin piedad alguna lo frívolo e inhumano de las clases acomodadas, condenadas a la excentricidad por lo mísero de su abundancia, idea que marcará parte de su producción literaria. El hombre es un ser aburrido por naturaleza y necesita gastar su tiempo. Esta idea, a la que añade el cinismo y la podredumbre moral burguesa, brillará en todo su esplendor en su primera novela, Gli indifferenti, texto precursor del existencialismo que le permitió saltar a la fama en 1929.
  Moravia solía definirse como un hombre poco trabajador, que escribía al no tener nada mejor que hacer, sorprendente afirmación en un hombre que revisaba una y otra vez sus textos hasta considerarlos perfectos, acabados. Después de la Guerra entrará en una nueva etapa donde seguirá nadando contracorriente. Cuando Vittorini y Pavese vivían bajo la égida del compromiso comunista- respectivamente con la revista Il politecnico y las publicaciones de la Editorial Einaudi-, el romano desarrollaba una obra de compromiso con su tiempo en el campo de la novela, el ensayo, el teatro, la crítica cinematográfica y el periodismo. Su rechazo a la ortodoxia comunista es un alegato a la libertad del hombre con conciencia en una época abocada al marasmo.
  La última década de vida de Alberto Moravia será un lento y progresivo, aunque intenso, diluirse en la espiral del adiós. Escribirá más de diez libros entre novela, relatos y ensayos, saldrá elegido como diputado europeo por el PCI en 1984 para tener una tribuna donde argumentar su preocupación por la energía atómica, malvivirá su absurda y senil historia de amor con Carmen Llera y morirá en el baño de su casa del Lungotevere della Vittoria el 26 de septiembre de 1990 a los 82 años de edad. Su obra atraviesa todo el siglo XX europeo, le da forma y se erige en un vehículo de ideas combinado con complejas estructuras narrativas que no esconden la verdadera faz moraviana, filósofo literario que sigue sentando cátedra desde la tumba con novelas inéditas, I due amici, y un legado de gran utilidad para reflexionar sobre la naturaleza del hombre moderno....”
Esta reseña es compendio y extracto de otras:

martes, 10 de mayo de 2011

Antonio Di Benedetto: Zama

 "...  En la serie literaria argentina también hubo otros. Otros que a través de la novedad de sus propuestas y de lo inclasificable de sus textos, supieron inscribirse lúcidamente en la tradición literaria a la que pertenecían. Antonio Di Benedetto es uno de ellos.
   El Aleph Editores reúne por primera vez en un único volumen Zama, Los suicidas y El silenciero, las tres novelas de Antonio Di Benedetto (1922-1986), que juntas forman una trilogía sorprendente. Antonio Di Benedetto es el último gran escritor argentino del siglo XX que queda por descubrir en España. La publicación en un solo volumen de la trilogía de Di Benetto debe ser recibida como una fiesta y una celebración: leídas como una sola novela, las tres obras reafirman la unidad del proyecto narrativo de un escritor excepcional».
  Di Benedetto es uno de los pocos escritores argentinos que ha sabido elaborar un estilo propio, fundado en la exactitud y en la economía». Lejos del realismo que practicaban los compañeros de su generación, de las estéticas apuntaladas fuertemente en el "contenido social", en la supremacía referencial de los textos, la narrativa de Antonio Di Benedetto constituye un universo autónomo, incatalogable, totalmente personal; un universo en donde el diálogo con Borges, con Kafka, con las técnicas del Nouveau Roman, se disuelve en un segundo plano, opacado por la concisión, la extrañeza, el poder y la tensión de una prosa pocas veces vista en lengua castellana. El punto y aparte, o mejor dicho, el uso que Di Benedetto hace por momentos del punto y aparte, elevándolo a la categoría de procedimiento narrativo, aísla las frases, las recluye, pero nunca las clausura; como si esa escritura fragmentaria, frágil y apocada, estuviera representando, oblicuamente, otra soledad, una soledad más profunda, más urgente: la del escritor que la articula.
  .En Zama, publicada en 1956 alcanzó su culminación el realismo profundo de Di Benedetto; fuerte, cruel, incisivo, supera las apariencias de las cosas y acoge en su seno los productos de la más pura fantasía creadora. Zama es una novela histórica, ambientado a fines del siglo XVIII, que cuenta con un lenguaje castizo. bello, perfecto, la larga, infinita espera de un funcionario del imperio español en América que aguarda en Asunción del Paraguay, ser trasladado a Buenos Aires. La espera de don Diego de Zama, en realidad, es una espera existencial. Di Benedetto, prescinde casi por completo de lo descriptivo y la reconstrucción histórica (ambientes o lenguaje), para centrar la narración en la subjetividad del protagonista, expresada no a través de largos monólogos, como era la tendencia en la época, sino de párrafos breves, a veces de una sola línea, trabajados con rigor y precisión. Así, Zama tiene pocas cosas en común con la novela histórica de los 50’s o con la llamada “nueva novela histórica latinoamericana”, la de Alejo Carpentier, Carlos Fuentes y seguidores. Y es que Zama no es una novela histórica al uso sino más bien la refutación deliberada de ese género. Di Benedetto se incluye en la familia existencial de los escritores que han perdido la confianza en el rescate, en el agente renovador o salvífico, en la gratificación humana de la vida. Como en Baroja, en Rulfo o en Onetti, hay en el escritor mendocino un sentimiento de desasosiego o perdida. Y es  que Zama es comparable a las obras mayores de la narrativa existencialista, como La náusea y El extranjero. Juan José Saer, uno de los escritores que más ha contribuido al rescate de la obra de Di Benedetto, afirma que Zama es incluso superior que esas novelas pues, al ser el autor un escritor y no un filósofo, no comparte su carácter de novela de tesis; además de haber sido escrita no en París sino en una pequeña ciudad argentina.
  La obra narrativa de Di Benedetto se interrumpió abruptamente en marzo 1976, cuando fue secuestrado por la dictadura militar que comenzaba a gobernar a Argentina. Durante año y medio el escritor estuvo encarcelado, sin saber el motivo, sometido a golpes y torturas de todo tipo. Una vez liberado, pasó a vivir en el exilio en USA, Francia y España. Recién en 1985 retornó a su patria, poco antes de su muerte. Y aunque eventualmente volvió a la literatura, no lo hizo con el brío y la originalidad de antes de su terrible experiencia..."
Es extracto y compendio de las reseñas que siguen:
http://www.abc.es/20110505/cultura/abci-culturallibros-201105051546.html