domingo, 18 de enero de 2009

Francis Scott Key Fitzgerald : El Gran Gatsby (la generación perdida)

".. Francis Scott Key Fitzgerald (1896-1940) ha sido considerado como unos de los escritores estadounidenses más importantes del siglo XX e integrante de la llamada Generación Perdida. El Gran Gatsby fue publicada en 1925 con una más que discreta acogida hasta su reedición en los años cincuenta en los que se convirtió en una novela de culto. T.S.Elliot y Gertrude Stein han reconocido a esta obra como una de las mejores de todos los tiempos.
Se dibuja con gran precisión a la sociedad clasista americana imperante en aquellos años veinte. La novela se desarrolla entre Nueva York y Long Island. El protagonista es Jay Gatsby un millonario del que se desconoce su pasado y sobre el que se hacen variadas especulaciones. Se trata de un personaje solitario y misterioso. El narrador de la historia es Nick Carraway que vive en una pequeña casa al lado de la mansión de Gatsby. A lo largo del relato Gatsby trata de recuperar un viejo amor, Daisy, que está casada con Tom Buchanan. Al final Gatsby muere asesinado. Nadie que haya leído El gran Gatsby olvidará la luz del embarcadero de Daisy que Gatsby veía las noches de aquel verano en Long Island y que, desde entonces, representa uno de los paradigmas de lo inalcanzable. Y sobrevolando eso, y las miserias de unos seres literarios y muy próximos, el aire de tragedia griega que se despliega sobre un fondo de negocios ilícitos y tristes ilusiones. Es posible hablar de su magistral enfoque narrativo, de los perfectos diálogos, de las incomparables descripciones que ponen en situación y desembocan inevitablemente en la tragedia. Pero, en definitiva, lo que permanece sobre todo es la sombra de Francis Scott Fitzgerald, un escritor capaz de reafirmar la fantasía romántica de la ambición y el heroísmo personales de una vida dirigida o condenada a la consecución de un ideal. El narrador -visible o invisible- es siempre el personaje al que el autor debe crear con más cuidado, nos dice Vargas LLosa, pues de él -de su habilidad, de su coherencia, de su astucia- dependerá la suerte de todos los otros. Si Scott Fitzgerald no hubiera inventado un tamiz tan fino y eficiente como el del sencillo agente de bolsa que nos cuenta la historia, El gran Gatsby no hubiera podido trascender los límites de su truculenta, irreal anécdota. Gracias al discreto Nick, esta anécdota importa menos que la atmósfera en que sucede y que la deliciosa imprecisión que desencarna a sus seres vivientes y les impone un semblante de sueño, de habitantes de un mundo de fantasía. Hijastro de una larga genealogía literaria, Gatsby, nos cuenta Mario Vargas Llosa, es un hombre al que un agente fatídico, inflamando su deseo y su imaginación, pone en entredicho con el mundo real y dispara hacia el sueño. Como al Quijote las novelas de caballerías y a Madame Bovary las historias de amor, a Gatsby son Daisy y su entrevisto mundo de gentes ricas los que le hacen concebir un mundo sustitutorio del real, una realidad de pura fantasía que, luego -como la secta del relato borgiano "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"-, intentará filtrar en la realidad objetiva, encarnar en la vida. Igual que sus ilustres predecesores, el ingenuo idealista -en la más prístina acepción de la palabra- verá cómo la realidad despedaza su ilusión antes de arrebatarle la vida. La grandeza de Gatsby no es aquella que le atribuye el generoso Carraway -ser mejor que todos los ricos de viejos apellidos que lo desprecian- sino estar dotado de algo de lo que éstos carecen: la aptitud para confundir sus deseos con la realidad, la vida soñada con la vida vivida, algo que lo incorpora a un ilustre linaje literario y lo convierte en suma cifra de lo que es la ficción. Por su manera de encararla realidad, huyendo de ella hacia una realidad aparte, hecha de fantasía, y tratando luego de sustituir la auténtica vida por este hechizo privado, Jay Gatsby no es un hombre de carne y hueso, sino literatura pura."
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan en los vínculos que siguen:

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