miércoles, 26 de marzo de 2014

Guy de Maupassant: Bel Ami: El manual del perfecto arribista.



Para el mes de abril la tertulia ha escogido la novela Bel Ami de Guy de Maupassant ( 1850- 1893).

"... Maupassant, hijo de liberales, recibió una educación religiosa, ingresando incluso en un seminario del que sería expulsado en 1.868 iniciando entonces sus estudios de derecho. Tras la guerra comenzó a trabajar de funcionario hasta que, tras publicar Bola de sebo y aprovechando su notoriedad se dedicó enteramente a la literatura. Publicó libros bajo distintos seudónimos tales como Prunier o Valmont y se codeó con autores como Flaubert, Zola y Turgueniev, cultivando el naturalismo. No obstante, su vida estuvo marcada por su endeble salud psicológica, con serios problemas nervioso y ataques de pánico. Intentó suicidarse en varias ocasiones,  hasta que fue encerrado en un la clínica del Dr. Blanche, en la que moriría al año de su ingreso.  

La novela Bel Ami de género realista naturalista está dividida en dos partes y dieciocho capítulos. El autor se limita como narrador omnisciente a informarnos de lo que piensan los protagonistas, que intenciones tienen, y cuales son sus acciones o movimientos con el detalle justo sin entrar en su psicología ni dar su opinión sobre la ética de su comportamiento. Maupassant  armoniza brillantemente elementos de apariencia contrapuesta. Por un lado, escritura sencilla,escueta sin digresiones y sin  enredarse en descripciones innecesarias. Por otro lado, una sensibilidad extraordinaria que se pone de manifiesto en el desarrollo de la trama a través de los dialógos y de la profunda humanidad de los personajes. Sin sostener principios estéticos ni morales, el autor, —considerado el último naturalista—, se preciaba de no emplear la imaginación en sus obras y por el contrario realizarlas describiendo sólo lo que había observado.
Cuenta el libro la trayectoria profesional y amorosa de un joven normando: el ambicioso, apuesto y poco escrupuloso Jorge Duroy, conocido como Bel Ami. Hijo de taberneros, después de cumplir el servicio militar en África regresa a París sin dinero pero con el firme propósito de de ascender en la vida. Bel amic es la historia del perfecto arribista que para lograr sus propósitos no dudara en  aprovecharse de sus amigos, manipular los sentimientos y mentir utilizando su atractivo y métodos despreciables. Guy Maupassant quiso retratar con Bel Ami a la sociedad parisina de finales del siglo XIX, mostrando la corrupción, el egoísmo y tretas que movían a las personas. Duroy o Bel Ami comienza para ello trabajando como reportero y, siendo un hombre sin talento ni inteligencia, no duda en utilizar su atractivo físico para forjarse un porvenir, y tras unas cuantas dificultades comienza a conseguirlo en el mundillo periodístico, apoyándose para ello en sus brillantes dotes para las relaciones sociales, en sus amoríos y en su manifiesta falta de escrúpulos. Georges Duroy el protagonista, es listo y hábil, va siempre justo de dinero, es vividor, acierta unas veces, se equivoca otras, miente, engaña, y siempre con el sentido y la lógica que dicta su egoísmo llegando a la abyección más fría y calculadora.   

Con el protagonista de su novela Bel Ami Maupassant recrea los periodistas de la Francia de finales del siglo XIX y retrata a los jóvenes «hambrientos de dinero y privados de conciencia» que buscan el éxito a cualquier precio en la gran ciudad. Interesado y calculador, Bel Ami es producto de la imaginación del escritor,pero también consecuencia de la sociedad ambiciosa y frívola de su tiempo.A través de este personaje, que cobra vida en el París de 1881 a 1883, el autor revela la mentalidad corrupta del gobierno oportunista de Jules Grevy, Jules Ferry y Leon Gambetta, que tanto desprecio le provocó. La imagen frívola y calculadora que Maupassant ofrece de los periodistas en Bel Ami no dejó indiferentes a los hombres de prensa de su tiempo, que pronto se dividieron en detractores o defensores de la novela. Si bien para un gran número de periodistas esta obra falsificaba o revelaba con indiscreción lo que en realidad ocurría en las salas de redacción, para otros redactores Bel Ami representaba con fidelidad a los reporteros del momento y no dudaron en considerarla como un importante documento informativo sobre los diarios franceses de finales de siglo.
Sin embargo, una de las críticas más interesantes que se escribió a propósito de Bel Ami estuvo firmada por el propio autor de la novela, Maupassant, que el 7 de junio de 1885 publicó en Le Gil Blas un artículo titulado «Aux critiques de Bel Ami: Un réponse». En este texto el autor se defendió de las duras críticas que su obra suscitó entre los periodistas, y aclaró que su personaje no era en realidad un hombre de prensa, sino uno de los muchos jóvenes que llegaban a París en busca de fortuna, y que era posible encontrar en cualquiera de las profesiones existentes. Maupassant afirmó que Bel Ami era en realidad un arribista al que poco le importaba el periodismo y no ocultó a los lectores de su artículo la opinión que le inspiraban las salas de redacción de su tiempo.Para el escritor la prensa era una suerte de inmensa república en la que era posible encontrar de todo, hombres honestos y bribones como su personaje,y el periódico se presentaba como el escenario más adecuado para representar la ascensión del ambicioso y calculador Bel Ami. 
 Maupassant acompaña a su protagonista desde sus comienzos hasta la realización de sus sueños. Y de la misma forma que en la literatura de Balzac se presta atención a los personajes mientras éstos cumplen el destino mercantil que se les encomienda, Maupassant sigue a Bel Ami en el transcurso de la ambiciosa misión para la que es concebido. Esta proximidad que el escritor mantiene con el protagonista de la novela no supone ninguna excepción en el conjunto de su obra. Por lo general, Maupassant elige un personaje para identificarse con él, acompañarle, mostrar los rasgos de su personalidad, y presentar el resto de personajes a través de su mirada. En esta obra Bel Ami desempeña este papel protagonista, por lo que todas las páginas y escenas cuentan con su presencia y sólo él conduce el hilo de la narración. El escritor coloca a su protagonista en un periódico porque sabe que en este lugar caótico Bel Ami puede escapar de su mediocre vida y ascender en la sociedad. Animado por su amigo Forestier, el protagonista llega a La Vie Française con la ambición de triunfar pero lleno de temores y carencias. Apenas lee los periódicos. No tiene el título de bachiller. No dispone de un traje de etiqueta con el que asistir a las reuniones sociales. Y no cuenta con una formación adecuada como periodista, pero esto no supone ninguna excepción en las redacciones de finales del XIX, porque antes de trabajar en los periódicos los hombres de prensa han sido por lo general profesores, militares, empleados de comercio o estudiantes fracasados de medicina y derecho. En poco tiempo el joven Bel Ami aprende el oficio y se convierte en un «reportero notable, seguro de sus informaciones, astuto, rápido y sutil. La calle es para Bel Ami su escuela más importante porque en ella el redactor aprende una de las lecciones más importantes del periodismo: la elección y el tratamiento de las fuentes. Bel Ami se rodea de ministros, conserjes, generales, agentes de policía, príncipes y cortesanas que le suministran la información que necesita para sus noticias y artículos, y de ellos se hace amigo interesadoe indiferente. Su formación se completa a golpe de errores —en alguna ocasión, sus textos son rechazados por el director—, y también de momentos de desesperación ante la página en blanco, en los que recurre a la ayuda de Magdalena Forestier. De ella Bel Ami aprende a elegir el punto de vista, seleccionar y convertir una serie de recuerdos e impresiones en chispeantes y agudas crónicas.

Cada línea transforma la existencia del protagonista y lo superfluo desaparece en esta obra en la que la acción no se detiene. Desde el 28 de junio de 1880, fecha en la que da comienzo la obra, hasta el 20 de octubre de 1883, momento en el que Maupassant pone fin a su relato, el ascenso de Bel Ami es imparable. En las primeras páginas el protagonista es un anónimo caminante de París que apenas cuenta con tres francos con cuarenta céntimos en el bolsillo. Desempeña un aburrido trabajo de burócrata en las oficinas de los Ferrocarriles del Norte y cobra un vulgar sueldo de 1.500 francos al año. Tres años más tarde, en las últimas páginas Bel Ami ostenta el título de Barón Du Roy de Cantel, y ha alcanzado su propósito de enriquecerse al casarse con una de las fortunas más importantes de la ciudad. En esta rápida carrera hacia el poder que emprende el personaje se pueden distinguir dos etapas: Una primera parte que comprende del 28 de junio de 1880 hasta abril de 1881. En este periodo Bel Ami deja su puesto en las oficinas de los Ferrocarriles del Norte y, recomendado por su amigo Forestier, comienza como redactor en La Vie Française el 30 de junio de 1880. La presencia de Bel Ami no pasa inadvertida al director del periódico, el señor Walter, que pronto le nombra jefe de Los Ecos. Considerada como la médula del periódico, en esta sección el personaje hace uso de su tacto y buen olfato y firma sus informaciones con el nombre de Duroy. En la segunda parte, que comprende desde abril de 1881 al 20 de octubre de 1883, la vida de Bel Ami sufre cambios más lentos que en la primera parte, pero se coloca en una situación de poder absoluto. En junio de 1882 el redactor cambia la sección de Los Ecos por la información política. En este nuevo papel, el protagonista hace uso de su astucia y conoce el poder y alcance de sus crónicas parlamentarias, que firma como D. de Cantel. Por ejemplo, en abril de 1883 hace caer al ministro de Exteriores Laroche Mathieu con un mordaz artículo en La Vie Française, tras sorprenderle en delito de adulterio con su esposa Magdalena. El final de esta segunda parte, y de la novela, llega el 20 de octubre de 1883, fecha en la que Bel Ami contrae matrimonio con Susana Walter, hija del señor Walter, que posee una de las fortunas más importantes de París..."
Es recensión de otras reseñas que se relacionan:     
http://www.sopadelibros.com/review/1763

lunes, 24 de marzo de 2014

Richard Ford: Canadá.Una novela sobre la pérdida de la inocencia

 

Para el mes de marzo la Tertulia propuso la novela de Canadá de norteamericano Richar Ford (Jakson, Mississipi 1944). "...La voz que narra «Canadá», de Richard Ford, conecta con la del Huckleberry Finn de Marc Twain.  Pocos comienzos más rotundos y redondos y poderosos que el de«Canadá»:
«Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en la senda que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no contase esto antes que nada».
«Que la vida puede cambiar en un segundo es algo que nunca se piensa seriamente antes de cumplir cuarenta años. Mucho menos durante la niñez, ese territorio en el que nos creemos inmortales. Dell Parsons, el protagonista de “Canadá“, apuraba sus quince años con las preocupaciones propias de un adolescente: empezar en un nuevo colegio, ir a la feria o aprender a jugar al ajedrez. Pero un día sus padres deciden robar un banco. Y les pillan. Y de repente, en ese segundo que parece un agujero negro, la vida de Dell estalla en pedazos. Su mundo y el de su hermana gemela Berner se desmorona en ese momento. Con los padres en la cárcel, Berner decide huir de la casa familiar en Montana. A Dell, una amigo de la familia le ayudará a cruzar la frontera canadiense con la esperanza de que allí pueda reiniciar su vida en mejores condiciones. En Canadá se hará cargo de él Arthur Remlinger, un americano enigmático cuya frialdad oculta un carácter sombrío y violento. Y en ese nuevo entorno, Dell reconducirá su vida y se enfrentará al mundo de los adultos.

Una bellísima y profunda novela sobre la pérdida de la inocencia, sobre los lazos familiares y sobre el camino que uno recorre para alcanzar la madurez. Richard Ford juega con los tiempos de la novela acelerando y calmando la narración con maestría, alternando partes rotundas con otras delicadas, hasta conseguir una historia poderosa en la que el lector se hace cómplice desde la primera página. Esta es una novela de crecimiento en el sentido más positivo: lejos de rebelarse contra la imposición del destierro y la nueva vida, tan distinta, y lejos también de recrearse en su mala suerte, Dell Parsons decide construir una nueva vida, mejor, más sólida. Una nueva vida en la que pronto descubrirá que él no es el único que guarda un secreto que pesa como una losa. Una vida en la que no dejará que los actos de sus padres, recibidos como una herencia inoportuna, sean más importantes que los suyos propios. La responsabilidad personal y las consecuencias de nuestras acciones son los verdaderos temas centrales de la novela, más allá de las relaciones familiares o de la pérdida de la inocencia.
Sobre todo en su segunda parte, “Canadá” es una novela contra la urgencia, una reivindicación de la literatura que es capaz de detenerse a narrar con detalle un sentimiento o un estado de ánimo sin cansar ni aburrir, que no necesita recurrir a artificios para hacer atractiva su lectura. “Canadá” es uno de esos libros que recuerdan al lector que leer es un placer. Ford vuelve al lenguaje áspero y despojado como el paisaje de Montana; el derrumbe del amor y la construcción de los siempre frágiles puentes que unen a padres con hijos; el reflejo casi automático que empuja a huir del pasado pero al mismo tiempo a extrañar lo que se deja atrás; el trabajo o la falta de trabajo como disparador; el exquisito arte y talento para tomar todas las malas decisiones y los caminos equivocados, y el movimiento perpetuo y el fantasma verdadero del poder volver a empezar.
Dell parece, como nosotros, ir encontrándole cierto sentido a su historia a medida que nos la cuenta. El elemento criminal es presentado con un arrollador lirismo. Ninguna duda perturba su relato o nos perturba a nosotros hasta las últimas páginas, cuando un Dell sexagenario y profesor de literatura nos habla de la lectura y del estudio de grandes ficciones como del «cruzar una frontera» y de la vida como algo a lo que debe intentarse sobrevivir. El texto se divide en tres partes, cada una centrada en sus condicionantes propios y separada de la otras por el trazado fronterizo con Canadá, que ha de atravesar el joven Dell para escapar de los servicios de protección de menores. La primera es la de la presentación de la familia, un padre  exmilitar, una madre profesora y de sensibilidad poética estragada y una hermana melliza con fuerte carácter. La lentitud y el recrearse en las estrategias narrativas es como una de esas pausadas partidas de ajedrez a las que se aficiona Dell; una partida que acaba en desastre.
Es una primera parte en la que poco a poco las ligazones familiares se van desatando, casi sin sentirlo, hasta llegar al tempo demorado, objetivo, con que la pluma de Ford presenta la detención del matrimonio, ello da al lector una visión casi al segundo y le conduce asimismo a que tome el arresto como algo personal. Es fascinante como se recrean las conversaciones –a partir del diario de la madre–, como se apunta cierto nerviosismo en casa y como al final se resuelve todo si no de forma atropellada, sí diligentemente activa. Se quedan los hermanos definitivamente solos en cinco minutos. En la segunda parte, una amiga de la familia –Mildred– lleva a Dell a Canadá para que viva con su hermano, que regenta un hotel en Fort Royal, no muy lejos de la frontera. Allí conoce a Charley Quarters, quien organiza batidas para los cazadores de gansos que se alojan en el hotel y a quien ayuda en la preparación de puestos Y sobre todo a Arthur Remlinger, el hermano de Mildred. En la segunda parte, Dell ha de buscar una posible integración, todo su  pasado ha desaparecido y su presente resulta irresolublemente desubicado, allí recibe noticias de su hermana y continúa los certeros análisis psicológicos que lo engloban a él mismo y a los que lo rodean para intentar explicar su estado. Pero en la última parte, quizás demasiado sentimental, para dejar la estructura bien cerrada, se enfrenta Dell a su hermana Berger y con ello detectamos dos contrafiguras que desde un mismo hecho han logrado superarse o estamparse. Es entonces cuando el lector percibe que Ford ha conseguido que estemos de parte de Dell, que sintamos parte de su aflicción, pero al mismo tiempo entendamos que definitivamente se ha salvado..."
Esta reseña es recensión de otras que se relacionan: