jueves, 30 de abril de 2009

Felipe Alfau: Locos (una comedia de gestos)

"... Locos", recuperada en 1988 para el público de habla inglesa y traducida por primera vez el español en 1990, es una de las piezas más originales y percusoras de la novelística contemporánea. Fue la primera obra de Felipe Alfau (1902-1999), un escritor español que vivió en Estados Unidos desde la I Guerra Mundial y que escribió su escasa producción literaria en inglés. En 1928 escribió ‘Locos’, que sin embargo no se publicaría hasta 1936. En 1929 publicó una recopilación de cuentos tradicionales españoles bajo el título de ‘Old tales from Spain’ y en 1948 escribió ‘Chromos’, que no se publicaría hasta cuarenta años después. Entretanto trabajó como traductor para un banco hasta su jubilación. Castro nos cuenta que su producción literaria pasó desapercibida hasta que, a finales de los 80, fue redescubierto por la crítica norteamericana. Sólo entonces fue traducido al castellano y publicadas sus obras por Seix-Barral y Siruela. La novela es de una modernidad asombrosa, y por la manera en que está escrita, por su lenguaje, es absolutamente actual. Lo que es aun más sorprendente, si tenemos en cuenta que Alfau retrata la sociedad española del momento con una lucidez extrema. Javier Fernández de Castro reseña respecto de la prosa de Alfau que se trata de una prosa narrativa muy meditada y trabajada, y en la que hasta la última coma no sólo parece haber sido objeto de reflexión sino que probablemente sea el resultado de una reelaboración reiterada. Incluso el subtítulo, Una comedia de gestos, es necesario y significativo. Ya en el prólogo el autor empieza el juego de aparentes despropósitos invitando al lector a que lea su libro sin respetar necesariamente el orden de los capítulos. Los cuentos de Alfau conservan casi como por milagro una cadencia y un tono que hacen pensar de inmediato en la narración oral. Locos, una colección de relatos interconectados, describe un cuadro esperpéntico de una España de comienzos de siglo, es una de las piezas más originales y precursoras de la novelística contemporánea. A partir del núcleo de parroquianos del Café de los Locos en Toledo, Aflau crea un fluido paisaje en que los personajes llegan a desafiar los designios del autor y a escribir sus propias historias, e incluso a intercambiar sus papeles con otros personajes. Su propósito, nos dice Juan Bonilla, en cuanto a la novela, no era otro que transformar una tradición. Sentía que, desde los griegos hasta acá, la música había hecho avances espectaculares, del unísono a la policromía, con increíbles descubrimientos que nos habían llevado de la longitud a la latitud. Eso en literatura no se había dado y él quería burlarse de las novelas. Sólo pretendía jugar y aplicar los sistemas musicales desde el punto de vista de la composición y la estructura. La novela está estructurada como un conjunto de historias independientes que se cruzan en matices, detalles mínimos, personajes alucinados, seres que padecen la obstinada certidumbre de que no existen o cuyas existencias se apesadumbran porque son sólo literarias y quisieran revelarse contra esa impotencia. Inolvidables seres que renuncian a la verosimilitud desde sus propios nombres: Fulano, Lunarito, Chinelato, y son presentados en el Café de los Locos, en Toledo. Por cortesía Alfau dio a Locos estructura de libro de relatos, para que el lector entrara y saliera por donde quisiese. Alfau no sabía quiénes eran Joyce, ni Proust; ignoraba las novelas de Unamuno a pesar de la semejanza de Locos con Niebla. Se adelantó, según Bonilla, a Borges, a Nabokov y a Calvino. Leído en el año 90 parecía un alumno aventajado o un acólito de esos maestros, pero teniendo en cuenta que Locos fue terminado en el año 28 y editado en el 36, se convertía en un precursor asombroso." Es extracto y compendio de otras reseñan que se relacionan http://www.elboomeran.com/blog-post/189/5575/javier-fernandez-de-castro/locos/ http://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_Alfau http://www.barcelonareview.com/12/s_fa_pro.htm http://es.geocities.com/juanbonillaweb/alfau.htm http://www.solodelibros.es/07/08/2006/locos-felipe-alfau/

miércoles, 29 de abril de 2009

Manuel Rivas: El lápiz del carpintero

"... Manuel Rivas (1957) , señala Leopoldo de Trazegnies, es como los embalsamadores de los faraones que hacían su trabajo tan perfecto que se arriesgaban a resucitarlos. Rivas lo consigue con el lenguaje: convierte el pasado en presente, revive la historia de un "viejo rojo irreductible" que ha sobrevivido al horror con dignidad humana. No se nos muestra la guerra desde la sinrazón política (como en tantas otras novelas escritas sobre el mismo tema) sino desde el esperpento personal, desde la conciencia vacía como el cañón de un fusil que ha perdido hasta la capacidad de odiar pero sigue disparando. Todas las guerras son esperpénticas. El texto nos sumerge en un escenario absurdo, en una tierra poblada por seres alucinados, en un país moribundo de desgracias y violencia. Se mata porque se tiene que matar, sin preguntarse la razones, y luego algunos muertos acompañan a sus verdugos como si fueran personajes de una novela de Juan Rulfo donde los fantasmas son tan decisivos como los vivos. Y como en todas las patologías políticas, hasta en los momentos de mayor delirio, hay seres capaces de tener momentos de lucidez y de mantener claro su poso humano para compartirlo con los demás, porque la naturaleza sigue siendo la misma, los mirlos no dejan de cantar en los árboles y los hombres y las mujeres de enamorarse con la mirada. La novela empieza cuando Daniel Da Barca, republicano y médico durante la guerra, sobreviviente a una condena a muerte y a un exilio en México hasta 1975, responde a un reportero que llega a entrevistarlo a su casa de Galicia donde vive con Marisa, su compañera de toda una vida de aventuras, mujer que conserva la mirada como "un resplandor de vitrales en el crepúsculo". El teniente Herbal, carcelero y pistolero, que al desaparecer el régimen franquista termina de chulo en un puticlub de carretera, y que había sido la sombra vigilante del prisionero Da Barca, cuenta a su vez a María da Visitaçâo, joven prostituta brasileña, lo que le pasaba por la mente en esos años de locura. La cabeza de Herbal sigue rezumando algo silencioso y explosivo como la pólvora. Pero paradójicamente su pensamiento se vio enriquecido por la voz de su última víctima, un pintor republicano al que le reventó la cabeza de un pistoletazo en la sien, y del que heredó el lápiz de carpintero que el pintor llevaba siempre en la oreja. Su víctima lo acompañó desde entonces, hablándole en las largas noches de imaginaria en las garitas de las prisiones, como si el lápiz se hubiera convertido en un transistor de su consciencia. La Guerra Civil (1936-1939) ha dejado honda huella en la narrativa española contemporánea. Hay obras clásicas sobre el asunto, de Gironella y Carmen Laforet entre muchas, pero pocas veces habíamos sido cautivados, reseña Santiago Quer, por una novela como ésta de Manuel Rivas, destacado escritor gallego (1957) que escribió en ese idioma esta novela. El encanto que produce El lápiz del carpintero se debe, a que Manuel Rivas es poeta, con un manejo del lenguaje y una estructura del estilo que no se da en los prosistas puros. Lo que hace excepcional la novela de Rivas es no tanto la circunstancia de la novela sino la rica sicología de los personajes: la sencillez, del carcelero Herbal, de quien escucha -suponemos que con arrobo- su relato María Visitagao; y las formidables figuras del doctor Daniel da Barca, servidor del prójimo enfermo en la cárcel, hombre cultísimo y de raro ingenio, enamorado de María Mallo, que ilumina las páginas de la novela con su sencilla y aureolada figura. En tomo a estos dos gira todo el asunto novelesco, que se ilumina con el amor de Daniel y María, consumado en su 'noche de bodas' en el tren en que Daniel es transportado a otro presidio, gracias a la vista gorda de los guardias, en quienes gana, por sobre la rigidez militar de los cruzados de la causa -como los llamaría Valle lnclán-, la sencillez de la gente del pueblo. Y en el trasfondo de todo el relato, el pintor fusilado, quien, con el lápiz de carpintero que regaló a Herbal, reproduce de memoria la cara de cada uno de sus compañeros de prisión en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, cual ángeles, profetas y santos. " Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0716-58112000001200012&script=sci_arttext http://archivodenessus.com/rese/0129/index.html http://www.trazegnies.arrakis.es/rivas.html http://lecturas05.blogspot.com/2007/11/el-lpiz-del-carpintero-de-manuel-rivas.html http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Rivas

lunes, 27 de abril de 2009

John le Carré: El Espía que Surgió del Frío (la novela de espionaje)

“… Dentro de la novela de espías (que algunos consideran un subgénero de la novela policiaca y otros, más puristas, escinden completamente de él) destaca con luz propia la figura de John le Carré, seudónimo tras el que se oculta el inglés David Cornwell (1931). El Espía que Surgió del Frío (The Spy that Came in from the Cold), cuyo éxito sería fulgurante y a la que de hecho, Graham Green consideraría como la mejor novela de espías jamás escrita. En novelas posteriores Le Carré conseguirá superar a su primer éxito en aspectos tanto temáticos y estilísticos como de desarrollo de personajes, pero el delicado y preciso engarce que es la estructura de la historia, la dosificación perfectamente medida de los acontecimientos, el armazón argumental, trazado casi como si se tratase de un mecanismo de relojería, permanece sin superar tanto dentro de la propia obra de Le Carré como del género en general. El Espía que Surgió del Frío es una novela en la que nada es lo que parece y en la que, hasta la última página, el lector ignora (aunque cree saberlo) qué es lo que está ocurriendo. Es, en cierta manera, una partida de ajedrez en la que uno de los dos oponentes (Gran Bretaña) no tiene el menor escrúpulo en sacrificar sus mejores piezas con tal de capturar al rey enemigo del otro bando (Alemania Oriental). Alec Leamas, el espía al que hace referencia el título de la novela, es durante todo el desarrollo de esta un peón que cree estar haciendo un juego para descubrir, solo al final, que sus jefes están jugando otro bien distinto. La desesperación de Leamas, su fracaso (pese al éxito de su misión) son compartidos por el lector quien, al cerrar la novela se encuentra con una sensación de desamparo y un amargo regusto en la boca. Le Carré, profundo conocedor del mundo del espionaje -fue agente secreto antes que escritor, es autor de una copiosa obra narrativa que destaca por su calidad. El espía que surgió del frío comienza en la frontera de las dos Alemanias en plena Guerra Fría. El relato encierra toda la esencia del género y, en opinión del escritor Juan Bonilla, supuso para la novela de espionaje político lo que El halcón maltés para la de detectives: la obra, por sí sola, colocaba a todo un género un par de peldaños más arriba. El espía que surgió del frío comienza al galope en plena frontera de las dos Alemanias y en plena Guerra Fría. Su protagonista principal, el espía Leamas, un hombre que sabe que no sirve para el trabajo burocrático y teme ser devuelto a Londres después de 10 años de servicio en Berlín -de 1951 a 1961-, y que lo encierren en una oficina de los servicios secretos, es requerido, después de la muerte a tiros de un compañero, para un trabajo sucio, de esos que no deben ser relacionados con el Foreign Office. Por ello, Leamas ha de abandonar los servicios secretos, labrarse una pésima reputación, causar problemas, ser un hombre a la deriva, destruirse aparentemente. En realidad la parte central de la obra de Le Carré, la más apasionante, supone el triunfo del escritor sobre la tentación de sus días de juventud. Es apasionante, a la luz de estas declaraciones, seguir en la obra de Le Carré la forma en que supera y sublima sus dudas. Su primera novela de espionaje, «Llamada para el muerto» (1961), la publica con el seudónimo que le hará famoso porque estaba en activo como funcionario. En ella hace su primera aparición George Smiley enfrentado con los servicios secretos de la República Democrática de Alemania. Dos años después, con el muro de Berlín ya construido, aparece deslumbrante «El espía que surgió del frío», que acerca a Le Carré a la altura de Green o de Conrad. Aquí todos son malos, y no hay más reglas que el cinismo y la crueldad. Alec Leamas muerto al pie del muro explica la obra posterior del escritor, su pasión por defender a los débiles y sus denuncias de los abusos del poder. El desenmascaramiento del topo y la victoria moral sobre Karla, el genio del espionaje del otro lado de la línea, consiguiendo su deserción, es un ajuste de cuentas de Le Carré, transmutado en Smiley, sobre el traidor Kim Philby y los hombres sin rostro, como Markus Wolf, el jefe de la Stasi, que quieren destruir un mundo, el llamado mundo libre, en el que el novelista, sin embargo, cree poco. Muchos años después, hundido el imperio soviético, Le Carré carga en «Amigos absolutos» contra la degeneración de las viejas ideologías que destruyen a los idealistas que un día utilizaron. Ahora, a los setenta y ocho años, el escritor ha publicado su nueva y quizá última novela, «El hombre más buscado». Un refugiado musulmán en Hamburgo, medio ruso medio checheno, bastardo de un jefe militar del Ejército rojo y de una adolescente chechena violada, vigilado por los servicios secretos alemán, inglés y norteamericano. Es como una nueva guerra fría, la del fundamentalismo islámico contra Occidente, que inauguró el nuevo siglo con la destrucción de las torres gemelas y llevó la masacre a Madrid y a Londres. Terrorismo e independentismo alimentan los conflictos de nuestro tiempo. La guerra de Irak dio luz verde nuevamente a las acciones encubiertas o clandestinas, de los servicios secretos, a los que George Bush entregó un cheque en blanco para abusar de los detenidos. La Carré corona su obra con ira y lucidez, y con ternura para todos los idealistas sacrificados.” Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.escritoenelagua.com/2007/01/26/john-le-carre-el-poeta-de-la-guerra-fria/ http://www.elmundo.es/elmundolibro/2002/10/29/anticuario/1035837650.html http://www.abc.es/20090410/opinion-firmas/carre-20090410.html http://www.literalia.es/article316.html http://www.elmundo.es/papel/2003/06/10/cultura/1413325.html http://es.wikipedia.org/wiki/David_John_Moore_Cornwell

Antonio Muñoz Molina: El invierno en Lisboa.

"... Antonio Muñoz Molina (Ubeda, 1956) es ya, sin lugar a dudas, nos dice Marta B. Ferrari, uno de los más destacados novelistas españoles contemporáneos. Su nombre suele leerse dentro de una fluctuante lista de escritores pertenecientes a la llamada “narrativa de los ´80”, “novelistas del posfranquismo o narradores del período democrático”, “novelistas de la posmodernidad española” e incluso de la “neomodernidad” (Gonzalo Navajas ), entre los cuales figuran Eduardo Mendoza, Juan José Millás, Luis Landero, Luis Mateo Díez o Javier Marías, entre muchos otros. La extensa obra de ficción narrativa de Muñoz Molina arranca en 1986 con Beatus Ille y prosigue un año más tarde con El invierno en Lisboa ; de 1989 es Beltenebros , reescritura del borgiano Tema del traidor y del Héroe y, de 1991, El Jinete Polaco , considerada su obra de consagración. Su camino literario continúa con dos novelas de menor extensión, Los misterios de Madrid (1992) y El dueño del secreto (1994), parodias de los folletines decimonónicos de Eugenio Sué y Alejandro Dumas. Por esos años comenzó a interesarse por un tipo de literatura ajeno a la novela pero no a la narración y guiado por la lectura de This boy’s life del narrador norteamericano Tobías Wolff concibió el tono y la materia de esa "memoria" o confesión personal sobre los años del servicio militar que fue Ardor guerrero, publicada en 1995. Dos años después con Plenilunio (1997) incursiona en un género de gran actualidad, el "psychokiller". En Carlota Fainberg (1999), el autor experimenta con lo que él mismo denomina “novela de campus”, género típicamente anglosajón, “relato de viajes, narración oral e historia de misterio a lo Henry James”. En ella Muñoz Molina trata de traducir, a través de innumerables guiños de complicidad con un lector competente, la intraducible metáfora del escritor, su creación y la crítica. Porque en esta novela se resitúan, desde una ideología no desprovista de ironía las tan vapuleadas pero no menos conflictivas relaciones centro/periferia sobre el fondo de las “actuales” teorías literarias en torno a la intertextualidad, la deconstrución, la recepción, la guerra de los géneros y los estudios culturales. Las últimas entregas del autor -Sefarad (2001) y Ventanas de Manhattan (2004)- participan, a la vez, de la novela y de la no ficción. El invierno en Lisboa es, ante todo, una novela de amor. Estructurada en veinte capítulos numerados se abre con un epígrafe de Gustave Flaubert, proveniente de La educación sentimental, texto que se retomará en cada una de las despedidas entre los amantes. Desde la modalización elegida, la narración crea la sugestión elegíaca de recrear un tiempo perdido, un pasado irrecuperable, un destino predeterminado. El narrador en primera persona será también un personaje de la historia; si bien no posee nombre propio, es el destinatario de la extensa confesión que le hace Santiago Biralbo acerca de su vida y de su amor por Lucrecia. Toda la novela es un relato oral estructurado al modo de un extenso “flashback”. Así como en El jinete polaco todo el relato partía y volvía al cuarto de los dos amantes, aquí se tratará de una confesión hecha a lo largo de toda una noche en un cuarto de hotel de Madrid. Precisamente por esta modalidad constructiva la novela empieza como si estuviera a punto de terminar; el suyo es un comienzo que es casi la meta. Los sucesivos capítulos irán reconstruyendo nostálgicamente la trama de una historia que abarca 3 o 4 años y en cuyo final confluyen el tiempo del relato con el tiempo del discurso. La acción se irá situando alternativamente en Madrid -tiempo presente-, San Sebastián -pasado más remoto- y Lisboa -pasado reciente. El invierno en Lisboa, novela publicada en 1987, es, nos dice Alejandro Badillo, un buen referente para encontrar las influencias y las claves de la literatura de Muñoz Molina. El leitmotiv de la historia son los encuentros intermitentes, tortuosos, de Santiago Biralbo, un solitario pianista de jazz y Lucrecia, mujer de un contrabandista de obras de arte. En medio de la trama transcurre el jazz como un pensamiento triste, Lisboa como un personaje imaginario que se materializa en una ciudad abandonada y gris; también Madrid y San Sebastián, ciudades descritas con morosidad, a través de un filtro húmedo y nebuloso. Como sucede en la mayoría de las obras de Muñoz Molina la historia tiene mucho de novela negra, pero más allá de la utilización de situaciones criminales, héroes solitarios, la infaltable mujer ubicua, siempre inalcanzable, El invierno en Lisboa tiene como protagonista el peso de la atmósfera que rodea y da profundidad a los personajes. En un homenaje a la película Casablanca, Santiago Biralbo toca el piano todas las noches en el Lady Bird, bar para insomnes regenteado por Floro Bloom, lugar en el que conoce a Lucrecia. El jazz, el humo de los cigarros, la manera en que las notas del piano y del sax llenan el lugar, son suficientes para que el destino de Biralbo y Lucrecia se trastoque y desde ese momento estén condenados a buscarse, a rechazarse, a encontrarse.El invierno en Lisboa es la segunda novela de Antonio Muñoz Molina. Publicada en 1987, obtuvo al año siguiente el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura. Con ella el autor inicia un recorrido sólo insinuado en Beatus Ille (1986), su primera novela, y plenamente confirmado en Beltenebros (1989), en el que deslumbrado por la escritura borgiana y condicionado por su admiración desmedida por la cultura en sus múltiples manifestaciones, escribió novelas que se nutrían casi exclusivamente de música, literatura y cine. "
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

domingo, 26 de abril de 2009

Phillipe Claudel: Almas grises.

“…Almas grises es la quinta novela del autor frances Phillipe Claudel (Nancy, 1962) ganadora del prestigioso premio Renaudot y elegida Libro del Año por los libreros franceses y la revista Lire, esta novela posee una belleza sombría y seductora que emana tanto del clima misterioso que envuelve la historia como del profundo y descarnado retrato de los personajes que la componen.Diciembre de 1917. En un pequeño pueblo del norte de Francia, el cuerpo sin vida de una hermosa niña aparece flotando en el canal. A la escena del crimen acuden, acompañados por el incesante tronar de los cañones y el acre olor a pólvora de un frente que se desgarra a escasos kilómetros, un policía, un juez instructor y un militar. En este mundo provinciano, el asesinato de Belle suscita innumerables sospechas, despierta viejos rencores y sacude un orden social que se tambalea. Todos los indicios apuntan al fiscal Destinat, un rico aristócrata ya jubilado, pero el juez designará como culpables a dos desertores apresados en las cercanías del lugar del crimen. Sin embargo, la crónica de los hechos, escrita por el policía veinte años después del suceso, invita al lector a descubrir una realidad inesperada. En su implacable relato, donde la emoción aparece retenida por el pudor del narrador, nadie es inocente, y los culpables, de una forma u otra, son también víctimas. El gris es el tono dominante, pero no el gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la cobardía, sino el gris en que se desenvuelve la condición humana: la ausencia de certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma, el peso rotundo de la duda. Fernando Clemot reseña: “ Con cierta frecuencia la literatura, como el arte, nos obsequia con joyas austeras, sin demasiados aditamentos, admirables más por el equilibrio de su conjunto que por la perfección de sus detalles. "Almas grises" es una trama argumental de primer orden, limpia como el nácar, un juguete que cautiva más por la brillantez de su desarrollo y estrategia que por la perfección de cada tramo de su imaginería. Late una fuerza reposada en esta novela, se percibe la mano de buen artesano de Claudel, su maestría en el gobierno, una calidad que podemos asociar con el estilo elegante y elevado de Zweig o Marái, a los que nos recuerda con su prosa en muchas páginas. Almas grises” es un relato en primera persona, de alguien que quiere contar lo que le “roe el corazón desde hace veinte años”. En la primera línea avisa de la dificultad: “No sé muy bien por dónde empezar. Es realmente difícil”. Así es, la narración en primera persona da un tono de autenticidad cuando se hace sincero, pero corre el peligro de perderse en la dificultad de mantener un hilo argumental equilibrado entre hechos recordados, asociaciones y reflexiones. Claudel lo logra con maestría, con una estructura muy bien trabajada en la que los hechos narrados van atrapando al lector, al tiempo que disfruta de una prosa concisa y elegante en su sobriedad. Hermosas comparaciones y metáforas nos describen escenarios y personajes como lo haría un pintor habilidoso. Hay un tono irónico en la narración que se manifiesta en la forma de ver los comportamientos: la maldad y la hipocresía social son criticados con un cierto tono de humor, si es que podemos hablar de humor en una obra de marcado dramatismo. Se critica el belicismo y la hipocresía de los homenajes a los héroes, a los que se les dedican himnos y monumentos. Los hechos se desarrollan en una pequeña localidad francesa que vive la Primera Guerra Mundial como una representación a la que asiste desde una posición cercana, y a la que llegan los sonidos de las explosiones y los camiones de jóvenes soldados heridos. El narrador, un policía retirado y solitario, trata de indagar sobre el asesinato de Belle de Jour, una hermosa niña, hija del tabernero, que aparece ahogada una fría mañana. El asesino puede ser cualquiera, empezando por el fiscal, hombre serio, metódico, frío e intocable, al que el poderoso juez Mierck ni siquiera entrevista (aunque enemigos, pertenecen a una misma categoría social, y verter sospechas sobre uno de sus miembros es hacerlo sobre el conjunto). Poco a poco va desfilando una galería de personajes secundarios muy bien dibujados, cada uno con sus miserias y sus almas grises torturadas por el mal. Se salvan algunas mujeres: la maestra Lysia, que llega para estar más cerca de su novio (está en el frente), y Clemence, la mujer del policía. Poco a poco, la luz que se va haciendo sobre “el caso”, nos acerca a otro drama, que tiene como protagonista al mismo narrador, y que durante tantos años le ha estado royendo el corazón.” Es extracto y compendio de otra reseñas que se relacionan: http://tertuliapedroprimero.espacioblog.com/post/2008/03/19/almas-grises-philippe-claudel-lectura-80-14-03-08 http://www.elmundo.es/elmundolibro/2005/02/07/narrativa_extranjera/1107802700.html http://www.paralelosur.com/revista/revista_critica_011.htm http://es.wikipedia.org/wiki/Philippe_Claudel http://www.lecturalia.com/libro/23636/almas-grises

viernes, 24 de abril de 2009

Michel Houellebecq: Las partículas elementales

"...Michel Thomas (1956), conocido como Michel Houellebecq, es un poeta, novelista y ensayista francés. Sus novelas Las partículas elementales y Plataforma se convirtieron en hitos de la nueva narrativa francesa de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Ambas le otorgaron cierta consideración literaria pero también dieron lugar al llamado «fenómeno Houellebecq», que provocó numerosos y apasionados debates en la prensa internacional. Aunque ya había publicado ensayos (por ejemplo, un libro sobre Lovecraft) y numerosos poemas, el reconocimiento le llegó con su primera novela, Extension du domaine de la lutte (Ampliación del campo de batalla, 1994), que basada en el boca a boca y sin apenas publicidad se convirtió en un superventas en Francia. Con Les particules élémentaires (Las partículas elementales, 1998) se afianzó como uno de los más importantes escritores de su país, ganando el premio Novembre y el Nacional de las Letras para jóvenes talentos. El éxito total le llegaría con la aclamada (y denostada a partes iguales) Plateforme (Plataforma, 2001), una polémica novela tras cuya publicación Houellebecq fue acusado de misoginia, pornografía y racismo (parte del transfondo de la novela tiene relación con el Islamismo radical). Aparte, la principal acusación fue la de haber trivializado el turismo sexual en Extremo Oriente y el Caribe. Tras una entrevista posterior en la que lanzó duras palabras contra el Islam, fue llevado a juicio, aunque ganó la causa. También ha cultivado la ciencia ficción con su novela La possibilité d´une île (La posibilidad de una isla, 2005), novela que sin embargo no ha tenido la repercusión de obras anteriores. Partículas elementales se inicia con un prólogo del autor en el que anuncia que va a contar la historia de Michel Djerzinski vivida en la segunda mitad del siglo XX, en unos años aciagos y turbulentos, signados por la pobreza, la soledad, la amargura, carentes de amor, de ternura y de fraternidad. El personaje es un biólogo, tan importante que se lo considera con méritos para el premio Nobel. La primera parte de la novela se llama Le royaume perdu (El reino perdido),que significa la pérdida del nuevo reino, la segunda Les moments étranges (Los momentos extraños), la tercera Illimité émotionnel (Emoción ilimitada) y termina con un epílogo, donde propone una nueva utopía para los hombres. La novela da una visión descarnada y conmovedora de la sociedad de fines del siglo XX. Está ambientada en París, tiene como referente la rebelión estudiantil de mayo del 68 y los cambios de orden ideológico, social y moral que produjo. Las conquistas y logros de esta rebelión- que se extendió por todo el mundo, sobre todo en materia de liberación sexual a partir del reconocimiento del cuerpo como soberano, y que estuvo acompañada por la minifalda, la desnudez total, la píldora anticonceptiva, la vida mixta en las ciudades universitarias, la droga, el licor y el rock, el amor libre y compartido - para Houellebecq han sido la causa de todos los males. Los individuos son una especie de partículas elementales sometidos a leyes superiores y a un destino doloroso. Bruno, profesor y uno de los protagonistas de la novela vive intensamente esta experiencia, como una salida al vacío de su existencia. Busca el placer desenfrenado, visita un camping en el que es objeto de burlas, frecuenta los cines pornos, las discotecas donde se cometen toda clase de excesos. El otro es Michel, su medio hermano, que acusa un decaimiento sexual y quien como biólogo propone la creación de un nuevo tipo humano ajeno a todo egoísmo. Solo la biología y la genética podrían proporcionar al hombre la felicidad y su plena realización. Ramos Muñoz reseña que las partículas elementales se sitúa en un tiempo indeterminado, en la Francia de hoy mismo y también de pasado mañana, para hacer un diagnóstico de las sociedades europeas de principios de siglo que más parece una autopsia. La tesis de Michel Houellebecq, que alcanza su conclusión lógica en el inesperado capítulo final, es que Fukuyama tenía razón: hemos alcanzado el fin de la historia, la civilización occidental está agotada y nada tiene que ofrecer salvo artículos de consumo, ni sus ciudadanos otra alternativa que suscribirse a canales televisivos de pago o peregrinar a las áreas comerciales para combatir el aburrimiento. Houellebecq, que es junto con Daniel Pennac la nueva estrella de las letras francesas, posee la rara capacidad de condensar en una novela los temores, esperanzas y frustraciones de la generación a la que pertenece con una eficacia que docenas de textos de sociología combinados no poseen y sin caer en efectismos fáciles. La peripecia de los dos hermanastros protagonistas apenas presenta estridencias, sus vidas se deslizan hacia el fracaso desde el mismo principio y ninguno de los dos, a pesar de las diferentes maneras de comportarse, evita que la soledad absoluta y la falta de objetivos sean sus últimos compañeros. Mientras van envejeciendo y adoptando distintos estilos de vida, estos miembros de la clase media-alta francesa nos permitirán asistir al abatimiento de los supuestamente privilegiados, su vacío, la crisis de las relaciones personales e incluso, al tiempo que se evidencia el ocaso del pensamiento burgués, mostrar la ridiculez de los sistemas que se le han planteado y plantean todavía como alternativa. “Las partículas elementales” fue el máximo fenómeno editorial francés de 1998, y la crítica se deshizo en elogios para este nuevo Aldous Huxley el de “Un mundo feliz” o para esta nueva versión de “La montaña mágica” de Thomas Mann, autores con los que fue comparado. La clave acaso hay que buscarla en uno de los poemas que Houellebecq publicó cuando aún no era nadie: «Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (...) Hablad de la muerte y del olvido (...) Sed abyectos: seréis verdaderos.» En “Las partículas elementales” toma forma definitiva el ataque frontal contra los protagonistas del 68, muchos de los cuales dominan hoy, desde todos los poderes político, económico, periodístico, el destino de Francia. Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.jornaldepoesia.jor.br/ag30houellebecq.htm http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Houellebecq http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0184.htm http://www.houellebecq.info/espanol.php3 http://www.elmundo.es/1999/10/27/cultura/27N0093.html http://www.librerianorma.com/producto/producto.aspx?p=we0Tcgat2yLojpV8N9TIr/ZOppJ6wr79

jueves, 23 de abril de 2009

Clarice Lispector : La hora de la estrella

"… Clarice Lispector (1920-1977) fue una escritora judía de origen ucraniano, considerada una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX. Clarice Lispector ha sido muchas veces comparada a sus contemporáneos Virginia Woolf y James Joyce por compartir el uso del flujo de conciencia, aunque Lispector no los hubiese leído todavía al publicarse sus primeras novelas, donde ya adoptaba la técnica. Clarice Lispector ha sido vinculada por algunos críticos y biógrafos a una literatura de fuerte carácter femenino y feminista, tratando siempre de temas intimistas y de profundo carácter psicológico. En el contexto de la nueva literatura brasileña, su obra se destaca por la exaltación de la vivencia interior y por el salto de lo psicológico a lo metafísico.. Parte del presupuesto de que toda obra es novela de educación existencial. De su vasta producción literaria, desde La ciudad sitiada (1949) hasta La bella y la bestia (1979), merecen recordarse los cuentos Lazos de familia (1960, traducidos al español por Cristina Peri Rossi en 1988), La legión extranjera (1964), y las novelas La imitación de la rosa (1973), Agua viva (1977), La hora de la estrella (1977) y Un soplo de vida (póstuma, 1978). La literatura de Clarice Lispector no tiene, nada que envidiarle a Joyce, ni a Virginia Wolf, y sí mucho que agradecerle a los filósofos existencialistas Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, y Albert Camus -estos últimos también escritores de ficción además de filósofos-. La novedad que la literatura de Clarice Lispector nos presenta es la de pintar a los personajes desde perspectivas inesperadas, desde su propio mundo, desde su más profunda psicología. A Clarice Lispector le interesa mostrar los padecimientos internos de sus personajes, sus dudas existenciales. Las novelas y los cuentos de Clarice Lispector hablan de Clarice Lispector, algo que va más allá de la obvia relación entre el escritor y lo escrito, porque además, en su caso, tal vez como en ningún otro, la escritora es la escritura, ya se trate de una historia de amor (Aprendizaje o el libro de los placeres), de la revelación a la que asiste una mujer cuando descubre una cucaracha muerta en la habitación de su criada (La pasión según G. H.) o de la dura vida de una mecanógrafa emigrada a Río desde el Nordeste que se alimenta de perritos calientes y refrescos y para la que tener futuro ya es un lujo, cosa de ricos. No es casual que esta nordestina, Maca, sea la protagonista de La hora de la estrella, una novela "escrita en estado de emergencia" y publicada en 1977, el mismo año de la muerte de Lispector. Como no es casual tampoco que la muchacha proceda de la misma región que la autora ni que de ella se diga que "no sabía que era lo que era, por eso no se sentía infeliz". ..... En cualquier caso, los libros de la escritora brasileña, con estar tan pegados a las vísceras humanas, más que hablar de algo, simplemente hablan. Aunque, eso sí, jamás renuncian a contar. De ahí tal vez esa apelación suya al estómago frente al cerebro, a la vida frente a la letra. "Estoy absolutamente cansado de la literatura; sólo la mudez me hace compañía. Si todavía escribo, es porque no tengo nada más que hacer en el mundo mientras espero la muerte". Esto se lee, de nuevo, en La hora de al estrellas a la que seguirá Un soplo de vida, publicado póstumamente. No deja de ser curioso que en estos dos libros finales se extreme la pregunta lanzada ya en Cerca del corazón salvaje, escrito con apenas veinte años: "¿Dónde está lo que quiero decir, dónde está lo que debo decir?" ..... La voz que habla en las novelas de Clarice Lispector es consciente, como los personajes de Samuel Beckett, de que no hay nada que decir y nada con qué decirlo, pero también de que existe una imperiosa necesidad de decir eso. "Hablar salva", se dice en "Tempestad de almas", un relato en el que también se avisa de que es preciso tener valor para abandonarse a la tormenta abismal del pensamiento porque nunca se sabe lo que puede venir a asustarnos.En el fondo, en las historias de Clarice Lispector, cargadas de preguntas, se busca una sola respuesta, la más vieja y la más escurridiza, la que declara el sentido de la existencia. La lengua verdadera crea y destruye, por eso en algún momento, con un pie en el estribo, Lispector escribe: "Quieran los dioses que nunca describa un lazareto, porque si no, me cubriría de lepra". Criada en una familia judía, la escritora conocía el valor que la cábala concede a las palabras. Un soplo de vida ­no hay casualidad en el título de este libro póstumo­ no es más que un largo comentario a este extremo: "En el acto de escribir alcanzo aquí y ahora el sueño más secreto, aquel que no recuerdo al despertar". De la conciencia de que cualquier sueño es siempre más completo que la realidad surgen unos libros que parecen escritos en el momento mismo de ser leídos, sin premeditación, a sangre y fuego, sin teorías y sin literatura." Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.letras.s5.com/lispector201102.htm http://www.letraslibres.com/index.php?art=12631 http://www.letras.s5.com/lispector040303.htm http://blogs.ya.com/lomejordeloslibros/200611.htm http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1945 http://es.wikipedia.org/wiki/Clarice_Lispector http://www.casamerica.es/es/casa-de-america-virtual/literatura/articulos-y-noticias/amor-y-violencia-en-la-narrativa-de-clarice-lispector http://www.papelenblanco.com/2008/10/21-felicidad-clandestina-de-clarice-lispector#more

Gerald Brenan: Al sur de Granada.

"... Gerald Brenan es una de las figuras más admirables de la cultura española de siglo XX. Títulos como el Laberinto español, Historia de la literatura española, San Juan de la Cruz, El rostro de España o Al Sur de Granada son libros imprescindibles hoy día para cualquier estudioso o simple interesado por la historia, la literatura y la antropología españolas. Hispanista britanico nacido en Sliema (Malta) en 1894, y fallecido en Alhaurin el grande, en 1987. Desde 1919 hasta 1936 residio largas temporadas en Andalucia. Al estallar la guerra civil española se encontraba en Churriana (Malaga), donde fue testigo directo de excepcion de los acontecimientos ocurridos en la provincia. El escritor vivio varios años entre 1920 y 1934 en el pueblo alpujarreño de Yegen, en busca de si mismo, arrebatado por la sencilla espontaneidad de las gentes, los ruidos, el trajin, las creencias y costumbres de tipo folklorico, todo lo anota minuciosamente y lo contrasta dando como resultado en 1951, su obra "al sur de granada". Un libro curioso en el cual admiramos tanto el primor con que estan descritos los tipos y sus maneras, estamos ante una valiosa monografia antropologica servida en un lenguaje transido de emociones. El hispanismo de Gerald Brenan refleja tan profundos conocimientos como intensa devoción a la España ancestral, exótica y eterna, atraída su personalidad aventurera y rebelde -él mismo se definía ideológicamente como anarquista- por toda la violencia y complejidad cultural del país que moldeó su vida. Gerald Brenan utiliza un lenguaje cercano y fácil de entender, donde emocionan las descripciones de un curioso impertinente en la penumbra de la España rural de los años veinte. Además, Brenan salpica todo de sus interpretaciones personales, originales y llamativas, haciendo que la lectura suponga incitante para los buscan simplemente disfrutar como para quienes pretenden iniciarse en el campo de la antropología. Pero, lejos de poder ser considera una pieza académica supone una nueva concepción en el modo de estudiar una comunidad rural. Brenan tambien fue seguidor de la causa republicana, en 1943 publico la obra titulada "el laberinto español" antecedentes sociales y politicos de la guerra civil. En 1950 publica "La Faz Actual de España", en la que se prolonga el analisis iniciado en la obra anterior. Tambien fue autor de "La Literatura del Pueblo Español", y posteriormente publico su "memoria personal 1920-1975" en la que recoge una serie de vivencias personales durante esos años.El destello poético, el genio crítico y la vivacidad intelectual y humana de este enamorado del Sur quedan patentes en la última de sus obras Thougts in a Dry Season, que recoge una serie de sentencias, aforismos y citas literarias sobre arte, filosofía y religión, literatura, sueños, personajes y lugares, que suponen en conjunto el testamento breniano.”La literatura española –nos dijo Brenan- sobresale sobre todo por su poesía, pero también ha producido dos muy buenas novelas y un gran novelista, por no hablar de un brillante escritor satírico, Quevedo. La Celestina (...), Don Quijote (...) y Pérez Galdós (...)”. “Vine a Andalucía como se va a una Universidad –contaba Brenan-, pero sin clases ni profesores ni más compañeros que mis propios libros. Por supuesto no podía imaginarme que terminaría quedándome aquí para casi toda mi vida”. Brenan descendiente de una aristocrática familia inglesa es como la reencarnación de la bohemia de principios del siglo XX. Gerald asume una España peculiar, la vive se adentra en ella. Se marcha y vuelve de su raíz a su enamoramiento del Sur. Quizá entre todas, su novela trepidante, intensa, que es su vida, sea su mejor novela. En ella una parte importante es España. En 1985, les fueron a ver en su casa de la Cañada de las Palomas, con motivo de un homenaje en su 91 cumpleaños, tras preguntarle si quería escribir unas palabras, contestó con voz débil: “sí, quisiera escribir otra vez sobre España”. Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

miércoles, 22 de abril de 2009

Antonio Tabucchi: Sostiene Pereira

"... Publicada por primera vez en 1994, "Sostiene Pereira" (cuya traducción nada tiene que ver con el título original italiano, "Una testimonianza"), es la más conocida novela del escritor italiano Antonio Tabucchi. Con un estilo literario sencillo y muy efectivo narra en tercera persona la historia de Pereira, un peridista de la redacción de un periódico de derechas (el "Lisboa") en el contexto de la dictadura portuguesa de Salazar. La historia de Pereira es la de un profesional del periodismo viudo desde hace muchos años que tras conocer a un enigmático joven y tras una serie de experiencias se replantea en los últimos años de su vida su visión de la vida y decide asumir un compromiso ético con la sociedad de su momento a través de su trabajo como redactor. En la novela se entremezclan temas como la concienciación política, el antisemitismo, la represión fascista, la guerra civil española, el desprecio del fascismo por la cultura o la noble actitud de la juventud antifascista y de algunos reputados escritores (Bernanos, Mauriac). Pero Tabucchi no pretende hacer de Pereira un héroe, sino contar la vida de un personaje profundamente humano que vive conflictivamente el presente, pero sobre todo el pasado y el futuro. Antonio Tabucchi pasa por ser uno de los literatos europeos más importantes de la actualidad, gran conocedor de Portugal y de sus figuras culturas más representativas hincó el diente a una historia universal, la del compromiso del hombre con su historia, la lealtad a la verdad que pese a que se empañe de nobles ideales siempre es breve en su definición. Así, nos descubre un poco a todos nosotros en un personaje enternecedor y tan eterno como la Lisboa que ama, Pereira, un maduro periodista de los de antes que ameniza su vida con reflexiones kafkiana sobre la muerte, ante la cual según él hay que estar preparado redactando con anterioridad la necrológica, mientras la vida le enseña caminos que él nunca hubiera imaginado debería cruzar. El encargo del director de su periódico de realizar una sección cultural para el periódico para el que trabaja le pondrá en comunicación con un joven colaborar e idealista de origen italiano y con la novia de este que descubren a Pereira la verdadera situación política del Portugal salazarista de finales de los treinta, un gobierno demasiado alentador del fascismo y de la censura. El conflicto entre la bostezante Lisboa del barrio antiguo y el decisivo momento histórico de irrefrenable enfrentamiento polarizado entre dos formas de hacer política irreconciliables que van a librar una guerra en Europa, pero más cercanamente también en su país, se formulará en una crisis de identidad en el propio Pereira, que obligado a elegir entre la honestidad y la seguridad que le proporcionan los límites exactos de su monótona vida, tomará partido por ser leal a sí mismo iniciando una transformación personal de la que resultará un ser comprometido política y humanamente con la verdad.Tabucchi con un lenguaje directo, en que por momentos parece que Pereira habla más allá de las páginas de su autor, hacia nosotros el lector, dibuja con nostalgia la Lisboa decadente en las formas tradicionales pero humanas de un periodista maduro e incrédulo, decididamente introductor de reflexiones vivas sobre la nobleza natural del hombre para con la humanidad. Humanista convencido Tabucchi transforma a Pereira desde el letargo de los días de obesidad y calor de un ser vacío de esperanza que entre achaque y achaque espera ya tan sólo la muerte, a los del compromiso vital ineludible con la verdad de las calles llenas de policía, de confidentes del gobierno, de noticias censuradas y reos políticos. De la monotonía al compromiso, el viaje interior de Pereira es un desvelamiento de la historia nunca escrita de los verdaderos protagonistas de una época oscura para la Europa ahora unida a emplazamientos de cooperación más generales.Javier Ágreda refiere: " En 1994 el escritor italiano Antonio Tabucchi (Vecchiano, 1943) publicó la novela Sostiene Pereira (Anagrama, 1998), reconocida como una de las grandes obras literarias de nuestro tiempo. La crítica ha destacado en este relato(ambientado en 1938, en el Portugal de la tiranía salazarista) la reflexión sobre la libertad y las dictaduras, el logrado y carismático protagonista –un viejo periodista obsesionado con la muerte– y aspectos técnicos como "la eficacia del estilo, la perfecta arquitectura y esencial economía de la exposición"(Mario Vargas Llosa). El libro obtuvo varios premios, se convirtió en éxito mundial y tuvo una ajustada versión fílmica (Roberto Faenza, 1996) protagonizada por un entrañable Marcello Mastroianni poco antes de su muerte.Mucho se ha escrito sobre esta novela y no siempre con acierto, lo que ha llevado al propio autor a revelar algunos de sus secretos: que la historia está basada en un caso real, el de un periodista portugués cuyo apellido cambió por el del personaje de What about Pereira?, una obra teatral de T.S. Eliot, y que una "preocupación fundamental" que lo llevó a escribir Sostiene Pereira es la relación "entre política y literatura... saber si la literatura puede ser útil desde un punto de vista ético y moral". Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan: http://www.scribd.com/doc/11125090/Sostiene-Pereira-Por-Antonio-Tabucchi http://agreda.blogspot.com/2007/05/sostiene-pereira.html http://www.dooyoo.es/libros/sostiene-pereira-antonio-tabucchi/410603/ http://www.dooyoo.es/libros/sostiene-pereira-antonio-tabucchi/378670/ http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Tabucchi

martes, 21 de abril de 2009

Jack Kerouac: En el camino (la generación beat)

"... En el camino (On the Road) es una novela escrita por Jack Kerouac en 1951 y publicada por primera vez en 1957 en la editorial estadounidense Viking Press. En el camino es una novela de corte autobiográfico escrita con la técnica del monólogo interior y que cuenta los viajes que Kerouac y sus amigos hicieron por los Estados Unidos y México entre 1947 y 1950. Está considerada como la obra definitiva de la generación beat y recibe su inspiración del jazz, la poesía y las drogas.
María José Rubín refiere que la mítica ruta 66 debe mucho a este libro, que en buena medida contribuyó a acrecentar las leyendas relacionadas con ella. Hasta nuestros días, la popularidad de la obra y la aceptación de la crítica la han convertido en uno de los libros más importantes del siglo XX, y fue considerada por la revista Time como una de las mejores novelas del idioma inglés publicada desde la fundación de la revista. El viaje comienza cuando uno de los amigos del grupo, el siempre emprendedor y aventurero Moriarty, decide lanzarse a la carretera, llevando con él a su fiel conjunto de seguidores que lo admiraban profundamente. Con esta novela Kerouac fue calificado como el nuevo Charlie Parker y su estilo fue denominado como prosa espontánea y comparado con el Be Bop debido a su ritmo frenético e improvisado. En el camino fue escrita en sólo tres semanas, mientras Kerouac vivía con su segunda esposa Jane Haverty en un apartamento en el número 454 de la calle 20 oeste de Manhattan y fue mecanografiada sin márgenes ni párrafos diferenciados en un largo rollo de papel al que Kerouac llamaba simplemente el rollo. Contrariamente a la leyenda. Kerouac no utilizó más drogas que el café para escribir la novela.
La Generacion beat surgió en los Estados Unidos tras la ll Guerra Mundial como un movimiento no articulado en torno a un manifiesto y permaneció subterránea hasta 1956-57, coincidiendo con la aparición de "En el camino". Es en este momento, en que los jóvenes no tienen que preocuparse por sobrevivir por primera vez en la historia, cuando afloran las necesidades espirituales como una urgencia nueva y vital a la que la generación anterior no supo dar respuesta. A partir de entonces miles de jóvenes se vieron identificados con el espíritu del libro, manifestandose un sentir que habia permanecido reprimido o marginado durante muchos años. Nuevos artistas -músicos, poetas, cineastas- se vieron arrastrados por la libertad en las formas y la abierta ruptura con los convencionalismos heredados de la generación anterior que proponían los beats y que culminó con la explosión del hippismo como perversión del movimiento beat. Nadie permanece indiferente a los textos de Kerouac. Despues de 50 años de la aparición de "En el Camino" el espíritu del libro está presente, aunque de manera no reconocida en muchos casos, en las generaciones posteriores a los beatniks en todo el mundo. Escapar y buscar sea a través de los viajes, alcohol, drogas, jazz , sexo o budismo, buscar más alla de lo material, encontrarse o huir de uno -es lo mismo- y vivir improvisadamente se convirtieron en las señas de una generación de artistas cuyo mayor legado es la forma de vida al margen de lo establecido que nos mostraron. Luis Pousa reseña que incluso lo irreverente acaba por convertirse en objeto de culto. Así ha sucedido con En el camino , la novela de Jack Kerouac que en 1957 irrumpió como un vendaval en el paisaje literario norteamericano y que, transcurrido medio siglo, se ha transformado en un clásico de las letras yanquis. Aunque la leyenda asegura que Kerouac, inflado de café y benzedrina, había escrito la novela en tres desquiciadas semanas de abril de 1951, los gurús académicos matizan que el libro ya rondaba la cabeza y los cuadernos de notas del escritor desde que, acompañado por Neal Cassady, empezó sus viajes por Estados Unidos y México en 1948. Pero solo tras sucesivas correcciones y enmiendas -sugeridas o sutilmente impuestas por amigos, editores e incluso abogados- la obra vio la luz, en septiembre de 1957. Medio siglo después, Kerouac vuelve a la carretera con la edición en Estados Unidos del manuscrito original, inédito hasta la fecha. Pese a las pegas de la familia del autor, que se mostraba reacia a publicar el texto íntegro por entender que exhibía una imagen todavía más cruda de las andanzas de Jack Kerouac y sus compinches beat , el sello Viking ha logrado finalmente poner en el mercado anglosajón lo que ha titulado como On the road. The original scroll ( En el camino. El rollo original ), en referencia a ese legendario rollo en el que el autor había mecanografiado su narración. Un manuscrito, por cierto, al que un perro arrancó a dentelladas sus últimas páginas, que aquí se añaden como apéndice según un borrador de 1951. Para publicar En el camino en 1957, Kerouac tuvo que podar el texto primitivo al gusto de la época. Los dos principales protagonistas del volumen, Jack Kerouac y Neal Cassady, se camuflaron bajo los nombres de Sal Paradise y Dean Moriarty. Allen Ginsberg se convirtió en Carlo Marx, nada menos. Y así se disfrazó, con apellidos postizos, a toda la banda de la generación beat . Además, el autor tuvo que eliminar varias escenas en las que el sexo cobraba un aspecto demasiado explícito para la América de los años cincuenta, todavía algo suspicaz ante la contundente receta de jazz, drogas, poesía, alcohol, viajes y sexo que había acuñado la contracultura. En las mesas de los editores se quedaron, por ejemplo, pasajes con minuciosos detalles sobre relaciones homosexuales y un escabroso episodio protagonizado por un mono sodomita en un prostíbulo de Los Ángeles.Otro cambio significativo que experimentó la obra fue la introducción de signos de puntuación (el autor se quejaba de que le forzaban a sembrar de comas innecesarias sus párrafos). La novela, tal y como había salido de la baqueteada Underwood de Kerouac, consistía en un único párrafo de unas 125.000 palabras posadas sobre un larguísimo rollo de papel que, abierto sobre el suelo, imitaba el camino del título.Ese mismo rollo de 300 páginas sin puntos y aparte se extiende ahora ante el lector en forma de libro. Los protagonistas se llaman por sus auténticos nombres y el sexo ha sobrevivido a las tijeras del editor...." Esta recensión es extracto y compendio de otra reseñas que se relacionan: http://www.lavozdegalicia.com/cultura/2008/05/03/0003_6785453.htm http://sobreturismo.es/2009/04/12/en-el-camino-de-jack-kerouac/ http://es.wikipedia.org/wiki/Jack_Kerouac http://jackkerouac.webcindario.com/biografia.html http://www.letralia.com/transletralia/kerouac/index.htm

lunes, 20 de abril de 2009

John Banville: Imposturas (la prosa del sfumato)

"...En Imposturas, el irlandes Banville (1945) narra la historia del filósofo y académico belga Alex Vander, reconocido en todo el mundo y quien después de la Segunda Guerra Mundial, se refugia en Estados Unidos (Arcadia es el nombre que da a ese país) donde se reinventa, renace, aunque siempre con el miedo a ser descubierto. Alex Vander recibe una carta de una desconocida que dice saber quién es él. Y Alex Vander comienza a temblar. Porque él no es quien dice ser, y ha pasado toda su vida en el temor y el temblor del descubrimiento, en la impostura. Se encuentran, y él, que no es él, descubre que ella tampoco es ella, que no es la vieja y vengativa académica que había imaginado, sino una joven, Cass Cleave, ferviente lectora de sus libros. Ambos comienzan una peculiar relación: Vander, apresado por la impostura; Cass, en la trampa de la enfermedad mental, del insoportable amor por su padre.''Toda mi vida he mentido. Mentí para escapar, mentí para ser amado, mentí por conseguir una posición y poder; mentí para mentir. Era una manera de vivir; por algo riman vivir y mentir. Y ahora mis primeros ejercicios en ese arte, mis falsedades de aprendiz, se vuelven contra mí para destruirme'', expresa Vander en las primeras páginas de la novela, con lo que comienza la justificación de su vida y da razones de su miedo. " El pensamiento es una puesta en escena. Esta idea, que Nietzsche aprendió de Hamlet, anima, reseña Nicolas Cabral buena parte de la obra narrativa de John Banville (Wexford, Irlanda, 1945). Sus personajes —lo sabemos por esta mise en abyme que ofrece La carta de Newton (1982)— son "[anti]héroes encumbrados y fríos que renunciaron al mundo y a la felicidad humana en pos del juego grande del intelecto". La descripción se ajusta a los protagonistas de las dos últimas novelas del irlandés, Eclipse (2000) e Imposturas (2005). Alexander Cleave y Axel Vander, actor y escritor —o sea: farsantes—, son, cada uno en su campo, célebres, pero una grieta en sus biografías les impide alcanzar la plenitud. Fingen, con elocuencia, saber quiénes son, pero sus discursos diluyen, con eficacia abrumadora, la nitidez de sus rostros. Los une, además del conflicto con su identidad, una mujer perturbada, Cass Cleave, hija del primero, amante del segundo. Ambos actúan, intentan representar a "ese otro que uno es". (En ningún modo es casual que Cleave se defina físicamente como un "Hamlet ideal": lo suyo es un drama de la conciencia.) Aunque participan del juego del intelecto, no son individuos indolentes. Todo lo contrario: en su caída, dibujan para nosotros un perturbador paisaje emocional". "Gran conocedor de la historia de la pintura, Banville, dice Cabral, construye sus personajes a través de una técnica heredada de Leonardo, el sfumato. Como es sabido, este recurso pictórico vuelve difusos los contornos de una figura, envolviéndola en una suerte de neblina. Mientras más hablan de sí mismos, más indefinidos resultan los perfiles de los antihéroes banvilleanos. El sfumato otorga a la imagen una apariencia dinámica, vibrante: Cleave y Vander son difíciles de aprehender porque todo el tiempo manifiestan los movimientos de una conciencia que se abisma sin abandonar, jamás, la ironía". Aunque la crítica ha insistido en la influencia de Beckett y Nabokov —podrían agregarse Bellow y Philip Roth— en la escritura banvilleana, poco se ha señalado el ascendente shakespeareano del perfil y el tono discursivo de sus personajes. Rodrigo Fresan nos cuenta que el magistral Banville -y sus formidables novelas que combinan lo mejor de Nabokov y Beckett con destellos criminales y en las que, casi siempre, un narrador poco confiable confiesa la culpa de un secreto o el secreto de una culpa perdiéndose y encontrándose por los pasillos de la memoria- no es un autor cómodo o complaciente. Así, hasta el éxito de El mar (Anagrama) -para muchos su libro más "sencillo"- el autor de El libro de las pruebas (1989), El intocable (1997), Eclipse (2000) e Imposturas (2002), entre otras, fue eso que, para bien o para mal, se conoce bajo el noble estigma de "escritor de escritores". Dueño de una voz íntima y virtuosa, el irlandés John Banville comunicó su estilo a géneros muy transitados, como el policial y la novela de detectives. Si se pudiera medir la potencia de la literatura como una carrera de caballos, el irlandés John Banville (Wexford, 1945) sería el nombre mayor de la novela en inglés. Es el editor literario del diario Irish Times y es colaborador habitual del The New York Review of Books. En 2005 ganó el Man Booker Prize por su novela The Sea. Banville es conocido por el estilo preciso (algunos dirían incluso frío) de su prosa. Su ingenio y su humor negro muestran la influencia de Nabokov. Su primera incursión en el género de novela negra, El secreto de Christine, ha sido publicada tras el seudónimo de Benjamin Black..." Vilas Matas se ha erigido en España es su valedor y ha publicado en Anagrama una novela que tiene el mismo título pero en singular.
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

viernes, 17 de abril de 2009

Emily Elizabeth Dickinson: Poemas

Tan lejos de la piedad, como la queja
tan frío a la palabra -como la piedra
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso
tan lejos del tiempo -como la historia
tan cerca de uno mismo -hoy -
como niños, a las bufandas del arco iris
a la puesta de sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro
¡cuán mudo yace el danzarín
-cuando las revelaciones del color se rompen -
y resplandecen -las mariposas! Versión de Silvina Ocampo
"...Emily Elizabeth Dickinson (1830 -1886) fue una poeta estadounidense, cuya poesía apasionada, ha colocado a su autora en el reducido panteón de poetas fundacionales norteamericanos que hoy comparte con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman. La biografía de Emily Dickinson, reseña Lauren Mendinueta, está llena de rarezas y silencios. Sobre ella escribió Jorge Luis Borges: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y más solitaria que la de esta mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo. En su recluida aldea de Amhers buscó la reclusión de su casa y, en su casa, la reclusión del color blanco y la de no dejarse ver por los pocos amigos que recibía.” En esos años de encierro voluntario, elección que tomó muy joven, Emily construyó una de las obras más sólidas de la literatura universal. Fue inteligente, rebelde y culta, así nos la enseña su escritura. En vida sólo publicó seis poemas. Casi todos aparecieron en periódicos locales por iniciativa de su cuñada y en contra de su voluntad. Tras su muerte fueron descubiertos 1775 poesías, la mayoría escritas entre 1858 y 1865. Cuatro años después de su muerte, en 1890, fue publicado un primer volumen con parte de su obra. Hoy en día son innumerables las publicaciones de sus obras completas en cientos de idiomas. Además se conoce una copiosa e interesante correspondencia con Emerson, Samuel Bowles y otros intelectuales norteamericanos de su tiempo. A mí, nos cuenta Mendinueta, particularmente me emocionan las cartas que intercambió con sus primas, las hermanas Norcross, pues en estas la vida cotidiana se convierte en la más pura de las poesías:Abro mi ventana, y la habitación se llena de suciedad blanca. Creo que Dios debe estar limpiando el polvo; y sopla el viento, así que espero leer en The Republican “Señales de alerta para Amhers”o “ Ninguún barco ha zarpado de Phoenix Row” …la vida es tan rotatoria que el desierto le toca a cada uno alguna vez. (carta dirigida a Louis y Frances Norcross en marzo de 1873).La historia de Emily es la de una gota que pugna con el mar. En su caso esa batalla no se libró para sobresalir, por el contrario, ella buscaba desaparecer bajo las aguas. En un poema escribió: ¡Qué horrible —ser— alguien!/ Qué impudicia. Según su biógrafo, George Frisbie, “Los poemas de Emily Dickinson, el producto último y, desde un punto de vista artístico, más perfecto del renacimiento de Nueva Inglaterra, han alcanzado serenamente el rango de clásicos de la literatura norteamericana.” Y un apoco más adelante en el mismo párrafo de su libro afirma “Su obra, ha ganado un creciente número de lectores que comprendieron la alta integridad de su artesanía poética y a quienes no se les ocurriría excluirla de las letras norteamericanas, como no podrían hacerlo con Poe, Emerson o Whitman.”Más recientemente Harold Bloom la ha incluido en su canon de occidente como la única mujer poeta merecedora de tal privilegio.La mayoría de los poemas de Dickinson están escritos en unas pocas combinaciones de versos yámbicos de tres o cuatro pies, en breves estrofas. Varió los efectos de la rima empleando también rimas asonantes , un recurso muy utilizado por los poetas del siglo siguiente. Su lenguaje es sencillo, pero su sintaxis compleja dibuja una rica variedad de connotaciones a partir de palabras corrientes. Sus imágenes y metáforas derivan de una profunda observación de la naturaleza y de una imaginación a menudo tan juguetona en su pensamiento e ingeniosa en la expresión como la de los poetas Metafísicos ingleses del siglo XVII. Las primeras ediciones eliminaron su uso característico de guiones que expresaban el ritmo y fuerza de su pensamiento. La combinación de temas universales expresados con un intenso sentimiento personal y su utilización de formas del verso familiares confieren a su poesía lírica una franqueza mística comparable a la que encontramos en la obra del poeta inglés William Blake. Leopoldo de Quevedo y Monroy nos dice que si alguna influencia tienen sus versos en las obras que leyó, se podrían mencionar un himnario religioso de la biblioteca de su padre, la Biblia, a Shakespeare de quien leyó su obra completa, a Keats, su poeta preferido, a Tennyson, Browning y George Sand. Algunos la encuentran comparable con la fuerza del inglés Blake. Su obra extensa y profunda, musical, regida por estudiado rigor y con lenguaje al alcance de cualquier pájaro en la palma de la mano, no ha sido valorada del todo hoy en día. Heredó la medida de los pies griegos y latinos, imprimió un tono musical que en el siglo siguiente los poetas seguirían, pero hay una sencillez, una irregularidad y un misterio que guardan los cuartetos, que jamás nadie podría intentar imitar. Es su sello, el espíritu volátil de mujer y la sensibilidad del agua que recibía del rocío de la mañana, lo que se transparenta en cada uno de sus versos. Si intentáramos hallar un tema relevante en su obra, tal vez nos podríamos equivocar porque su ser hecho de inmortalidad sólo contenía un libro: la Naturaleza y su corazón. Carmen Cristina Wolf reseña que no escribía para deslumbrar a nadie, ponerse de moda ni obtener algún premio. No se exhibió en los salones. Se guardaba en casa, viviendo, no aparentando que vivía. Escribiendo, no aparentando escribir. Fue su elección, tan válida como cualquier otra, o tal vez fueron las circunstancias que la llevaron a una existencia casi solitaria. No obstante, su soledad no la esconde, la revela en una manera propia de transformar su mundo en belleza. Hoy entro en el jardín de Emily Dickinson, sembrado de violetas y tréboles, bordeado de “juncos de azul flexible”. Imagino que ella se asoma a la puerta y mira a lo lejos “un aire alterado en las colinas”. Siempre está en la cabecera de mi cama la selección y traducción de Silvina Ocampo, con prefacio de Jorge Luis Borges quien escribe: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y más solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo … Publicar no era, para ella, parte esencial del destino de un escritor; después de su muerte, que acaeció en 1886, encontraron en sus cajones más de mil piezas manuscritas … No es cotidiano el hecho de un poeta traducido por otro poeta …la cadencia , la entonación, la pudorosa complejidad de Emily Dickinson aguardan al lector de estas páginas, en una suerte de venturosa transmigración. ” En la poesía de Emily Dickinson se percibe una existencia alimentada por el anhelo, aquello que aún no se ha cumplido. Nada más interesa al cuerpo, las cosas se desdibujan, pierden sus dimensiónes de realidad y se regresa al bosquejo, a aquello en el anhelo bosquejado. En los versos de E. Dickinson, la sed no se lee. no se piensa, se muere uno de sed. La angustia no es un concepto, no es de papel, de cuento, se muere uno de angustia. El desasosiego somete, muerde, desespera, ya no se quiere nada, no se sabe nada, no existe nada que interese al cuerpo. Cuando E. D. dice “angustia” no narra, no explica, es la propia angustia. Uno no puede permanecer impasible, nos dice Wolf, cuando lee un poema escrito por ella, no deja de sentir un estremecimiento.. ." Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

jueves, 16 de abril de 2009

Robert Louis Stevenson: El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

"...El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es una novela escrita por Robert Louis Stevenson, publicada por primera vez en inglés en 1886, cuyo título original es The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde. Trata acerca de un abogado, Gabriel John Utterson, que investiga la extraña relación entre su viejo amigo, el Dr. Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde. Es la obra maestra de Stevenson y de la novela victoriana, representa algo más que el conocido tema del doble. En el conflicto del Dr. Jekyll y su atracción por el mal, yace la dualidad moral de su propia naturaleza. La transformación del Dr. Jekyll, nos dice con lucidez Vladimir Nabokov, "más que una metamorfosis total, supone una concentración del mal preexistente en él. Jekyll no es el bien en estado puro, como tampoco Hyde es el mal absoluto". El libro es conocido por ser una representación vívida de la psicopatología correspondiente a un desdoblamiento de personalidad y es muy posible que se escribiera bajo la influencia de la droga psicodélica LSD: en aquellos momentos, Stevenson se sentía muy mal y recibía un tratamiento con cornezuelo del centeno (hongo del que se extrae el LSD) en un hospital local. Una de las interpretaciones de libro es la lucha entre las diversas tendencias de la conciencia, y el origen puede hallarse en las experiencias accidentales con dicha droga, que le producían al autor pérdidas del control de sí mismo.
Luis Martínez González reseña que esta breve novela –apenas 126 páginas- es una incursión en los abismos insondables del Hombre. Stevenson realiza una profunda reflexión sobre la teoría de que todo ser humano lleva en sí una parte de maldad, la cual puede aflorar en cualquier momento, si se dan las condiciones oportunas, y convertirlo en el mismísimo Mal personificado. Formalmente, Stevenson, curtido en la novela de aventuras, sabe llevar el tempo de la narración de modo magistral, dosificándonos la historia de tal manera que no decaiga nuestra atención y manteniendo el suspense en todo momento. Tanto los pasajes descriptivos como los dialogados, tienen el ritmo adecuado para mantener nuestro interés, sin ocultarnos datos relevantes pero, también, excluyendo lo accesorio. Y el recurso final a la carta aclaratoria –a modo de testamento vital- de Jekyll nos dice Martínez González, es magistral.
Esta novela se ha convertido en una pieza central del concepto de la cultura occidental del conflicto interior del ser humano entre el bien y el mal. La división interior de Jekyll ha sido vista por algunos críticos como análoga a cismas que existen en la sociedad británica. Las divisiones incluyen las divisiones sociales de la clase, las divisiones políticas entre Irlanda e Inglaterra, y las divisiones entre fuerzas religiosas y seculares.Es señalable, por otra parte, que casi nunca se ha destacado el parentesco entre el asunto central del relato y las posteriores doctrinas freudianas. La asociación, para el conocedor del psicoanálisis, es casi inevitable. Así, deslumbra que la narración de Stevenson, en el plano de la ficción, se haya anticipado, a grandes rasgos, a la topología del psiquismo, que Freud describiera dos décadas después. Pero no es ésta la única razón para leer y analizar la novela, también impresionan en gran medida, las descripciones de Londres, de su atmósfera sobrecargada. La confusión casi laberíntica por las callejas en que se esfuma Mr. Hyde cuando -a hurtadillas- penetra por la misteriosa puerta de la casona. En tal panorama se difuminan los contornos de los objetos habituales cuando la niebla se arrastra por los tenebrosos callejones y solamente las hieráticas farolas de gas ofrecen su pálida y macilenta luz.
Daniel Geniz Mas nos dice que para entender algunos aspectos de la novela, como la dualidad del protagonista, algunos críticos han hecho notar la influencia que sin duda tuvo sobre Stevenson su Edimburgo natal. La ciudad escocesa, aquellos primeros años del siglo XIX, era en realidad dos ciudades en una: por un lado había la Edimburgo de la New Town, la de los barrios respetables, religiosos y bienpensantes, y por otro había la Edimburgo de la bohemia, los burdeles y la delincuencia. El contraste de una respecto a la otra fue lo que, en opinión de algunos críticos literarios, despertó en Stevenson la fascinación por el tema de la dualidad de la naturaleza humana y le dispensó los materiales con los cuales construir la historia de Jekyll y Hyde. De todas formas, parece que la idea de Stevenson no era del todo original. Los estudiosos se han encargado de buscar -y encontrar- todo tipo de precursores a la historia del Dr. Jekyll, desde el cuento de E.T.A. Hoffman El elixir del diablo (1816) hasta El caballero doble (1840) de Theophile Gautier, pasando por Las memorias privadas de un condenado (1824) de Thomas Jefferson o el William Wilson (1839) de Edgar Allan Poe. El Dr. Jekyll -que suena casi como “je kill”, es decir, “yo asesino” mitad en francés mitad en inglés- sería la cara del hombre y Mr. Hyde -en inglés el verbo “to hide” significa “ocultar”- sería la bestia que se esconde detrás. "Todos los hombres del mundo son una mezcla del bien y del mal, y Edward Hyde, solo, entre los hombres del mundo, era el puro mal", leemos en el libro. Escindido en dos mitades, resultaba que una, la original, era el Dr. Jekyll, donde habitaba, como en todos los hombres del mundo, el bien y el mal; la otra mitad, llamada Mr. Hyde, era, en cambio, pura maldad. Y ante los remordimientos y la infelicidad de la mitad original, observamos como la mitad mala y homicida, aquella que actúa según su voluntad sin escuchar a razones o convenciones, es plenamente –terriblemente- feliz. En el fondo, vendría a decirnos, todos deseamos liberar a nuestro Edward Hyde. Y la llave de las cadenas que sujetan al monstruo es un brebaje, una poción mágica que el Dr. Jekyll ha inventado en su laboratorio. Después de bebérsela nos dice: "Mi demonio, que había estado encerrado durante un tiempo, salió rugiendo". Podemos ver en este elixir una referencia a la importancia que tenían las drogas en aquella generación romántica inglesa: su consumo era usado como estimulante del sueño, de visiones terroríficas, y estaba en perfecta sintonía con una tendencia que reflejaba el ambiente de una época fascinada por la exploración del subconsciente a través del sueño.
Martín Cid nos cuenta que Robert Louis Stevenson será recordado como el gran creador de los inmortales personajes de «La Isla del Tesoro» (1883) y «El Extraño Caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde» (1893), pero ha sido el autor, además, de novelas tan importantes como «La flecha negra» (1888), «El señor de Ballantrae» (1889) o «Catriona» (1893), así como autor de poemas y narraciones breves .Desde este punto de vista, eminentemente historicista, Stevenson representa al narrador clásico, ya bordeando el siglo XX. Stevenson es el heredero de la gran tradición del XIX y uno de los precursores de la nueva narrativa que surgiría en el siglo posterior... "
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miércoles, 15 de abril de 2009

Pablo Neruda: Confieso que he vivido

"...Confieso que he vivido es el título de un libro bajo el que se recogen las memorias del poeta, escritor, senador y diplomático chileno Pablo Neruda (1904 - 1973). El libro se editó póstumamente, recogiendo las impresiones del poeta casi hasta el mismo momento de su muerte.En el libro, Neruda hace un recorrido por su trayectoria vital utilizando una prosa salpicada de imágenes poéticas que impactan por su profunda capacidad evocadora; los bosques de Chile, los fumaderos de opio en Tailandia, la Birmania dominada por los ingleses, sus experiencias sexuales con todo tipo de mujeres en todo tipo de situaciones, las conversaciones entre el poeta y Ernesto Che Guevara, sus viajes a México o a la URSS, su consulado en España durante la Segunda República Española y su ardua labor tras el estallido de la Guerra Civil española para salvar de la cárcel y de la muerte a represaliados políticos españoles embarcándolos en el Winnipeg rumbo al exilio en Chile... Estos y otros sucesos se recrean con nitidez en la mente del lector gracias a la maestría del Premio Nobel de Literatura, que crea una atmósfera poética y sentimental que consigue despertar el interés del lector.La obra, que Neruda escribió a lo largo de varios años, termina estrepitosamente con la muerte del vate el 23 de septiembre de 1973, apenas doce días después del violento golpe de estado que acabó con la vida y con el gobierno legítimo de Salvador Allende. A este respecto, conmueve observar la lucidez de Neruda, que pocos días antes de morir termina sus memorias condenando el sangriento golpe militar y recordando con dolor la figura de su amigo Salvador Allende.Este libro es, en definitiva, el valioso testimonio de un hombre que vivió el siglo XX con intensidad, que se codeó con los personajes más influyentes de su época y que fue testigo privilegiado de la historia, historia que supo relatar con criterio y clarividencia. Antonio Lucas reseña que Confieso que he vivido es el inventario propio y esencial erigido por encima de la anécdota, elevando hasta la esencia el apunte urgente donde late una mirada para el siglo, instigadora y misteriosa, una existencia prevista al calor de la escritura. Estas páginas encierran 70 años de una vida que ha cruzado con asombrosa aventura casi todo el siglo, es su crónica lírica, política y cosmopolita. Quizá no encontremos en estas memorias todas las claves de la poética nerudiana, porque ésta se levanta «frente a una noche nueva» cada vez. En alguna ocasión ha escrito Octavio Paz que la biografía de un poeta son sus poemas. Pero cuando uno fondea en la obra de Neruda aquélla se queda corta, estrecha, lacia. Hay algo que palpita más allá de su poesía, más cerca de nosotros, si cabe. Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así precisamente es la vida. La intermitencia del sueño nos permite sostener los días de trabajo. Muchos de mis recuerdos se han desdibujado al evocarlos, han devenido en polvo como un cristal irremediablemente herido". Las memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez menos, pero fotografió mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Éste nos entrega una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época. "Tal vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros". De cuanto he dejado escrito en estas páginas se desprenderán siempre -como en las arboledas de otoño y como en el tiempo de las viñas- las hojas amarillas que van a morir y las uvas que revivirán en el vino sagrado. "Mi vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta". Publicadas en 1974, estas memorias del poeta chileno Pablo Neruda se dividen en doce cuadernos, cada uno de los cuales se refiere a importantes momentos de la vida del poeta. Toman la forma de un diario que, partiendo de las peregrinaciones de Neruda por todos los rincones de la tierra, describe su evolución poética y política. La obra trasciende las fronteras del memorialismo tradicional para constituir un gran fresco de la época contemporánea. Aparecen, en el libro, los temas más queridos por el poeta: su país, su pueblo, la lucha por el socialismo, su vocación de intelectual acorde con la clase por la que lucha. Tienen enorme interés los numerosísimos retratos de poetas, literatos y artistas que Neruda conoció personalmente, de los cuales nos transmite imágenes a menudo inéditas; hombres como García Lorca y Hernández, Rafael Alberti y Siqueiros, Aragon y Eluard, Ehrenburg y Quasimodo, Fidel Castro y Che Guevara, para llegar al gallardo y trágico retrato del presidente Allende. Pero el auténtico protagonista de este libro es Chile, la patria del poeta, el lugar de la infancia fabulosa en contacto con la naturaleza salvaje y helada del sur, de la difícil juventud en Santiago y Valparaíso, y de las desventuras de una peligrosa militancia política; el lugar de los primeros y difíciles éxitos literarios en un ambiente cultural todavía sometido al de las grandes capitales europeas.Chile sigue siendo el centro de sus pensamientos cuando Neruda, empujado por la necesidad, es enviado en misión diplomática a países lejanos, desde Birmania a Ceilán, de Buenos Aires a Barcelona poco antes de la guerra civil española. España supuso una etapa fundamental en la vida del poeta, y el amor por aquella cultura que él sentía tan cercana a la suya, por aquel pueblo en lucha, por sus poetas, le inspiraría obras más maduras y comprometidas, inclinadas decididamente hacia la militancia política comunista. Pero Chile sigue siendo la base de sus regresos y de sus partidas, de sus ascensos y de sus caídas. Pasan las imágenes de México y Perú, de aquella América única y total que sería objeto del Canto general, al tiempo que profundiza en su contenido político. Llegan las elecciones a senador, con los votos de los obreros y los campesinos; llegan las persecuciones, la clandestinidad y el exilio. Pero mientras tanto, la fama de Neruda ha superado las fronteras de su país y comienzan a llegarle reconocimientos internacionales, desde el premio Lenin de la paz hasta el premio Nobel de literatura. Regresa definitivamente a su patria y se aísla voluntariamente en su casa de Isla Negra, antes de disponerse de nuevo a la batalla política. Candidato a la presidencia por su partido en 1970, se une a la alegría popular por la victoria de Salvador Allende y participa en la entusiasta experiencia de la Unidad Popular. Las últimas líneas del diario, escritas bajo la pesadilla de los trágicos acontecimientos de septiembre de 1973 (el golpe de Estado militar, el asesinato de Salvador Allende, el final de la libertad) están fechadas el 13 de septiembre de 1973, diez días antes de su muerte. En Confieso que he vivido, nos dice Miguel de Loyola, el poeta nos entrega una visión pormenorizada de su vida y de su obra, mirada con la sencillez que lo caracterizó en vida como persona. No hay atisbos de vanagloria en estas páginas magníficas, cargadas de metáforas y de imágenes poéticas difíciles de hallar en otro. Por el contrario, la humildad con que nos ofrenda sus pasos por el mundo, merece alabanza. En ningún momento nos dirá lo importante que ha sido su poesía, a pesar de que sabemos que nos está contando la historia de su vida desde una perspectiva en que -dada la magnitud de sus obras publicadas y de los premios y reconocimientos recibidos a la fecha- bien podría haberlo hecho. Las memorias se abren a los ojos del lector lo mismo que una novela, creando la expectación propia del género por saber qué va a pasar más adelante con el personaje principal. El narrador, que sabemos que es el propio poeta en persona, y que no dejará de ser un sólo instante nuestro conocido poeta venido del sur del mundo, cargado de nostalgias de lluvia, madera y trenes a carbón que irrumpen con sus silbatos en las más recónditas estaciones australes de Chile, nos llevará de la mano a conocer algunos pormenores de sus largos viajes al Oriente, Europa y Asia. También nos hablará de los momentos previos a la gestación de algunas de sus obras. Crepusculario, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la Tierra, Alturas de Machu Pichu, Canto General, Los versos del Capitán, Cien sonetos de Amor, Las Odas elementales. De la génesis de algunos poemas puntuales, como “Alberto Rojas Jiménez viene volando”, “El tango del viudo”, etc. La aventura de la ‘novela’ es total. Es un adentrarse poco a poco en la vida de un hombre. Del Neruda pobre, capaz de reírse de sí mismo y de su pobreza cuando vagaba con sus amigos por las calles del centro de Santiago emboscado en la capa de ferroviario de su padre, hasta el Neruda Premio Nóbel, recluido en su refugio de Isla Negra, redactando las últimas letras en torno al presidente Allende, pocas horas antes, según explica, asesinado por los enemigos del pueblo. Recorrer las memorias de Neruda resulta un placer para los amantes de la buena prosa, y también para quienes buscan en la historia otra perspectiva... " Esta recensión es extracto y compendio de otra reseñas que se relacionan:

Heinrich Böll: Opiniones de un payaso

"...Heinrich Böll (1917-1985) escritor alemán. Llamado a filas por el ejercito del Reich durante la Segunda Guerra Mundial, luchó en varios frentes. Al concluir la contienda, volvió a su ciudad natal, que estaba en ruinas, e inició su labor literaria y novelas centradas en la experiencia bélica como vacío y absurdo, y sobre las contradicciones del sentimiento de culpabilidad alemán. La temática de la guerra queda superada en la novela Opiniones de un payaso (1963), donde a través de la figura de un clown, lanza una mirada crítica al conformismo y la relativa prosperidad en que se ha sumido la sociedad alemana con la «restauración» de la República. Luchó, a través de artículos y panfletos, por la libertad de expresión en los países del Este, preocupación que de forma indirecta está presente en El honor perdido de Katharina Blum (1974), sobre el poder del lenguaje periodístico. Su reconocimiento internacional fue sancionado en 1972 con la concesión del Premio Nobel de Literatura. Seguramente, nadie se negará nunca al sentimiento de compasión que el admirable payaso de Heinrich Böll despierta en todo lector. Hans Schnnier ha padecido el desprecio, el fracaso, el abandono y una definitiva ruina económica y personal; y aun así, su lección de compromiso con el destino humano se despliega íntegra y, tras el paso del tiempo, con permanente vigencia. La narracción en primera persona desvela paulatinamente una certeza sosegada: Hans, enamorado y fiel, no puede vivir sin Marie. La desesperación del personaje, no obstante, se vuelve sensatez. El payaso dicta en toda la obra, como pocos personajes literarios han sabido expresar, una incesante reclamación de afecto. La ternura, la melancolía y el humor vuelven aún más humana esta necesidad; paradójicamente, este mismo humor transformará en un acerbo discurso crítico la queja personal de Hans, que no es sino la queja de todo espíritu honesto y comprometido. Abandonado por Marie, el payaso profesional Hans Schnnier se muestra incapaz de mantener su carrera profesional y sólo consigue sucesivos fracasos artísticos. Consciente de su decadencia profesional y humana, arruinado económicamente y finalmente solo, el payaso regresa a su casa de Bonn, donde se dedicará a telefonear, una tras otra, a todas las personas que, desde la infancia hasta el momento, han guardado alguna relación con su vida. «Soy un payaso y colecciono momentos», con estas palabras se describe a sí mismo Hans Schnier, un artista venido a menos, destruido por la pérdida de un horizonte social y personal que le es tan ajeno como la felicidad que le ha sido vetada. Narrada en primera persona, Opiniones de un payaso es la obra con la que Heinrich Böll se situó definitivamente en el centro de la conciencia alemana, no solamente de la literaria sino sobretodo de la moral, política y religiosa. Católico ferviente, Böll se sintió obligado a manifestar su repugnancia ante las formas de adulteración y perversión que ciertos elementos representativos del catolicismo alemán creyeron conveniente adoptar con el fin de defender posiciones del poder político. A través de la irónica, inconformista, y a la vez conmovedora historia de «su payaso», Böll quiso devolver al catolicismo la conciencia de su espiritualidad y de sus deberes con las personas y sus humildes y patéticas pasiones individuales. Humor y ternura convierten estas páginas en el magistral retrato de una sociedad hipócrita y materialista, en una crítica feroz capaz de sobrecoger al admirado lector. Castro reseña que Hans Schnier es un payaso que ha cometido la peor acción que un cómico puede llevar a cabo: provocar compasión. Heinrich Böll lanzó en 1963 en “Opiniones de un payaso” una mirada crítica a una Alemania marcada por las heridas causadas por la guerra, que se mostraba hipócritamente arrepentida del nazismo. Pero, sobre todo, es una mirada crítica a la toma de posiciones de los demócratas cristianos para conservar una importante parcela del poder político; una toma de posiciones que implicaba la perversión de las doctrinas cristianas en favor de unos intereses que nada tienen que ver con la religión. Pero “Opiniones de un payaso” envuelve sabiamente esa lúcida disección de la realidad social alemana de los primeros sesenta en la historia vital de un personaje que resulta conmovedor. Hans Schnier es un hombre apolítico y agnóstico, que sólo desea poder ensayar y representar sus números de payaso y amar a su mujer. Sin embargo, las circunstancias políticas y sociales se inmiscuyen en su vida privada, de modo que no le queda otro remedio que tenerlas en cuenta. Y en esto Böll se muestra tremendamente acertado al señalar cómo el hombre no puede permanecer ajeno (ni creer que permanece ajeno) a la realidad que le rodea. No puede obviar que la política le atañe, que las reglas sociales le atañen, que las decisiones que otros toman le atañen, aunque él proclame no tener interés en la política, o las reglas y decisiones que otros toman. Las reflexiones del payaso sobre la forma en que, solapadamente, los católicos han logrado arrebatarle a su mujer, arroja luz sobre los distintos aspectos de la doctrina católica de la que los demócratas cristianos se sirven para sojuzgar a sus seguidores. El compromiso de Böll con la realidad de su tiempo y su entereza para tomar posiciones desde sus obras es sin duda el mejor aval para acercarse a una literatura que retrata el germen de la Europa que vivimos.Pocos como Böll han sabido describir la amargura de una juventud desesperanzada y dotarla de una simbología próxima a la redención. Su obra, pese al estilo realista, casi documental, de su visión moral apunta a la fabulación de los grandes clásicos, a las obras que planean sobre el tiempo y sus avatares sociológicos porque ha dado cuenta de los conflictos permanentes del ser humano. Leer a Böll supone sumergirse en el mundo de la posguerra alemana y del resurgir hipócrita de la doble moral del capitalismo, de la amargura inherente a cualquier frustración de los ideales perdidos, de la inocencia machacada, de la conversión del intelectual en un payaso a quien nadie escucha pero a quien se tolera por la innata condición del hombre a convivir con su dosis de masoquismo. De ahí el malentendido que rodea las grandes figuras tanto en su descrédito como en su rehabilitación y de ahí la conveniencia de que tenga que pasar mucho tiempo para que puedan ser leídos sin que el modo sociológico se apodere de ellos, desecándolos. Lo hemos visto recientemente con Camus tomado como santón o con Jünger como anotador de signos y catástrofes o con Heidegger con la absurda polémica de su filiación política cuando ser y tiempo estaba escrito años antes y nos tememos que pueda pasar con Böll cuando millones de jóvenes en Europa se encuentran en una situación psicológica similar a la de la posguerra. Malentendido que Camus tomó como una de las consecuencias que adopta el absurdo y del que sólo se puede salir mediante el recurso a una perenne insatisfacción frente a las definiciones que pretenden pasar por eternas. De ahí que el silencio ante Böll sea partícipe del mismo malentendido que el griterío hacia Jünger. Ambos participan de la misma ceremonia de las confusiones, del mismo malentendido..."
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