martes, 17 de febrero de 2009

Jose Saramago: El cerco de Lisboa ( la corrección de la historia)

"... Historia do cerco de Lisboa es una novela de José de Sousa Saramago (1922) premio Nobel de Literatura en 1998. Su obra está conformada en gran parte por novelas históricas entre las que destacan: Levantado del suelo (1980), Memorial del convento (1982) o El evangelio según Jesucristo (1991)- y la excelente novela, Historia del cerco de Lisboa (1989). Raimundo Silva es un modesto corrector de pruebas de una editorial y está corrigiendo un libro que cuenta, quizá por enésima vez en Portugal, la historia del cerco de Lisboa. Allí donde decía que los cruzados habían ayudado a los portugueses a recuperar Lisboa de manos de los moros, el habitualmente tranquilo señor Silva se atrevió a escribir que los cruzados no habían ayudado a los lusitanos. Pocos días después el error deliberado es descubierto y Raimundo es convocado por la editorial. A partir de ese, al fin y al cabo, modesto pero escandaloso gesto de rebeldía se producen los cambios en la vida del corrector, y la ficción puede desplegarse. Raimundo Silva conoce a María Sara, recién nombrada jefa de correctores y superior jerárquica suya, que le propone reescribir la historia del cerco de la ciudad, pero como si la mentira del no fuera verdad. Gracias a esta pequeña intriga, nos dice Nora Pasternac, lo que leemos es una novela histórica y su parodia; el libro dentro del libro, la historia dentro de la historia, novela que lleva dentro de sí las reglas de su construcción, su análisis y su crítica. José Saramago reinvidica la historia escrita con minúsculas, la pequeña y desconocida historia de los personajes secundarios. Historia del cerco de Lisboa, es un ejemplo destacado de esa vocación. Más que una novela histórica, nos dice Yuris Nórido estamos ante una especie de ensayo sobre los muchas veces difusos límites entre realidad y invención; sobre la relatividad de lo aceptado como cierto, sobre la capacidad de la ficción de reinventar esa realidad sin que se pierda un ápice de convicción. La reconquista de Lisboa por los cristianos, en el siglo XII, después de años de ocupación por los árabes, es el gran acontecimiento histórico sometido a singular escrutinio. Raymundo Silva, anodino corrector de pruebas de una editorial contemporánea, es el personaje, el escrutador. La narración comienza cuando Raymundo revisa un texto sobre el cerco de los cruzados a la ciudad de Lisboa. Animado por un inusual impulso, el corrector decide poner un “no” donde debería decir “sí”. Se convierte entonces, de alguna forma, en un extraño demiurgo, capaz de cambiar el curso de los acontecimientos, al menos en el constreñido ámbito de un libro. He ahí el gran planteamiento de Saramago, sobre el que descansa toda la novela: un simple hombre puede reescribir la historia, de una o mil maneras; un simple hombre puede convertirse, en todo caso, en sujeto hegemónico, dejar de ser espectador pasivo. Saramago hila dos historias paralelas: la primera ambientada en la Lisboa contemporánea donde vive Raymundo, la segunda tiene como escenario esa misma ciudad asediada por los portugueses, según la muy personal versión del corrector. Literatura dentro de la literatura, porque el lector es testigo de un relato referido, la reinvención que de un acontecimiento histórico hace un personaje. Pero en todo caso, el narrador no ofrece a ese personaje la oportunidad de contar la historia con su propia voz: se apropia de ella, le otorga la misma verosimilitud que al relato “principal”. Nos queda la impresión de que, más allá de la trama, asistimos al mismísimo proceso creativo, al acto mismo de la escritura de la novela. En diversos textos, entre ellos su diario Cuadernos de Lanzarote, Saramago ha manifestado sus opciones personales con respecto a la novela histórica; afirmando que ante la imposibilidad de reconstruir plenamente el pasado, él como escritor no ha podido evitar caer en la tentación de corregirlo, aunque sea ligeramente. Estas correcciones las define como “pequeños cartuchos” que hacen explotar las verdades históricas y le permiten sustituir lo que fue por lo que pudo haber sido. “Toda historia es historia contemporánea” afirma Saramago, citando a Croce; y también que sus novelas “porfían en buscar, en la impalpable niebla del tiempo, un pasado que constantemente se les escapa y que querrían integrar al presente”. Esta recensión es extracto y compedio de otras reseñas que se relacionan:

No hay comentarios:

Publicar un comentario