lunes, 15 de diciembre de 2008

Wenceslao Fernández Flores: El bosque animado

Wenceslao Fernández Flores publicó unas cuarenta novelas y libros de relatos de humor, caracterizados éstos por un fino humor irónico de sesgo gallego a veces cercano a lo fantástico. Se muestra muy sensible al paisaje galaico que envuelve en un profundo lirismo. Muchas de sus novelas y relatos poseen contenidos simbólicos. No se muestra un innovador en cuanto a las formas y estructuras novelísticas, sino que sigue académicamente los modos de la narrativa tradicional. Existen en él reminiscencias de Stendhal y de Eça de Queiroz, al que tradujo. Su obra transmite un mensaje de escepticismo hacia un mundo que cambia sólo superficialmente y descuida valores espirituales y morales permanentes. Sus personajes se mueven entre la frustración y el fracaso. Su libro más conocido El bosque animado narra las pequeñas historias de los habitantes de la fraga gallega de Cecebre: Fendetestas, Geraldo, Hermelinda, Pilara, Marica etc… Pero también de los aparecidos o fantasmas que pasean por el bosque: el alma en pena de Fiz Cotobelo y por supuesto de Hu-Hu y su pueblo pardo de moscas, del clan de los gatos libres, o de los árboles que creen que un poste de telégrafos es uno de ellos. Es todo un precursor en España de los mundo mágicos que luego trabajaron por otros caminos los autores suramericanos. El bosque animado, sin embargo, se encamina más por lo lírico, y hasta el estilo parece querer dejarse ir por sabores poéticos muy a menudo. La temática tiene algo de leyenda celta, o nórdica, en la que todos los bosques y sus criaturas tenían conciencia propia, pero tal es la maestría con que el autor mezcla las vivencias de las personas con las de árboles y animalillos qure es imposible separarlos a los unos de los otros.

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