miércoles, 30 de diciembre de 2009

Mijail Sholojov : El Don apacible.


"... Tras la estela de Lev Tolstói en el siglo XX cabe destacar a tres autores rusos: Vasili Grossman, Alexander Slozhenitsyn y Mijaíl Shólojov.Los dos primeros padecieron las bondades del régimen soviético: persecución y censura. Quizá por eso su proyección internacional fue mayor. Alexander Slozhenitsyn triunfó con su decarnada denucia del perverso sistema carcelario comunista en Archipiélago Gulag.Y a Vasili Grossman el reconocimiento le llegó póstumo con Vida y destino, muy tardío en el caso de España, pero contundente. Shólojov, en cambio, gozó de todos los favores del sistema soviético, sin que ello le reste mérito literario. De hecho, ganó el Nobel de Literatura en 1965, pero pronto cayó en el olvido al otro lado de la cortina de hierro. Puede que el reciente fenómeno Grossman haya animado a Mondadori a recuperar al autor de Campos roturados (1960) que ahora regresa en Debolsillo con la monumental saga en cuatro volúmenes El Don apacible.
  Comparada con "Guerra y paz", nunca antes una novela había sido capaz de fluir tan magistralmente por personajes, ideas, costumbres, sentimientos, como lo hace Sholojov con la grandeza del amor y la desesperación de la guerra. Mijail Sholojov (1905-1984) nació a la orilla del Don. De ascendencia cosaca, publicó con tan sólo veintitrés años, en 1928, el primer libro de su gran obra maestra, que fue ampliando con sucesivas entregas hasta 1940. "El Don apacible", premio Stalin en 1941, le llevó a convertirse en el escritor más influyente de la Unión Soviética. Una obra maestra precoz y genial de un escritor que simbolizó como pocos la ortodoxia soviética.
  Resulta sorprendente que un autor de veintitrés años fuera capaz de desplegar el conocimiento de la vida y la madurez literaria que muestra ya la primera parte de esta obra. Pocos casos de novelistas tan precozmente geniales pueden mencionarse en la literatura universal. El de Thomas Mann, que publica "Los Buddenbrook" con apenas veintiséis años, tal vez sea comparable, pero la diferencia está en que así como la obra del alemán muestra después un progreso hacia el dominio absoluto de la escritura, en el caso de Shólojov el resto de su producción, que abarca obras como "Cuentos del Don" (1925), "Campos roturados" (1932, 1960) o "Lucharon por la patria" (1942), está literariamente muy por debajo de "El Don apacible". Son obras dominadas por un maniqueísmo primitivo, con caracteres lineales, y en las que brillan sólo a veces, como destellos lejanos, la poesía y la complejidad humana de la gran epopeya del Don.
  El Don apacible, es una de las obras más leídas en la historia de la Unión Soviética. Ambientada en el valle del río Don a principios del siglo XX, con la primera contienda mundial y la guerra civil rusa como telón de fondo, la novela cuenta la historia de la familia Melejor. Una obra maestra que se ha comparado a Guerra y paz. En el caserío Tatarski, a orillas del Don, vive la familia Mélejov. El segundo hijo de la casa, Grigori, mantiene un romance adúltero con su vecina Axinia, que se ve truncado cuando estalla la I Guerra Mundial y los jóvenes cosacos son enviados a luchar a tierras polacas y rumanas. A su regreso del campo de batalla, donde se ha desengañado del zarismo y ha conocido los motivos de los protorrevolucionarios, Grigori se debate entre su recién adquirida conciencia política y la lealtad a los suyos. Finalmente se alista en el ejército cosaco que organiza el Gobierno del Don, que en un principio combate por la independencia de su pueblo pero que pronto se alía con los Blancos para hacer frente al Ejército Rojo. La muerte de su hermano Piotr, comandante militar de la aldea, a manos del prometido de su hermana Dunia, recrudece las ansias de venganza de Grigori contra los Rojos. Sin embargo cada vez tiene más asumidos los ideales del poder soviético contra el que se ha sublevado y llega a acariciar la idea de sumarse al Ejército Rojo, pero es tanta la sangre que se interpone entre ellos que ya no hay marcha atrás..."

Es extracto y compendio de otras reseñas:

lunes, 28 de diciembre de 2009

Alexandr Solzhenitsyn: El archipiélago Gulag.


"... El Archipiélago Gulag es uno de esos libros que hacen Historia por el sólo hecho de atreverse a narrarla. Antes de su publicación, los simpatizantes del comunismo y los intelectuales marxistas en general podían hasta cierto punto rechazar las críticas al sistema soviético calificándolas de "propaganda capitalista". Después, hasta los más recalcitrantes tuvieron que terminar admitiendo que el régimen impuesto por la Revolución Bolchevique se apoyó en el terror y en el horror. Y, aún así, — o quizás precisamente también por eso — terminó colapsando y derrumbándose en 1989.

Esta obra de Solyenitzin trata sobre el sistema de campos de concentración y trabajos forzados diseminados por toda Rusia. GULAG es el acrónimo en ruso por "Administración Central de Campos Correccionales de Trabajo" El título original del libro en ruso es: "Arkhipelag GULag" con dos palabras que riman no por casualidad.
La narrativa, compuesta en parte por el testimonio personal de Solyenitzin y en parte por el de 227 testigos que aportaron sus vivencias, sigue el devenir del sistema soviético de campos de concentración y de trabajos forzados desde sus inicios en 1918 hasta, aproximadamente, 1956. Incluye el tratamiento de los decretos originales emitidos por Lenin muy poco después de la Revolución Bolchevique, las diferentes purgas y oleadas o "riadas" que alimentaron la población de los campos y llega hasta el año en que Krushev pronunció su famoso "discurso secreto" (que ya no es secreto) ante el XX Congreso del Partido de 1956 en el cual denunció el "culto a la personalidad" instituido por Stalin.
 El extenso texto, compuesto por piezas autónomas, fue redactado entre 1958 y 1967 en la clandestinidad y sin archivos, partiendo de la propia experiencia del autor y la de más de dos centenares de testimonios orales de aquellos compañeros de campos de concentración, prisión, "reeducación" y exterminio (gulag) que depositaron en él la triste historia de sus vidas. La obra apareció en Francia (1973) y con prisas debido a los problemas del escritor con la Seguridad del Estado Soviético. La secretaria que llevaba el manuscrito cuando lo incautaron se suicidó en Moscú después de un interrogatorio, «víctima del miedo al Gulag», según palabras de Solzhenitsyn. Él fue expulsado de inmediato y sólo 20 años después (mayo de 1994) pudo regresar a la ya ex Unión Soviética, donde residió hasta su muerte el 3 de agosto del 2008.
Una nota del autor en la primera edición decía:
Con el corazón renuente, durante años había detenido la publicación de este libro, ya terminado: mi obligación con aquellos que seguían vivos sobrepasaba mi obligación con los muertos. Pero ahora la Seguridad del Estado se ha apoderado de él, no tengo más alternativa que publicarlo inmediatamente. En este libro no hay personajes ni eventos ficticios. La gente y los lugares son llamados con sus propios nombres. Si son identificados por sus iniciales en vez de sus nombres, es por consideraciones personales. Si no son nombrados en absoluto, es sólo porque la memoria humana ha fallado al preservar sus nombres. Pero todo tuvo lugar tal y como se describe aquí. Dedico este libro a todos los que no vivieron para contarlo, y que por favor me perdonen por no haberlo visto todo, por no recordar todo, y por no poder decirlo todo.
El escritor Alexandr Solzhenitsyn (1918-2008), Nobel de Literatura en 1970, fue recientemente galardonado con el Premio Estatal de Rusia, una de las más importantes distinciones de su país, por sus tareas humanitarias. Solzhenitsyn fue uno de los principales críticos del régimen soviético, tal como reflejo en los libros Un día en la vida de Iván Denisovich, El primer círculo y Archipiélago Gulag, entre otros. Su posición le valió la persecución y el arresto, hasta que en 1974 fue expulsado del país. De regreso en 1994, Solzhenitsyn disfrutó del reconocimiento ruso y recientemente, antes de su fallecimiento, recibió la condecoración del Kremlin con uno de los más grandes honores nacionales..."
Es compendio y extracto de otras reseñas:
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Solyenitzin/ElArchipielagoGulag/ElArchipielagoGulag_00.htm
http://www.hislibris.com/archipielago-gulag-alexsandr-solzhenitsyn/
http://es.wikipedia.org/wiki/Archipiélago_Gulag
http://www.criteriaclub.com/archipielagogulag-solzhenitsyn.html
http://www.eltelegrafo.com.ec/cultura/noticia/archive/cultura/2009/12/13/_1820_Archipi_E900_lago-gulag_19202C00_-en-texto-para-escolares.aspx

domingo, 13 de diciembre de 2009

Vasili Grossman: Vida y destino (la novela total)


" ... Entre 1942 y 1943, el VI ejército alemán trato de conquistar la ciudad soviética de Stalingrado, a orillas del Volga. Su fracaso, y posterior captura, cambió, como es sobradamente conocido el curso de la II Guerra Mundial. Igual que sucede en la actualidad, las tropas estaban acompañadas por corresponsales de guerra. Uno de ellos era Vasili Grossman que, basándose en sus recuerdos de esta campaña, elaboraría años después esta monumental novela donde queda reflejada su convicción de que los valores fundamentales del alma humana sobreviven incluso en tiempos de terror y sufrimiento. Durante su abrumador recorrido, nos lleva al frente y la retaguardia, a los campos de exterminio nazi y a los gulag stalinistas, presentándonos a decenas de personajes de ambos bandos.
Ya existía una edición de Vida y destino en castellano, preparada a partir de una versión francesa (Seix-Barral, 1985; traducción de Rosa M. Bassols), pero ha sido en 2007 con la publicación de una soberbia traducción directa del ruso debida a Marta Rebón (Galaxia Gutenberg) cuando la obra parece haber despertado al fin en el mundo de habla hispana el interés que merece. Esta novela, la mayor y más importante de Vasili Grossman, fue concluida en 1960 y no pudo ser publicada en la Unión Soviética.
  Vasili Semiónovich Grossman (nacido Iósif Solomónovich) vino al mundo en 1905 en Berdíchev (Ucrania) en una familia judía acomodada. Corresponsal durante la Gran Guerra Patria, vivió las batallas más importantes de ésta, desde el asedio de Moscú hasta Stalingrado, la liberación de Ucrania y Berlín, y fue de los primeros en dar a conocer los horrores de los campos de exterminio (El infierno de Treblinka, 1944). Su producción hasta la muerte de Stalin comprende novelas y colecciones de relatos, algunas de ellas dedicadas a la guerra, como Stalingrado (1943) y Por una causa justa (1953). Tras la desaparición de Stalin, Grossman emprende una nueva etapa en su trabajo, truncada por su fallecimiento en 1964, en la que con Vida y destino y la novela inconclusa Todo fluye desarrolla un intento de mostrar en toda su complejidad la sociedad rusa de su tiempo y proveer argumentos para la rectificación del estalinismo que tantas esperanzas despertaba en la URSS en aquellos momentos.
 Vida y destino toma como modelo Guerra y paz de Tolstói, y para conseguir esto la novela multiplica sus escenarios y recurre a una galería de personajes que superan con creces el centenar (en esta edición aparecen censados en un apéndice que facilita enormemente la lectura de la obra). En este caos, la familia Sháposnikov, dispersa a consecuencia de la guerra, proporciona de alguna manera un hilo conductor a toda la narración. Un primer escenario nos muestra, entre Moscú y Kazán, a un grupo de físicos de la Academia de Ciencias y sus familias. Víktor Pávlovich Shtrum, que sin duda presenta rasgos autobiográficos y en el que se han querido ver también otros del gran físico Lev Landáu, es aquí el protagonista principal. Narrando la vida y el trabajo de estos hombres, Grossman logra una convincente recreación del ambiente intelectual de la URSS en aquel tiempo.Un segundo escenario principal gira en torno a la lucha en Stalingrado, que Grossman vivió personalmente. Unidades del Ejército Rojo que son presentadas en un principio en otras regiones acaban convergiendo para la gran batalla junto a las orillas del Volga. Otros escenarios nos traen la crónica de los privados de libertad en aquellos momentos, en un campo de trabajo ruso y en un campo de concentración alemán.
Vida y destino combina altura épica en la magnitud del empeño y la estructura, con intensidad lírica del detalle y la emoción humana, convirtiéndose al final en un estudio sobre el sufrimiento en el que ciertamente cabe demasiada poca esperanza. En Vida y destino se yuxtaponen la grandeza terrible de lo épico y lo conmovedor de la cotidianeidad. Épica más bien sórdida y atroz, en este caso, puesto que concierne a una de las guerras más despiadadas de la historia, aquella que sacrificó a millones de alemanes y soviéticos en nombre de unos regímenes e ideologías que son vergüenza de la humanidad. Y una cotidianeidad asaltada y despedazada por la contingencia histórica, pero rehecha sobre la misma complejidad de la naturaleza humana, manifiesta tanto en las grandilocuentes justificaciones de la abominable matanza como en los pequeños instantes en que el hombre común despliega las más corrientes de sus facultades.
Con el estilo narrativo característico de sus compatriotas (escritura sencilla y directa; docenas de personajes inmersos en la trama; protagonistas abrumados por sus relaciones o por sus obligaciones), Grossman teje una historia compuesta por muchas vidas, pero todas marcadas por el estigma de la doble moral que encierran en su seno los regímenes autoritarios. Pilotos, oficiales, amas de casa, científicos o prisioneros pasan por las páginas de “Vida y destino” con unas existencias únicas, aunque siempre hermanadas por ese miedo a la represión, por ese afán de libertad individual. Todos ellos luchan de una forma u otra por la liberación de su país; sin embargo, la verdadera batalla se desarrolla en sus conciencias, en sus ideales, en sus creencias. Al aliento épico e histórico de esta novela se le suma, pues, un alegato bellísimo (por su estilo, por su sencilla y conmovedora forma de narrar hechos tan terroríficos y crueles) por parte de Vasili Grossman contra la maldad que se esconde tras las dictaduras que se constituyen «en nombre del pueblo». Pero también un alegato sobre la fuerza del hombre en circunstancias terribles, en momentos oscuros, sobrellevando la indignidad en silencio. Las descripciones del exterminio que los nazis llevan a cabo en sus campos son sobrecogedoras, pero cargadas de respeto por el dolor e incluso hermosas cuando han de pintar la temible cara de la muerte. Lo que el autor nos muestra es la debilidad, la turbación, pero también el coraje que todo hombre atesora en su interior.
Vida y destino confronta al lector con los crímenes del comunismo y con los del nazismo, y lo hace con una clarividencia política y moral que sólo es comparable a su categoría literaria como obra de pura ficción. La fuerza suprema de Grossman es que combina en un solo acto de escritura la mirada exacta del testigo y la invención del novelista. Cuenta lo que vio durante sus años como corresponsal en el frente junto al Ejército Soviético pero también lo que no pudo ver nadie, porque está más allá de la experiencia de los vivos. Como cronista, su relato tiene que detenerse a este lado de la antesala última del infierno: como novelista, acompaña a los personajes que ingresan en la cámara de gas y cuenta desde el interior su agonía y su muerte.
 Quizá no exista un lamento por los judíos de la Europa del Este más conmomedor y enérgico que la carta que Anna Semyonovna escribe a su hijo en el capítulo 18 de la primera parte, en la que una madre lúcida pero con la certeza inexorable de su muerte se despide de su hijo por medio de una carta que escribe desde el gheto judío de una ciudad rusa ocupada por los alemanes. La última carta, una obra representada por una sola mujer basada en esta misivaa, fue puesta en escena por Frederick Wiseman en París y Nueva York. Una versión rusa fue estrenada en Moscú en diciembre de 2005..."
 Eduardo Larequi nos dice que "...la enorme variedad de personajes, historias y escenarios que configura la novela cobra unidad por obra de una visión humanizadora, de una afirmación radical de esperanza y de confianza en la bondad del corazón humano. Los acontecimientos que se relatan en Vida y destino se circunscribe a un período que comprende los momentos más encarnizados del combate, a partir del otoño de 1942 y hasta la caída del VI Ejército alemán de Von Paulus, cercado entre las ruinas de Stalingrado. Grossman conoció bien la implacable dureza de esa batalla, como cronista que fue del Estrella Roja, el periódico oficial del ejército soviético, así que su afirmación de la bondad como elemento esencial de la condición humana no tiene nada de ingenuo, y sí mucho de reivindicación apasionada. Conviene precisar, no obstante, que Vida y destino no es una novela de guerra, y de hecho los escenarios bélicos ocupan una parte relativamente pequeña de su desarrollo. La mirada del autor abarca los campos de batalla pero también las viviendas, las calles y los parques de varias ciudades rusas, las estepas calmucas en que las tropas de refresco soviéticas esperan la ocasión de entrar en batalla, los barracones y las cámaras de gas de los campos de exterminio nazi, los aeródromos de la aviación rusa, los lager alemanes destinados a los prisioneros de guerra, los campos de trabajo del gulag soviético en la taiga siberiana, la siniestra prisión moscovita de la Lubianka, etc. El sufrimiento, el hambre, la violencia y el dolor habitan en todos o en casi todos esos escenarios, pero también el coraje, la gallardía, la esperanza y, a menudo, unos signos de bondad inesperados y por ello mismo conmovedores: una campesina ucraniana que acoge en su isba a un prisionero ruso, medio muerto de hambre; una mujer de Stalingrado, enloquecida por el dolor, y aun así capaz de ofrecer un trozo de pan a un cautivo alemán; la médico militar Sofia Ósipovna Levinton, prisionera en un campo de exterminio, que en la inminencia de la muerte en las cámaras de gas siente por fin satisfechas sus ansias de maternidad en la compañía de un niño judío; Grékov, un valiente oficial soviético que, sabiendo que su posición es insostenible, permite que la joven telegrafista Katia Véngrova la abandone para reunirse con el hombre del que está enamorada.

Ninguno de los personajes de la novela está presente en la totalidad de los escenarios en que se desarrolla la historia. De hecho, ocurre más bien al contrario, pues la mayor parte de las vidas transcurren en uno o dos escenarios. Esta circunstancia, unida a la dispersión que impone la inmensa geografía rusa y a la abundancia de personajes (y hay que tener en cuenta, además, que la singular complejidad de los nombres rusos, con sus patronímicos y sus caraterísticas formas de enunciación, obliga al lector a un esfuerzo de atención suplementario), hace inevitable en ciertos momentos una sensación de fraccionamiento del universo narrativo. La unidad esencial del relato queda a salvo, no obstante, por la intrincada red de relaciones biográficas que se establece entre los personajes, lo cual permite que en torno a los miembros de la familia Sháposhnikov gravite una parte esencial de los acontecimientos de la novela. Así, por ejemplo, Abarchuk, el primer marido de Liudmila Nikoláyevna Sháposhnikova, es uno de los internos del campo de trabajo ruso en Siberia; Nikolái Grigórievich Krímov, comisario del Ejército Rojo durante la batalla de Stalingrado, y posteriormente detenido y torturado en la prisión de Lubianka, estuvo casado con Yevguenia Nikoláyevna Sháposhnikova, a su vez amante del coronel Piotr Pávlovich Novíkov, uno de los héroes de la contraofensiva rusa en Stalingrado; Yevguenia, por otra parte, es amiga de la ya citada Sofia Ósipovna Levinton, que cayó prisionera junto a Mijaíl Sidórovich Mostovskói, preso en un campo de concentración alemán. Otra de las hermanas Sháposhnikov, Marusia, está casada con Stepán Fiódorovich Spiridónov, director de la central eléctrica de Stalingrado, y la hija de ambos, Vera Spiridónova, es la novia del teniente Víktorov, uno de los pilotos del escuadrón de cazas de la fuerza aérea rusa que se disponen a combatir contra la Luftwaffe. Por último, Seriozha Sháposhnikov, hijo de Dmitri Sháposhnikov, está destinado en el frente de Stalingrado, en una de las posiciones más peligrosas, allá donde Grékov y sus hombres se enfrentan a la aniquilación. A través de la perspectiva familiar y entrañable que adopta Grossman, al lector le es más fácil comprender la angustia de Liudmila ante la muerte de su hijo Tolia, la exhortación febril (“Vive, vive, vive siempre…”) con la que finaliza la carta de Anna Semiónovna a su hijo Vitia, y tantos otros episodios, teñidos de un patetismo que, más que a Tolstói, recuerda al admirable humanismo de Chejov. Lo familiar en Vida y destino es inseparable de lo cotidiano (digamos que es la forma más emotiva de lo cotidiano), y continuamente se manifiesta en el relato, incluso en los momentos de soledad y aislamiento de los personajes, a través de sus pensamientos y recuerdos, o bien mediante cartas y diversos testimonios y evocaciones de las conversaciones con amigos y parientes. La figura de la madre que abraza a su hijo, tan cara a la iconografía tradicional rusa de los iconos, aparece una y otra vez en algunos de los episodios más emocionantes de la novela, elevado a la categoría de símbolo de la bondad inherente a la naturaleza humana: la angustiosa búsqueda de Anatoli Sháposhnikov (Tolia) por parte de su madre, la carta que Anna Semiónovna dirige a su hijo, la pasión con la que Sofía Ósipovna Levinton acoge al niño judío en el trance final de la cámara de gas, el episodio de la mujer que cuida a un soldado alemán herido, uno de los miembros del mismo pelotón de ejecución destinado al exterminio de sus familiares.
Aunque en una narración tan amplia y poblada sea difícil señalar protagonistas en sentido estricto, destaca, reseña Eduardo Larequi, entre todos los personajes la figura del físico teórico Víktor Pávlovich Shtrum, esposo de Liudmila, a quien la mayoría de comentaristas de la novela han considerado como reflejo del propio autor, con el que comparte rasgos biográficos de singular relieve: intelectual judío de formación científica, primero encumbrado por el régimen soviético y luego considerado sospechoso de actividades contrarrevolucionarias, Shtrum es un testigo privilegiado de la historia rusa de la época: conoce gracias a sus contactos muchas de las interioridades del poder soviético, tiene trato directo con sus autoridades (en un curioso episodio recibe una llamada telefónica del propio Stalin), se ve obligado a evacuar su centro de trabajo a causa del avance de las tropas alemanas sobre Moscú y pierde a su madre, Anna Semiónovna, a consecuencia de la limpieza étnica llevada a cabo por los nazis en tierras ucranianas, en una acción muy semejante a la que sufrió la propia madre de Vasili Grossman. Precisamente el capítulo 18 de la primera parte de la novela (pp. 94-110), narrado en forma de carta en la que la mujer se despide de su hijo al comprender el destino que le espera, es uno de los momentos más emotivos e impresionantes de una novela especialmente pródiga en ellos.Independientemente de su condición de reflejo más o menos directo del autor, como criatura novelística Shtrum es un personaje interesantísimo. La omnisciencia que es el signo característico del narrador de Vida y destino cobra en el caso de Víktor Pávlovich todo su sentido, pues la novela analiza meticulosamente las ideas, pensamientos y emociones del físico. .
Lecturas ideológicas al margen, hay un aspecto de la novela sobre el que difícilmente se puede discutir: el valor de la ficción narrativa creada por Vasili Grossman como instancia ordenadora de la realidad, que aporta una vía de conocimiento e interpretación tan valiosa (o quizás más, en ciertos aspectos) como las que puedan derivarse de la investigación histórica, el análisis económico o las especulaciones psicológicas en torno a los grandes protagonistas de los hechos que narra la novela. Pero es que además la novela, por vía de la omnisciencia narrativa que es una de sus señas de identidad más conspicuas, llega con la ficción a terrenos a los que jamás podría acercarse ninguna otra herramienta del conocimiento humano: por ejemplo, a la experiencia casi inconcebible de los prisioneros judíos en el interior de las cámaras de gas, en una larga e intensísima secuencia que constituye el momento culminante de la novela y uno de los episodios literarios más impresionantes que yo haya leído en mi vida. Me refiero, claro está, a los capítulos 46-49 de la segunda parte, aquellos que relatan el exterminio de un grupo de judíos en las cámaras de gas de Auschwitz, que tienen una intensidad emotiva irresistible y, al mismo tiempo, están narrados con una delicadeza y contención admirables. Por esas páginas, y por tantas otras de esta inolvidable novela que es Vida y destino, el escritor ruso, concluye Eduardo Larequi se merece un lugar de honor en la Historia de la Literatura, con mayúsculas..."


Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.labitacoradeltigre.com/2007/12/13/vida-y-destino/
http://www.hislibris.com/vida-y-destino-vasili-grossman/
http://www.solodelibros.es/07/12/2007/vida-y-destino-vasili-grossman/
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12503
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Vasili/Grossman/despiadado/tiempo/elpporcul/20060911elpepicul_1/Tes
http://es.wikipedia.org/wiki/Vasili_Grossman
http://www.esliteratura.com/docs/vida-y-destino-vasili-grossman-333.html
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62253

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ueda Akinari: Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias)


"..."Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias / 1768)" es sin discusión la obra más representativa, la más cuidada, y la de mayor valor literario del escritor Ueda Akinari (1734-1809), gracias a su estilo elegante que los japoneses llaman miyabi por su predominante tono aristocrático, el manejo del lenguaje, y la minuciosidad de la descripción. Si bien es cierto que en la época de Ueda Akinari ya no se escribían monogatari (cosas contadas o recitadas), género novelístico bastante ambiguo que designa a las obras clásicas de los siglo IX al XV, el autor tuvo poderosas razones para revivir este término al titular sus dos mejores obras de este modo. Los estudiosos del "Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias / 1768)" han acordado ubicarla dentro de la historia de la literatura japonesa como el máximo exponente del género fantástico, y como iniciadora del yomi-hon (libros de lectura) que más tarde en el siglo XIX, sería ejemplificado por Kyokutei Bakin (1767-1848), discípulo predilecto de otro gran novelista, Santö Kyöden (1716-1816).

  Murakami en su novela Kafka en la orilla cita entre los cuentos de la lluvia y de la luna, La promesa del crisantemo: Dos guerreros se hacen amigos y juran ser hermanos de por vida. Entre samuráis, este juramento era muy importante. Hacer esta promesa, equivalía a poner la vida en manos del otro, a entregarla gustosamente por el otro de ser necesario. Eso significaba. Los dos viven en regiones muy alejadas y sirven a dos señores diferentes. “Cuando el crisantemos esté en flor, iré a visitarte”, le anuncia uno al otro. “Te espero” responde el otro. Sin embargo, el samurái que tenía que ir a visitar a su amigo, se ve envuelto en problemas en su señorío y es arrestado. No puede salir. Tampoco le está permitido escribir una carta. Pronto acaba el verano, avanza el otoño y llega la estación en que florecen los crisantemos. El samurái no puede cumplir la promesa que le ha hecho a su amigo. Para un samurái, una promesa tiene una importancia capital. La fidelidad tiene más valor que la propia vida. El samurái se suicida abriéndose el vientre y su espíritu recorre una larga distancia para reunirse con su amigo. Ambos, entre las flores del crisantemo, hablan hasta la saciedad, y luego el espíritu desaparece de la faz de la tierra”.
 Son tres los tipos de entidades preternaturales las que fundamentalmente aparecen en los Ugetsu de U. Akinari. El primero de ellos y, tal vez el más conocido de todos, es el espectro o figuración fantasmal asociado a fallecidos recientes o allende los siglos, con todas las cualidades tradicionales (percibimos su presencia en Shiramine, Cita en el día del crisantemo, La cabaña entre las cañas esparcidas, Buppōsō). En segundo lugar, nos encontramos, en El caldero de Kibitsu, con el espíritu viviente de un ser vivo (ikisudama). Se trata del espíritu maléfico de una persona que se encuentra arrastrada una pasión violenta, ya sean celos, deseos de venganza o cualquier otro sentimiento destructivo, y que busca atormentar a todo aquel que es objeto de su resentimiento, aunque por lo general sucede la curiosa circunstancia de que la misma persona no es consciente, a menos que esté muerta, de la acción agresiva ejercida por su propio espíritu. Tales espíritus aparecen con frecuencia en la literatura y en el teatro, como en el capítulo Aoi del Genji monogatari (13) . En tercer lugar, nos encontramos, en La impura pasión de una serpiente (Jasei no in), con una animal fantástico, en concreto una serpiente de grandes dimensiones que está dotada con una sorprendente capacidad para transmutarse en una bellísima mujer, lo que, de modo explícito, evoca a la tradicional asociación del género femenino, en especial cuando se ve sobrepasada por los celos o por pasiones confusas y malsanas, con tales animales. Finalmente, en el Capuchón Azul (Aozukin), no se muestran ni apariciones ni fantasmas si bien el relato no se encuentra exento de elementos o descripciones sobrenaturales que logran crear un aura de enigmático misterio..."

Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.eurielec.etsit.upm.es/~zenzei/index.php?numero=7&tipo=literatura&arch=6Ueda%20Akinari%20-%20La%20luna%20de%20las%20lluvias
http://ellamentodeportnoy.blogspot.com/2007/01/traducciones-adaptaciones-ugetsu.html
http://www.euskadiasia.com/ESTUDIOS_ORIENTALES/DOCUMENTOS/_akinari2008.html

domingo, 29 de noviembre de 2009

Jan Potocki: Manucristo encontrado en Zaragoza (el relato enmarcado)


"... El manuscrito encontrado en Zaragoza (en francés original, Le manuscrit trouvé à Saragosse) es una novela gótica publicada por Jan Potocki en 1804 y
1805, adaptada al cine por el director polaco Wojciech Has en 1965.
Construida según la técnica del relato enmarcado, con historias dentro de historias que se ramifican y entremezclan, al modo de Los cuentos de
Canterbury, el Decamerón o Las mil y una noches, la obra fue comenzada en 1797 y publicada en dos partes.
Manuscrito encontrado en Zaragoza es el compendio de la vida y trabajos de Jan Potocki, literato, erudito, místico, viajero, científico y político nacido en 1761 en Polonia y uno de los personajes más fascinantes de la Europa de la Ilustración. Si en su ritmo majestuoso y la riqueza de su realismo inaugura la gran novela del siglo XIX, su audacia formal y su experimentación con distintos registros y niveles de ficción anticipa la literatura del siglo XX.
El ‘Manuscrito narra la historia de Alfonso van Worden, oficial de la guardia Valona, que atraviesa Sierra Morena para llegar a Madrid, donde se convertirá en capitán al servicio de Felipe V, Rey de España. A lo largo de su viaje se encontrará con todo tipo de personajes y sucesos extraordinarios que hacen de esta novela uno de los referentes de la literatura gótica fantástica. La novela se organiza a través de relatos que se conectan y se entremezclan, unos dentro de otros, resultando una estructura laberíntica que ha permitido que, en ocasiones, se hayan extraído paisajes aislados; de hecho, se dice que autores tan renombrados como Gérard de Nerval y Washington Irving plagiaron algunos de esos relatos.
La primera parte (conocida como Les dix Journées de la Vie d’Alphonse van Worden) apareció en edición limitada entre 1804 y 1805 en San Petersburgo; la segunda, Avadoro (una historia española), se dio a conocer en 1813 en París. Potocki (1761-1815) inició su escritura en 1797 y la concluyó poco antes de suicidarse, mediante un disparo en la sien con una bala de plata que él mismo había limado hasta obtener el tamaño perfecto para su pistola.
En 2002 dos investigadores de las Universidades de Montpellier y Lausana, Dominique Triaire y François Rosset, descubrieron seis manuscritos de Jan Potocki que habían sido mal catalogados en los archivos de Poznan, Polonia. El estudio minucioso de estos documentos les permitió establecer un hecho increíble: no existía una sino dos versiones de Manuscrito encontrado en Zaragoza. Hasta entonces, la obra no se ha leído más que de una manera mutilada, sin ser fiel a los textos originales. Iniciado antes de 1794, reescrito durante cerca de veinte años hasta el suicidio de su autor, inicialmente barroco y libertino (versión de 1804), el Manuscrito fue más adelante recompuesto y acabado bajo una forma más seria y enciclopédica (versión de 1810), siendo esta última la versión que presenta la editoriales Acantilado y Valdemar.
.El libro sigue la moda de la novela gótica al estilo de Radcliffe y Hoffmann con especial hincapié en la ambientación exótica (España, Italia, África). La obra transcribe el manuscrito hallado por un oficial de las tropas napoleónicas en Zaragoza, y cuenta las peripecias y viajes del noble caballero Alfonso Van Worden, episodios vividos o referidos sobre "bandidos, almas en pena y adictos a la Cábala", en una visión pintoresca, fantástica y prerromántica de la España profunda del siglo XVIII, llena de inolvidables historias de aparecidos, cabalistas, ventas encantadas o leyendas moriscas, traspasada de un aire picaresco deudor de la tradición española…"
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_manuscrito_encontrado_en_Zaragoza
http://memoriasdeunfriki.blogspot.com/2006/08/manuscrito-encontrado-en-zaragoza-de.html
http://www.lecturalia.com/libro/34319/el-manuscrito-encontrado-en-zaragoza
http://visperasdenada.wordpress.com/2009/02/10/el-manuscrito-encontrado-en-zaragoza/
http://www.hislibris.com/manuscrito-encontrado-en-zaragoza-jan-potocki/

lunes, 23 de noviembre de 2009

Arthur R.G. Solmssen: Una princesa en Berlín (el huevo de la serpiente)

“… El novelista y abogado norteamericano Arthur R.G. Solmssen (Nueva York, 1928) nos descubre con Una princesa en Berlín, su más famosa novela, un Berlín frío, gris, y ahogado por las revoluciones sociales y políticas, el Tratado de Versailles, y una inflación que abocó a la miseria a millones de alemanes que vieron como sus ahorros, su dinero, su moneda, no tenían valor ninguno. A través de la historia de Peter Ellis, un americano que aprovecha la coyuntura económica de la República de Weimar para instalarse en Berlín, el lector puede llegar a comprender cómo es posible que Alemania degenerara en un régimen totalitario.
  El autor, de nacionalidad americana pero gran conocedor de la realidad alemana por haber pasado su infancia en Berlín, sitúa a su protagonista en la misma tesitura: un americano, Peter Ellis, que llega a Berlín en el año 1922 procedente de París, donde se había encontrado con su amigo alemán Christoph y aceptado la invitación de acompañarle a su ciudad. De la mano de éste se introduce en lo más representativo de la sociedad berlinesa de la época. Peter Ellis se relaciona con tres familias diferentes, los Keith, militares prusianos empobrecidos y amargados ante su pérdida de posición, los Waldstein, representantes de las altas clases sociales financieras, antiguos judíos que a lo largo de la historia han emparentado con la nobleza y los Falke, núcleo familiar en torno a un cínico pintor comunista que enseña pintura al joven norteamericano.
A lo largo del relato, queda patente de qué forma vivió Alemania la época de entreguerras. La fuerte caída del reichsmark, la debilidad del Reichsbank para hacer frente a la devaluación, y las agitaciones sociales que desde la izquierda o la derecha más radical reclamaban estabilidad fueron el caldo de cultivo para la aparición de un descontento profundo hacia la República y sus dirigentes, a quienes los alemanes veían incapaces de gobernar la difícil situación. Con este panorama no era de extrañar que el odio, el desengaño y el malestar ocuparan los corazones y mentalidades alemanas, quienes canalizaron el hambre y la miseria en forma de odio hacia el colectivo judío. Esto es exactamente lo que vive el americano en Berlín: una sociedad que reclama soluciones a un Gobierno ahogado por el egoísmo de los aliados, pero también una sociedad fragmentada y compleja, una situación económica nefasta y el nacimiento de una época que en suma, sería la más truculenta y desastrosa de la historia mundial…”
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.xabiaaldia.com/nukexd/modules.php?name=News&file=article&sid=865
http://www.cuantoyporquetanto.com/htm/libros/libros_unaprincesaenberlin.htm
http://lecturasreunidas.blogspot.com/2009/08/una-princesa-en-berlin.html
http://jullei.wordpress.com/2008/06/24/una-princesa-en-berlin-de-arthur-rg-solmssen/

jueves, 19 de noviembre de 2009

Samuel Taylor Coleridge: Kubla Khan" o "La Visión de un sueño, fragmento"


En Xanadú se hizo construir
Kubla Khan un fastuoso palacio:
Allí donde el sagrado río Alfa discurría
a través de grutas inconmensurables para el hombre
hasta precipitarse en un mar sin sol.
Así pues, diez millas de terreno fértil
fueron cercadas de muros y torres:
y surgieron jardines en los que brillaban sinuosos arroyos
y donde crecían abundantes árboles del incienso;
y había bosques tan viejos como las colinas
rodeando los prados iluminados por el sol.
¡Mas, ved aquel romántico y profundo abismo abierto
en el costado de la verde colina, bajo la sombra de los cedros!
¡Qué lugar tan agreste! ¡El más sagrado y lleno de encantamientos
que jamás fue visitado bajo la luna menguante
por la mujer que clama por su demonio amante!
Y de este abismo, bullendo en incesante remolino,
como si la tierra respirara con ansioso jadeo,
brotó al instante un poderoso manantial;
y en medio de su repentino e intermitente impulso
enormes fragmentos de roca saltaban como el granizo
o como el trigo que se separa de la paja bajo los golpes del trillador;
y en medio del incesante resonar de las rocas que danzaban en el aire,
surgió a borbotones el sagrado río.
Trazando laberínticos meandros, a lo largo de cinco millas
discurría el sagrado río a través de bosques y valles,
hasta llegar a las cavernas inconmensurables para el hombre
y hundirse con estruendo en un océano sin vida:
y, en medio de este estruendo, oyó Kubla a lo lejos
las voces de sus antepasados que profetizaban la guerra.
La sombra del palacio deleitoso
se reflejaba en medio de las olas,
allí donde se oían los ritmos mezclados
del manantial y los abismos.
Era una maravilla de peculiar diseño
este palacio de deleites bañado por el sol sobre cavernas de hielo.
De una jovencilla que llevaba un dulcémele
tuve una vez una visión:
era una doncella abisinia,
y tocaba su dulcémele
mientras cantaba del monte Abora.
Si fuera capaz de revivir en mí
la música y la letra de su canción
me sentiría penetrado de tan profunda delicia,
que, con música aguda y prolongada,
sería capaz de construir en los aires el palacio,
¡ese palacio soleado! ¡esas grutas de hielo!
Y todos los que oyeran mi música los verían,
y gritarían todos: ¡Cuidado, cuidado!
¡Mirad sus ojos centelleantes, su cabello desmelenado!
Tejed tres veces en torno a él un círculo,
y cerrad los ojos con terror sagrado,
pues él se ha alimentado de ambrosía
y ha bebido la leche del Paraíso.

Kubla khan
Samuel Taylor Coleridge

Introductor del romanticismo en la literatura inglesa junto con William Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) es autor de algunas de las composiciones más bellas, musicales e imaginativas de la rica poesía en este idioma, como son «La rima del anciano marinero», «Cristabel» o «Kubla Khan»,
El "Kubla Khan" o "La Visión de un sueño, fragmento" es un poema que toma su nombre del emperador mongol y chino, Kublai Khan de la dinastía Yuan. La primera línea del poema menciona el nombre de Xanadu, palacio construído por el mencionado emperador.
El poema fue escrito por Coleridge en 1798. Según parece, por la trayectoria del poeta y por las notas encontradas sobre el mismo, los hechos que se encuentran en este poema no son más que un sueño de Coleridge puesto sobre el papel después de una ingesta de láudano. El mismo Coleridge aseguró que lo escribió para preservar su sueño y evitar que se perdiera. El poema esta escrito en forma de canto, las inclinaciones musicales de este poema son el resultado del uso del tetrámetro yámbico de Coleridge y las alternancias rítmicas. Si observamos el poema en su totalidad, por la forma que Coleridge utilizó para escribirlo deducimos que el poema tiene una composición clara y simétrica. Podemos dividir el poema en dos partes. La primera parte se corresponde con una narración descripción escrita en tercera persona, la descripción del majestuoso palacio y de los jardines que Kubla Khan posee para su propio deleite. La segunda parte del poema es lírica y está escrita en primera persona utilizando versos cortos, nos describe las experiencias del propio poeta.
El poema Kubla Khan, es un complejo laberinto de imágenes y símbolos que representan el estado inconsciente y oculto de la mente humana, trata de mostrarnos la dura batalla entre la conciencia y la inconciencia que existe dentro de cada ser humano, un poema donde predomina un mosaico de pensamientos y temas incompletos. Después de muchos estudios realizados sobre el poema de Kubra Khan numerosos críticos han llegado a la conclusión de que conocemos todos los datos relacionados con el poema: su fecha de composición, el estado en que se encontraba Coleridge en el momento de su composición, las razones por las cuales el poema fue escrito; todo esto lo sabemos menos de lo que trata el poema en sí. Algunos autores, entre ellos una crítica llamada Alethea Hayter, han llegado a la conclusión de que los efectos que el opio producía sobre la mente eran devastadores y que muchos poetas del siglo XIX lo tomaban porque afirmaban que les ayuda a despertar su mente y a conocer mejor su “yo” inconsciente.
Borges nos cuenta en su texto El sueño de Coleridge que "El poeta soñó en 1797 (otros entienden que en 1798) y publicó su relación del sueño en 1816, a manera de glosa o justificación del poema inconcluso. Veinte años después, apareció en París, fragmentariamente, la primera versión occidental de una de esas historias universales en que la literatura persa es tan rica, el Compendio de Historias de Rashid ed Din, que data del siglo XIV. En una página se lee: “Al este de Shang tu, Kubla Khan erigió un palacio, según un plano que había visto en un sueño y que guardaba en la memoria”. Quien esto escribió era visir de Ghazan Mahmud, que descendía de Kubla." "Un emperador mogol, en el siglo XIII, sueña un palacio y lo edifica conforme a la visión; en el siglo XVIII, un poeta inglés que no pudo saber que esa fábrica se derivó de un sueño, sueña un poema sobre el palacio. Confrontadas con esta simetría, que trabaja con almas de hombres que duermen y abarca continentes y siglos, nada o muy poco son, me parece, las levitaciones, resurrecciones y apariciones de los libros piadosos." "¿Qué explicación preferiremos? Quienes de antemano rechazan lo sobrenatural (yo trato, siempre, de pertenecer, a ese gremio) juzgarán que la historia de los dos sueños es una coincidencia, un dibujo trazado por el azar, como las formas de leones o de caballos que a veces configuran las nubes. Otros argüirán que el poeta supo de algún modo que el emperador había soñado el palacio y dijo haber soñado el poema para crear una espléndida ficción que asimismo paliara o justificara lo truncado y rapsódico de los versos. Esta conjetura es verosímil, pero nos obliga a postular, arbitrariamente, un texto no identificado por los sinólogos en el que Coleridge pudo leer, antes de 1816, el sueño de Kubla. Más encantadoras son las hipótesis que trascienden lo racional. Por ejemplo, cabe suponer que el alma del emperador, destruido el palacio, penetró en el alma de Coleridge, para que éste lo reconstruyera en palabras, más duraderas que los mármoles y metales." "El primer sueño agregó a la realidad un palacio; el segundo, que se produjo cinco siglos después, un poema (o principio de poema) sugerido por el palacio; la similitud de los sueños deja entrever un plan; el período enorme revela un ejecutor sobrehumano. Indagar el propósito de ese inmortal o de ese longevo sería, tal vez, no menos atrevido que inútil, pero es lícito sospechar que no lo ha logrado. En 1691, el P. Gerbillon, de la Compañía de Jesús, comprobó que del palacio de Kublai Khan sólo quedaban ruinas; del poema nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos. Tales hechos permiten conjeturar que la serie de sueños y de trabajos no ha tocado a su fin. Al primer soñador le fue deparada en la noche la visión del palacio y lo construyó; al segundo, que no supo del sueño del anterior, el poema sobre el palacio. Si no marra el esquema, alguien, en una noche de la que nos apartan los siglos, soñará el mismo sueño y no sospechará que otros lo soñaron y le dará la forma de un mármol o de una música. Quizá la serie de los sueños no tenga fin, quizá la clave esté en el último."
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://litart.mforos.com/1082649/7355845-samuel-taylor-coleridge/http://www.caressa.it/testi/borges01.html
http://www.taringa.net/posts/arte/2281158/Kubla-Khan,-un-poema-soñado-y-el-eterno-retorno.html
http://www.epdlp.com/texto.php?id2=1413
http://es.wikipedia.org/wiki/Samuel_Taylor_Coleridge
http://sendas-celacanto.blogspot.com/2009/01/el-palacio-sonado-de-kublai-khan.html
http://nasdat.com/index.php?topic=1487.0;wap2

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Francisco Granados: Finalista del II Premio Guadalquivir de Narrativa.

Charo Fernández Cotta se hizo ayer con el II Premio Guadalquivir de Narrativa, dedicado a los autores noveles y entregado ayer durante una cena en el restaurante Abades. Maribel Montaño, y todos los miembros del jurado, compuesto por Rogelio Delgado (editor de RD, donde se publicará la obra premiada), Andrés Sorel, Rafael de Cózar, Juan José Téllez, Pablo Rodríguez Balbontín, Andrés Nadal, Emilio Losada (primer ganador del certamen el año pasado con La quintaesencia suave) e Ignacio García Alonso, director de RD Editores.
El finalista fue nuestro querido tertuliano Francisco Manuel Granados, por La más bella amante, historia "detectivesca" en torno a un escritor perdido y "fábula sobre las pasiones que labran nuestra vida" en cuya trama se muestran "los recovecos más íntimos" de Sevilla" y la "atmósfera irreal de una burguesía decadente".
Nuestra más sincera felicitación a este escritor, colaborador habitual de este blog y tertuliano fundador de la Tertulia Porvenir XXI.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Natsume Sōseki: Yo, el gato.


"... Natsume Sōseki (1867 - 1916) es el seudónimo literario de Natsume Kinnosuke (en japonés, Natsume Kin'nosuke 夏目 漱石 ), novelista japonés, profesor de literatura inglesa y escritor de haikus y poesía china . El descubrimiento de Natsume Soseki en España ha sido tardío, pero fulminante. Hasta hace diez años, era el menos conocido de los maestros de la novela japonesa moderna, pero la obra de Murakami ha rescatado del olvido buena parte de su obra.
Su primera novela, Yo, el gato (Trotta, 1999). Publicada en 1905 y escrita bajo el influjo del Tristram Shandy de Laurence Sterne (Natsume Soseki había pasado tres años malviviendo y bienleyendo en Londres), tiene como protagonista a un gato que cuenta la vida de su dueño, pusilánime profesor de Secundaria. Más que un gato, es un súper-gato que ha leído a Nietzsche y venga con su mordacidad las desgracias de su amo. En esta novela, ya están los ingredientes del mejor Soseki: la risa como liberación, la piedad con lo pequeño, pero sin cursilería, la sátira de los intelectuales europeizados, el colegio como infierno y una peculiar oposición entre el campo y la ciudad, que debe tanto al Japón de la época Meiji (años de apertura a Occidente) como al propio Soseki, hijo de un samurái venido a menos. A la hipocresía de la capital, le opone Soseki la provincia hermosa... pero hostil y pueblerina. Un gato sin nombre, narrador y protagonista, se convierte en observador y crítico de la sociedad japonesa de su tiempo. El perspicaz y sabihondo felino se interna en los escondidos recovecos de la sociedad para escudriñar conductas, escuchar conversaciones y presenciar hechos que le dan pie para sentar cátedra de filósofo. En realidad, al confiar al gato el papel de inquisidor y fustigador de los entuertos humanos, lo que el autor intenta es pasar por el tamiz modas, costumbres y formas de pensar importadas de occidente. Bajo la implacable férula de un gato que se presenta con un yo mayestático y petulante, la novela suscita, además de sonrisas, inquietud en torno al eterno conflicto entre la horma cultural indígena y el modelo de civilización traído del exterior. La obra viene a resultar útil para comprender al pueblo japonés, siempre atento al progreso moderno y, al mismo tiempo, respetuoso con su patrimonio ancestral, que, a veces, se nos antoja misterioso, enigmático. Sin pretenderlo, el gato sin nombre acaso ayude también a superar barreras y enigmas culturales.
Esta novela se empezó a escribir en 1905 y se publicó por capítulos hasta su finalización, el año siguiente en la revista literaria Hototogitsu. El autor, Söseki Natsume era profesor en el departamento de Literatura Inglesa de la Universidad Imperial. Nos encontramos así ante un hombre conocedor de la literatura occidental y de sus grandes obras, no se trata de alguien recluido y centrado simplemente en la cultura japonesa. Söseki se situa en una posición ambigua, ya que conoce ambas culturas (vivió varios años en Inglaterra) puede ser crítico con ambas. Admira la cultura occidental tanto como respeta la cultura y la producción propias de Japón, y es consciente de los peligros que pueden surgir del intento ciego de la sociedad japonesa de occidentalizarse.
Los mismos temas tocan sus dos siguientes novelas aparecidas en 1906: la divertidísima Almohada de hierbas (Kaicron, 2007), burla de los poetas del haiku, y la más popular, Botchan (Impedimenta, 2008), una especie de Lazarillo en japonés. Este joven profesor enviado a una recóndita provincia para educar a los salvajes, será uno de los modelos literarios más influyentes de la literatura, el cine y el manga japonés, y Soseki lo perfeccionará en el resto de sus novelas. Como en La puerta (Miragüano, 1991), donde este "bufón sufridor" tomará el hábito de un aprendiz de monje que no consigue iluminarse. Y por supuesto en una de sus obras maestras, Sanshiro (Impedimenta, 2009). Publicada en 1908, Sanshiro es una novela de formación a la europea, con una extensión que permite a Natsume Soseki recuperar la inventiva de Yo, el gato, sus enredos y digresiones. Pero también algunos ingredientes (la nostálgica descripción del Tokio universitario, del lumpen artístico y los amores ruinosos) anticipan la amargura de Kokoro (Gredos, 2009), escrita en 1914 y considerada su obra capital. Cuestión de gustos. En Sanshiro, la risa aún nos ayuda a pasar el mal trago.
Aurelio Asiain en Letras Libres reseña que es difícil no admirar las minuciosas virtudes y la vasta influencia de una obra que se construyó contra las convenciones del gusto de su época. Natsume Sôseki fue más que un novelista. Fue en primer término un poeta, regular en japonés y –dicen– excepcional en chino, y un crítico, autor de una Teoría literaria revolucionaria, la primera en Japón en preguntarse por la naturaleza de la literatura. Fue un prosista portentoso, capaz de la elegancia clásica como del coloquialismo dialectal y que mudó de estilo en cada libro. Fue un narrador atento a la forma del relato más que a su trama, pero que creía en la naturaleza moral de la literatura y en su misión civilizadora. Fue un intelectual público y una figura moral, que combatió tanto el patrioterismo estatal y popular como la fascinación de su época ante Occidente y promulgó lo que podríamos llamar un individualismo liberal. Fue, pues, un escritor múltiple y un hombre con un destino cabal. Pero lo fue con distancia y escepticismo...."
Esta recensión es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.publico.es/culturas/214956/guia/rapida/hablar/soseki
http://www.lecturalia.com/libro/22333/yo-el-gato

sábado, 14 de noviembre de 2009

Haruki Murakami: Kafka en la orilla.


"... En la sesión de diciembre de la tertulia se acordó analizar la obra de Haruki Murakami "Kafka en la orilla. Intentaré hacer una breve referencia al autor y su obra.

Haruki Murakami nació en Kioto en 1949. Estudió literatura y teatro griego en la universidad de Waseda. Trabajó en una tienda de discos y regentó un club de jazz. Fue profesor en las universidades de Taft y Princeton, en Estados Unidos, y es traductor al japonés de Francis Scott, Fitzgerald, John Irving, Raymond Carver y Jerome David Salinger. Entre sus obras traducidas al español figuran, además de Kafka en la orilla; Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Sputnik, mi amor; Al sur de la frontera, al oeste del Sol; Tokio Blues, After dark y Norwegian Wood". También ha escrito un peculiar libro de memorias titulado What I talk about when I talk about running. Ha sido galardonado con el premio Frank Kafka en el 2006, el Jerusalem Prize en 2009 y recientemente ha obtenido en España la Orden de las artes y las letras.
Se define como un corredor de fondo, amante de la cultura pop, del jazz, surrealista, ecléctico, costumbrista, posmoderno y muñidor de la tradición occidental y oriental. Su literatura fluye entre lo real y lo onírico. Cuando escribe improvisa en el ordenador como si tratase de atrapar el ritmo inesperado del jazz.
Murakami ha sido inspirador de autores y cineastas. Así Sofía Coppola in Lost in translation, Alejandro González Iñarritu en Babel, e Isabel Coixet en Map of the sound of Tokio. A su vez reconoce la influencia de David Lynch y los mangas de Hayao Miyazaki.
Kafka en la orilla del japonés publicada en 2005 acredita una prosa limpia, sin arabescos. La historia de Murakami, que el suplemento literario de The New York Times eligió como la mejor novela de 2005 sigue la estructura de la historia enfrentadas de dos personajes en dos situaciones inverosímiles. En los capítulos impares se desarrolla la historia del joven Tamura Kafka narrada en primera persona y en tiempo verbal de presente. Tamura cuando cumple quince años decide abandonar su casa. Acuciado por la misma profecía que Edipo abandona el hogar en busca de su madre y hermana y se desplaza al sur del país a Takamatsu donde recala en una particular biblioteca. Allí conoce a una misteriosa mujer Saeki que pudiera ser su madre y al bibliotecario Oshima de sexualidad indeterminada que amparan al joven y le proporcionan trabajo. En su viaje se asoma de vez en cuando el imaginario Pequeño cuervo. Kafka en checo significa cuervo, y quizás por eso Tamura Kafka se desdobla en el personaje del Pequeño cuervo, que es el desdoblamiento de la consciencia de Tamura. Murakami destaca este personaje con una tipografía distinta de letra y una redacción en segunda persona.
La otra historia que finalmente se cruza con la anterior es la de Satoru Nakata que se desarrolla en la capítulos pares y en tiempo de pasado. La historia de Nakata parte de un hecho singular como es la perdida de sentido que tiene lugar a los componentes de una excursión infantil durante la segunda guerra mundial. A consecuencia de este episodio sólo Nakata queda afectado, pero de una forma peculiar. Nakata se convierte en una persona disminuida, analfabeta con un espíritu dócil que continuamente repite que es estúpido y que no sabe leer, pero con una facultad asombrosa que esconde a los demás, como es la posibilidad de hablar con los gatos. En los primeros capítulos la historia se desenvuelve como una investigación policial del suceso, con entrevistas a la profesora y al médico que asistió a los niños. Después el hilo de la narración da un salto en el tiempo y nos encontramos a Nakata con sesenta años viviendo en Tokio, ya jubilado, y dedicado a la búsqueda de gatos perdidos. En una de estas pesquisas se topa con el estrafalario personaje de Johnie Walken que se dedica a coleccionar almas de gatos. En presencia del atribulado Tanaka arranca los corazones de los gatos que tiene en un saco, y este animado por el propio Walken lo mata atravesándolo con un cuchillo. Este suceso marca la unión de las dos historias pues Walken es en realidad el padre de Tamura. El asesinato provoca la huida de Tanaka, en un viaje hacia el sur, en donde después de episodios fantásticos como la lluvia de caballas y sanguijuelas, conoce al camionero Hoshino que deslumbrado por la sencillez de Nakata decide acompañarle, componiendo una extraña pareja quijoteca. Después de la muerte de Walken, Tanaka había perdido el sentido y cuando se despierta no hay rastro de sangre en sus manos, en cambio Tamura Kafka se despierta desorientado en un parque con las manos y ropas llenas de sangre. La policia empieza a buscar a Tamura que empieza a dudar si realmente mató a su padre. En la biblioteca queda deslumbrado por la señora Saeki que por las noches se le aparece en forma de una niña de quince años. Tamura hace amor con la señora Saeki y parece que el designio se ha cumplido. También tiene relaciones con Samura que pudiera ser su hermana. Acosado por la policía Tamura es llevado por Oshima a una casa que se encuentra en mitad de un bosque. Entre tanto en la otra historia Tanaka tiene el presentimiento de una misión que es la busqueda de la piedra de la entrada, misión que encomienda al esforzado Hoshino. Aparece entonces en escena otros de los personajes imposibles el coronel Sander que tras permitir a Hoshino refocilarse con una prostituta filósofa que cita a Bergson y Hegel, le encomienda la tarea de sustraer de un templo una piedra mágica. Al levantar esta piedra se abre una puerta de entrada al mundo de los espíritus. La señora Saeki después de la marcha de Tamura fallece, asimismo también muere Tanaka después de lograr con la ayuda de Hoshino abrir la puerta del otro mundo. Tamura por su parte se adentra en el laberinto del bosque y se pierde hasta que encuentra a dos soldados japoneses que hacía más de veinte años se habían extraviados en una maniobras. El espíritu de estos dos soldados conduce a Tamura a una ciudad donde viven fantasmas, y allí encuentra a la señora Saeki que le convence para que vuelva al mundo de los vivos. Como la conexión entre los dos mundos está abierta por la boca de Tanaka ya fallecido, intenta salir una criatura informe que no es otra que el malvado J. Walken, y que Hoshino alertado por el coronel Sander logra matar a bastonazos. Antes que la puerta de entrada se cierre Tamura Kafka logra salir y se reintegra al mundo de los vivos.
Para la crítica Kafka en la orilla es también una versión moderna de la tragedia clásica atemperada con una visión oriental de la vida y de la muerte, y acompañada de múltiples referencias literarias y musicales, con una desbordante sensualidad y sentido del humor. Entre las referencias literarias occidentales podemos reseñar las menciones de Dickens, Tolstoi, Eliot, Kafka, Lorca, Hemingway, Goethe, Aristóteles, Sófocles, Euripide, Esquilo, Aristofanes, Chejov, Shakespeare. Tampoco se puede desdeñar las referencias literarias orientales como las Mil y una noches, Natsume Soseki con su novela yo el gato, el Genji Monogatari de Mursaki Shikibu, y la mención expresa que hace del cuento de la promesa del crisantemo de Ueda Akinari incluido entre los Ugetsu monogatari que recoge la idea del viaje astral o de la separación temporal del espíritu del cuerpo: En esta historia nos cuenta Murakami, dos guerreros se hacen amigos y juran ser hermanos de por vida. Entre samuráis, este juramento era muy importante. Hacer esta promesa, equivalía a poner la vida en manos del otro, a entregarla gustosamente por el otro de ser necesario. Eso significaba. Los dos viven en regiones muy alejadas y sirven a dos señores diferentes. “Cuando el crisantemos esté en flor, iré a visitarte”, le anuncia uno al otro. “Te espero” responde el otro. Sin embargo, el samurái que tenía que ir a visitar a su amigo, se ve envuelto en problemas en su señorío y es arrestado. No puede salir. Tampoco le está permitido escribir una carta. Pronto acaba el verano, avanza el otoño y llega la estación en que florecen los crisantemos. El samurái no puede cumplir la promesa que le ha hecho a su amigo. Para un samurái, una promesa tiene una importancia capital. La fidelidad tiene más valor que la propia vida. El samurái se suicida abriéndose el vientre y su espíritu recorre una larga distancia para reunirse con su amigo. Ambos, entre las flores del crisantemo, hablan hasta la saciedad, y luego el espíritu desaparece de la faz de la tierra”.
En la novela se repite la idea del mundo como metáfora, por eso se ha señalado que el cumplimiento de la profecía sobre Kafka Tamura, es sólo metafórico. Kafka no asesinará a su padre, pero es como si lo hiciera; Kafka no se acostará con su madre y su hermana, pero es como si lo hiciera.
Dice Murakami: "Borges es un gran escritor, pero nunca me sentí muy atraído por su trabajo. Por supuesto, es un honor la comparación, pero creo que la imaginación de Borges es, cómo decirlo, mucho más terrenal que la mía. En cambio, con Manuel Puig me siento muy identificado, tenemos una imaginación más posmoderna o contemporánea supongo. En los años 80 me la pasaba leyendo a Manuel Puig. La traición de Rita Hayworth la debo de haber leído infinidad de veces. Me gusta mucho la imaginación de Puig, tan libre que le permitió sobrevivir a pesar de ser una persona muy sensible y solitaria, que sufrió mucho. Encuentro un punto en común muy fuerte entre su literatura y la mía: el tema de la soledad. Como soy un hijo único, criado entre mis discos y mis gatos, pude entender su fascinación por el cine, porque se trata de un lugar muy íntimo donde uno puede establecer con los personajes de la pantalla las relaciones profundas que tanto cuesta entablar con las personas de verdad. Es uno de mis escritores favoritos y sin duda mi preferido de la literatura argentina. En cuanto a la música, por supuesto que el tango es muy popular en Japón y supongo que el sueño de cualquier músico de jazz siempre va a ser el de haber podido colaborar con Piazzolla. Pero a mí me gusta el Gato Barbieri que es a quien más escucho (...) Supongo que tiene que ver con que no me interesan nada las historias realistas, por eso amo a García Márquez o Manuel Puig. Siento que mi trabajo como escritor es entrar en lo más oscuro de mi ser, explorar las zonas más peligrosas y raras de la mente sin ningún mapa o direcciones, para sacarlas a la superficie y ponerlas sobre papel. Ahora, si uno no puede volver a la superficie, es un infierno, entonces hay que estar bajando a las profundidades más aterradoras y volviendo a subir a cada rato para no quedar atrapado dentro de uno mismo. Hay que ser un buen corredor de distancias para hacerlo, es como meterse, una vez más, en una maratón".
En la tertulia se discutió el valor de la obra de Murakami. Frente a la posición de algunos que menospreciaban la originalidad del autor la mayoría de los tertulianos destacó la fuerza y la valentía del japonés que sobre un suelo sencillo ha levantado un vigoroso árbol. Es con toda seguridad un autor excepcional.

A destacar los siguientes enlaces:
http://libros.mysofa.es/libro/kafka_en_la_orilla
http://loslibros.wordpress.com/2009/04/02/kafka-en-la-orilla-de-haruki-murakami/
http://www.letraslibres.com/index.php?art=11797
http://www.notodo.com/cgi/php/inicio.php?apartado=recomendacion&seccion=libros&id_top=818
http://www.filmica.com/jacintaescudos/archivos/006353.html
http://sepiensa.org.mx/contenidos/2007/s_kafka/p1.html
http://www.elpais.com/articulo/portada/libros/triunfan/caos/elpepucul/20090405elpepspor_6/Tes

miércoles, 28 de octubre de 2009

Nadine Gordimer: El conservador (la novela testimonio)


"... Nadine Gordimer (Springs, Sudáfrica, 1923). Narradora y ensayista sudafricana en lengua inglesa; fue la primera mujer africana que recibió el premio Nobel de Literatura, en 1991. Su obra literaria -ocho novelas y numerosos relatos- es considerada la principal representante de la actual literatura sudafricana. Su presencia intelectual se reparte por igual entre su producción narrativa y su defensa incontestable de la libertad de la población negra, en abierta y beligerante oposición al régimen racista del apartheid.
Reseña Rosa Regás que Nadine Gordiner es una mujer dotada como pocos escritores de un sentido literario original y profundo, capaz de dibujar y recrear el mundo en un torrente de palabras que se estructura en metáforas, imágenes, observaciones y analogías entre el espíritu y la naturaleza, el color y el movimiento, la sensualidad de la mirada y del sentimiento y las amarguras de un destino tantas veces impuesto, ha logrado hacer sentir su voz a lo largo de una dilatada vida no sólo para denunciar la situación de oprobio que los africanos negros vivieron con el régimen del apartheid, sino para protestar contra cualquier otra situación que arrastre los vientos de la injusticia, de la miseria y de la desigualdad, entre hombres y mujeres, negros y blancos, ricos y pobres.
El conservador es una novela escrita en 1974, cuando en Sudáfrica reinaba con toda su fuerza brutal el apartheid y nos cuenta la historia de un hombre de mediana edad, Merhing, blanco, rico, autosatisfecho y dedicado a sus negocios. Merhing decide comprarse una granja en el Transvaal a unos 40 kilómetros de Pretoria, la ciudad donde vive, más para poder decir que se ha comprado una granja, y que se retira en ella los días festivos para estar en contacto con el campo, supervisar las labores del campo y controlar el trabajo del negro Jacobus, su capataz, que por verdadero deseo de convertirse en granjero o por amor a la naturaleza.
La estructura de esta magnífica novela, reseña Regás, que se mueve entre el compromiso político y el análisis y la exploración del interior de los personajes, es a primera vista simple y sin embargo la fuerza de la voz narrativa nos sumerge en tantos niveles distintos que a veces tenemos la impresión de que son muchos los narradores. Porque no siendo del protagonista esa irisada voz de la narración, es su mirada la que, a través del prisma de la indiferencia y la contención, nos descubre la impresionante complejidad de los sentimientos, las cobardías y los miedos, y ese mundo injusto, crispado, abandonado en la parquedad del horizonte de la vida de los negros que viven en el recinto. Así es cómo la autora describe con sorprendente maestría las fuerzas y relaciones que constituyen el ambiente y las estructuras de un país roto por el salvajismo de la superioridad racial. Maestría que se extiende a la descripción de los paisajes, los sonidos del veld, sus colores y sus luces, en una prosa vibrante de sensualidad y misterio.
El tiempo y los libros publicados, confiesa Gordimer, confirmaron que yo era escritora, y que la literatura de testimonio, si es un género de circunstancias, de tiempo y lugar, era lo mío. Tenía que encontrar cómo conservar mi integridad frente a la Palabra , la sagrada misión del escritor. Me di cuenta, como creo que lo hacen muchos escritores, de que en lugar de restringir, inhibir y anular burdamente la libertad estética, la condición existencial de quien da testimonio la amplía e inspira, rompiendo, a través de la necesidad, las limitaciones previas que me imponían el sentido formal y el uso del lenguaje: así es posible crear formas y usarlas de manera novedosa. La literatura de testimonio encuentra su lugar en las profundidades del significado revelado, en las tensiones de la sensibilidad, la conciencia intensa y la permanente receptividad frente a las vidas de aquellos entre quienes los escritores experimentan la suya propia como fuente de su arte. Kafka escribió que el escritor ve entre ruinas “cosas diferentes (y más que los demás)... escribir es salirse de la fila de los asesinos; es ver lo que realmente está sucediendo”.
Gordimer nos cuenta que la dualidad del mundo interior y el mundo exterior es la condición existencial esencial del escritor como testigo. Y se pregunta ¿Se pierde la libertad artística en la literatura de testimonio? Y contesta que Picasso dio una airada respuesta a la pregunta acerca de la libertad creativa en nombre de los artistas de todos los campos. “¿Qué creen que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, u oídos si es músico, o una lira en el corazón si es poeta? Muy por el contrario, un artista es, al mismo tiempo, un ser político, que tiene conciencia permanente de lo que sucede en el mundo, ya sea desgarrador, amargo o dulce, y no puede evitar ser moldeado por eso”. Tampoco el arte. Y así surge el Guernica . Como le escribió una vez Flaubert a Turgeniev: “Siempre he tratado de vivir en una torre de marfil, pero una marea de mierda golpea sus muros y amenaza con minarla”.
Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:
http://www.ddooss.org/articulos/otros/Nadine_Gordimer.htm
http://sonadorcompulsivo44.blogspot.com/2009/08/el-conservador.html
http://www.solidaridad.net/articulo2968_enesp.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Nadine_Gordimer
http://www.liceus.com/cgi-bin/aco/lit/02/11351.asp

viernes, 23 de octubre de 2009

Aires de las colinas. Cartas a Clara de Juan Rulfo: Reseña de Francisco Granados


Quién iba a decirme que el autor de Pedro Páramo se inició con cartas de amor. Mucho después de su muerte se publicó un delgado libro titulado “Aire de las colinas. Cartas a Clara” de Juan Rulfo.
Siempre me ha intrigado su juventud solitaria, sus largas caminatas, cámara al hombro, muchacho sin oficio ni beneficio que vagaba por los desolados campos de Jalisco, que recorría los pobres escenarios donde tuvieron lugar antiguas revueltas, sangrientas contiendas que costaron la vida a su padre. Rulfo se dolía, no de la brevedad de la vida, sino de la desdicha con que la vivía la gente. Le asombraba esa resignación en la miseria. Alguien tan vital como él debía sentirse como de otro planeta. Yo creo que no le gustaba sujetarse a nada, ni siquiera a los dictados de lo literario. Cuando tuvo conciencia de ser escritor, lo dejó. No era eso lo que buscaba, sino la verdad y se acercó a ella a tientas, por sus propios medios.
Rulfo empezó a escribir estas cartas con 27 años. Clara tenía 16. Las tres primeras, brevísimas, son en realidad poemas a una muchacha de cuyos sentimientos no está seguro el que escribe, y con cuánto cuidado selecciona las imágenes y las palabras para la niña de su corazón, a la que necesita seducir y a la vez formar, moldear a su imagen. Es un placer sólo ponerse en su lugar. Y el resultado es un portento. Luego, hay halagos y declaraciones de intenciones imprescindibles (quien lo probó, lo sabe), y enseguida se transmite como un pálpito de honestidad, un afán de superación, un amor purificador, que desea echar raíces.
Se lee con gratitud esa lección en voz baja sobre la sinceridad, sobre el amor auténtico (y la chica de las fotos es bien bonita), sobre la manera de enfrentarse la gente honrada a problemas cotidianos. Se averigua en sus cartas que concibió Pedro Páramo lo menos ocho años antes de publicarlo, y con otro título, o que a través de sus cuentos de “El llano en llamas” intentaba aproximarse al tono y las figuras que necesitaba su novela. Rulfo llevaba una vida dura, de pura supervivencia, pero estaba enamorado y se afanaba por ofrecer un trabajoso bienestar a Clara.
Cuánta literatura se puede hacer con la verdad. Leer juntas las cartas entregadas a lo largo de varios años necesita que uno vaya despacio, calculando las distancias y sabiendo interpretar los silencios, las referencias ocultas, imaginar los espacios de tiempo que los quehaceres y la lluvia ocuparon, imaginar las lecturas a hurtadillas de la novia al principio, su espera del correo, los extractos compartidos con las hermanas o la madre, el deleite de los ojos sobre aquellos halagos y declaraciones que el suplicante y luego prometido hace a quien ha erigido como su ángel protector.
Reseña de Francisco Granados.

martes, 20 de octubre de 2009

Dámaso Alonso: Hijos de la ira.


"...Dámaso Alonso (1898-1990) ha definido a Hijos de la Ira, publicada en1944, como un "libro de protesta cuando en España nadie protestaba. Es un libro de protesta y de indagación. Protesta ¿contra qué? Contra todo... Habíamos pasado por dos hechos de colectiva vesanía, que habían quemado muchos años de nuestra vida, uno español y otro universal, y por las consecuencias de ambos. Yo escribí Hijos de la Ira lleno de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión del hombre. La publicación de Hijos de la ira sitúa a Dámaso Alonso en el ámbito de una poesía de intención anticlasicista y antiformalista -en respuesta al neogarcilasismo de José García Nieto y de otros poetas de la llamada "Juventud Creadora"-, más humana y auténtica. En efecto, Dámaso Alonso ha distinguido dos actitudes en los poetas de posguerra: la de quienes contemplan el mundo como un todo armónico y ordenado -poesía "arraigada"-, y la de aquellos poetas que sienten repulsión por un mundo caótico en el que se ha instalado la injusticia -poesía "desarraigada", en denominación del propio Dámaso Alonso, y a la que el poeta va a quedar adscrito-: "Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad. Hemos vuelto los ojos en torno, y nos hemos sentido como una monstruosa, una indescifrable apariencia, rodeada, sitiada por otras apariencias tan incomprensibles, tan feroces, quizá tan desgraciadas como nosotros mismos... Y hemos gemido largamente en la noche. Y no hemos sabido hacia dónde vocear". Los poemas titulados La injusticia, Mujer con alcuza y De profundis son una buena muestra de esta poesía que anuncia lo que más tarde se llamará "poesía social"
Dámaso Alonso publica Hijos de la ira (1944) revolucionando el mundo literario en una clara superación de los cánones establecidos. La poesía de esta obra exige que el poeta abandone la torre de marfil modernista para volver sus ojos a una España que agoniza en esos primeros años de posguerra." Madrid es una ciudad de más de un millón de cadá- / veres (según las últimas estadísticas)". Con estos impactantes versos comienza un libro sorprendente. El poeta está dominado por el asco, por la ira que le produce la vida pero, como ha apuntado la crítica, no se trata de una poesía desesperada, pues en palabras de García López, encuentra en Dios el 'único asidero en medio del dolor y el espanto'. El poeta quiere saber, quiere comprender la realidad en su totalidad y descubrir la esencia del ser. Como eso es imposible se siente desamparado, embriagado por la amargura. Así, su angustia existencial llega a alojarse en el lector a través del tratamiento que Dámaso Alonso da a los principales temas de la obra: la injusticia, el miedo a la muerte, la soledad en el mundo, o la llamada náusea existencial. Como dice Emilio Alarcos Llorach, estamos ante un 'libro poético intenso y penetrante', tan penetrante que es la mejor obra poética de la segunda mitad del siglo XX en España.
Alonso, discípulo y colaborador del gran Don Ramón Menéndez Pidal, presenta una labor de crítica lingüística y literaria tan importante o más que su obra poética. Tan es así que es el introductor en España de uno de los sistemas de estudio de la obra literaria más importantes del siglo XX: la Estilística. Igualmente, a él se deben los estudios definitivos sobre la obra de Luis de Góngora, no superados aún. Como lírico, él mismo se ha definido ‘un poeta a rachas’. Efectivamente, sus periodos de creación se hallan separados por largos lapsos de tiempo. Ello provoca que ocupe un lugar especial dentro de la Generación del 27, ya que, aunque fue compañero de ellos, su principal producción desborda los cauces de aquella y desemboca en nuevas preocupaciones tanto humanas como estéticas. ‘Si he acompañado a esta generación como crítico, apenas como poeta…Las doctrinas estéticas de hacia 1927, que para otros fueron estimables, a mí me resultaron heladoras de todo impulso creativo. Para expresarme en libertad, necesitaba la terrible sacudida de la guerra española’.
Así, ‘Hijos de la ira’ –título harto significativo- es un fortísimo grito de protesta contra la crueldad, el odio y la injusticia que el poeta contempla a su alrededor y, por otra parte, una serie de angustiadas preguntas a Dios sobre el sentido de la vida y del Hombre.‘Mujer con alcuza’, dedicado a su amigo, el también poeta Leopoldo Panero es el eje vertebral de este libro y su pieza clave. Esta extensa composición -168 versos- constituye una parábola de la vida humana. Su tono va creciendo en intensidad climática hasta convertirse en un grito vehemente y acabar cayendo en una serie de interrogaciones desoladas. Asímismo presenta una simbología que recuerda, en ocasiones, a la gran poesía mística, aunque su significación es, como decíamos, claramente existencial..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Dámaso_Alonso
http://amediavoz.com/alonso.htm
http://www.monografias.com/trabajos67/existencialismo-hijos-ira-damaso-alonso/existencialismo-hijos-ira-damaso-alonso2.shtml
http://www.librosgratis.org/mujer-con-alcuza-de-damaso-alonso.html
http://comunidad-escolar.cnice.mec.es/documentos/damaso/alonso2.html
http://canarialactanciamaterna.portalsolidario.net/ocio/visu/cliteraria.php?rowid=8923&anecdotas=Hijos%20de%20la%20ira.

jueves, 15 de octubre de 2009

Francisco Umbral: Mortal y rosa



"... En Mortal y rosa, sobrecogedora y tierna elegía de la infancia, el escritor español Francisco Umbral (1937-2007) evoca la muerte de su hijo. Desde la inhóspita revelación de la pérdida, el escritor construye un largo monólogo en que la muerte de su hijo actúa como la coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora.Umbral procura el reencuentro en la evocación y cada sensación es un superar la existencia inerte, cada objeto una excusa para la reflexión: "sillas de paja infantil, graves mecedoras, caballos de crin celeste me preguntan por ti, se preguntan por ti". Con "esta corporeidad mortal y rosa, donde el amor inventa su infinito" -verso de Pedro Salinas que preludia el texto-, el escritor aborda una cantata de belleza y originalidad máxima, que desborda todos los rencores, porque, como señala en una frase que bien pudiera glosar la obra: "El hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra. Por él, por mi hijo, he visto más allá, más adentro, y más lejos, y quizás, ay, eso basta"
Miguel Aranguren nos dice que Umbral es el diccionario de Umbral: un castellano reinventado cuyas palabras definen a un escritor de provincias que vino a Madrid para conquistar los callejones sórdidos de la capital. El personaje Umbral, Umbral en sí mismo, es Francisco Umbral menos su hijo. Es Umbral con el peso de un niño muerto, aquel que perdió en los primeros años de los setenta después de un cáncer devastador. Es Umbral con un hueco en el pecho, el de su criatura ausente. Lo cuenta una y otra vez en “Mortal y rosa”, testimonio interior de dos muertes: la del niño y la del padre, porque el padre murió aquel día en el que el pequeño cerró definitivamente sus pestañas rizadas en un hospital de Madrid. Y desde el dolor, anclado definitivamente en el corazón del escritor, nació el personaje, el irreverente, el faltón, el mago del lenguaje, el ahogado en vida que respiraba descreimiento en Dios y en los hombres, Francisco Umbral, el genial, el desamparado, el que nunca sonreía, el que necesitaba hablar de su libro porque apenas tenía nada más que contar.
Para Miguel García-Posada, autor de esta edición crítica de Mortal y rosa, "Francisco Umbral es una de las figuras más destacadas de los últimos treinta años de la literatura española". Las notas dominantes de la heterogénea trayectoria de Umbral son la búsqueda de un lenguaje literario original, las continuas referencias a un deshumanizado mundo del sexo, el latente tono autobiográfico, el amor a lo urbano y una inclinación lírica y cordial, que humaniza y contiene su inevitable tendencia corrosiva.
Mortal y rosa, para muchos su mejor obra, se publicó en 1975. Reseña Adolfo Torrecilla que es un libro de difícil comprensión por la ausencia deliberada de un argumento evidente. Al principio parece que Umbral está escribiendo un diario íntimo para ordenar sus pensamientos. Más adelante, sin embargo, surge el verdadero hilo conductor: la cariñosa y poética relación que mantiene el autor con su hijo pequeño, la aparición de una trágica enfermedad y su muerte (suceso real, pues su hijo Francisco falleció en 1974 a los cinco años). La técnica que emplea Umbral se aproxima a la de los irracionalistas: "Estoy negado para la trascendencia y la sobrenaturalidad. Por eso mismo me tientan los grandes irracionalistas de la poesía y del arte". Umbral echa mano de todo tipo de imágenes imprevisibles, absurdas, surrealistas; digresiones oníricas, fantasiosas; pensamientos inconexos, deshilvanados; metáforas poéticas e incongruentes. No hay que buscar, por tanto, una lógica en la evolución del pensamiento. Las ideas y frases de Umbral se encadenan arbitrariamente. Una reflexión sobre los ojos acaba por convertirse en una parábola sobre la mujer. La vista de la sangre le dispara hacia el dolor, la muerte, el suicidio; el Metro madrileño es el cañamazo para hablar de la ciudad, los obreros, la política, el arte, la infancia, el sexo, la propia relación apasionada de Umbral con el periodismo.Las páginas dedicadas al hijo están llenas de poesía y de cordialidad. No hay en ellas un estilo tajante. Se pasa de la alegría -por ejemplo, en la última secuencia, cuando revive el cotidiano instante de dormir en sus brazos al niño- a la tristeza y desesperación, como cuando recibe la noticia de su trágica enfermedad. Mortal y rosa se convierte, nos dice Torrecilla, gracias a su esmerada calidad literaria, a su intimismo y a su sinceridad, en un buen resumen de todas las literaturas que se dan, simultáneamente, en la desigual trayectoria de Umbral..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Umbral
http://www.protestantedigital.com/new/martes.php?1574
http://www.libros.ciberanika.com/letras/u/p01643.htm
http://www.aragonliberal.es/noticias/noticia.asp?notid=4136&menu=3
http://www.librosgratis.org/mortal-y-rosa.html

viernes, 9 de octubre de 2009

Ludovico Ariosto: Orlando furioso.


"... Orlando furioso de Ludovico Ariosto ( 1474- 1533), es una obra singular, universalmente reconocida como una de las cumbre de la literatura europea. Con ella, las lenguas modernas logran al fin producir una poesía épica culta a la altura de las más admiradas de la Antigüedad Clásica; y la octava real se constituye definitivamente en las lenguas romances como la sucesora del hexámetro latino. Tal es la perfección formal que alcanza la octava del Ariosto, que suelen referirse a ella los críticos como octava de oro.

En el Quijote, ya sea en el de Cervantes o en el apócrifo de Avellaneda, es a menudo o citado o imitado o fuente de inspiración para alguna de las aventuras: es obra elogiosamente citada en el escrutinio (I,6); don Quijote cree ser don Reinaldos de Montalbán poco después (I,7), más adelante confunde una bacía de barbero con el yelmo de Mambrino, esto es, el que cubría la cabeza de don Reinaldos (I,21); la furia de Orlando es recordada por don Quijote en su penitencia en Sierra Morena (I,25). Tampoco es desdeñable la influencia en la Auracana de Ercilla. Michel de Montaigne señalaba en uno de los Ensayos que la lectura de los antiguos es el estudio más sabio y el mejor examen del alma. Al respecto, pocos poemas rastrean con tanta hondura nuestro pasado reciente como el Orlando furioso de Ludovico Ariosto extensa composición que vio la luz en 1516, cuando la individualidad era ya una irreparable escisión de voluntades. Estamos, pues, ante una de las epopeyas capitales de la Modernidad, ante un laberinto que muestra, en sus posibles salidas, los distintos rostros del hombre, su discordia. Los protagonistas, Orlando o Angélica, Rugero o Bradamante, encarnan lo que la vida tiene de ruptura. Su itinerario interior conoce la vanidad, la locura, el dolor, el tedio, cualquier estado o dirección moral que fluctúa en el torvo paisaje del Orlando, un fresco en el que renace la melancolía que dio Jacopo Pontormo a sus figuras.
Ariosto comenzó su obra maestra, el poema épico Orlando furioso, diciendo: “Le donne, i cavalier, l’arme, gli, amori, / Le cortesie, l’audaci imprese io canto...” Con esto dio idea bastante clara de lo que iba a ser su obra, viniendo aquella completada por la afirmación de que diría de Orlando cosas nunca dichas en prosa o en verso, entre ellas que “enloqueció de amor, un hombre como él, tenido siempre por tan cuerdo”. Basta seguir leyendo el primer canto para comprender pronto, por los hechos y por el estilo malicioso, que se trata de un poema heroico de carácter burlesco. Este poema que comenzó en 1506 y publicó en 1516; la corrección definitiva no se concluyó hasta 1532. El poema, formado por cuarenta y seis cantos compuestos en ágiles octavas, no es una obra independiente: se presenta como continuación de Orlando enamorado de Mateo Boyardo, con la misma forma externa e idénticos personajes dotados de los mismos caracteres y está considerado una de las obras maestras del Renacimiento. Narra el amor del paladín Orlando por la pagana Angélica, en el marco de las guerras entre Carlomagno y los musulmanes. Orlando pierde la razón al enterarse de que Angélica quiere a Medoro, joven pagano a quien ha cuidado; pero recobra la razón, que Astolfo le trae de la Luna (el fragmento del viaje a la luna es inolvidable). En este tema se injerta la historia de Rogerio y Bradamanta; además, otras veinte novelas, episodios, cuentos, sabiamente entretejidos en el curso de este amplio poema (cuenta más de treinta y ocho mil versos). Todo se vuelve paladines que llevan a cabo proezas sobrehumanas, nigromantes, castillos encantados, hipogrifos, continuos viajes por tierra, por mar y por los aires, de Francia al África y al Asia: es una verdadera comedia de magia. Orlando furioso, célebre desde el punto en que apareció, ha hecho populares a Bradamanta, virgen guerrera imitada en la Camila de Virgilio, a la maga Alcina, la discordia de Agramante, a los guerreros paganos Rodomonte y Sacripante. Una imaginación inagotable, un notable poder de inventiva, un raro talento de narrador, ingenio, un estilo exquisito, animan y sostienen esta maraña de historias inverosímiles de proezas y de amor. Orlando furioso, considerado uno de los mejores poemas épicos de todos los tiempos, sigue siendo una de las obras del Renacimiento que mejor han conservado su encanto a través de los siglos. Ariosto no se distinguió únicamente por su gran poema Orlando furioso, sino que es autor de una colección de elegías, cinco comedias (La Cassaria, 1508; El nigromante, 1520), poemas en latín ( Carmina 1494-1503), las Rimas (1494-1516), que comprenden varios madrigales, canciones y sonetos, y siete Sátiras (1517-1525), que constituyen un magnífico documento autobiográfico y social, en las que se pintó admirablemente a sí mismo como hombre amante de la medianía horaciana..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://www.lukor.com/literatura/05033008.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Orlando_furioso
http://pe.kalipedia.com/literatura-universal/tema/literatura-renacentista/orlando-furioso.html?x=20070418klplylliu_70.Kes&ap=4
http://mundohistoria.portalmundos.com/ludovico-ariosto-y-orlando-furioso-maxima-expresion-literaria-del-renacimiento/