lunes, 29 de diciembre de 2008

Francisco de Quevedo: Los sueños.

"... La crítica tradicional y ortodoxa considera que en Quevedo subyacen dos extremos, el moralista estoico y preocupado por la decadencia nacional y el satírico burlón vitalista que incluso recurre a la procacidad, al lenguaje jergal y grotesco. Suele decirse que la coexistencia de estos dos extremos reafirma no sólo la riqueza literaria de Quevedo sino la del barroco. Se nos repite que en su obra prevalecen el humor y el escepticismo como dos formas complementarias del pesimismo y de la conciencia de la vanidad de las cosas del mundo .La obra satírico-moral de Francisco de Quevedo, Los sueños —como es conocida normalmente— lleva un título más abreviado que los dos títulos con los que fue editada y conocida la obra en el siglo XVII, mucho más extensos: Sueños y discursos descubridores de abusos, vivios y engaños en todos los oficios y estados del mundo (Barcelona, 1627) y Juguestes de la niñez y travesuras del ingenio (Madrid, 1629). Esta controvertida obra polémica, condicionada y alterada varias veces para su publicación, no constituye un todo unitario. Compuestos a lo largo de casi 30 años, Los sueños recibieron originalmente títulos más transparentes pero también más difícilmente aprobables por la Inquisición, la cual exigió que para su publicación fueran rebautizados. Por ejemplo, “El sueño del juicio final”, “El alguacil endemoniado”, “El sueño de la muerte”, fueron sustituidos respectivamente por “El suelo de las calaveras”, “El alguacil aguacilado”, “Visita de los chistes.” El primero y segundo sueños (“El sueño del juicio final” y “El alguacil endemoniado”) fueron escritos en 1607 cuando Quevedo no contaba aún con treinta años. El último de la serie, también el más profundamente satírico, “La hora de todos y la fortuna con seso” fue escrito por Quevedo cerca de su vejez, en 1636. En “Los Sueños” Quevedo se muestra ya dueño de sus recursos como escritor, ejerciendo una sátira desenfadada y divertida, con un estilo caracterizado por el juego ingenioso y la brevedad esquemática, aunque ya en los dos últimos sueños, la vida y el estilo evolucionan hacia una mayor acritud y mordacidad, mayor pesimismo y mayor elaboración. Los dardos que manda Quevedo se dirigen a todos los grupos sociales: mercaderes, sastres, plateros, joyeros, pasteleros, taberneros, criados, amas, dueñas, médicos, boticarios, barberos...de los que se burla con descaro. Sin embargo, este descaro, a medida que evoluciona su estilo y su pensamiento, se va mitigando, desplazado por las preocupaciones filosóficas, morales y religiosas que caracterizarán la madurez quevedesca."
Es extracto y compendio:

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