jueves, 26 de febrero de 2009

G.K. Chesterton: El hombre que fue Jueves (un íncubo)

"... El hombre que fue Jueves, una de las novelas más populares del escritor y polemista británico G.K. Chesterton,(1874-1936) pertenece a una variedad literaria peculiar. Aunque su revestimiento externo es el de una ingeniosa trama policiaca, donde el suspense y la sorpresa juegan un papel destacado, la crítica ha creído ver en esta obra una novela de tesis; también una fantasía policiaca, un relato onírico, o un panfleto político. El fino sentido del humor de Chesterton lanza sus venablos envenenados contra la filosofía de Schopenhauer, encarnada en el profesor de Worms, contra el pensamiento de Nietzsche o la ideología anarquista emergente de su tiempo. Según Chesterton, se trataba de un nuevo tipo de novela, una historia en la que se tipifican pensamientos modernos, pero no con argumentos, sino con incidentes simbólicos: una comedia alegórica. Su proverbial ingenio le permitió contar dos historias a la vez: una entretenida y superficial, y otra trascendente y enigmática, vinculando los acontecimientos del relato con versículos bíblicos, aunque fue lo suficientemente inteligente para que este mensaje no ahogase la historia: prefirió que la liviandad y el sentido del humor primasen ante cualquier otra consideración al narrar las aventuras del detective y poeta Gabriel Syme en su cruzada fantástica contra una conspiración anarquista, en un Londres emblemático, la ciudad del fin de los días, un enorme Leviatán en el que se libra la batalla definitiva entre el Bien y el Mal. Gabriel Syme, el protagonista de El hombre que fue Jueves (1908), es un poeta, empleado de Scotland Yard, que descubre una gran conspiración contra la civilización encabezada por un grupo anarquista cuyos miembros usan como nombres clave los días de la semana. A fin de evitar sus acciones terroristas, Syme se une a ellos como Jueves y trata de averiguar la verdadera identidad de su perverso líder Domingo. A Chesterton le encantaban las paradojas, y de hecho esta novela es una paradoja en sí. Con un ritmo fluido y un estilo narrativo asombroso, el enjambre de conspiraciones, traiciones y demás elementos de intriga, Gabriel Syme va descubriendo que todos los demás “días” son a su vez infiltrados en el grupo terrorista, todo ello en medio de un pensamiento ambiguo sobre los deseos del pueblo, que se mueve entre la quimera de la anarquía y la resignación ante la arbitrariedad del gobierno. Borges, su sorprendente y rendido admirador nos dice: “En sus escritos quedan huellas pictóricas marcadas. Sus personajes acostumbran entrar a escena como actores y sus paisajes vivamente esbozados se fijan en la memoria. Chestertón vivió unos años impregnados de melancolía a los cuales se refiere con la definición fin de siècle. De este tedio imposible de eliminar lo salvan Whitman y Stevenson. Con todo, algo permaneció adherido a él, perceptible en su gusto por lo horrendo. El hombre que fue Jueves, su novela más famosa, tiene el subtítulo ‘Un íncubo’. Podría haber sido Poe o tal vez un Kafka; pero el prefirió –y le estamos agradecidos por su opción– ser Chesterton y optó valerosamente por la felicidad o simuló haberla encontrado. Pasó de la fe anglicana a la católica, basada, según él, en el buen sentido. Infirió que lo extraño de dicha fe está en armonía con lo extraño del universo, así como la peculiar forma de una llave se adapta perfectamente a la forma especial de una cerradura. En Inglaterra, el catolicismo de Chesterton perjudicó su fama, ya que la gente insiste en reducirlo a mero propagandista católico. Lo fue innegablemente, pero también fue un hombre de genio, un gran prosista y un gran poeta. La literatura es una de las formas de la felicidad; tal vez ningún escritor me ha dado tantas horas felices como Chesterton”.

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