viernes, 6 de febrero de 2009

Antonio Lobo Antunes: Manual de inquisidores (novela de tésis)

"... Manual de Inquisidores es una novela del médico y psiquiatra portugués António Lobo Antunes (Lisboa,1942) considerado por la crítica como candidato al Premio Nobel de Literatura. A partir de la figura de un ministro del dictador portugués Salazar, el escritor Lobo Antunes recorre minuciosamente los síntomas de disgregación de una época histórica a través de un desfile de múltiples personajes que hablan, se desdicen y se empeñan en dar vanamente a sus vidas un sitio y un sentido en un mundo que se derrumba. En una sociedad que es más circo que teatro, lo ridículo y lo trágico se reúnen para ser analizados por una mirada irónica que caricaturiza acciones y comportamientos a la vez que aprovecha para denunciar las formas inquisitoriales del poder. Con su prosa deslumbrante, Lobo Antunes despierta en los lectores la necesidad de crítica, de lucidez, de convertirse también ellos en inquisidores que indagan qué hay detrás de las máscaras que realmente ocultan los diversos nombres de la vida. Una dictadura concreta, la del profesor Salazar, instrumento literario de otros autores portugueses, como Cardoso Pires, da pie a Lobo Antunes para construir una sólida y magistral novela sobre el transcurso interno de la dictadura, de cualquier dictadura. A través de los despojos de la memoria de una caterva impagable de personajes -amantes, colegas, empresarios corruptos, el médico de la polícia política, viejos militantes descontentos-, que se relacionan con un ministro del dictador, una prosa magistral - y extraordinariamente musical- va llenando al lector de una indagación profunda que le hará reflexionar sobre el poder, sobre el poder del Estado. Sobre los estados de poder. Antonio Ruíz Vega refiere que la historia comienza con el protagonista Joâo, acudiendo al tribunal de justicia, en Lisboa, para tramitar su divorcio. Pronto vamos sabiendo cómo ha llegado a esta situación. Es el hijo del Doctor, a quien otros llaman Ministro, por haberlo sido del dictador Salazar y todavía más, su consejero. Joâo, un fin de estirpe, sin la presencia de ánimo de su padre ni su vocación de poder, se casó con una dama de la buena sociedad lisboeta en un matrimonio extraño, sin demasiado fundamento, que enseguida hizo aguas. Mientras la familia de Joâo era de terratenientes, "ancién régime", de la derecha coriácea, los familiares de Sofía, su mujer, son más avanzados, especuladores, bancarios, capitanes de empresa. A Joâo, a quien su suegra no dejaba de decir (y Antunes lo repite todo el tiempo) "¿usted es tonto o se lo hace?", le colocan en un banco, con ciertos poderes, pero él los delega en ejecutivos poco escrupulosos que, con su firma mediante, drenan a modo los recursos de la familia. El Doctor, el Ministro, un tipo duro, vivía en su finca de Palmela, rodeado de abundante servicio femenino a quien se calzaba sistemáticamente allá donde las pillaba, siempre con esta frase en la boca: "Hago todo lo que ellas quieren pero nunca me quito el sombrero para que se sepa quién es el patrón". Cuando se ven ante el juez ya ha pasado todo (que va saliendo en "flash backs"). La revolución ha dejado en bolas al Ministro, que, gagá, malvive en un asilo donde Joâo lo internó. Palmela es una ruina. La familia de Sofía, pese al agujero del que es culpable Joâo, han sabido muy bien recuperarse de la revolución, pese a lo cual, para resarcirse de Joâo intentan y consiguen despojarle de Palmela, donde piensan edificar una urbanización de narices. Los sucesivos capítulos, divididos en cinco RELATOS a su vez subdivididos en "relatos" menores y "comentarios" por donde van apareciendo los diversos personajes que, con un recurso que Antunes ha empleado en otros libros suyos, van describiendo las mismas situaciones desde su punto de vista, a veces contradictorio, a veces complementario. Jorge Munguía Espitia nos dice que el Lobo Antunez, como lo indica el título de la novela, hace un examen detallado de la forma de vida bajo una autocracia. El análisis que hace Lobo Antunez más que detenerse en los aparatos y personajes del poder, lo hace en las vivencias y apreciaciones de la gente. La conclusión a la que llega es que la fuerza de la tiranía no radica exclusivamente en el monopolio de violencia, sino que está presente en la ideología y los contactos cotidianos. De ahí su afirmación de que la revolución portuguesa de 1974 no haya sido tal, ya que lo único que cambió fueron las personas en el poder, porque los individuos comunes siguen su vida bajo la misma moral que determina su conducta y admiten las decisiones arbitrarias ahora de la oligarquía en el poder."

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