martes, 19 de mayo de 2009

Mario Benedetti: Poemas de la oficina ( la poesía burocrática)

"... Las teclas de la máquina de escribir suenan al ritmo del ánimo del funcionario. El zumbido del tubo de luz llena los silencios. El ambiente de las oficinas de hace 50 años fue captado e inmortalizado por Mario Benedetti (1920-2009) en “Poemas de la oficina”. Poemario que destacó como retrato brutal, pero al mismo tiempo entrañable, de la vida burocrática uruguaya. Esta obra marcó un antes y un después en la poesía uruguaya. Seguramente, en 1956 muchos uruguayos se hayan sentido identificados al leer “Poemas de la oficina”. No había familia uruguaya que no contara con un integrante que fuera empleado público. A esta realidad no se libró Benedetti, el cual trabajó en una oficina comercial y en una oficina pública. Estas vivencias le permitieron, posteriormente, retratar con sumo rigor y sutil detalle los entretelones de esa vida burócrata plagada de anécdotas y hechos triviales. Sueldo, Aguinaldo, Licencia, Lunes, Directorio, Dactilógrafo, son algunos títulos de este poemario, que Benedetti bosquejó con su inconfundible trazo directo, sencillo, brutal.“Poemas de la Oficina”, no fue el primer libro de Bendetti; sin embargo, fue el que lo catapultó en el mundo de las letras a nivel nacional e internacional. El éxito del autor radicó y radica en su mirada frontal y directa de la realidad. “En Poemas de la Oficina” Benedetti poetiza lo cotidiano del ambiente gris, monótono y lleno de frustraciones de la burocracia montevideana; obra metódica que le permitió acercarse y ganar a un lector poco acostumbrado a este tipo de lecturas. Poemas de la oficina (1953-1956) constituyó el primer gran éxito como escritor de Mario Benedetti, y el libro que le abrió camino en la literatura uruguaya. Estos poemas encuentran su inspiración en los Cuentos de la oficina (1925) del escritor argentino Roberto Mariani, integrante de la Escuela de Boedo, grupo que destacó por su marcada preocupación social. Los Poemas de la oficina rompieron con el canon de la poesía uruguaya, al cultivar unos motivos considerados hasta entonces como no poéticos, apostando por las “menudas anécdotas, hechos triviales, Benedetti fue el primero en romper con aquel lirismo vacío, que la tradición aún imponía. En esos momentos la poesía que se escribía tanto en Uruguay como en Argentina era muy hermética, misteriosa, poesía de evasión , toda una retórica que parecía que espantaba a los lectores y consecuentemente no se vendía nada, lo cual era bastante dramático para los poetas. Al igual que Juan Carlos Onetti había inaugurado pocos años antes para la narrativa uruguaya los ambientes urbanos, Benedetti, continuando con este espacio, introduce por primera vez en la poesía de su país el universo de la oficina, el de la clase media montevideana. Prontos los lectores se identificaron con dichos contenidos, pues reconocían su triste vida reflejada en los poemas de nuestro autor. Pero no se trata, como señala Miguel Ángel Oviedo, de un simple canje de motivos poéticos (en vez de los bosques, escritorios; en vez de encuentros en el jardín, citas en el café) sino de una rotación total de la actitud creadora exigida por la presencia de nuevas realidades concretas. La oficina no sólo es un paisaje (o un no-paisaje): es un modo de sentir el mundo, porque configura todo un destino humano dentro de las características inconfundiblemente mezquinas”. Un ligero humor, cierta esperanza, una prosa despejada, una atenta mirada sobre el universo de la clase media rioplatense, fueron elementos típicos de su extensa obra. Exiliado y famoso, vivió entre Montevideo, Buenos Aires, Lima, La Habana y Madrid. Escribió en todos los géneros. Fue cuentista, novelista, dramaturgo, ensayista, periodista, poeta. Publicó más de 80 libros. Sus poemas serían musicalizados e impresos en afiches. Sus novelas y cuentos llegarían a ser películas taquilleras. Sus ensayos --sobre todo Letras del continente mestizo, de 1967-- influirían en las lecturas de miles de jóvenes latinoamericanos. Integró la corriente literaria que en los años 60 fue llamada "nueva literatura latinoamericana" -junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, José Donoso, Juan Rulfo, entre otros- que tenía como fórmula los relatos mágicos y el lenguaje ágil, destreza aprendida de los narradores norteamericanos y el periodismo..."

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