martes, 17 de marzo de 2009

Friedrich Nietzsche: Así hablo Zaratustra (la filosofía narrativa)

"... Libro escrito en 1883 por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, considerado uno de los mejores escritores alemanes, que describe las crónicas de los vagabundos y enseñanzas de un filósofo, Zaratustra que ha tomado el nombre del antiguo profeta persa que fundó el Zoroastrismo. El libro usa una forma poética de ficción y satiriza a menudo el Nuevo Testamento para explorar muchas de las ideas de Nietzsche, y se sirve de la figura semilegendaria del filósofo persa Zoroastro del s.-VI a.C. para desarrollar y enlazar los cuatro elementos principales sobre los que se asienta toda su obra y que son exhaustivamente tratados a lo largo de este libro: la muerte de Dios, el superhombre, la voluntad de poder y (aunque no lo desarrolla explícitamente) el eterno retorno de lo idéntico.
Zaratustra es un ermitaño que vive recluido en la montaña, donde a lo largo de su retiro reflexiona sobre la vida y la naturaleza del hombre. Una vez siente que es el momento adecuado, decide regresar al mundo para comunicarle el fruto de su conocimiento. En cierto modo, y como recursiva referencia a la Biblia y la tradición cristiana, presente a lo largo de toda la obra, Zaratustra es un mesías que lleva al hombre la noticia de su salvación; y al igual que Juan el Bautista anunció la llegada de Jesús, Zaratustra proclama el advenimiento del superhombre. Aunque el argumento principal es el del superhombre, Nietzsche considera la muerte de Dios un requisito previo a su concepción. En el primer encuentro que Zaratustra mantiene apenas ha abandonado su retiro en la montaña, con el que resulta ser un religioso, se sorprende:«¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!».La muerte de Dios supone el momento en que el hombre ha alcanzado la madurez necesaria para prescindir de un dios que establezca las pautas y los límites a la naturaleza humana, o sea, la moral. Para Nietzsche la moral ha de ser sustituida por la verdad, es decir, el hombre al servicio de sí mismo, su naturaleza: entregado a la consumación de su propia existencia.
El espíritu del estilo es poético y religioso, y en este último aspecto tiene un marcado talante evangélico de los sinópticos. Asi mismo muestra un elevado lirismo y gran fantasía. Con la misma intensidad como la atmósfera bíblica se advierten aires orientales. El legendario profeta Zaratustra -Zoroastro de los persas- no es elegido por casualidad. Sustentador de la moral del "bien" y del "mal" ha de venir ahora a destruirla. Para Nietzsche, el comienzo de la tragedia griega está marcado por lo dionisíaco: el espectador es parte activa de la representación, un personaje más, que neutraliza su conciencia para convertirse en otro. La sustitución de Dioniso por Zaratustra responde a la necesidad teórica de romper con toda la filosofía anterior, y personalizar en una nueva figura todas sus ideas. Tomando a Zaratustra como protagonista de su pensamiento, Nietzsche pretende desarrollar una filosofía propia y original, alejada de cualquier teorización de tipo metafísico. Así habló Zaratustra, la obra en la que Nietzsche nos presenta el mensaje del nuevo profeta, se convierte en la nueva Biblia nietzscheana, donde las referencias directas e indirectas a los textos sagrados son constantes, aunque el mensaje sea completamente opuesto. Los grandes referentes de la filosofía occidental han sido, para Nietzsche, sus grandes traidores, responsables de la corrupción que provoca el predominio de la razón sobre la vida. Sus críticas se dirigen contra Sócrates y Platón: Sócrates fue el encargado de que Apolo se impusiera sobre Dioniso, con lo que la razón dominó sobre la vida. Su discípulo Platón despreció el mundo que nos rodea, a la vez que se inventó uno nuevo, en el cual se encontraba la verdad y el bien. De entre todos los filósofos, sólo Heráclito se salva. La filosofía debe regresar a las tesis heraclíteas. La metafísica se equivoca al separar la apariencia y la esencia, el mundo aparente y el mundo verdadero. La única verdad es la apariencia y los conceptos metafísicos son obstáculos que nos separan de las cosas: el que quiera pensar con libertad debe deshacerse de ellos, destruirlos, para retomar el contacto directo con la realidad. A esta teoría fenomenista, le añade Nietzsche un tono claramente pragmático: la verdad va unida siempre al interés. Es verdadero para cada individuo lo que aumenta su voluntad de poder, lo que hace que la vida se expanda. Las consecuencias subjetivistas son inevitables, pero no preocupan demasiado al filósofo alemán, que reconoce abiertamente que “no hay hechos sino interpretaciones”. Todo es perspectiva, punto de vista ligado al interés propio. La verdad no existe, y su lugar es ocupado por la verdad de cada uno, aquella que a cada uno le interesa. La contundencia y radicalidad de la filosofía de Nietzsche revolucionaron la evolución posterior del pensamiento occidental. Su crítica a la filosofía y la moral es, en el fondo, un ataque a toda la modernidad: si el racionalismo trata de fundar el conocimiento en la razón, y la Ilustración aspira a realizar en el terreno moral y político algunos de sus ideales prácticos, Nietzsche viene a decirnos que todo este proyecto moderno es en realidad decadente, que niega la vida, y que debemos abandonarlo. El poder del planteamiento nietzscheano desborda lo puramente filosófico: la historia del siglo XX en occidente es, entre otras cosas, el relato de la pérdida de referentes absolutos: crisis de la religión, hundimiento de los valores tradicionales y la moral, ausencia de fundamentos sobre los que vivir. Esta situación es una confirmación de que las ideas de Nietzsche, formuladas quizás de un modo demasiado extremista, no iban tan desencaminadas. Pero si en la vida de nuestro tiempo podemos encontrar algunas de las tesis de Nietzsche, mucho más se percibe su huella en el campo de la filosofía. Su ataque a la modernidad y a sus valores asociados abre una nueva época en filosofía: la posmodenidad. Para filósofos tan dispares como Foucault, Derrida o Deleuze el proyecto moderno está acabado y es necesario plantear nuevas formas de vida y nuevas ideas que se escapen a la razón."

1 comentario:

  1. Grande Nietzsche!!

    La razón sólo conceptualiza y reduce la vida.

    ResponderEliminar