lunes, 2 de marzo de 2009

Ian Mcewan: Amor perdurable (el síndrome de Clérambault)

"... Ian McEwan (1948), uno de los novelistas británicos de mayor prestigio en la actualidad, se dio a conocer con su libro de relatos Primer amor, últimos ritos, galardonado con el premio Somerset Maugham. Entre su obra posterior destacan sus novelas Niños en el tiempo, Los perros negros o El inocente. McEwan destaca como agudo analista de los sentimientos de los personajes, cuyo mundo interior de emociones, miedos y sensaciones no constituye un simple aderezo, sino materia principal de la trama. En su novela, Amor perdurable (1997), McEwan lleva al extremo el tratamiento de los sentimientos. Joe y Clarissa son una pareja feliz. Él se dedica a escribir sobre temas científicos, tras haber abandonado la investigación; ella es una profesora de literatura inglesa que regresa a Inglaterra tras un breve período de investigación en Harvard. Joe ha ido a esperarla al aeropuerto, y desde allí han marchado directamente a los verdes prados de las colinas de Chiltern, a un delicioso almuerzo campestre que aúna los refinados placeres del vino francés, la naturaleza y el reencuentro amoroso. Pero en medio de aquel sensato, civilizado paraíso, y casi sin que ellos se den cuenta, se introducirá una serpiente, inesperada e inocente, pero no por ello menos terrible. Los tripulantes de un globo, un anciano y su nieto, se ven en serias dificultades. El aerostato, incontrolado, sube en el aire con el niño dentro, y Joe y otros hombres presentes en el lugar corren a socorrerlo. Todo es cuestión de segundos, y en aquel extraño nudo de encuentros urdido por el destino, el muy racional Joe conoce a Jed Parry, un fanático religioso, un «Jesus freak» que se enamorará obsesiva e implacablemente del cada vez más horrorizado Joe. Ian McEwan, con una sutil ironía y su peculiar gusto por la comicidad más ominosa, urde una ambigua fábula moral, un thriller apasionante acerca de la naturaleza misma del amor, y su localización en la encrucijada entre la racionalidad y la locura. Parry comienza entonces un obsesivo acoso telefónico, epistolar y personal que comienza a desquiciar a Joe. Este acoso resulta más insoportable todavía cuando Clarissa, la mujer con la que vive Joe desde hace años, parece no percibir la gravedad de la situación. La novela está concebida como un thriller. Sin embargo, los peculiares ingredientes con que McEwan adereza el argumento dan a la novela un tono más serio, aunque ciertamente peculiar. Joe trabaja como divulgador científico y es la clara encarnación del hombre ateo que busca explicar toda la realidad sólo con la razón. Frente a él se alza Parry, quien en sus mensajes le dice una y otra vez que está equivocado, que Dios existe, que le ama, y que precisamente es él quien le ha de llevar hacia Dios. Pero estas reflexiones, aunque muchas sean acertadas y magníficamente expuestas, se revelan tramposas debido a que la cordura de los dos personajes no se sitúa en el mismo plano. Joe, el protagonista, es un tipo racional hasta que Jed -un fanático religioso que asegura estar enamorado de él- empieza a acosarle. No le amenaza, ni le hace proposiciones deshonestas, tampoco le insulta. Sólo le escribe cartas. Joe intenta racionalizar lo que pasa: «Jed sufre el síndrome de Clérambault». «Leí muchas cosas sobre este síndrome», explica McEwan, «y la bibliografía comenta que son personajes muy aislados, solitarios como Jed, que construyen un amor imaginario en compensación a su soledad». El compañero de generación de Martin Amis, Julian Barnes y Salman Rushdie quería ver «lo que pasaba a un hombre muy racional en contraposición a otro irracional. La historia se resume en 15 líneas, pero lo que interesa es lo que ocurre a los personajes. Me gusta colocarlos al límite, ver cómo se reaccionan ante la perspectiva de un desastre». Como ya hizo en sus anteriores libros. McEwan disfruta recreándose en la mente de los personajes, porque le interesa más cómo cuenta algo que la historia en sí. «Cada vez me mueve más el placer de narrar y por ello en Amor perdurable hay más trama que en los anteriores libros», comenta. «Para mí el enamoramiento es una de las mejores experiencias que hay y alguien que está aislado de la sociedad compensa su soledad con el amor, que a veces tiene consecuencias terribles para la víctima», agrega McEwan." Esta reseña es extracto y compendio de otras que se relacionan:

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