domingo, 16 de mayo de 2010

Ryszard Kapuscinki: Viajes con Heredoto (literatura de viajes)

“… En Viajes con Heródoto, el reconocido periodista de origen polaco Ryszard Kapuscinki (1932 – 2007), entrega al lector una verdadera clase magistral acerca del sentido y significado del concepto historia. A través de un agudo contrapunto entre los hechos contados por Heródoto en sus escritos del siglo IV A.C. –libro cabecera del periodista- y lo observado de primera mano por el propio Kapuscinski durante sus viajes por el mundo, sumerge al lector en profundas reflexiones relacionadas con el tema de la conservación de la memoria.
 Heródoto sigue las pistas de hechos de gran trascendencia que acaecieron entre cien y doscientos años antes del apogeo de Atenas. Nos narrará la ascensión del imperio de los persas bajo el paso de Ciro, Darío, y su hijo Jerjes que finalmente se enfrentará contra los griegos en el desfiladero de Termópilas, la costa de Salamina y finalmente en Platea. Pero Heródoto no se conforma con narrar batallas, también nos acercará a la cultura de estos pueblos, señalando tanto las diferencias como las semejanzas. Heródoto, para llevar a cabo sus investigaciones, se desplaza allá donde es necesario, habla con personas diversas, compara lo que dicen, y en la medida de sus posibilidades comprueba por si mismo los hechos. Heródoto aunque se forma una opinión y nos la muestra, no juzga si no que se plantea preguntas, las plantea a los lectores, a su auditorio, para que éste debata y reflexione. Este método tan sencillo es el que Kapuscinski pone en práctica 2500 años después para ejercer su labor de reportero.
  Viajes con Heródoto de Ryszard Kapuscinski es un extraño libro en el que las realidades y los tiempos se superponen y narra un viaje, el del aprendizaje de Kapuscinski alrededor del mundo de la segunda mitad del siglo XX, un mundo dividido en Este y Oeste, un mundo difícil de entender y al mismo tiempo, superpuesto a ese viaje, el que realiza el mismo autor de la mano de Heródoto por las épocas más antiguas de las que se tiene constancia. Kapuscinski a lo largo de sus años como reportero a veces requiere evadirse de los hechos repetitivos, sanguinarios, y hasta absurdos que contempla. Necesita una huida de ese provincianismo espacial y temporal. En esos momentos echa mano a las páginas de Historia de Heródoto, mantiene por así decirlo una amistad intemporal con el viejo griego de Halicarnaso, con el cual creé compartir cierta mirada del mundo. Tal como él dice, probablemente Heródoto es el primer globalista de la historia. Pero su propia naturaleza de hombre que se hace preguntas le hace cuestionarse el sentido de la vida de éste viejo y su propio refugio en la historia. La idea de cruzar la frontera alcanza también un sentido alegórico en el libro. Cruzar la frontera es salir al encuentro con la llamada otredad, con el conocimiento y reconocimiento del otro, en tanto realidad latente, palpable, inevitable. Herodoto quiere saber quienes son en definitiva los persas, esos otros con quienes las guerras se sucederán durante cincuenta años, en las llamadas Guerras Médicas. Kapuscinki, proveniente de un mundo también cerrado, la Polonia comunista, también ansía descubrir a esos otros que bordean los contornos de su nación. Esta idea de Kapuscinki alcanza el nivel metafórico, y por eso el libro supera en mucho las expectativas de un simple libro de reportajes
Viajes con Heródoto’ es un estupendo homenaje a uno de los padres de la historiografía.  Kapuscinski, siempre preocupado por el tema de la comprensión y la tolerancia de lo diverso, no puede sino entusiasmarse ante la receptividad del historiador. Así cita frecuentemente al griego, lo comenta, se pregunta por lo que ha omitido en su narración, se sorprende ante eventuales incongruencias. Sus glosas rebosan admiración pero también curiosidad e inquietud. Entremezclados con los comentarios al clásico helénico van algunas de las experiencias del reportero. El texto, último de los compuestos por Kapuscinski, se adelanta y retrocede en el tiempo según el diapasón de los recuerdos de su autor.
Desde su atalaya, Kapuscinski nos va contando lo que ve, como Heródoto, y lo que le cuentan, pero sobre todo, las sensaciones que le produce la inmensa India, en donde se encuentra varado porque en esas fechas Nasser había cerrado el Canal de Suez; los atuendos igualitarios y tristes de la China de Mao, la comparación entre Pekín y Shangai (lo viejo y lo nuevo), la espectacular Gran Muralla, símbolo del aislamiento chino ante Occidente; las miradas de las mujeres tras el chador en el Irán de Jomeini; el increíble concierto de Louis Armstrong ante una multitud silenciosa en Uganda; el Congo, recorrido con el recuerdo de Conrad; su maravillado descubrimiento de un amanecer ante una Persépolis vacía, silenciosa, inmensa, mientras recordaba las palabras de Heródoto sobre los persas e imaginaba lo que puda sentir Alejandro en aquel mismo lugar. Pero a la vez, Kapuscinski nos lee a Heródoto. Nos traslada fragmentos de las guerras de griegos contra persas, los conflictos de los griegos entre sí, las distintas dinastías persas y todo tipo de anécdotas, algunas terribles, verdaderamente dramáticas. Y nos hace ver la actualidad de las reflexiones del griego, que ve el mundo, ya entonces, dividido en dos: Oriente (Persia, Asia) y Occidente (Grecia, Europa)..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:

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