miércoles, 19 de mayo de 2010

Julio Ramón Ribeyro: Los gallinazos sin plumas.


"... Julio Ramón Ribeyro (1929-1994) es un narrador perteneciente a la Generación del 50, un grupo de escritores que buscó una renovación en la narrativa peruana, y que tuvo como tema preferente la descripción de los cambios producidos en la sociedad limeña, que comenzaba a sufrir por esos años un acelerado proceso de modernización. Considerado uno de los mejores cuentistas hispanoamericanos, entre los volúmenes de cuentos que publicó destacan Los gallinazos sin pluma (1955), Cuentos de circunstancias (1958), Las botellas y los hombres (1964), Tres historias sublevantes (1964), La juventud en la otra ribera (1973) y Sólo para fumadores (1987), que fueron reunidos en las recopilaciones La palabra del mudo (4 vols., 1973-92) y Cuentos completos (1994).
Fue en 1955 cuando, gracias al mecenazgo de parientes y amigos en Lima, se publicó el primer libro de Ribeyro: Los gallinazos sin plumas, en una edición económica. Los ocho cuentos de ese libro transcurren en Lima, retratan a las clases populares y se desenvuelven en ambientes sórdidos. Sus protagonistas son seres marginales: recogedores de basura, albañiles, pescadores, empleadas domésticas. El cuento inaugural y que da título al volumen narra el oscuro drama de dos muchachos, Efraín y Enrique, que, explotados brutalmente por su abuelo, don Santos, se dedican a recoger basura de un barrio residencial de Lima para alimentar a un cerdo. Su autor confesó, alguna vez, que mientras escribía este cuento en París, en 1954, él mismo, en su cargo de conserje de hotel, se ocupaba de sacar los cubos de basura a la calle. Es probablemente la obra más conocida de este autor y uno de los hitos en el desarrollo de la narrativa del realismo urbano en el Perú. El cuento retrata la pobreza y la explotación de los niños en Latinoamérica.
Entre las notas destacables del primer libro de Ribeyro, apuntamos su estética realista, la sólida estructura de sus cuentos, y su lenguaje diáfano, fluido y armonioso. Su estilo acusaba influencias de los maestros del género cuentístico como Chéjov y Maupassant. Las fuentes literarias de Ribeyro se encuentran en los cauces del realismo del siglo XIX . A eso se debe, probablemente, que nunca se haya esforzado en ocultar una abierta preferencia por la concepción tradicional de la estructura y el lenguaje narrativos. Dueño de un estilo austero, calificado como tradicional por su afinidad con los modelos clásicos, evitó las técnicas experimentales de la novela moderna. Sin embargo, pese a este aparente conservadurismo formal, sus cuentos fueron una contribución decisiva para consolidar el paso de la narrativa indigenista a la narrativa urbana en el Perú.
Con esta obra, su autor inauguró, junto con otros escritores de su generación (Enrique Congrains Martín, Oswaldo Reynoso, Eleodoro Vargas Vicuña y Carlos Eduardo Zavaleta), la moderna narrativa peruana. Hasta la década precedente había predominado la novela realista, cuyos temas centrales fueron: el mundo andino, la vida del campesino y los problemas agrarios. Surgía ahora una narrativa de temática diferente, que incorporó nuevas técnicas, y cuyo escenario era lo urbano. Ribeyro acostumbra a colocar a sus personajes en situación, primero, de inaprensible desconcierto y, luego, de inevitable asombro. Lo fantástico se desliza casi desapercibido por detrás de escenarios y circunstancias que suelen pertenecer a la vida cotidiana, a una existencia en principio sin sorpresas pero que, en realidad, parece asentarse sobre inesperadas tierras movedizas que la condenan a un permanente, aunque latente, estado de inquietud. Nada es lo que aparenta ser, y lo que es puede dejar de serlo en cualquier instante, por cualquier capricho del azar —o del escritor, quien incita así al lector a jugar con las piruetas de su propia imaginación.
R ibeyro, el más clásico de los contemporáneos, jamás se considero un artista de vanguardia, sino mas bien de retaguardia, no carecía de elementos experimentales y talento rupturista y sin embargo, pese a ser contemporáneo del boom y encontrarse produciendo gran literatura en Francia, durante esa época de efervescencia europea hacia nuestros creadores, se mantuvo al margen, haciendo gala de su timidez y el escepticismo que lo caracterizó. Probablemente ese temperamento escurridizo y esquivo ante la figuración, lo llevo a convertirse con los años, más que en un divo e ídolo dorado, en un consecuente y sencillo hombre dedicado de manera vital, a su quehacer literario. Lector ferviente de Maupassant y Chejov logro como Joyce lo hiciese con Dublín, dar a la Lima de los años cincuenta, un rostro que aún se mantiene vigente, podríamos definir la mirada del peruano hacia sus compatriotas como neorrealista, casi rozando el naturalismo, debido a que sin tapujos, de manera cruda y comprometida, desnudo las problemáticas de aquellos mudos, apaleados por una desmedida e improvisada urbanización: hacinamiento, pobreza extrema en la periferia y abuso de poder, son los ingredientes que sazonan los relatos, Los Gallinazos sin plumas (1954), y Al pie del acantilado (1959), Interior “L” o Mar afuera, sin embargo allí no termina la versatilidad de su voz, observador y estudioso del maestro expresionista Kafka, Julio Ramón añade a sus historias elementos que el Checo plasmo certeramente, al dar inicio a la explotación del absurdo, en contraste con lo anodino de burdas existencias. Además de los grandiosos cuentos, se cuentan tres novelas, un diario y lo más extraño para la critica especializada, dos libros inclasificables o al menos desconcertantes, Los dichos de Luder (1989) colección de frases obviamente dichas por Luder y el llamado Prosas Apátridas (1975). Síntesis de una personalidad esquiva y escéptica, amalgama de ensayo, retórica, poesía en prosa y cuento, todo a la par… sin duda una personalidad basta que merece nuevas y constantes lecturas, diálogos y como él dijese, un compromiso ético, no moralista sino de reflexión con nuestro actuar y pensar. Tajante afirmaba a los cuatro vientos sobre su posición como creador: "Lo importante no es ser cuentista, novelista, ensayista o dramaturgo, sino simplemente escritor" ..."
Es compendio y extracto de otras reseñas:

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