lunes, 12 de abril de 2010

Giuseppe Ungaretti: El puerto sepultado.

“Una noche entera / tirado junto / a un compañero masacrado / con su boca / rechinante / hacia el plenilunio / con la crispación / de sus manos / penetrando / en mi silencio / he escrito / cartas llenas de amor. / No me sentí nunca / tan pegado a la vida”,

"... Giuseppe Ungaretti, poeta italiano nacido en Alejandría (1888-1970), fue uno de los iniciadores del hermetismo. Destinado al Monte San Michele, en el Carso, como soldado raso del 19o Regimiento de Infantería, a fines de diciembre de 1915, en su primer día en las trincheras, el poeta incipiente y militar pacifista da inicio a El puerto sepultado. Las experiencias de todo un año, prácticamente sin moverse del mismo sitio, quedan encerradas en esos breves textos, casi apuntes de urgencia: la fraternidad entre los hombres, la muerte, la naturaleza, la precariedad de la existencia y las ansias de vivir, en suma, las distintas caras de la refriega. Un diario anárquico redactado en tarjetas, sobres, márgenes de periódicos viejos o espacios en blanco de las cartas recibidas y guardado en la mochila reglamentaria. Además de poeta, prosista, activista, ensayista, fue un gran traductor: trajo a su delicado italiano a Shakespeare y a Blake del inglés, a Mallarmé y a Racine del francés, a Homero del griego, al difícil Góngora del español, a los escritores brasileros del portugués.
A pesar de ser Mallarmé una influencia determinante en sus inicios no puede decirse que Ungaretti sea un poeta de formación francesa. En realidad su mérito es haber propuesto “una lengua poética” del siglo XX que procurara no parecerse a ninguna otra, popular lo suficiente como para resistir el tiempo y oscura, como música del desierto. En este poeta se entremezclan esa música, las lecturas, el delirio barroco del Brasil, el paisaje al fin conquistado. Escribe como si de un diario se tratara, marcando de manera tajante la relación entre recuerdo y poesía. Durante su permanencia en París había escuchado a Bergson impartiendo lecciones en La Sorbona y había quedado marcado, admitiendo posteriormente que el filósofo, a quien catalogó como el más grande del siglo, había tenido una influencia determinante en su poesía.
Como prosista, Ungaretti dejó numerosos ensayos, por ejemplo, sobre Virgilio, sobre La Divina Comedia y sobre Leopardi. Tiene un discurso sobre “Don Quijote”, análisis de los sonetos de Shakespeare, sobre Góngora y sobre varios poetas brasileños. También se ocupó de Ginsberg. Por supuesto hay que mencionar las reflexiones sobre sus obras recogidas en Razones de una poesía, texto reelaborado en numerosas ocasiones. Ungaretti, uno de los primeros poetas herméticos, se inicia en una revuelta contra las formas poéticas tradicionales y termina reconquistando, renovando, el endecasílabo, forma de siempre de la poesía italiana. Ungaretti constata la soledad y el dolor del hombre y termina con la fe y el convencimiento de haber recorrido simplemente el camino humano. Dentro de los módulos tradicionales introduce el rescate del valor de la palabra. Constatado lo humano, comprueba que “el acto poético es un acto de liberación..."

Es extracto y compendio de otras reseñas:

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