martes, 2 de junio de 2009

Camilo José Cela Trulock: La colmena.

"... Camilo José Cela Trulock (1916-2002) fue un profundo renovador de la novela realista española de la posguerra. Su estilo inicial, conocido con el término taurino de tremendismo, queda patente en su primera novela, La familia de Pascual Duarte (1942). Debido a problemas con la censura, La colmena (1951), una de sus novelas más celebradas, en la que presenta la vida miserable de unos seres en el Madrid de los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil española, tuvo que publicarse en Buenos Aires. La crítica ha señalado que supuso la incorporación española a la novelística moderna. En 1989 le fue concedido el premio nobel de literatura. La Colmena es una obra peculiar en el panorama literario español, sobre todo por la forma desgarrante y vital con la que trasmite la vida de aquel Madrid de la postguerra “sin paños calientes de conformismo” y “sin disfrazar la vida como la máscara loca de la literatura”. "La Colmena" no es una novela, sino un libro de historia en palabras de su propio autor; pero de una historia desde un enfoque microsocial y aquí estriba la originalidad de este texto y la contribución que puede hacer su literatura a la historia. La de narrar lo cotidiano, lo que la gente que está inmersa en un proceso histórico hace y vive: sus alegrías y sus tristezas, sus amores y desamores, sus desaires, sus aspiraciones etc.. El libro relata, aunque sea latentemente, las miserias iniciales del régimen a través de la miseria manifiesta de un pueblo: del lema ni “un hogar sin lumbre, ni un español sin pan” a la cruda realidad del estraperlo y del hambre que alcanza tanto a Doña Rosa (la dueña del café, que consigue parte de sus géneros en el mercado ilegal), como a la señorita Elvirita que no tiene ni para cenar y que se justifica argumentando que es más sano dormir con el estómago vacío. De la dura y rígida ideología del Nacional-catolicismo, a la dura realidad de un Madrid prostituido por hambre, que toma vida en el burdel de Doña Jesusa, o en carnes de personajes como Purita, o Victorita, que piensa en prostituirse para conseguir las medicinas que necesita su novio; o aparentemente en Nati, cuyo dudoso ascenso social no es explicado con claridad. De la Charanga de los militares a la decepción de los intelectuales o seres pensantes como Martín Marco, que se ven condenados a casi la indigencia. Y por último, de la esperanza inicial, a la esperanza retardada de Filo y Roberto, que creen en un futuro arreglo de la situación, porque peor desde luego no podía ser. En conclusión, la novela de Cela nos lleva de la historia de los libros de texto, basada en grandes explicaciones, personajes y hechos; a la historia de la mayoría vista desde su perspectiva y con cotidianidad. Decía Torrente Ballester que La colmena «estaba construida en tumulto y progreso de rotación» y efectivamente, los personajes y las escenas se suceden, se alternan en una transición fluida marcada por los contrastes, el equilibrio entre la fragmentación y la continuidad se configura con una variedad de situaciones y personalidades realmente esclarecedoras. A través del contrapunto y la técnica conductista, Cela propone en La colmena un modelo de novela con espacio y tiempo reducido y protagonista colectivo que tendrá repercusión y continuidad en las novelas del realismo social que a partir de entonces se irá desarrollando. Estructurar y cuadrar el enjambre supuso a Cela cinco años laborales y tan conflictiva le llegó a resultar la faena que echó el manuscrito al fuego en un acto que lo podría identificar con alguno de sus personajes, pero como ellos, el texto se salvó de esas y otras llamas de la única manera que Cela comprendía: «El que resiste gana». Esa era la receta que a menudo repetía posiblemente aprendida de los personajes de su colmena, que soñaban el deseo de un joven escritor de provincias gracias al cual ganaron su batalla más importante: sobrevivir a la posteridad..."

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