sábado, 19 de febrero de 2011

Yukio Mishima. Confesiones de una máscara.

“… “Todos dicen que la vida es un escenario. Pero la mayoría de las personas no llegan, al parecer, a obsesionarse por esta idea, o al menos no tan pronto como yo. Al finalizar mi infancia estaba firmemente convencido que así era, y que debía interpretar mi papel en ese escenario sin revelar jamás mi auténtica manera de ser. Como esa convicción iba acompañada de una tremenda ingenuidad, de una total falta de experiencia, pese a que existía la constante sombra de duda en mi mente que me hacía sospechar que quizá no estuviera en lo cierto, lo indudable es que todos los hombres enfocaban la vida exactamente como si de una interpretación teatral se tratara. Creía con optimismo que tan pronto como la interpretación hubiera terminado bajaría el telón y el público jamás vería al actor sin maquillaje. Mi presunción es que moriría joven era otro factor que colaboraba a mantener esa creencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, ese optimismo, o, mejor dicho, ese sueño en vigilia, concluiría en una cruel desilusión”.
Yukio Mishima “ Confesiones de una máscara”. Capítulo 3

Yukio Mishima (1925-1970), en su novela Confesiones de una máscara (1948), pone en boca del protagonista un vulgar y genérico desvarío sobre la inmortalidad: “Y supe que, lejos de desear la muerte, lo único que pudo ser causa de que ansiara ingresar en el ejército era la firme convicción, nacida de una primitiva fe en el arte de la magia, común a todos los hombres, de que yo era el único ser que jamás moriría…”. En esta lubrificante ilusión de inmortalidad se mezclan dos vetustos simulacros: el miedo a la muerte de todo ser humano y la manía de pervivencia del artista, que quiere pasar a la Historia por su obra, consiguiendo así no morir en el recuerdo de los hombres.
Yukio Mishima terminó su vida con un sable en las entrañas y con la cabeza sobre el embaldosado de la oficina de un cuartel militar. Allí había llegado para reclamar la dignidad de tiempos idos, el honor de épocas ya perdidas y demostrar su lealtad al emperador. Algunos le consideraron un demente, alguien impulsivo y paranoico, con cierto malévolo narcisismo. Resultó herido su ego, su vanidad fue convertida en polvo por aquello que consideró decadencia. Su sacrificio no logró nada porque Japón continúo siguiendo los modelos occidentales. Entre los japoneses, el final de Mishima carece del romanticismo que le aplican muchos observadores occidentales. Pese a que su talento es reconocido de forma unánime, el escritor es visto como un excéntrico, o aún peor, como un desequilibrado que se tomó en serio sus propias fantasías. Para su desgracia, el gesto del escritor no fue comprendido por una sociedad democrática y acomodada, cansada de la violencia y deseosa de alcanzar la prosperidad sin tener que echar la vista atrás. De hecho, por más que Mishima observara con nostalgia el código samurai, las costumbres del Japón feudal eran algo que, en 1970, ya sólo tenía acomodo en el cine, en las teleseries y en los museos.
Confesiones de una máscara viene a ser una autobiografía apasionada y catártica, en la que se descubren las esencias ocultas del joven autor: el sadismo, la homosexualidad, sin ocultar su irreprimible atracción por la belleza, la muerte y la sangre. El título en sí mismo es una paradoja y una misteriosa tautología. Se autoinscribe de inmediato en el género de la literatura confesional, Confesiones, para seguidamente hacernos chocar con un término antitético un término de redefinición, performance y resistencia, Máscara.
¡La belleza es una cosa terrible y espantosa! Es terrible porque es indeterminable y no hay modo de determinarla porque Dios no ha planteado más que enigmas...' Este texto de 'Los hermanos Karamázov', de Dostoievski, es el elegido por Mishima como prólogo del libro. «Hasta la idea de mi propia muerte me hacía estremecer con un placer desconocido. Tenía la sensación de poseer todo.» Koo-chan, el joven narrador de Confesiones de una máscara, es un alma atormentada por una sensibilidad turbadora que va creciendo con el estigma de saberse diferente a los demás. De aspecto débil y enfermizo, solitario y taciturno, de extracción menos favorecida que sus compañeros, irá descubriendo sus inclinaciones homosexuales cuando se siente atraído por Omi, un chico de fuerte constitución. Pero, esclavo de lo convencional, no puede aceptar que trasciendan sus diferencias y deseos, por lo que establece una relación con Sonoko, la hermana de su amigo Kasuno, intentando convencerse de que está enamorado de ella. Mientras asume su escaso poder para amar, irán aflorando sus fantasías y su fascinación por la belleza entremezclada con la sangre, la violencia, la muerte..., escenificado en el cuadro de Guido Reni que representa el martirio de San Sebastián.
Confesiones de una máscara, traducida por primera vez del japonés, es un clásico de la narrativa moderna. Narrada en primera persona, ha sido considerada como una de las novelas más autobiográficas de Mishima. Polémica en su momento por su temática, fue su primer gran éxito literario que lo catapultó a la fama. El emblemático y controvertido escritor japonés Yukio Mishima se suicidó hace 40 años, exactamente un 25 de noviembre, practicándose el ritual del seppuku, el harakiri. Yukio Mishima, ese fatídico día, se clavaba un sable en las entrañas para abrirse el estómago en el cuartel general de las Fuerzas de Autodefensa de Tokio, tras lanzar una reivindicación de las tradiciones del país frente a la occidentalización de Japón. Después se evisceró, y, en segundos, uno de sus seguidores le decapitó con su katana, como mandan los cánones, todo un gesto contra lo que consideraba la decadencia del Japón…”
Es extracto y compendio de otras reseñas mejores:

sábado, 12 de febrero de 2011

Miguel Mihura. Tres sombreros de copa (teatro humorístico).

“… Al finalizar la Guerra Civil Española, mientras que el clima europeo hacía nacer nuevas formas de teatro contemporáneo, el teatro español volvía a un retrógrado ambiente costumbrista. Triunfaba la alta comedia o comedia benaventina, situada en ambientes burgueses y de temática trivial y entretenida. En este panorama destacaron de forma notable Carlos Arniches, Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
  Tres sombreros de copa es una comedia del escritor, historietista y periodista español Miguel Mihura(1905-1977). Escrita en 1932 y estrenada veinte años después, la pieza está considerada como una de las obras maestras del teatro humorístico y, por su originalidad, supone una ruptura con el teatro cómico anterior a ella.
  La historia se desarrolla en una ciudad cualquiera, en el marco de un hotel humilde. Allí se hospeda, en vísperas de su boda, Dionisio, un joven normal, común y corriente, de veintisiete años, que va a casarse con Margarita, una virtuosa señorita de veinticinco, con la que está de novio desde hace siete largos años. La noche previa a la boda, Dionisio conoce a Paula, una atractiva chica de dieciocho años que llegó al hotel con la compañía de revistas en la que trabaja, para presentarse al día siguiente en el Nuevo Music-Hall local. El joven queda encandilado por ella, de inmediato.A lo largo de la obra, Dionisio descubre por medio de Paula, una manera distinta de vivir, de entender el mundo y de alcanzar la felicidad y gracias a la joven, vislumbra la posibilidad de una existencia más imaginativa y libre. En pocas horas, Dionisio deberá optar por la frescura y la alegría de Paula o la vida rutinaria junto a la fiel pero previsible Margarita.
  En esta comedia en tres actos, con diálogos ingeniosos y vivaces y situaciones que pueblan el escenario con un ritmo frenético, Mihura utiliza, con maestría, el absurdo como contrapartida de la realidad, obligando al espectador a sumergirse en lo irracional, a pasar de un plano de realidad a otro, de la vida a la fantasía. Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las tres unidades clásicas: de espacio, de tiempo y de acción. Todo transcurre en una habitación de un hotel de segundo orden de una ciudad de provincias (unidad de espacio), en unas pocas horas (unidad de tiempo), y alrededor de una misma anécdota (unidad de acción): el descubrimiento, por parte de Dionisio, durante la víspera de su boda, de un mundo alegre y auténtico al que va a renunciar para integrarse en un sistema que en el fondo detesta. Este planteamiento del tiempo y la utilización del espacio son fundamentales para el desarrollo de la intriga.
  Tres sombreros de copa es una de las obras teatrales más importantes de la primera mitad del siglo XX, con unas particularidades que la convierten en una obra aislada en su tiempo. La obra transcurre en un solo espacio escénico (una habitación de hotel) y en una sola noche (la víspera del matrimonio entre Dionisio y una virtuosa señorita). Esta noche será la que le descubra a Dionisio que quizá el matrimonio no sea la vida que desea. Cuando, borracho, inmerso en el baile que se organiza en su habitación, rodeado de personajes insólitos, exclama “Yo nunca he sido tan feliz”, nos damos cuenta de la fragilidad del camino del matrimonio en que se va a embarcar. Es significativo que, de los 3 sombreros de copa que lleva para su boda, símbolos de la convención y la etiqueta en este caso, ninguno le quede bien. No hacen más que ridiculizar aún más si cabe su aspecto, convirtiéndolo en un personaje grotesco...”
Es extracto y compendio de otras reseñas:

jueves, 3 de febrero de 2011

Vladimir K. Arseniev : Dersu Uzala, La Taiga del Ussuri. (la ficción y la ecología)

“… Vladimir K. Arseniev (1872-1930) joven oficial de la armada imperial rusa que en 1900 fue enviado desde San Petersburgo a Vladivostok y pasó treinta años en el lejano este ruso. Durante este tiempo, realizó doce expediciones que le llevaron a través de la impenetrable e inexplorada taiga de Primorsky y Khabarovsky, donde realizó importantes descubrimientos sobre la naturaleza y la geografía física y humana de estas regiones remotas de la Siberia oriental. Arseniev documentó sus expediciones copiosa y cuidadosamente de manera que, a lo largo de su vida, escribió más de sesenta artículos y su trabajo apareció en cerca de veinte libros. Pero su obra más leída es la trilogía de libros que documentan las expediciones que realizó entre 1906 y 1910 al sur de Sihotè-Alin# (hoy, Corea del Norte), escritos con el lirismo de un poeta y la astuta percepción de un meticuloso científico, en los que, a su lado y el de sus hombres, aparece el magnífico y único Dersu, el cazador Ussuri que aceptó conducirles a través de la taiga. Tanto Arseniev como Dersu Uzala entraron a formar parte, desde entonces, de la mitología del lejano oriente ruso.
 Cuando en 1906, Vladimir Arseniev regresó a Moscú de su primera expedición con mapas de los desconocidos confines de Siberia y fue recibido como un héroe, su primera reacción fue protestar y pedir reconocimiento para el que consideraba artífice real de la proeza: Dersu Uzala, el cazador Dersu, un hombre sencillo capaz de descifgrar con prodigiosa intuición los secretos de la taiga, un guía que salvó la vida de Arseniev y de sus hombres en varias ocasiones mientras les descubría los caminos que convertían el bosque profundo en un lugar accesible donde los Ussuri, su pueblo, vivían en armonía con la naturaleza. Como tributo a Dersu, Vladimir Arseniev escribió las memorias de sus viajes que, además de obras maestras sobre la exploración y la etnografía no científica, son, por encima de todo, un hermoso homenaje a la amistad entre dos espíritus puros y un canto a la naturaleza. Un clásico de la literatura de viajes, cuya adaptación al cine por el director Akira Kurosawa mereció el Oscar a la mejor película extranjera en 1975.
  El caso de Vladimir Arseniev resulta algo excepcional entre los escritores rusos de este periodo. En primer lugar porque no se trata estrictamente de un escritor. Arseniev es un militar que narra sus exploraciones por las remotas tierras más orientales de la Unión Soviética, las que lindan con el mar del Japón y, sobre todo, su encuentro y amistad con un ser humano excepcional: Dersu Uzala. En segundo lugar, porque el autor no llega nunca a tratar temas políticos, ni siquiera sociales. La narración podría transcurrir en cualquier país y en cualquier tiempo, pues la naturaleza es la auténtica protagonista.
  La humanista fascinación que desprenden las narraciones del capitán Arseniev y la adaptación cinematográfica de Kurosawa, no son sino el fruto de la característica curiosidad del sensible hombre ilustrado ante realidades y placeres desconocidos u olvidados largo tiempo atrás. Debido a la silente trascendencia histórica del acontecimiento -la crónica de la extinción de una ancestral forma de vida humana- sus respectivas visiones vendrían a constituir tanto un ejercicio de nostalgia por realidades primigenias perdidas sin remedio por las sociedades desarrolladas. El inmemorial conflicto entre primitivismo y civilización,individuo y comunidad, impregna y subyace bajo los sucesivos encuentros entre Arseniev y Dersu Uzala en las ignotas regiones siberianas del Ussuri y Sijote-Alin. El pacífico encuentro entre dos formas de vida, si no enfrentadas, sí radicalmente diferentes y aun opuestas: una, técnica y floreciente, en imparable desarrollo; otra atávica, condenada por aquélla a la irreversible y definitiva extinción. En su aparente insignificancia y sencillez, cristaliza por ello un dilema primigenio y progresivo que el paso del tiempo impreso en el devenir histórico no ha hecho sino teñir de una perennidad acuciante, desde cualquier punto de vista. Aun constatando el innegable valor documental y científico de las expediciones de reconocimiento de Arseniev por la taiga durante la primera década del siglo XX –un salvaje Far East, trasunto del Far West norteamericano, el encuentro con Dersu Uzala es el factor cohesivo de dicho periplo, por cuanto su definitorio carácter humano lo convierte en una historia de interés y alcance universales..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:

martes, 25 de enero de 2011

Alice Munro: Las Lunas de Júpiter (El minimalismo femenino)

"...Alice Munro (Wingham, Ontario, 1931) ha escrito nueve libros de relatos, cinco de ellos publicados en España: Las lunas de Júpiter, El progreso del amor, Amistad de juventud, Secretos abiertos y El amor de una mujer generosa, además de una novela, Lives of Girls and Women. Como Margaret Atwood, observa el mundo con ojos feministas y realiza en sus obras un fresco de las actitudes y modos de enfrentar la vida de las mujeres.
  Munro ha sido tres veces ganadora del premio a la ficción «Governor General's Literary Awards», canadiense. En 1998 Alice Munro fue premiada con National Book Critics Circle estadounidense, por El amor de una mujer generosa. En España fue galardonada con el Premio Reino de Redonda en 2005. Alice Munro está considerada la maestra mundial del relato contemporáneo. Según contaba en una entrevista, la autora pretendía escribir novelas, pero siempre había algo incidental en su vida que la interrumpía, y poco a poco, eso la llevó a convertirse en una auténtica maestra del relato. Sus historias tienen la melancolía americana de Carson McCullers, Eudora Welty, Raymond Carver e incluso Richard Ford, pero también la profundidad de los mejores cuentos de Chéjov.
   En los once relatos de Lunas de Júpiter Alice Munro.algunas comienzan nuevas relaciones,otras abandonan matrimonios desunidos, y la mayoría se encuentran en esa ambigua época entre la juventud y la madurez.A todas ellas las une la esperanza de dar con "una nueva deficinición de la suerte".Alice Munro es sin duda una de las narradoras actuales de mayor sensibilidad y sabe reflejar como pocos escritores el delicado entramado de los sentimientos humanos. Los cuentos de Las lunas de Júpiter indagan en la vida de mujeres atrapadas en la rutina, invisibles, abnegadas y aparentemente conformadas con ser un mero satélite del marido o el padre enfermo al que cuidan, pero esperando, siempre, encontrar un instante de pasión, por breve que sea, que devuelva un poco de brillo a su existencia. Munro nos ofrece un catálogo de mujeres al borde del abismo: frías, infieles, insensatas o desesperadas, pero todas tocadas por un pálido rayo de esperanza.
   El modo de narrar de Munro exige tiempo, y sobre todo una actitud lectora especial, apreciativa de los detalles y de la sutileza más que de las grandes explosiones narrativas o los giros sorprendentes. En los relatos de Munro no pasa casi nada: los hay que son casi puramente estáticos, descriptivos, dedicados a pintar un mundo más o menos cerrado. Incluso en aquellos en los que sí pasan cosas, no suelen ser muertes, accidentes, desastres, sino más bien tensiones, sentimientos, decepciones, muchas veces más sugeridos por la acción que propiamente descritos y analizados. Se podría decir que son relatos chejovianos, aunque con menos dramatismo o teatralidad.
  Algunos de los relatos son verdaderamente magistrales, aunque casi siempre dejan un cierto aire de tristeza: "Alga marina roja", "La temporada del pavo", "Accidente", "El autobús de Bardon" o "Prue", tratan de las relaciones amorosas, siempre complejas y siempre  engañosas o escurridizas; "La señora Cross y la señora Kidd", "Historias desafortunadas", "Visitas" o "Las lunas de Júpiter" se refieren a otro tipo de relaciones humanas, entre ellas las familiares, cargadas de matices y de sobreentendidos
  Munro tiene una precisión descriptiva asombrosa, y logra momentos de reconstrucción histórica que parecen recrear al detalle un pasado remoto, esa tarea levemente historicista queda muy en segundo plano frente a la potencia de las anécdotas. Historias en las que el azar, la educación sentimental, los rumores de pueblo y las búsquedas personales terminar por unir o desunir a la gente, por poner a la gente frente al abismo de sus emociones.
  Algo enérgicamente femenino atraviesa su estilo: Munro ha contado varias veces que escribió gran parte de su obra en los intersticios de su tarea doméstica, mientras sus hijas dormían la siesta o mientras su esposo disfrutaba de la sobremesa. Una tensión constante entre la predestinación social y la voluntad personal parece haber nacido de esas rutinas, y al mismo tiempo una solución amorosa a esa tensión parece haber evitado la salida fácil de la rebeldía. Una conciencia trágica de la mujer en el mundo está detrás de las anécdotas que Munro toma, primero, de su infancia y de la historia de su madre –la principal fuente de material de la que se ha servido la escritora en sus primeros libros–, y luego de lo que oye en el pueblo, de lo que le cuentan las personas que la rodean. Sus cuentos tienen una relación clara con aquello que llamamos realidad, con la ventaja de que Munro sabe que aquello que llamamos realidad es oscuro y misterioso. Su principal arma para transmitir esa consternación frente a la densidad de lo que pasa es una adjetivación copiosa pero certera, y el uso reiterado y al mismo tiempo sutil de adverbios de modo, un ejercicio de suma precisión que parece nacer de un respeto sagrado por la imagen, por el modelo, pero también por el retrato emocional de la situación.
  Las historias de amor, el amor fugaz, el deseo, el amor recuperado, la pérdida amorosa dominan estas narraciones, pero si hubiera que elegir un tema omnipresente, aún más poderoso o que condiciona siempre las relaciones que aquí aparecen, sería el paso del tiempo, y el punto de vista de las mujeres. La enfermedad y la muerte en las parejas, envejecer, la infidelidad y su recuerdo a través de los años, las fantasías y el deseo, los hospitales y sanatorios, las fugas, la pasión, la ambición y la traición, las transformaciones insospechadas o los repliegues secretos de la mente, los encuentros inesperados, las afinidades, la religión y las ideologías, las estrategias de supervivencia, la fea realidad y la perversidad del destino, sin escamotear los momentos de rara belleza de la vida. Todos esos elementos contados en escenas cotidianas, atisbos de lo que pudo haber sido, vidas medio vividas (como en el título de Naipaul), en el paisaje de Ontario, con imágenes y personajes intensos que se quedan con nosotros tal vez para siempre.
  Dos adolescentes que mandan falsas cartas de amor y acaban uniendo sorprendentemente al padre de una de ellas con la solitaria ama de llaves; una mujer en tratamiento de quimioterapia a la que un joven tiende un puente inesperado hacia el deseo y la vida; un profesor que enferma tras luchar contra la intolerancia religiosa de una ciudad de provincias; una historia de amor infantil que no llega a realizarse; un intenso momento de infidelidad visto a través del tiempo; el hombre que interna a su mujer en el sanatorio, y para su sorpresa, la ve olvidarle temporalmente y enamorarse de otro interno... Y en medio de todo, la escritura, el oficio de escribir, que asoma de vez en cuando en estas páginas como un sedimento de fondo.
   Es efectivamente un mundo de mujeres, o mejor dicho, una perspectiva de mujeres. Los personajes femeninos muestran su interioridad reflexiva, su capacidad de soñar y de resituar los momentos de su vida en un continuo análisis que se mide con los acontecimientos y el paso del tiempo. Y se trata efectivamente de relatos densos, comprimidos, donde una economía sutil y prodigiosa, adquirida con la experiencia, permite una riqueza de matices y una profundidad que rozan la plenitud de la novela..."

Esta recensión es extracto y reseña de otras anteriores:

miércoles, 5 de enero de 2011

Antonio Gamoneda: Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.

Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.


Recuerdo el frío del amanecer, los círculos de los insectos sobre las tazas inmóviles, la posibilidad de un abismo lleno de luz bajo las
ventanas abiertas para la ventilación de la enfermedad, el olor triste
de la sosa cáustica.
Pájaros. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los
vientos, pájaros que volaban entre la ira y la luz.
Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.
No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo
una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo
dolor no me concierne.
Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte.
Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.
Eres sabio y cobarde, estás herido en las mujeres húmedas, tu
pensamiento es sólo recuerdo de la ira.
Ves la rosas temibles.
Ah caminante, ah confusión de párpados.
Hay una hierba cuyo nombre no se sabe; así ha sido mi vida.
Vuelvo a casa atravesando el invierno: olvido y luz sobre las ropas
húmedas. Los espejos están vacíos y en los platos ciega la soledad.
Ah la pureza de los cuchillos abandonados.
Amé todas las pérdidas.
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.
* * *
"....Reciente ganador del Premio Cervantes de Literatura, Antonio Gamoneda (poesta español nacido en Oviedo, 1931) convierte la poesía suya en un vehículo de consuelo: ; dirá el poeta: "Sabes que el poeta es un ser impúdico. Si yo tuviera verdadero respeto a todas esas cosas, tendría que practicar el silencio, que es lo que he practicado durante mucho tiempo. En ese sentido, la escritura es una forma de indignidad. Lo que pasa es que la asumo también, entro en el juego trivial y terrible de convertir lo más serio de mi existencia y de la de los que están a mi lado en un objeto para el placer, porque el poema, con independencia de lo que diga, incluso el poema que habla del sufrimiento más atroz, es un objeto para el placer; y añado: la memoria del sufrimiento o el sufrimiento mismo generan la necesidad de consolación. Y esa consolación está en el placer que produce la materialización, la conversión de eso en un objeto de otra especie, en un objeto con otra función añadida que lo hace más tolerable. Para mí la poesía es, en última instancia, consolación".
   Gamoneda se dio a conocer poéticamente con Sublevación inmóvil (1953-1959), publicado en Madrid en 1960, obra con la que fue finalista del oremio Adonais de poesía, y que supuso una ruptura con las tradicionales reglas realistas de la época. En 1969 pasó a crear y dirigir los servicios culturales de la Diputación Provincial de León y, a partir del 70, la colección Provincia de poesía, intentando promover una cultura progresista con el dinero de la dictadura. Fue privado de su condición de funcionario, y posteriormente recontratado, mediante sentencia judicial. Durante estos años comenzó a colaborar asiduamente en diferentes revistas culturales. A esta etapa pertenecen La tierra y los labios (1947-1953), no publicado hasta la aparición del volumen Edad, que recoge su poesía hasta 1987; Exentos I (1959-1960), poemas no aparecidos hasta Edad; Blues castellano (1961-1966), obra no publicada por motivos de censura hasta 1982 y Exentos II (Pasión de la mirada) (1963-1970), publicada con múltiples variaciones en 1979 con el título León de la mirada.
  A esta primera etapa siguió un silencio poético de siete u ocho años, significativamente marcados por la muerte del dictador Franco y los inicios de la llamada transición. Esta tiempo marcado por la crisis existencial e ideológica se hace sentir en su siguiente obra Descripción de la mentira, León 1977, un largo poema que marcó un giro hacia una total madurez poética. Posteriormente publica Lápidas y Edad, el volumen que recoge toda su poesía hasta 1987, revisada por el autor, y que le valió el Premio Nacional de Literatura.
  En 1992 apareció Libro del frío, que le consagra como uno de los poetas más importantes en lengua castellana. En el año 2000 vio la luz la versión definitiva de esta obra, que incluía Frío de Límites, obra procedente de una colaboración con Antoni Tápies pero que, desgajada de la pintura, adquiría el carácter de addenda necesaria de Libro del frío. Previamente habían aparecido los poemas de Mortal 1936, acompañando a unas serigrafías de Juan Barjola sobre la matanza en la plaza de toros de Badajoz durante la Guerra Civill, y no llegaron a publicarse Exentos III (1993-1997).
  De un diccionario relativo a la ciencia médica arcaica (1993-1998) y Libro de los venenos (Madrid, 1995) son obras más atípicas que parten de la convicción del autor de que el lenguaje arcaico se ha cargado estéticamente hasta convertirse en poesía y revelan la fascinación del poeta por la traducción de Dioscórides realizada por Andrés Laguna en el siglo XVI y su interpretación en clave poética por Gamoneda.
  Arden las pérdidas es publicado en 2003, libro que culmina la madurez iniciada en Descripción de la mentira, de una poesía en la perspectiva de la muerte en la que lo perdido (la infancia, el amor, los rostros del pasado, la ira…) aún arde en el tránsito hacia la vejez con mayor lucidez, con mayor claridad, con mayor frío. Tras él vendrán Cecilia (2004) y Esta luz: poesía reunida: (1947-2004), (2004).
  En 2006 año obtuvo el Premio Reina Sofía y el Premio Cervantes. El premio Cervantes a Gamoneda reivindica a un autor casi desconocido fuera de España, con una obra sólida y brillante. Nacido hace 75 años en Oviedo, ha declarado a la prensa que no se siente a la altura de un premio que han recibido autores como Vargas Llosa y Borges. Esta declaración es sin duda inusual en un escritor (alguien me describió el mundo de los escritores hace poco como una tortilla de "egos revueltos"). Es la declaración de un escritor que ha estado comprometido solo con su oficio durante toda su vida y que ve su obra como la ve un poeta auténtico, en la soledad y la intimidad más absolutas..."
Es recensión y extracto de otras reseñas:

sábado, 1 de enero de 2011

José María Heredia y Girard: Les conquérants. ( Una recomendación de Hervé Dufoort)

Les conquérants


Comme un vol de gerfauts hors du charnier natal,
Fatigués de porter leurs misères hautaines,
De Palos de Moguer, routiers et capitaines
Partaient, ivres d'un rêve héroïque et brutal.

Ils allaient conquérir le fabuleux métal
Que Cipango mûrit dans ses mines lointaines,
Et les vents alizés inclinaient leurs antennes
Aux bords mystérieux du monde Occidental.

Chaque soir, espérant des lendemains épiques,
L'azur phosphorescent de la mer des Tropiques
Enchantait leur sommeil d'un mirage doré ;

Ou penchés à l'avant des blanches caravelles,
Ils regardaient monter en un ciel ignoré
Du fond de l'Océan des étoiles nouvelles

Versión de Andrés Holguín
Los conquistadores

Como halcones que escapan de sus antros natales,
fatigados de empresas altivas y mezquinas,
partieron desde Palos las gentes colombinas
embriagadas de sueños épicos y brutales.

Iban a conquistar los preciosos metales
que el remoto Cipango maduraba en sus minas,
mas llevaban sus velas las ráfagas marinas
hacia los misteriosos mundos occidentales.

Cada tarde, esperando futuros heroísmos,
fosforecentes mares del Trópico, abrasados,
encantaban sus sueños con claros espejismos.

O, absortos en la proa de las embarcaciones,
miraban ascender a cielos ignorados
del fondo del océano nuevas constelaciones.
( Versión de Andrés Holguín)


  "... José María Heredia y Girard ( La Fortuna, 1842 - Bourdonné, 1905) fue un poeta de origen cubano, que en el modernismo fue conocido como "el afrancesado Heredia". Descendiente de uno de los conquistadores que estuvieron junto a Cortés en América e hijo de madre francesa, estudió en Francia y Cuba. Con raíces cubanas y normandas, escoge escribir en francés y comienza a escribir poemas muy influenciados por la escuela parnasiana.
   Escribe en revistas francesas, regala a los amigos más cercanos sus poesías, bellamente caligrafiadas en tinta morada, y da a conocer admirables traducciones de clásicos españoles, como los cuatro tomos de la Historia verídica de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, impresas por Alphonse Lemerre.
   Poeta poco fecundo, pero refinado y aristocrático, en sus sonetos de cuidada factura evocó y cinceló con pericia mitos e historias de la Antigüedad, la Edad Media y el Renacimiento. Heredia reúne sus poesías en un volumen titulado Les Trophées (Los Trofeos) y la primera edición de Lemerre se agota en pocas horas. Entre estos versos eruditos que evocan la historia del mundo, algunos se refieren a Cuba, “a las Antillas azules que se pasman bajo el ardor del astro de Occidente”, mientras llega al poeta “el perfume con que embalsama el aire natal la flor surgida otrora en el jardín de América.
   En 1894, gracias a Los trofeos, ingresó en la Academia Francesa; pero siempre llevó una vida modesta, y en 1901 aceptó el nombramiento de director de la Biblioteca del Arsenal. No se alejó nunca de un severo sentimiento del arte ni de una técnica impecable, y ello tanto en las composiciones originales como en la magnífica traducción (1877-87) de la Verdadera Historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España, del cronista y capitán Bernal Díaz del Castillo, y en la valiosa edición (1905) de las Bucólicas de André Chénier..."
 Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://amediavoz.com/deheredia.htm
http://www.jmarcano.com/mipais/cultura/emigra/deheredia.html
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/heredia_jose_maria_de.htm
http://memorandumvitae.blogspot.com/2010/06/iconografia-cubana-xxii-heredia-el.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mar%C3%ADa_de_Heredia

domingo, 19 de diciembre de 2010

Margaret Atwood: EL AÑO DEL DILUVIO” (THE YEAR OF THE FLOOD)


"... Margaret Atwood, (Ottawa, Canadá, 1939), es una de las novelistas mas prestigiosa de la narrativa actual. Fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008 y candidata al Premio Nobel de Literatura. Narradora, ensayista, poeta, conferenciante y activista cultural, ha publicado numerosos títulos. En narrativa sobresalen: El cuento de la criada, AliasGrace , La mujer comestible, Ojo de gato, La novia ladrona, El asesino ciego (Premio Broker 2000), Oryx y Crake (todas ellas publicadas en Ediciones B) y Desorden moral (Bruguera, 2008). Considerada como una de los poetas mayores de la actual poesía anglosajona, ha publicado una veintena de poemarios, entre ellos La puerta (Bruguera, 2009) e Historias reales (Bruguera, 2010).
En El Año del Diluvio, su última novela, recrea una anticipación especulativa, la catástrofe planetaria resultante del descontrolado abuso de las industrias farmacéuticas y de los poderes políticos y económicos que desoyen los alegatos de las ciencias ecológicas. Narrada desde el punto de vista de dos mujeres, La joven Ren y Toby, El año del Diluvio cuenta la epopeya de quienes sobreviven al desastre y, superada la decadencia moral en que la lucha de sectas y religiones había sumido a la humanidad, emprenden una nueva vida.
Al leer El año del diluvio es imposible no pensar en otras profecías literarias apocalípticas: La carretera, de McCarthy; Un mundo feliz, de Huxley; 1984, de Orwell; Fahrenheit 451, de Bradbury, y por supuesto, el Apocalipsis. Cada una de estas obras aporta una visión única sobre el fin del mundo: nihilista y cruel, la de McCarthy; hedonista, la de Huxley, totalitaria, las de Orwell y Bradbury. La gran aportación de Margaret Atwood en El año del diluvio es su teología del futuro, una ecoteología extrema y extravagante, rica en símbolos, que ha convertido la defensa de la naturaleza en la única vía posible para evitar la destrucción del ser humano. Los Jardineros de Dios, dibujados con burla y afecto, son una invención memorable.
El año del diluvio empieza en el año 25, tras el estallido de una epidemia que casi aniquila a la humanidad. Entre los escasos supervivientes hay dos mujeres, Toby y Ren, antiguos miembros de una secta religiosa llamada Los Jardineros de Dios. La novela intercala el presente de ambas mujeres, extremadamente vulnerables en un mundo de depredadores desconocidos y genéticamente manipulados, con flashbacks de sus vidas durante los 20 años que precedieron al desastre y con los asombrosos sermones de los Jardineros de Dios. Los ricos viven en lujosas urbanizaciones cerradas y protegidas, mientras que las ciudades se han convertido en una sucesión de guetos habitados por mafias, bandas y extremistas religiosos. El hombre destruye el planeta al mismo tiempo que crea nuevas especies, como ovejas con pelo humano de colores, cerdos con tejido cerebral humano e híbridos como el leonero, que con sus ojos de cordero y sus afilados colmillos de león, simboliza el mundo diseñado por las Corporaciones. En vísperas de los cataclismos proliferan las religiones que anuncian el Fin del Mundo. Entre ellas destaca la de Los Jardineros de Dios, una especie de secta cristiano-ecologista-hippy con una filosofía pacifista de la vida que intenta reconciliar el desarrollo científico con la sostenibilidad y la religión arguyendo que no son en absoluto incompatibles. Cada uno de las 14 secciones en que está dividido el libro, cada una con diverso número de capítulos, se abre con una sermón de Adán Uno, el «líder» de los Jardineros y con un himno de su particular cancionero ―cuyas canciones, explica la propia Atwood, tienen su música y pueden ser escuchadas en su propio CD o visitando la página www.yearoftheflood.com―, permitiéndole así mostrar al lector de forma directa, y no exenta de cierta ironía, el espíritu de las enseñanzas de la secta. A pesar del carácter pacifista de los Jardineros lo cierto es que esta es una historia llena de violencia física y psicológica, de esa violencia que va erosionando el alma hasta que parece que la insensibilidad es el único sentimiento que le queda a uno, salvo, quizá, la lealtad entre los desesperanzados...."
Es extracto y compendio de otra reseñas:

viernes, 26 de noviembre de 2010

Richard Ford: Acción de Gracias. El realismo exhaustivo.

  "... Richard Ford (Jackson, Misisipi, 1944), autor de seis novelas y tres libros de relatos, ha concluido con Acción de Gracias la trilogía que comenzó con El periodista deportivo (1986) y siguió con El día de la independencia (1995). En tres entregas, una cada diez años, tres episodios de unos pocos días de duración cada uno, Ford ha contado la vida adulta de Frank Bascombe, un varón americano corriente cuya vida se ha convertido en una de las obras de la narrativa norteamericana más importantes de este cambio de siglo. Muchos críticos afirmaron que la trilogía de Ford era la última versión de la gran novela americana que ha consagrado a Richard Ford como uno de los escritores más importantes de su generación.
   En los veinte años que van de la publicación de El periodista deportivo a Acción de Gracias, Bascombe deja atrás la crisis de la edad madura y se asoma a los sobresaltos de la vejez temprana; se ha vuelto a casar, ha renunciado a su querido trabajo de periodista deportivo y se convertido en agente inmobiliario, tiene problemas con uno de sus hijos adolescentes, una enfermedad le ha hecho descubrir que es mortal. Acción de Gracias relata los días previos a este día festivo del año 2000 (en plena disputa electoral entre Bush y Gore), en los que los acontecimientos se precipitan y devienen en un importante punto de inflexión en la vida del ex periodista deportivo. «No hay escape de la vida, hay que afrontarla en su totalidad», concluye Frank Bascombe: ante la cercanía y la toma de conciencia del propio final intentará aceptarse a sí mismo y a los que le rodean, un catártico proceso nada sencillo para alguien tan desligado de sus sentimientos y emociones como este meditabundo y solipsista agente. Ahora, Frank Bascombe, el prometedor escritor metido a periodista deportivo y luego a agente inmobiliario, tiene 55 años, una preciosa casa acristalada en la costa de Nueva Jersey, una pequeña inmobiliaria, dos ex mujeres, un cáncer de próstata detectado hace unos meses y dos hijos vivos de su primer matrimonio (tuvo otro que está muerto desde la primera página de El periodista deportivo). Quedan dos días para el Día de Acción de Gracias del año 2000, en el que Frank invita a comer a sus dos hijos.
   Richard Ford es lo que podríamos llamar un "realista exhaustivo, un minucioso acumulador de detalles que recuerda el uso de la descripción de los novelistas del siglo XIX, pero la abrumadora exhibición documental y cartográfica de la cotidianidad de Bascombe es una igualación de todos los pequeños sucesos de su existencia por lo que ofrece menos contrastes que la de aquellos antiguos personajes. El correr de la historia sin altibajos es reflejo de la mediocridad de esa clase media americana y el retrato de Ford responde fielmente a ella. Es un modo de contar bien distinto del "realismo selectivo" de un Bellow, al "realismo imaginativo" de un Salinger o al "realismo económico" de un Carver.
   Richard Ford es, asimismo, un escritor propio y diferente. Su atención por el detalle y sus maneras de prolijo cronista consiguen mostrarnos las cosas aparentemente sin intervención. Ford es a menudo el escritor invisible y su mundo parece forjado por quien ve lo que ve, en lugar de imponer la memoria y el acento de quien ya lo ha visto. Lo que Carver reduce, y Wolff observa con gracia y cautela, Ford lo expande hasta conseguir crear un universo de lo inmediato. Conseguir que lo inventado sea, o parezca, el mundo real, con su exacta cadencia y sus paisajes reconocibles, extraer de su propia experiencia el reconocimiento de la nuestra como lectores, es una tarea nada sencilla y al alcance de pocos y elegidos escritores...."
Es extracto y compendio de otras reseñas:


domingo, 31 de octubre de 2010

Ramón Gómez de la Serna: Nuevas Greguerías.

Ramón Gómez de la Serna ( Madrid 1888 – Buenos Aires 1963) creador de una nueva prosa, inventa las greguerías, construcción breve y ocurrente que practica ya hacia 1910 y que define como humorismo más metáfora. Se trata de un escritor de ingenio que no sigue un razonamiento lógico en el discurso. Sus frases se presentan inconexas haciendo que el lector no esté interesado en los personajes sino en su audacia mental, sumamente original y absurda. Este estilo quedará perfectamente plasmado en la greguería, que en realidad es un juego de conceptos. Sus grandes dotes de observador y sus originales recursos de expresión se convertirán en una constante a lo largo de toda su obra, centrada principalmente en el desarrollo de la greguería.
 Gómez de la Serna defiende la importancia del inconsciente a la hora de elaborar una Greguería: una Greguería no se busca, sino que surge espontáneamente en la mente del poeta, es la impresión del inconsciente de un objeto en la mente del poeta.Gómez de la Serna dedicó, a lo largo de su vida numerosos libros a este nuevo género, que cultivaba asiduamente en secciones fijas de los periódicos y lo consagraría como uno de los escritores más conocidos de las letras españolas: Greguerías (1917), Flor de greguerías (1933), Total de greguerías (1955,. Este género, de hecho, sirvió para renovar la anquilosada idea de la metáfora y de la imagen poética que poseía la estética literaria española y anticipó el Surrealismo.
  En 1970, la Universidad norteamericana de Pittsburgh adquirió de Luisa Sofovich, la viuda de Ramón Gómez de la Serna, los últimos libros y manuscritos sobre los cuales trabajaba el escritor en el momento de su muerte, en 1963. El prolífico creador de vanguardia dejó una ingente cantidad de material, un riquísimo fondo en buena parte aún inédito. Entre otros tesoros, se conserva un importante corpus de apuntes de greguerías, con numerosas correcciones en tinta roja, para un proyecto que no llegó a ver la luz editorial. La investigadora Laurie-Anne Laget ha rastreado a fondo el archivo para recopilar las 400 greguerías inéditas que recien se editaron bajo la denominación de Nuevas Greguerías,
 Las greguerías consisten en frases breves, de tipo aforístico, que no pretenden expresar ninguna máxima o verdad, sino que que retratan desde un ángulo insólito realidades cotidianas con ironía y humor, a base de expresiones ingeniosas, alteraciones de frases hechas o juegos conceptuales o fonéticos. El efecto sorpresivo se obtiene a través de:
La asociación visual de dos imágenes: «La luna es el ojo de buey del barco de la noche».
La inversión de una relación lógica: «El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos».
La asociación libre de conceptos ligados: «El par de huevos que nos tomamos parece que son gemelos, y no son ni primos terceros».
La asociación libre de conceptos contrapuestos: «Lo más importante de la vida es no haber muerto».
  Entre la diferente morfología de la Greguería destacan, además de la asociación metafórica inconsciente de significados vista, la creación a partir de los significantes: la liebre es libre (aliteración), la asociación metonímica que surge de la observación de los detalles más insignificantes de la vida cotidiana: Bar pobre: una aceituna y muchos palillos, y las observaciones filosóficas:Si el hombre tiene tanto miedo a la muerte, ¿por qué se mata? –Porque al quitarse la vida se quita el miedo. Vemos también una evolución cronológica en las Greguerías: la morfología varía desde las más extensas de los primeros tiempos, que consisten en una serie de observaciones vitales (sobre la muerte, el amor...) o puramente anecdóticas (el retraso ante una cita...) con la extensión de un relato breve, hasta las últimas de su producción, de apenas una línea, que son las más conocidas. En todas ellas como punto en común tenemos la yuxtaposición de dos elementos relacionados entre sí por el inconsciente, lo que provoca el efecto humorístico. Sin embargo, no todas las Greguerías responden a este esquema, como afirma el crítico Rodolfo Cardona: Una metáfora surge de la relación lógica entre los dos elementos de la comparación, y sin embargo muchas de las asociaciones en las Greguerías son de tipo ilógico, emanan directamente del inconsciente, y son estas asociaciones ilógicas las que precisamente provocan el efecto humorístico: Los acordeones tienen el pelo ondulado. Este irracionalismo es propio del lenguaje vanguardista: provocar el extrañamiento en el espectador favorece la idea del Arte por el Arte.
 La Greguería, sin embargo, no debe considerarse como un género puramente español, ya que responde a los impulsos estéticos de vanguardia que se desarrollaron en Europa y América a principios de siglo XX, impulsos que toma la filosofía del británico Bergson y que se basa en el poder de la intuición a la hora de crear una obra de arte. Se trata, pues, de jugar con la cotidianidad (lo dado por la costumbre) para zarandearla. Uniendo objetos o ideas que aparentemente nada tienen que ver, se descubren otras perspectivas que nos hacen sonreír pero que, a la vez, nos obligan a preguntarnos por nuestros convencionalismos. Al igual modo que el Conde de Lautréamont muestra el “encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una y máquina de coser y un paraguas”, Gómez de la Serna nos dice que la “prisa: se había puesto la sombra del revés”, que “la lluvia cree que el paraguas es su máquina de escribir” o que Venecia es el sitio en que navegan los violines”.

Esta recensión es extracto y compendio de otras mucho mejores que se relacionan:

viernes, 15 de octubre de 2010

Robert Lee Frost. Poemas.

   Robert Lee Frost (San Francisco, 26 de marzo de 1874 - Boston, 29 de enero de 1963) Poeta estadounidense considerado uno de los fundadores de la poesía moderna en su país, por expresar, con sencillez filosófica y profundidad sentimental, la vida y emociones del hombre rural de Nueva Inglaterra. Su poesía refleja los más profundos impulsos del hombre norteamericano: su sencillez y amor por la naturaleza y lo rural, su individualismo, su ironía y humor revuelto con una gran soledad y tragedia. Entre sus volúmenes de poesía cabe destacar Intervalos en la montaña (1916), El arroyo que fluye al oeste (1928), Una cordillera de más allá (1936), Máscara de la razón (1945) y En el calvero (1962). Frost recibió en cuatro ocasiones el Premio Pulitzer (1924, 1931, 1937, 1943); en 1961, fue invitado a leer un poema en el acto oficial de la toma de posesión de John F. Kennedy como presidente de Estados Unidos. La poesía de Frost se basa principalmente en la vida y el entorno rural de Nueva Inglaterra, y refleja el lenguaje compacto de esta región. A pesar de su sencillez temática, su obra alcanza una gran hondura emocional, y Frost demuestra una extraordinaria capacidad para pasar en un mismo poema de la burla a la expresión apasionada de experiencias trágicas. La filosofía de su obra poética se inscribe en la tradición individualista de Nueva Inglaterra, y a través de ella el autor manifiesta su honda simpatía hacia los valores de la primitiva sociedad estadounidense.
 Detrás de sus ríos, árboles, senderos y paisajes se esconde la inminencia de algún peligro, los peligros potenciales de la naturaleza y el misterio esencial de las cosas a los que sus personajes sencillos, casi primitivos, se ven confrontados. La belleza, por ejemplo, puede surgir de una tempestad de hielo, más allá de su inclemencia y poder destructor, elevando la poesía a un misterio que la rebasa. Sus criaturas se cruzan de pasada con los elementos, y en ese fugaz encuentro es donde se produce la poesía, agigantando el encuentro en un símbolo mayor que expresa metáforas de la condición humana en general.
Otra parte de su poesía es más personal e introspectiva, y en ella su mente se convierte en escenario de grandes batallas psicológicas, como si sus demonios lucharan contra el caos. También innovó en la métrica y los recursos prosódicos y melódicos, encontrando rimas tan sencillas como vigorosas: con un metro sencillo podía realizar variaciones infinitas.
En este sentido se distinguió de muchos de sus contemporáneos de principios del siglo XX, que utilizaban la experimentación indiscriminadamente. Innovó, además, en los diálogos dramáticos, unificando las formas poéticas con el habla coloquial. Recibió cuatro veces el premio Pulitzer y ha sido reconocido como uno de los poetas nacionales, además de gozar de una amplia popularidad en varias generaciones de lectores. Junto con W. Whitman y E. Dickinson, está considerado el mayor poeta de Estados Unidos.

Algunos de sus poemas.

Fuego y hielo

El mundo acabará, dicen, presa del fuego;
otros afirman que vencerá el hielo.
Por lo que yo sé acerca del deseo,
doy la razón a los que hablan de fuego.
Mas si el mundo tuviera que sucumbir dos veces,
pienso que sé bastante sobre el odio
para afirmar que la ruina sería
quizás tan grande,
y bastaría.

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Alto en el bosque en una noche de invierno

Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.
Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el helado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.


Las campanillas del arnés sacude

Como si presintiera que ocurre algo...
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.
¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.

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El camino no elegido


Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.

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El peligro de la esperanza

Es justo allí
a mitad de camino entre
el huerto desnudo
y el huerto verde,
cuando las ramas están a punto
de estallar en flor,
en rosa y blanco,
que tememos lo peor.
Pues no hay región
que a cualquier precio
no elija ese tiempo
para una noche de escarcha.

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Una vez, junto al pacífico

Las aguas agitadas con gran fragor rompían.
Y las olas cimeras, al ver las que venían,
hacer algo querían a la costa cercana
que el mar jamás ha hecho a la tierra su hermana.
Bajas e hirsutas eran las nubes en el cielo,
como guedejas sobre unos ojos de anhelo.
Diríase, en verdad, sin poder dar razones,
que agradaba a la costa tener sus farallones,
y a éstos ser sostenidos por todo un continente.
Se acercaba una noche de tiniebla evidente,
y no sólo una noche, sino una época horrible.
Habría que aprestarse contra un furor posible,
pues vendría algo más que olas en algazara
cuando su último ¡Apáguese la luz! Dios decretara

Es extracto y compendio de:
http://amediavoz.com/frost.htm
http://culpinak.blogspot.com/2009/02/el-mundo-sucumbira-por-el-hielo-augura.html
http://www.invasor.cu/foros/viewtopic.php?f=49&t=15617
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1732
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/frost.htm