jueves, 3 de febrero de 2011

Vladimir K. Arseniev : Dersu Uzala, La Taiga del Ussuri. (la ficción y la ecología)

“… Vladimir K. Arseniev (1872-1930) joven oficial de la armada imperial rusa que en 1900 fue enviado desde San Petersburgo a Vladivostok y pasó treinta años en el lejano este ruso. Durante este tiempo, realizó doce expediciones que le llevaron a través de la impenetrable e inexplorada taiga de Primorsky y Khabarovsky, donde realizó importantes descubrimientos sobre la naturaleza y la geografía física y humana de estas regiones remotas de la Siberia oriental. Arseniev documentó sus expediciones copiosa y cuidadosamente de manera que, a lo largo de su vida, escribió más de sesenta artículos y su trabajo apareció en cerca de veinte libros. Pero su obra más leída es la trilogía de libros que documentan las expediciones que realizó entre 1906 y 1910 al sur de Sihotè-Alin# (hoy, Corea del Norte), escritos con el lirismo de un poeta y la astuta percepción de un meticuloso científico, en los que, a su lado y el de sus hombres, aparece el magnífico y único Dersu, el cazador Ussuri que aceptó conducirles a través de la taiga. Tanto Arseniev como Dersu Uzala entraron a formar parte, desde entonces, de la mitología del lejano oriente ruso.
 Cuando en 1906, Vladimir Arseniev regresó a Moscú de su primera expedición con mapas de los desconocidos confines de Siberia y fue recibido como un héroe, su primera reacción fue protestar y pedir reconocimiento para el que consideraba artífice real de la proeza: Dersu Uzala, el cazador Dersu, un hombre sencillo capaz de descifgrar con prodigiosa intuición los secretos de la taiga, un guía que salvó la vida de Arseniev y de sus hombres en varias ocasiones mientras les descubría los caminos que convertían el bosque profundo en un lugar accesible donde los Ussuri, su pueblo, vivían en armonía con la naturaleza. Como tributo a Dersu, Vladimir Arseniev escribió las memorias de sus viajes que, además de obras maestras sobre la exploración y la etnografía no científica, son, por encima de todo, un hermoso homenaje a la amistad entre dos espíritus puros y un canto a la naturaleza. Un clásico de la literatura de viajes, cuya adaptación al cine por el director Akira Kurosawa mereció el Oscar a la mejor película extranjera en 1975.
  El caso de Vladimir Arseniev resulta algo excepcional entre los escritores rusos de este periodo. En primer lugar porque no se trata estrictamente de un escritor. Arseniev es un militar que narra sus exploraciones por las remotas tierras más orientales de la Unión Soviética, las que lindan con el mar del Japón y, sobre todo, su encuentro y amistad con un ser humano excepcional: Dersu Uzala. En segundo lugar, porque el autor no llega nunca a tratar temas políticos, ni siquiera sociales. La narración podría transcurrir en cualquier país y en cualquier tiempo, pues la naturaleza es la auténtica protagonista.
  La humanista fascinación que desprenden las narraciones del capitán Arseniev y la adaptación cinematográfica de Kurosawa, no son sino el fruto de la característica curiosidad del sensible hombre ilustrado ante realidades y placeres desconocidos u olvidados largo tiempo atrás. Debido a la silente trascendencia histórica del acontecimiento -la crónica de la extinción de una ancestral forma de vida humana- sus respectivas visiones vendrían a constituir tanto un ejercicio de nostalgia por realidades primigenias perdidas sin remedio por las sociedades desarrolladas. El inmemorial conflicto entre primitivismo y civilización,individuo y comunidad, impregna y subyace bajo los sucesivos encuentros entre Arseniev y Dersu Uzala en las ignotas regiones siberianas del Ussuri y Sijote-Alin. El pacífico encuentro entre dos formas de vida, si no enfrentadas, sí radicalmente diferentes y aun opuestas: una, técnica y floreciente, en imparable desarrollo; otra atávica, condenada por aquélla a la irreversible y definitiva extinción. En su aparente insignificancia y sencillez, cristaliza por ello un dilema primigenio y progresivo que el paso del tiempo impreso en el devenir histórico no ha hecho sino teñir de una perennidad acuciante, desde cualquier punto de vista. Aun constatando el innegable valor documental y científico de las expediciones de reconocimiento de Arseniev por la taiga durante la primera década del siglo XX –un salvaje Far East, trasunto del Far West norteamericano, el encuentro con Dersu Uzala es el factor cohesivo de dicho periplo, por cuanto su definitorio carácter humano lo convierte en una historia de interés y alcance universales..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:

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