jueves, 15 de octubre de 2009

Francisco Umbral: Mortal y rosa



"... En Mortal y rosa, sobrecogedora y tierna elegía de la infancia, el escritor español Francisco Umbral (1937-2007) evoca la muerte de su hijo. Desde la inhóspita revelación de la pérdida, el escritor construye un largo monólogo en que la muerte de su hijo actúa como la coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora.Umbral procura el reencuentro en la evocación y cada sensación es un superar la existencia inerte, cada objeto una excusa para la reflexión: "sillas de paja infantil, graves mecedoras, caballos de crin celeste me preguntan por ti, se preguntan por ti". Con "esta corporeidad mortal y rosa, donde el amor inventa su infinito" -verso de Pedro Salinas que preludia el texto-, el escritor aborda una cantata de belleza y originalidad máxima, que desborda todos los rencores, porque, como señala en una frase que bien pudiera glosar la obra: "El hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra. Por él, por mi hijo, he visto más allá, más adentro, y más lejos, y quizás, ay, eso basta"
Miguel Aranguren nos dice que Umbral es el diccionario de Umbral: un castellano reinventado cuyas palabras definen a un escritor de provincias que vino a Madrid para conquistar los callejones sórdidos de la capital. El personaje Umbral, Umbral en sí mismo, es Francisco Umbral menos su hijo. Es Umbral con el peso de un niño muerto, aquel que perdió en los primeros años de los setenta después de un cáncer devastador. Es Umbral con un hueco en el pecho, el de su criatura ausente. Lo cuenta una y otra vez en “Mortal y rosa”, testimonio interior de dos muertes: la del niño y la del padre, porque el padre murió aquel día en el que el pequeño cerró definitivamente sus pestañas rizadas en un hospital de Madrid. Y desde el dolor, anclado definitivamente en el corazón del escritor, nació el personaje, el irreverente, el faltón, el mago del lenguaje, el ahogado en vida que respiraba descreimiento en Dios y en los hombres, Francisco Umbral, el genial, el desamparado, el que nunca sonreía, el que necesitaba hablar de su libro porque apenas tenía nada más que contar.
Para Miguel García-Posada, autor de esta edición crítica de Mortal y rosa, "Francisco Umbral es una de las figuras más destacadas de los últimos treinta años de la literatura española". Las notas dominantes de la heterogénea trayectoria de Umbral son la búsqueda de un lenguaje literario original, las continuas referencias a un deshumanizado mundo del sexo, el latente tono autobiográfico, el amor a lo urbano y una inclinación lírica y cordial, que humaniza y contiene su inevitable tendencia corrosiva.
Mortal y rosa, para muchos su mejor obra, se publicó en 1975. Reseña Adolfo Torrecilla que es un libro de difícil comprensión por la ausencia deliberada de un argumento evidente. Al principio parece que Umbral está escribiendo un diario íntimo para ordenar sus pensamientos. Más adelante, sin embargo, surge el verdadero hilo conductor: la cariñosa y poética relación que mantiene el autor con su hijo pequeño, la aparición de una trágica enfermedad y su muerte (suceso real, pues su hijo Francisco falleció en 1974 a los cinco años). La técnica que emplea Umbral se aproxima a la de los irracionalistas: "Estoy negado para la trascendencia y la sobrenaturalidad. Por eso mismo me tientan los grandes irracionalistas de la poesía y del arte". Umbral echa mano de todo tipo de imágenes imprevisibles, absurdas, surrealistas; digresiones oníricas, fantasiosas; pensamientos inconexos, deshilvanados; metáforas poéticas e incongruentes. No hay que buscar, por tanto, una lógica en la evolución del pensamiento. Las ideas y frases de Umbral se encadenan arbitrariamente. Una reflexión sobre los ojos acaba por convertirse en una parábola sobre la mujer. La vista de la sangre le dispara hacia el dolor, la muerte, el suicidio; el Metro madrileño es el cañamazo para hablar de la ciudad, los obreros, la política, el arte, la infancia, el sexo, la propia relación apasionada de Umbral con el periodismo.Las páginas dedicadas al hijo están llenas de poesía y de cordialidad. No hay en ellas un estilo tajante. Se pasa de la alegría -por ejemplo, en la última secuencia, cuando revive el cotidiano instante de dormir en sus brazos al niño- a la tristeza y desesperación, como cuando recibe la noticia de su trágica enfermedad. Mortal y rosa se convierte, nos dice Torrecilla, gracias a su esmerada calidad literaria, a su intimismo y a su sinceridad, en un buen resumen de todas las literaturas que se dan, simultáneamente, en la desigual trayectoria de Umbral..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Umbral
http://www.protestantedigital.com/new/martes.php?1574
http://www.libros.ciberanika.com/letras/u/p01643.htm
http://www.aragonliberal.es/noticias/noticia.asp?notid=4136&menu=3
http://www.librosgratis.org/mortal-y-rosa.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario