martes, 24 de mayo de 2011

Borges y la aporía de Chuang Tsu. Apuntes de literatura onírica


"... La famosa aporía del chino Chuang Tzu (365-290 AC), según la versión de Octavio Paz dice: “Cierta vez soñé que era una mariposa, revoloteaba como los pétalos en el aire, me sentía feliz de hacer lo que quería y ya no me preocupaba de mí mismo. Pero hete aquí que no tardo en despertar, me palpo sin perder un instante, ¡y yo era Chuang Tzu! Y me pregunté: ¿soñaba Chuang Tzu que era la mariposa o la mariposa soñaba que era Chuang Tzu?”

   Si nos atenemos a la doctrina idealista resulta evidente que mientras Chuang Tzu soñó que era una mariposa existían para él la serie de los estados mentales constitutivos del sueño únicamente, y en los cuales él era una mariposa. La fijación del sueño de Chuang Tzu en el período feudal de la China, o de cualquier suceso en determinada cronología, dirá Borges, resulta arbitraria; ella no aparece referenciada en las percepciones del sueño. Escribe Borges en “Nueva refutación del Tiempo”, “Fuera de cada percepción (actual o conjetural) no existe la materia; fuera de cada estado mental no existe el espíritu; tampoco el tiempo existirá fuera de cada instante presente. Elijamos un momento de máxima simplicidad: verbigracia, el del sueño del Chuang Tzu...Éste, hará unos veinticuatro siglos, soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre...”Soñé que era una mariposa que andaba por el aire y que nada sabía de Chuang Tzu”, dice el antiguo texto...
  El tema del sueño dentro del sueño nos recuerda el de Las ruinas circulares (1944) de Borges y Niebla (1914) de Unamuno, así como textos clásicos de la literatura española, como la poesía de Jorge Manrique, La vida es sueño de Calderón de la Barca, entre otros. Al final del cuento de Borges se puede leer: “Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”. Un hombre que sueña a otro hombre aparecía ya en un texto traducido por el mismo Borges, El sueño de Pao-Yu, tomado de El sueño del aposento rojo, novela china que data del siglo XVIII y cuyo autor más probable es Tsao-Hsueh-Chin.
  El interés de Jorge Luis Borges por el tema de la irrupción de los sueños en nuestro mundo se manifiesta, además de en su propia obra, en dos libros: la Antología de la literatura fantástica (1955) y los Cuentos breves y extraordinarios (1955). Borges preparó ambos volúmenes al lado de su mejor amigo, Adolfo Bioy Casares, y en ellos reunieron narraciones oníricas de las más diversas procedencias: desde la China antigua y la Arabia de las Mil y una noches, hasta las literaturas europeas del siglo XX. Uno de los textos que recoge en la Antología de la literatura fantástica es el extraordinario “Sueño de la mariposa” del filósofo chino Chuang Tzu, quien vivió en el siglo IV a.C. El cuento se compone de solo un par de líneas, las cuales dicen: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y había soñado que era Tzu.”
  Más inquietante todavía es un fragmento que Borges toma de la obra de Samuel Taylor Coleridge. El poeta inglés escribió: “Si un hombre atravesara el Paraíso durante un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿entonces, qué?”.
Nunca el hombre podrá discernir sin duda cuál es el linde entre la realidad y el sueño, entre los hechos y la ilusión. Por eso Chuang Tzu y la mariposa, el soñador y el soñado, lo que tenemos por real y lo que consideramos sueño, quizá sean una sola cosa que no puede separarse, una manifestación inequívoca de la existencia. Mil años después de Chuang Tzu, Yalal al-Din Rumi inquirió hermosamente: “El aliento del flautista... ¿pertenece a la flauta?”..."
Esta recensión es sólo un extracto y compendio de otras que se reseñan:

miércoles, 18 de mayo de 2011

Alberto Moravia: La campesina.

“… La campesina (La ciociara) publicada en 1957 es una de las mejores obras del autor neorrealista italiano Alberto Moravia, seudónimo literario de Alberto Pincherle (Roma, 1907-1990). La campesina fue llevada al cine con éxito en 1960, dirigida por Vittorio de Sica, y se la conoció bajo el título Dos mujeres.
   Desde su primera novela Los indiferentes (1928) se perfila la trayectoria narrativa del autor en la descripción de los vicios secretos de la sociedad burguesa, más allá del naturalismo o del realismo decimonónico. Un distanciamiento pesimista y amoral que vuelve a aparecer en La bella vita , Le ambizioni sbagliate (Las ambiciones equivocadas, 1935), L'imbroglio (1937) y La mascherata (1941); y esa fría visión de los personajes, recogidos en sus más oscuras debilidades y claudicaciones morales, está servida por un estilo narrativo deliberadamente monótono, austero, gris, preciso. Además de estos títulos escribió: Agostino (1944), La romana (1947), La disubbidenza (1948), Il conformista (1951), Il disprezzo y Raconti romani (1954), La ciociara (1957), La noia (1960); algunas obras teatrales irrelevantes como Beatrice Cenci (1965) e Il mondo è quello che è (El mundo es lo que es, 1966); y varios libros de viajes y recopilaciones de artículos periodísticos. Su novela La vita interiore produjo al ser publicada en 1978 un gran escándalo por la crudeza con que trata el tema del erotismo en un ambiente burgués. En 1990 se publicó La villa del venerdì y en 1993 La mujer leopardo (póstuma). Entre sus últimas obras se encuentran algunas de gran contenido teórico, con un estilo que busca una novela-debate ideológico, como El hombre que mira (1985) y 1934 (1982), que relata un encuentro entre un joven antifascista italiano y una joven alemana. A la misma época pertenece además Cuentos romanos (1983), una colección de 20 narraciones cortas
   Para T.M.  La campesina de Moravia es una novela descarnada que apela a los sentimientos primarios de soledad, muerte, sexo, odio, todo entrelazado con unos personajes solidos, con descripciones bellisimas por su sobriedad, alcanzando unas cotas magistrales en el propio epicentro de la novela: La estancia en la ancestral montaña. Y es que, como dice T.M., escribir bien es tan difícilmente fácil.
   En la campesina Alberto Moravia trazó aquí el relato de dos mujeres inolvidables -madre e hija- que, inmovilizadas entre las tropas alemanas y las tropas aliadas, durante la Segunda Guerra Mundial, protagonizan una dura peripecia de degradación y, finalmente, de valentía redentora: Cesira, una mujer originaria de Ciociaria (de ahí, el título original, un gentilicio), que vive junto a su hija Rosetta en Roma trabajando en un comercio. Para huir de los bombardeos, se refugian en Vallecorsa, pueblo de donde era su familia. Pero las cosas no serán tan fáciles para estas dos mujeres. Además de ser la historia de la relación de madre e hija, La campesina es la historia de la violencia, ya sea la colectiva (la guerra) como la individual (la violación). Ni un país ni una mujer pueden volver a ser como eran después de ser atravesados por la violencia.
   Moravia nos proporciona por tanto, una vez más, dos personajes femeninos al borde de una situación límite. Si en La Romana se trata de una madre que empuja a su hija a la prostitución, en La campesina se trata de dos refugiadas que tratan de sobrevivir en un pais sin cabeza, y por tanto sin ley, ocupado por uno de los ejércitos más cruentos de este siglo, con el agravante de que se encuentra en el justo momento de darse cuenta que está perdiendo la guerra. Moravia intentó reflejar en toda su complejidad los sentimientos y la vida cotidiana de los italianos en el confuso período de la Segunda Guerra Mundial.
    Era habitual entre los amigos de Alberto Moravia, apellido de su abuela paterna, bromear sobre su obsesiva voluntad por recoger cualquier aspecto de la realidad. Cuenta la leyenda que un periódico publicó la fotografía de un accidente de tráfico en Roma. Entre los curiosos que observaban el suceso estaba nuestro protagonista, acostumbrado al arte de observar desde su más tierna infancia. Nacido el 28 de noviembre de 1907 en el seno una familia de la burguesía romana, el autor de Il conformista padeció la infancia como un mal estático en forma de tuberculosis ósea, enfermedad que le diagnosticaron a los nueve años, obligándole a transcurrir más de un lustro de su existencia entre la cama de su habitación y las lúgubres habitaciones de un sanatorio de Cortina d’Ampezzo. Fue entonces cuando descubrió el placer de la lectura y las posibilidades que le proporcionaba la escritura, magnífica terapia para desafiar el tedio de la convalecencia.
  Moravia nunca fue una persona normal, podía circular por Roma como cualquier transeúnte, pero su presencia chocaba, era diferente. Cuando en octubre de 1922 el Fascismo tomó el poder el futuro escritor se encontraba en Piazza del Popolo vestido a la inglesa, contrastando sobremanera con lo ostentoso del ritual de camisas negras y marchas militares. En 1927 empieza a colaborar en la revista ‘900, donde publicará varios relatos, entre ellos Delitto nel circolo di tennis, donde diseccionará sin piedad alguna lo frívolo e inhumano de las clases acomodadas, condenadas a la excentricidad por lo mísero de su abundancia, idea que marcará parte de su producción literaria. El hombre es un ser aburrido por naturaleza y necesita gastar su tiempo. Esta idea, a la que añade el cinismo y la podredumbre moral burguesa, brillará en todo su esplendor en su primera novela, Gli indifferenti, texto precursor del existencialismo que le permitió saltar a la fama en 1929.
  Moravia solía definirse como un hombre poco trabajador, que escribía al no tener nada mejor que hacer, sorprendente afirmación en un hombre que revisaba una y otra vez sus textos hasta considerarlos perfectos, acabados. Después de la Guerra entrará en una nueva etapa donde seguirá nadando contracorriente. Cuando Vittorini y Pavese vivían bajo la égida del compromiso comunista- respectivamente con la revista Il politecnico y las publicaciones de la Editorial Einaudi-, el romano desarrollaba una obra de compromiso con su tiempo en el campo de la novela, el ensayo, el teatro, la crítica cinematográfica y el periodismo. Su rechazo a la ortodoxia comunista es un alegato a la libertad del hombre con conciencia en una época abocada al marasmo.
  La última década de vida de Alberto Moravia será un lento y progresivo, aunque intenso, diluirse en la espiral del adiós. Escribirá más de diez libros entre novela, relatos y ensayos, saldrá elegido como diputado europeo por el PCI en 1984 para tener una tribuna donde argumentar su preocupación por la energía atómica, malvivirá su absurda y senil historia de amor con Carmen Llera y morirá en el baño de su casa del Lungotevere della Vittoria el 26 de septiembre de 1990 a los 82 años de edad. Su obra atraviesa todo el siglo XX europeo, le da forma y se erige en un vehículo de ideas combinado con complejas estructuras narrativas que no esconden la verdadera faz moraviana, filósofo literario que sigue sentando cátedra desde la tumba con novelas inéditas, I due amici, y un legado de gran utilidad para reflexionar sobre la naturaleza del hombre moderno....”
Esta reseña es compendio y extracto de otras:

martes, 10 de mayo de 2011

Antonio Di Benedetto: Zama

 "...  En la serie literaria argentina también hubo otros. Otros que a través de la novedad de sus propuestas y de lo inclasificable de sus textos, supieron inscribirse lúcidamente en la tradición literaria a la que pertenecían. Antonio Di Benedetto es uno de ellos.
   El Aleph Editores reúne por primera vez en un único volumen Zama, Los suicidas y El silenciero, las tres novelas de Antonio Di Benedetto (1922-1986), que juntas forman una trilogía sorprendente. Antonio Di Benedetto es el último gran escritor argentino del siglo XX que queda por descubrir en España. La publicación en un solo volumen de la trilogía de Di Benetto debe ser recibida como una fiesta y una celebración: leídas como una sola novela, las tres obras reafirman la unidad del proyecto narrativo de un escritor excepcional».
  Di Benedetto es uno de los pocos escritores argentinos que ha sabido elaborar un estilo propio, fundado en la exactitud y en la economía». Lejos del realismo que practicaban los compañeros de su generación, de las estéticas apuntaladas fuertemente en el "contenido social", en la supremacía referencial de los textos, la narrativa de Antonio Di Benedetto constituye un universo autónomo, incatalogable, totalmente personal; un universo en donde el diálogo con Borges, con Kafka, con las técnicas del Nouveau Roman, se disuelve en un segundo plano, opacado por la concisión, la extrañeza, el poder y la tensión de una prosa pocas veces vista en lengua castellana. El punto y aparte, o mejor dicho, el uso que Di Benedetto hace por momentos del punto y aparte, elevándolo a la categoría de procedimiento narrativo, aísla las frases, las recluye, pero nunca las clausura; como si esa escritura fragmentaria, frágil y apocada, estuviera representando, oblicuamente, otra soledad, una soledad más profunda, más urgente: la del escritor que la articula.
  .En Zama, publicada en 1956 alcanzó su culminación el realismo profundo de Di Benedetto; fuerte, cruel, incisivo, supera las apariencias de las cosas y acoge en su seno los productos de la más pura fantasía creadora. Zama es una novela histórica, ambientado a fines del siglo XVIII, que cuenta con un lenguaje castizo. bello, perfecto, la larga, infinita espera de un funcionario del imperio español en América que aguarda en Asunción del Paraguay, ser trasladado a Buenos Aires. La espera de don Diego de Zama, en realidad, es una espera existencial. Di Benedetto, prescinde casi por completo de lo descriptivo y la reconstrucción histórica (ambientes o lenguaje), para centrar la narración en la subjetividad del protagonista, expresada no a través de largos monólogos, como era la tendencia en la época, sino de párrafos breves, a veces de una sola línea, trabajados con rigor y precisión. Así, Zama tiene pocas cosas en común con la novela histórica de los 50’s o con la llamada “nueva novela histórica latinoamericana”, la de Alejo Carpentier, Carlos Fuentes y seguidores. Y es que Zama no es una novela histórica al uso sino más bien la refutación deliberada de ese género. Di Benedetto se incluye en la familia existencial de los escritores que han perdido la confianza en el rescate, en el agente renovador o salvífico, en la gratificación humana de la vida. Como en Baroja, en Rulfo o en Onetti, hay en el escritor mendocino un sentimiento de desasosiego o perdida. Y es  que Zama es comparable a las obras mayores de la narrativa existencialista, como La náusea y El extranjero. Juan José Saer, uno de los escritores que más ha contribuido al rescate de la obra de Di Benedetto, afirma que Zama es incluso superior que esas novelas pues, al ser el autor un escritor y no un filósofo, no comparte su carácter de novela de tesis; además de haber sido escrita no en París sino en una pequeña ciudad argentina.
  La obra narrativa de Di Benedetto se interrumpió abruptamente en marzo 1976, cuando fue secuestrado por la dictadura militar que comenzaba a gobernar a Argentina. Durante año y medio el escritor estuvo encarcelado, sin saber el motivo, sometido a golpes y torturas de todo tipo. Una vez liberado, pasó a vivir en el exilio en USA, Francia y España. Recién en 1985 retornó a su patria, poco antes de su muerte. Y aunque eventualmente volvió a la literatura, no lo hizo con el brío y la originalidad de antes de su terrible experiencia..."
Es extracto y compendio de las reseñas que siguen:
http://www.abc.es/20110505/cultura/abci-culturallibros-201105051546.html

lunes, 18 de abril de 2011

Alonso Fernández de Avellaneda: "La segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". (El Quijote apócrifo).

  "...  En 1614 vio la luz con pie de imprenta de Tarragona el Quijote apócrifo bajo el título de "La segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". La obra se presentaba con una continuidad perfecta con su antecesora con desarrollo de la tercera salida, pero lo que sorprendió a los lectores era la autoría confesa del licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas, que ni siquiera existía realmente porque era un heterónimo creado por un desconocido. Esta usurpación literaria supuso que Cervantes apresurara su continuación, publicada meses después, en 1615, que decidiera engordarla con relatos perfectamente prescindibles y que, en muchos de sus pasajes, y en la misma trama narrativa, se interfiriera el texto de Avellaneda. Es más, cabe preguntarse si la segunda parte del Quijote de Avellaneda no deberá su existencia a esta apropiación, que al menos espoleó la acción creadora de Cervantes
Entre los cervantistas está muy extendida la idea de que la lectura del Quijote apócrifo es necesaria para comprender a Cervantes. Para Julieta Leonetti El corpus quijotesco queda incompleto sin la obra de Avellaneda. En realidad el Quijote son tres. La intrincada intertextualidad que existe entre el de Avellaneda y la segunda parte de Cervantes hace incomprensible la obra cervantina para quien no esté familiarizado con el apócrifo.
La identidad real de Avellaneda sigue dividiendo a los expertos. El reconocido cervantista Martín de Riquer opina que el autor del Quijote apócrifo pudo ser un soldado compañero de Cervantes en las campañas de Italia llamado Gerónimo Pasamonte que había escrito su autobiografía anteriormente. Cervantes mencionó a este personaje cambiándole el nombre de pila y no dejándolo en buen lugar. Es el Ginés Pasamonte que el caballero de la Triste Figura libera de los grilletes en unión de otros presos que eran llevados a galeras. Cervantes termina la primera parte de don Quijote en unas justas en Zaragoza, invitando a otros autores a proseguir la historia mediante la cita de un verso de Ariosto: “Forsi altro canterà con miglior plectio”, Quizá otro cantará con mejor plectro. Pasamonte, admirador de Ariosto y aragonés, conoce bien el terreno donde se desarrollará esa nueva salida de don Quijote, por lo que acepta el reto y replica a Cervantes ocultándose bajo un seudónimo para escribir el Quijote apócrifo.
Otra hipótesis sostiene que la obra fue empezada por Pedro Liñán de Riaza, y luego fue acabada de consuno entre los amigos que Lope de Vega tenía en Toledo por entonces, el poeta Baltasar Elisio de Medinilla y el propio de Vega.  Por su parte Enrique Suárez Figaredo llega a la conclusión de que el autor que se esconde bajo el heterónimo Avellaneda es probablemente Cristóbal Suárez de Figueroa, autor a su vez, entre otras obras, de El pasajero (Madrid, 1617). Lo deduce después de realizar una exhaustiva comparación de la sintaxis y el vocabulario empleado en el Quijote apócrifo con la obra del resto de escritores del Siglo de Oro. Por último tenemos la hipótesis de Javier Blasco que nos presenta al docto fray Baltasar Navarrete (1560-1640), autor de varios tratados de teología, como el posible redactor del Quijote apócrifo. También está muy extendida la tésis de Adolfo Bonilla y San Martín que identifica al Fénix de los Ingenios, Lope de Vega y Carpio, como el escritor que se oculta bajo el enigmático nombre de Alonso Fernández de Avellaneda.
Desde la aparición del libro de Avellaneda, conocido también como el Quijote apócrifo, ni su autor ni el libro gozaron de popularidad alguna y meno todavía al publicarse en el 1615, la segunda parte escrita por Cervantes, que agotó en un año la primera edición realizada por Juan de la Cuesta en Madrid. El Quijote apócrifo estuvo más de un siglo sin volverse a publicar en España (1732), aunque sí se tradujo a cuatro idiomas. En 1805, la censura arrancó de él cinco capítulos -por eróticos y tenebrosos-, que no volverían a ver la luz hasta 1905, en la edición que Marcelino Menéndez y Pelayo realizó para la Librería Científico Literaria. Sin embargo, el libro siguió sufriendo la crítica de los cervantistas, para quienes Avellaneda empobreció notablemente a los personajes originales. Para los defensores del apócrifo, sin embargo, no resulta justo comparar su calidad con una obra maestra de la literatura universal.
Puede decirse que el Quijote de Avellaneda tiene un excelente andamiaje y considerarse otra obra imprescindible de la literatura clásica española. Si el Quijote de Cervantes es una novela prolífica y caótica, el de Avellaneda es más coherente y versátil. Además, es bueno dejar claro que Avellaneda no imitó el Quijote cervantino, sino que se sirvió de los personajes principales, para escribir una continuación con una atmósfera y con un estilo propio. Su narración es directa, aunque bastante lenta. Los personajes pierden su halo irreal y se hacen más corrientes y descarnados. Los diálogos no poseen sutileza y rozan la escatología castiza sin pruritos intelectuales. Hoy día el acto de Avellaneda tiene más de metáfora que de acto vil, tiene mas de poética que de empresa quijotesca..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:

martes, 12 de abril de 2011

Isak Dinesen: Siete cuentos góticos.

"... Isak Dinesen, pseudónimo de la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962), vivió una vida llena de avatares. Quizás hasta cervantina. Los disgustos en la familia comenzaron a los diez años, cuando su padre se quitó la vida y a raíz de ello pasó a vivir bajo la tutela de su abuela materna. Con ella permaneció hasta que se hizo evidente el conflicto entre su vocación por la pintura y su pasión literaria. Decidió viajar a Roma y París para estudiar Bellas Artes, pero más o menos al mismo tiempo, en 1907 y 1909, publicó sendos volúmenes de cuentos en Dinamarca. En 1914 se casó con un primo (cousinage, dangereux voisinage) que tenía en Suecia, el barón de Blixen-Finecke, y con él marchó al África Oriental Británica, actual Kenia, para establecer una plantación de café. En la colonia Dinesen conoció a su amante inglés, se separó del primo sueco y, tras la muerte del primero en un accidente de aviación y el desastre definitivo de la empresa cafetera, regresó por fin a Dinamarca en 1931. Desde entonces hasta que murió, en 1962, su vida transcurriría con más tranquilidad.

La figura de esta mujer excepcional es hoy razonablemente conocida gracias a la difusión que el cine dio a sus memorias africanas, pero a ningún lector atento escapa la calidad casi insuperable de sus relatos. En España se conocen buenas traducciones de Vengadoras angelicales (novela), Cuentos de invierno y Anécdotas del destino, así como de sus memorias Lejos de África y Sombras en la hierba (todo ello en Alfaguara); había una antigua edición de Caralt de Siete cuentos góticos y otra de los últimos cuentos en Barral Editores (Las Cariátides), pero ambas deben de ser inencontrables salvo en librerías de lance. Este último título fue el comienzo de la carrera literaria de la baronesa Blixen, su nombre real, que ya en la madurez, en 1931, perdida su granja africana y muerto su amante, regresa a Europa y empieza a escribir en la casa familiar de Rungstdlund; terminado su primer manuscrito, lo ofrece inútilmente a varios editores; por fin, y firmado con seudónimo masculino (Isak Dinesen) consigue que lo acepte un editor norteamericano.
 Karen Blixen escribe su obra de debut en inglés, bajo el seudónimo "Isak Dinesen" aún a sabiendas de que su identidad era sobradamente conocida, bajo el título de "Seven Gothic Tales", el 9 Abril 1934. El libro,considerado como una colección de textos que se adentra con una prosa sutil y elegante, en el terreno de lo sobrenatural, una constante en su obra; fue proclamado obra maestra por la crítica en Inglaterra y Estados,Unidos, pero en Dinamarca fue recibido con displicencia, reprochándosele su exotismo y su distancia de las corrientes vigentes en los círculos literarios del país. Los relatos se ambientan en la Europa de la nobleza en los siglos XVIII y XIX.
Artificiales, brillantes, inesperados, hechiceros, los cuentos de Isak Dinesen son, sobre todo, extravagantes. El disparate, el absurdo, el detalle grotesco e inverosímil, irrumpen siempre, destruyendo a veces el dramatismo o la delicadeza de un episodio. Hay que esperar siempre lo inesperado. Una de las constantes de su mundo son los cambios de identidad de los personajes, que viven emboscados bajo nombres o sexos diferentes y que, a menudo, llevan simultáneamente dos o más vidas paralelas. La apoteosis de esta danza de identidades la encarna Peregrina Leoni, cuya historia se deja entrever, a través de una verdadera miríada de otras historias, en “Los soñadores”. Todos los cuentos del libro son admirables; pero “El mono” lo es más aún que los otros, y de todos los que la autora escribió, es el que mejor sintetiza su mundo refinado, de exquisita factura, retorcida sensualidad y desalada fantasía. Cuando se publicó la obra, su prosa desconcertó a los críticos anglosajones por su elegancia ligeramente pasada de moda, su exquisitez e irreverencia, sus juegos y desplantes de erudición, y su escaso, por no decir nulo, contacto con el inglés vivo y hablado en la calle. Pero también por su humor, la delicadeza irónica y risueña con que en aquellos relatos se referían crueldades, vilezas y ferocidades indecibles como si fueran nimiedades de la vida cotidiana. (Del prólogo de Mario Vargas Llosa).
Densidad y sensibilidad son dos términos con que podríamos caracterizar estos Siete cuentos góticos de Isak Dinesen, la que «tenía una granja en África, al pie de las colinas del Ngong». Densidad en cuanto a contenido abstracto, puesto que la reflexión, la narración de historias ejemplares o la caracterización de personajes, paisajes y situaciones prevalecen sobre la acción propiamente dicha, que se limita en muchos casos al desplazamiento de los personajes de un lugar a otro. Esta misma densidad, trasladada al estilo, hace que estos siete cuentos fluyan lentamente, perezosamente, de meandro en meandro, mediante una prosa cargada de ecos de la vasta cultura de la autora; un estilo, por otro lado, que nos traslada a otra manera de escribir, un estilo poco habitual y que da a estos cuentos un aire antiguo y cargado de elementos románticos.
Sin embargo, dentro de cada cuento, las narraciones tienen su propio ritmo, que de vez en cuando se precipita hacia un desenlace trágico o apasionado, del mismo modo que los siete cuentos se aceleran hacia el final, para enfrentarnos al desenlace hacia el cual, lentamente, hemos sido llevados: un desenlace donde aparece el elemento fantástico, el elemento extraordinario (fuera de lo normal o de lo ordinario, para entendernos), que hace que estos cuentos puedan ser calificados de góticos. Este elemento, pero, está introducido con tanta naturalidad que no puede ser tomado de ninguna otra manera si no es como la consecuencia lógica de los hechos que se nos han ido explicando, hechos que, mirados fríamente, no dejan de ser extraordinarios por si mismos.
Dice Mario Vargas Llosa en el prólogo de Siete cuentos góticos...
"Isak Dinesen fue, como Maupassant, Poe, Kipling o Borges, esencialmente cuentista. Es uno de los rasgos de su singularidad. El mundo que creó fue un mundo de cuento, con las resonancias de fantasía desplegada y hechizo infantil que tiene la palabra. Cuando uno la lee, es imposible no pensar en el libro de cuentos por antonomasia: Las mil y una noches. Como en la célebre recopilación árabe, en sus cuentos la pasión más universalmente compartida por los personajes es, junto a la de disfrazarse y cambiar de identidad, la de escuchar y decir historias, evadirse de la realidad en un espejismo de ficciones. Semejante propensión llega a su apogeo en "Las carreteras de Pisa", cuando la joven Agnese della Gherardesca (vestida de hombre) interrumpe el duelo entre el viejo Príncipe y Giovanni para contarle a aquél un cuento. Ese vicio fantaseador imprime a los Siete cuentos góticos, como a los de Sherezada, una estructura de cajas chinas, historias que brotan de historias y se descomponen en historias, entre las que discurre, ocultándose y revelándose en un ambiguo y escurridizo baile de máscaras, la historia principal.
Sucedan en abadías polacas del siglo dieciocho, en albergues toscanos del diecinueve, en un pajar de Norderney a punto de ser sumergido por el diluvio o en la ardiente noche de la costa africana entre Lamu y Zanzíbar, entre cardenales de gustos sibaríticos, cantantes de ópera que han perdido la voz o contadores de cuentos desnarigados y desorejados como el Mira Jama de "Los soñadores", los cuentos de Isak Dinesen son siempre engañosos, impregnados de elementos secretos e inapresables. Por lo pronto, es difícil saber dónde comienzan, cuál es realmente la historia —entre las historias engarzadas por las que va discurriendo el subyugado lector— que la autora quiere contar. Ella se va perfilando poco a poco, de manera sesgada, como de casualidad, contra el telón de fondo de una floración de aventuras disímiles que, algunas veces, figuran allí como meras damas de compañía, y otras, como en "Los soñadores", gracias al desconcertante final, resultan articuladas y fundidas en una sola coherente narración."
En Ehrengard, como en tantos otros de sus Últimos cuentos o de los Siete cuentos góticos, Dinesen nos habla mediante la introducción de una voz que se nos presenta dentro del relato como personaje que cuenta una historia. En este caso la autora redujo la narradora a una mínima expresión: "Una vieja dama contó esta historia".Tampoco hay novedad en el modo deslumbrante con que Dinesen nos procura el reconocimiento del carácter de un personaje. Quizás la sorpresa final en Ehrengard alcance un grado de maestría difícil de superar, pero no por ello deja de ser marca de la casa.
Me habría quedado más contento si este premio se hubiese otorgado a una magnífica escritora, Isak Dinesen», declaró Ernest Hemingway al recibir el Premio Nobel. Joyas como «El mono», «El festín de Babette» o «La historia inmortal», reunidas en estas páginas junto a todos los relatos publicados en vida de la autora, permiten comprender el alcance de sus palabras. «Para ella contar era encantar», escribió Mario Vargas Llosa. «Sus cuentos son siempre engañosos, impregnados de elementos secretos e inapresables.»
Es extracto y compendio de otras reseñas:

domingo, 3 de abril de 2011

Stephen Hawking:Historia del Tiempo. Del big bang a los agujeros negros. (Literatura científica)


   "... En 1988 apareció un libro que iba a cambiar nuestra concepción del universo y que se convirtió en uno de los mayores best sellers científicos: Historia del Tiempo. Del big bang a los agujeros negros del físico en Cambridge, Stephen Hawking..
   Historia del tiempo es el primer libro que Stephen Hawking escribió para un público no especializado con los conceptos básicos de la astrofísica. Hawking pasa revista a las grandes teorías cosmológicas desde Aristóteles hasta nuestros dias. Tras explicar con gran claridad las aportaciones de Galileo y Newton, nos lleva paso a paso, hasta la teoría de la relatividad de Einstein y hasta la otra gran teoría física del siglo XX, la mecánica cuántica. Finalmente explora las posibilidades de combinar ambas teorías en una sola teoría unificada completa que nos permita verificar inquientantes reflexiones: ¿Cuál es la naturaleza del tiempo? Al colapsarse un universo en expansión ¿viaja el tiempo hacia atrás? ¿Puede ser el universo un continuum sin principios ni fronteras? Todo está en este libro mítico, reconocido por el mundo entero como una aportación de primer orden al pensamiento científico y a la entera cultura universal, en el que Hawking nos explica, con asombrosa sencillez, las leyes que desvelan la compleja danza geométrica creadora del mundo y de la vida.
   Carla Sagan nos dice en su Prólogo que Hawking ocupa ahora la cátedra Lucasian de matemáticas de la Universidad de Cambridge, un puesto que fue ocupado en otro tiempo por Newton y después por P. A. M. Dirac, dos célebres exploradores de lo muy grande y lo muy pequeño. Él es su valioso sucesor. En este libro hay revelaciones lúcidas sobre las fronteras de la física, la astronomía, la cosmología, y el valor. También se trata de un libro acerca de Dios... o quizás acerca de la ausencia de Dios. La palabra Dios llena estas páginas. Hawking se embarca en una búsqueda de la respuesta a la famosa pregunta de Einstein sobre si Dios tuvo alguna posibilidad de elegir al crear el universo. Hawking intenta, como él mismo señala, comprender el pensamiento de Dios. Y esto hace que sea totalmente inesperada la conclusión de su esfuerzo, al menos hasta ahora: un universo sin un borde espacial, sin principio ni final en el tiempo, y sin lugar para un Creador.
   Hawking ha trabajado en las leyes básicas que gobiernan el universo. Junto con Roger Penrose mostró que la Teoría General de la Relatividad de Einstein implica que el espacio y el tiempo han de tener un principio en el Big Bang y un final dentro de agujeros negros. Semejantes resultados señalan la necesidad de unificar la Relatividad General con la Teoría Cuántica, el otro gran desarrollo científico de la primera mitad del siglo XX. Una consecuencia de tal unificación que él descubrió era que los agujeros negros no eran totalmente negros, sino que podían emitir radiación y eventualmente evaporarse y desaparecer. Otra conjetura es que el universo no tiene bordes o límites en el tiempo imaginario. Esto implicaría que el modo en que el universo empezó queda completamente determinado por las leyes de la ciencia.
   El ateismo de Hawking ha sido fuertemente combatido. Para algunos, el éxito de Hawking –amplificado por los medios de comunicación y la explotación de la imagen física del científico arrumbado en una silla de ruedas- no fue sino un mero producto de las técnicas de publicidad que determinan hoy en día las modas intelectuales.Para Francisco José Soler Gil, el fenómeno Hawking, no es sólo un producto mediático. Hay preguntas que hay que plantearse: en primer lugar está la cuestión del valor del modelo cosmológico de Hawking desde el punto de vista de la física. Y, en segundo lugar, está la cuestión del valor de las incursiones filosóficas y teológicas de Hawking.
   La tesis de Lo divino y lo humano en el Universo de Stephen Hawking de Francisco José Soler Gil (Madrid, Cristiandad, 2008) es que, “a pesar de todos los posible errores y deficiencias que puedan contener los planteamientos cosmológico-filosóficos de Stephen Hawking, merece la pena entrar en un diálogo con su obra”. Al publicarse Historia del Tiempo, muchos creyeron ver la inminente llegada de la “teoría final”, la “teoría del todo”, o como quiera llamarse a la descripción unificada de todas las interacciones físicas en un marco cuántico. Pero en la actualidad –escribe el Dr. Soler Gil – el escepticismo acerca, no sólo de las propuestas cosmológicas de Hawking, sino de todo el programa de investigación en el que ésta se enmarca, es incomparablemente mayor…”.
Es extracto y compendio de otras reseñas:





lunes, 28 de marzo de 2011

Patrick Modiano: En el café de la juventud perdida.

"... Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945). Está considerado uno de los mejores escritores franceses vivos, ha recibido el Premio Goncourt por La calle de las tiendas oscuras y el Premio de la Fundación Pierre de Mónaco por el conjunto de su obra. El café de la juventud perdida, declarada por Lire la mejor novela francesa de 2007, es una novela sencilla que cuenta la historia de una joven, Louki, a través de cuatro puntos de vista distintos. Un joven estudiante que guarda la memoria de los habituales del café en una libreta (una Moleskine) donde anota las entradas y las salidas y los rasgos básicos de los clientes; un detective al que el marido abandonado por Louki le encarga encontrarla y que al final opta por el silencio; la propia Louki, vagabunda, desarraigada, habitante de las zonas neutras de la ciudad, en continua insatisfacción y quizás huyendo de todo y sobre todo de ella misma; y finalmente, un joven escritor, compañero de la Louki de la última etapa, que tratará de salvarla de sus propias tristezas. Y en el centro de la historia, uno de esos viejos cafés de París, Le Condé, en la zona de l'Odeón, por los Jardines de Luxemburgo, en los que la gente se sienta a hablar, a leer, simplemente a estar, a ver lo que pasa cuando no pasa nada.
   Modiano describe con melancolía y nostalgia una historia triste, la historia de una joven cuya personalidad ya queda reflejada magistralmente en esa primera frase: "Des deux entrées du café, elle empruntait toujours la plus étroite, celle qu'on appelait la porte de l'ombre." (De las dos entradas del café, siempre prefería la más estrecha, la que llamaban la puerta de la sombra.). Refleja esa voluntad de pasar desapercibida, de no protagonizar la historia. Y de huir o esconderse. De mantenerse en una zona neutra de la realidad. Y el París en el que Modiano sitúa la historia, en coherencia con el personaje, no es el de las grandes avenidas y las zonas monumentales, sino precisamente el de esa zonas oscuras, sin apenas referencias, que componen la mayor parte de nuestras ciudades.
   El título de la novela, que también es ya en sí un gran hallazgo, es un homenaje a una frase de Guy Debord, revolucionario, filósofo y escritor francés, y uno de los padres del situacionismo: "À la moitié du chemin de la vraie vie, nous étions environnés d'une sombre mélancolie, qu'ont exprimée tant de mots railleurs et tristes, dans le café de la jeunesse perdue." Es un libro cargado de nostalgia y con una dosis cierta dosis de poesía, nos acerca a la juventud de sus personajes y nos enfrenta a nuestra propia juventud. Modiano recrea alrededor de la fascinante y conmovedora figura de Louki el París de su juventud, al mismo tiempo que construye una hermosísima novela sobre el poder de la memoria y la búsqueda de la identidad.
   En el café Condé se reúnen poetas malditos, futuros situacionistas, y estudiantes fascinados por la bohemia parisina. Todos los personajes, todas las historias, confluyen en la enigmática Louki. Cuatro hombres nos cuentan sus encuentros y desencuentros con la hija de una trabajadora del Moulin-Rouge. Algunos la buscan, otros la aman, y para casi todos ellos la chica encarna el inalcanzable objeto del deseo.  Modiano entreteje el destino en claroscuro de unos personajes cuyas existencias son irremediablemente atraídas hacia la extraordinaria figura de Louki, cet obscur objet du désir capaz de revolucionar la identidad de quienes lo buscan sin poder alcanzarlo. Modiano apuesta por una estructura poliédrica para componer el cuarteto de cuerda de una época difunta. Y lo hace a través de las voces de varios personajes masculinos que visitan el café Condé. Esos monólogos reflejan admirablemente tanto la psicología e inquietudes del narrador de turno ( el estudiante, el detective, el escritor frustrado…) como de su objeto de estudio: la muchacha misteriosa que acude al local. En un alarde de virtuosismo, Modiano incluye el monólogo, inesperado y trepidante, de Louki, la observada, y nos alumbra las sombras de una vida que guarda ciertas similitudes con la del propio autor: fractura familiar, desarraigo, huida perpetua… "
Es compendio y extracto de otras reseñas:

miércoles, 2 de marzo de 2011

Harper Lee: Matar un ruiseñor.


“… Existen novelas que, por haber sido llevadas al cine con bastante éxito, desaparecen con el tiempo de las estanterías de obras imprescindibles. El mundo editorial las camufla como novelas de quiosco y las termina arrinconando en ediciones de bolsillo. Pero Matar a un ruiseñor” de Harper Lee sigue ocupando un lugar central en la cultura estadounidense.
   La muerte del ruiseñor adopta el nombre por la muerte de la inocencia de la pequeña narradora y protagonista de la trama. Harper Lee nos regaló esa fábula sobre el bien y el mal, que existen en el mismo pueblo y en la misma persona. Pero sobre todo nos regaló, inspirado en su propio padre, a uno de los mayores héroes cinematográficos de la historia: Atticus Finch, un abogado que defiende en el sur a un hombre negro acusado injustamente de violar a una mujer blanca durante los años treinta.
   La única novela de Harper Lee, publicada en1960 y llevada al cine por Robert Mulligan en 1962, tiene eso que Charles Kiselyak, al hacer un documental sobre el filme, llamó «Una simetría turbadora». Es decir, que el núcleo de la novela es «tanto un estilo de vida como el paso de la inocencia a la experiencia y después la vuelta a la inocencia», lo que evoca a William Blake y su poema «El tigre».
        Lee cuenta la historia de Atticus Finch, abogado de la ciudad sureña de Maycomb. Hombre de bien, correcto con todos sus vecinos e de inquebrantables principios morales. Tiene dos hijos, el mayor es Jem, y la pequeña se llama Jean Louise, pero todos le dicen Scout. Ella es el alter ego de Harper Lee y quien nos cuenta la historia de su infancia y el caso más importante que llevó su padre durante aquellos años. El libro nos cuenta las peripecias de los dos niños, junto con su amigo de los veranos, el intrigante Dill, sobrino de una de las vecinas y personaje que está inspirado en Truman Capote. Las distintas travesuras de este trío de chavales pasan más allá de la novela de aventuras para dejarnos un mapa claro de los conflictos sociales, económicos y políticos que se respiraban en cualquier pueblo o ciudad durante la gran depresión.
       Dentro de su trabajo de abogado, Atticus se encontrará ante la oportunidad de defender a un hombre de color, un negro al que un hombre blanco acusa de haber violado y golpeado a su hija. Harper Lee es capaz de reflejar la tensión social que termina por revestir el pueblo en la cara de todos los personajes. El racismo latente de una sociedad, que aún no había sabido ver a los hijos de los antiguos esclavos como hombres libres e iguales a ellos, marca las relaciones de todo el vecindario y modifica las percepciones de Scout y de su hermano.
       Esta gran novela —To Kill a Hockingbird en el original—, le sirvió a Harper Lee para ganar el Premio Pulitzer en 1961. La novela, es la única obra de su autora. Haper Lee pertenecía al círculo de Truman Capote y, como otros grandes escritores, optó por desaparecer de la vida pública tras el éxito de Matar a un ruiseñor. Sin entrevistas ni nuevos textos de ella, la obra se ha convertido en una de las obras más significativas de la literatura norteamericana..."
       Es extracto y compendio de otras reseñas mejores:

sábado, 19 de febrero de 2011

Yukio Mishima. Confesiones de una máscara.

“… “Todos dicen que la vida es un escenario. Pero la mayoría de las personas no llegan, al parecer, a obsesionarse por esta idea, o al menos no tan pronto como yo. Al finalizar mi infancia estaba firmemente convencido que así era, y que debía interpretar mi papel en ese escenario sin revelar jamás mi auténtica manera de ser. Como esa convicción iba acompañada de una tremenda ingenuidad, de una total falta de experiencia, pese a que existía la constante sombra de duda en mi mente que me hacía sospechar que quizá no estuviera en lo cierto, lo indudable es que todos los hombres enfocaban la vida exactamente como si de una interpretación teatral se tratara. Creía con optimismo que tan pronto como la interpretación hubiera terminado bajaría el telón y el público jamás vería al actor sin maquillaje. Mi presunción es que moriría joven era otro factor que colaboraba a mantener esa creencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, ese optimismo, o, mejor dicho, ese sueño en vigilia, concluiría en una cruel desilusión”.
Yukio Mishima “ Confesiones de una máscara”. Capítulo 3

Yukio Mishima (1925-1970), en su novela Confesiones de una máscara (1948), pone en boca del protagonista un vulgar y genérico desvarío sobre la inmortalidad: “Y supe que, lejos de desear la muerte, lo único que pudo ser causa de que ansiara ingresar en el ejército era la firme convicción, nacida de una primitiva fe en el arte de la magia, común a todos los hombres, de que yo era el único ser que jamás moriría…”. En esta lubrificante ilusión de inmortalidad se mezclan dos vetustos simulacros: el miedo a la muerte de todo ser humano y la manía de pervivencia del artista, que quiere pasar a la Historia por su obra, consiguiendo así no morir en el recuerdo de los hombres.
Yukio Mishima terminó su vida con un sable en las entrañas y con la cabeza sobre el embaldosado de la oficina de un cuartel militar. Allí había llegado para reclamar la dignidad de tiempos idos, el honor de épocas ya perdidas y demostrar su lealtad al emperador. Algunos le consideraron un demente, alguien impulsivo y paranoico, con cierto malévolo narcisismo. Resultó herido su ego, su vanidad fue convertida en polvo por aquello que consideró decadencia. Su sacrificio no logró nada porque Japón continúo siguiendo los modelos occidentales. Entre los japoneses, el final de Mishima carece del romanticismo que le aplican muchos observadores occidentales. Pese a que su talento es reconocido de forma unánime, el escritor es visto como un excéntrico, o aún peor, como un desequilibrado que se tomó en serio sus propias fantasías. Para su desgracia, el gesto del escritor no fue comprendido por una sociedad democrática y acomodada, cansada de la violencia y deseosa de alcanzar la prosperidad sin tener que echar la vista atrás. De hecho, por más que Mishima observara con nostalgia el código samurai, las costumbres del Japón feudal eran algo que, en 1970, ya sólo tenía acomodo en el cine, en las teleseries y en los museos.
Confesiones de una máscara viene a ser una autobiografía apasionada y catártica, en la que se descubren las esencias ocultas del joven autor: el sadismo, la homosexualidad, sin ocultar su irreprimible atracción por la belleza, la muerte y la sangre. El título en sí mismo es una paradoja y una misteriosa tautología. Se autoinscribe de inmediato en el género de la literatura confesional, Confesiones, para seguidamente hacernos chocar con un término antitético un término de redefinición, performance y resistencia, Máscara.
¡La belleza es una cosa terrible y espantosa! Es terrible porque es indeterminable y no hay modo de determinarla porque Dios no ha planteado más que enigmas...' Este texto de 'Los hermanos Karamázov', de Dostoievski, es el elegido por Mishima como prólogo del libro. «Hasta la idea de mi propia muerte me hacía estremecer con un placer desconocido. Tenía la sensación de poseer todo.» Koo-chan, el joven narrador de Confesiones de una máscara, es un alma atormentada por una sensibilidad turbadora que va creciendo con el estigma de saberse diferente a los demás. De aspecto débil y enfermizo, solitario y taciturno, de extracción menos favorecida que sus compañeros, irá descubriendo sus inclinaciones homosexuales cuando se siente atraído por Omi, un chico de fuerte constitución. Pero, esclavo de lo convencional, no puede aceptar que trasciendan sus diferencias y deseos, por lo que establece una relación con Sonoko, la hermana de su amigo Kasuno, intentando convencerse de que está enamorado de ella. Mientras asume su escaso poder para amar, irán aflorando sus fantasías y su fascinación por la belleza entremezclada con la sangre, la violencia, la muerte..., escenificado en el cuadro de Guido Reni que representa el martirio de San Sebastián.
Confesiones de una máscara, traducida por primera vez del japonés, es un clásico de la narrativa moderna. Narrada en primera persona, ha sido considerada como una de las novelas más autobiográficas de Mishima. Polémica en su momento por su temática, fue su primer gran éxito literario que lo catapultó a la fama. El emblemático y controvertido escritor japonés Yukio Mishima se suicidó hace 40 años, exactamente un 25 de noviembre, practicándose el ritual del seppuku, el harakiri. Yukio Mishima, ese fatídico día, se clavaba un sable en las entrañas para abrirse el estómago en el cuartel general de las Fuerzas de Autodefensa de Tokio, tras lanzar una reivindicación de las tradiciones del país frente a la occidentalización de Japón. Después se evisceró, y, en segundos, uno de sus seguidores le decapitó con su katana, como mandan los cánones, todo un gesto contra lo que consideraba la decadencia del Japón…”
Es extracto y compendio de otras reseñas mejores:

sábado, 12 de febrero de 2011

Miguel Mihura. Tres sombreros de copa (teatro humorístico).

“… Al finalizar la Guerra Civil Española, mientras que el clima europeo hacía nacer nuevas formas de teatro contemporáneo, el teatro español volvía a un retrógrado ambiente costumbrista. Triunfaba la alta comedia o comedia benaventina, situada en ambientes burgueses y de temática trivial y entretenida. En este panorama destacaron de forma notable Carlos Arniches, Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
  Tres sombreros de copa es una comedia del escritor, historietista y periodista español Miguel Mihura(1905-1977). Escrita en 1932 y estrenada veinte años después, la pieza está considerada como una de las obras maestras del teatro humorístico y, por su originalidad, supone una ruptura con el teatro cómico anterior a ella.
  La historia se desarrolla en una ciudad cualquiera, en el marco de un hotel humilde. Allí se hospeda, en vísperas de su boda, Dionisio, un joven normal, común y corriente, de veintisiete años, que va a casarse con Margarita, una virtuosa señorita de veinticinco, con la que está de novio desde hace siete largos años. La noche previa a la boda, Dionisio conoce a Paula, una atractiva chica de dieciocho años que llegó al hotel con la compañía de revistas en la que trabaja, para presentarse al día siguiente en el Nuevo Music-Hall local. El joven queda encandilado por ella, de inmediato.A lo largo de la obra, Dionisio descubre por medio de Paula, una manera distinta de vivir, de entender el mundo y de alcanzar la felicidad y gracias a la joven, vislumbra la posibilidad de una existencia más imaginativa y libre. En pocas horas, Dionisio deberá optar por la frescura y la alegría de Paula o la vida rutinaria junto a la fiel pero previsible Margarita.
  En esta comedia en tres actos, con diálogos ingeniosos y vivaces y situaciones que pueblan el escenario con un ritmo frenético, Mihura utiliza, con maestría, el absurdo como contrapartida de la realidad, obligando al espectador a sumergirse en lo irracional, a pasar de un plano de realidad a otro, de la vida a la fantasía. Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las tres unidades clásicas: de espacio, de tiempo y de acción. Todo transcurre en una habitación de un hotel de segundo orden de una ciudad de provincias (unidad de espacio), en unas pocas horas (unidad de tiempo), y alrededor de una misma anécdota (unidad de acción): el descubrimiento, por parte de Dionisio, durante la víspera de su boda, de un mundo alegre y auténtico al que va a renunciar para integrarse en un sistema que en el fondo detesta. Este planteamiento del tiempo y la utilización del espacio son fundamentales para el desarrollo de la intriga.
  Tres sombreros de copa es una de las obras teatrales más importantes de la primera mitad del siglo XX, con unas particularidades que la convierten en una obra aislada en su tiempo. La obra transcurre en un solo espacio escénico (una habitación de hotel) y en una sola noche (la víspera del matrimonio entre Dionisio y una virtuosa señorita). Esta noche será la que le descubra a Dionisio que quizá el matrimonio no sea la vida que desea. Cuando, borracho, inmerso en el baile que se organiza en su habitación, rodeado de personajes insólitos, exclama “Yo nunca he sido tan feliz”, nos damos cuenta de la fragilidad del camino del matrimonio en que se va a embarcar. Es significativo que, de los 3 sombreros de copa que lleva para su boda, símbolos de la convención y la etiqueta en este caso, ninguno le quede bien. No hacen más que ridiculizar aún más si cabe su aspecto, convirtiéndolo en un personaje grotesco...”
Es extracto y compendio de otras reseñas: