Para el mes de diciembre se ha propuesto la lectura de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso
“… Garcilaso de la Vega (el Inca) nació en Cuzco en 1539 y
falleció en Cordoba en 1616, el mismo año en que también habían desaparecido
Cervantes y Shakespeare. Fue un cronista singular que ha sido considerado como
uno de los mejores prosistas del renacimiento español. Su visión del Imperio de
los incas es fundamental en la historiografía colonial, y en ella
brinda una imagen armoniosa, artísticamente idealizada y
emocionalmente intensa del mundo precolombino y de los primeros años de la
conquista.
Su vida está marcada por su mestizaje tanto biológico como
cultural. Era hijo natural pero noble por ambas ramas: su padre fue el
conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, vinculado a
ilustres familias, y su madre la ñusta (princesa) inca Isabel Chimpo Ocllo,
perteneciente a la corte cuzqueña. Sin derecho a usar el nombre de su padre
(llevaba el de Gómez Suárez de Figueroa), de naturaleza tímida y
reservada, la formación intelectual del Inca fue lenta, y tardía su producción
madura. Escribe su obra enteramente en España, adonde viajó, en 1560, con el
propósito de reclamar el derecho a su nombre (entre sus antepasados ilustres se
encontraban el poeta Garcilaso de la Vega, Jorge Manrique y el
marqués de Santillana), lo que consiguió, y a él agregó orgullosamente el apelativo
Inca, por el que se le conoce. Se estableció en la localidad cordobesa de
Montilla (1561), ciudad en la que gozó de la protección de sus parientes
paternos, y luego en Córdoba (1589), donde se vinculó a los círculos
de humanistas españoles y se dedicó al estudio y la investigación que
le permitirían escribir sus crónicas. Residente en España desde 1560, Garcilaso
empezó en 1586 a
compilar documentos, crónicas e informaciones orales sobre el Perú. Desde allí
le enviaban noticias su tío Francisco Huallpa y el caballero Garcí Sánchez de
Figueroa. También le sirvieron las cartas y las visitas de amigos y otros
“indianos” que llegaban de América, con quienes Garcilaso entablaba largas
charlas. Todo esto, sumado a las crónicas de autores como Cieza, el padre
Acosta y Blas Valera, así como su propia memoria que atesoraba los
relatos sobre los incas que escuchó de niño de boca de sus parientes maternos.
Puede servir como resumen elocuente de su azarosa vida el epitafio que él mismo
redactó grabado en su lápida ubicada en Catedral de Córdoba:
“Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua
memoria. Ilustre en sangre. Perito en Letras. Valiente en armas. Hijo de
Garcilaso de la Vega. De las casas de los Duques de Feria e Infantado y de
Elízabeth Palla hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias.
Comentó La Florida, tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios Reales.
Vivió en Córdova con mucha religión. Murió ejemplar. Dotó esta capilla.
Enterrose en ella. Vinculó sus bienes a las ánimas del purgatorio. Son patrones
perpetuos los señores Deán y Cabildo”
El Inca Garcilaso se inició en la vida literaria en 1590, con la
notable traducción de los Diálogos de amor de León
Hebreo, a partir del original italiano. Su primera crónica, La Florida del Inca
(1605), epopeya en prosa, nada tiene que ver con el Perú sino con la conquista
de la península de ese nombre (actualmente parte de Estados Unidos)
por Hernando de Soto, pero prueba las altas virtudes del Inca como
prosista y narrador.
Su obra máxima son los Comentarios reales que ha sido
considerada como la historia subjetiva de un testigo presencial con intereses
íntimos en conflicto, narrada en dos tomos. Los comentarios reales deben
su nombre al intento del Inca de desvirtuar todas las historias previas que se
habían escrito sobre su pueblo, por eso el calificativo de “reales”, en
oposición a la “falsedad” de aquellos crónicas.
La primera parte vio la luz pública en Lisboa,
en 1609, en una magnífica edición realizada por Pedro Crasbeeck y dedicada
a la princesa Catalina de Portugal. Trata de la historia, cultura
e instituciones sociales del Imperio inca. Escrita a partir de los recuerdos del Inca
Garcilaso y de sus vivencias en el Cuzco, el libro pretende preservar la
memoria histórica de las tradiciones de la civilización andina en el territorio
del Perú. En esta majestuosa obra se presenta la historia de la dinastía
incásica, describiendo la vida de los reyes, sus creencias religiosas, leyes,
formas de gobierno y demás datos históricos.
La segunda parte titulada Historia general del
Perú (publicada póstumamente en 1617), se ocupa de la conquista de esas
tierras y de las guerras civiles. con
menor calidad de edición, y aunque su nombre oficial es de Segunda parte
de los comentarios reales, ha venido a ser conocida como la Historia
General del Perú, en la que se cuenta la guerra de conquista del Perú y las
guerras civiles fratricidas por los restos del imperio y sus riquezas que
surgen entre los conquistadores.
La crónica de los Comentarios reales ofrece
una síntesis ejemplar de las culturas que configuran el Perú,
integradas dentro de una concepción providencialista de
los procesos históricos, que él presenta como una marcha desde los
oscuros tiempos de barbarie al advenimiento de la gran cultura europea moderna.
Esta obra, conocida universalmente como los Comentarios Reales de los
Incas, es la que ha cimentado la fama del Inca Garcilaso, debido a su calidad
literaria y a su contenido, con nutrida información sobre la historia y las
costumbres de los incas.
El Inca Garcilaso es conisderado como un excepcional y tardío
representante de la prosa renacentista, caracterizada por la mesura y
el equilibrio entre la expresión y los contenidos, así como por su
sobria belleza formal. Es la primera gran obra de la literatura
peruana y una de las más importantes del período colonial. Algunos lo
consideran como el cantar de gesta de la nacionalidad peruana. En el campo
historiográfico tuvo mucha influencia entre los historiadores peruanos y americanos,
hasta mediados del siglo XIX, cuando se empezó a cuestionar su valor
histórico.
Son evidentes las huellas dejadas por la lectura de
los Comentarios Reales en muchos destacados literatos y escritores,
ya desde el siglo XVII. Por ejemplo, se aprecian esas huellas en La ciudad
del sol de Tommaso Campanella, en Persiles y
Segismunda de Miguel de Cervantes, y en La vida es
sueño de Pedro Calderón de la Barca. Posteriormente, la obra inspiró
a Marmontel su célebre novela épica Les Incas (1777);
a Madame de Graffigny sus Cartas de una peruana (1747);
a varios de sus cuentos; posiblemente a Rousseau para su teoría
del buen salvaje (1751). El relato del náufrago español Pedro Serrano (Libro I,
capítulo 8 de la primera parte), es muy probable que inspirara a Daniel
Defoe para escribir su Robinson Crusoe.
Edgar Montiel subraya la condición erudita y lectora de
Garcilaso de la Vega, cuya estrategia comunicativa desde el
título Comentarios Reales, al asumirse como inca y descendiente de
incas, resultó muy atractiva para figuras de la talla de Hugo Grotius, John
Locke, Bacon, Montesquieu, Voltaire, Diderot, Francoise de Grafigny, Marmontel,
entre otros.
Es prácticamente una opinión generalizada que no sea difícil
comprender el por qué se considera al Inca como el primer escritor genuinamente
iberoamericano. Su prosa es sobrecogedora. Aunque se trata de una crónica
histórica, el libro se disfruta como si se tratase de una novela, a veces
épica, otras veces lírica; donde Garcilaso juega constantemente con los
géneros, usando todo tipo de recursos literarios, desde la crónica propiamente
dicha y la poesía, pasando por anécdotas y comentarios personales,
consultas epistolares, reflexiones íntimas, memorias y añoranzas, crítica
y elogio, cotejo con otros historiadores como José Acosta; y antologías como la
divertida aventura que narra del náufrago Pedro Serrano que ha sido ponderada
como un antecedente claro del Robinson Crusoe de Daniel Defoe.
Para Vargas Llosa la visión arquetípica y perfecta que
expresaba Garcilaso sobre los incas tenía una evidente inspiración platónica.
El haber traducido Diálogos de amor del florentino León Hebreo
necesariamente tuvo una influencia en su pensamiento. Como historiador,
Garcilaso deja al lector perplejo debido a su descripción minuciosa de la
cultura incaica 60 años después de abandonar su tierra natal, sin olvidar que
los Comentarios Reales de Garcilaso están llenos de mitos, leyendas,
y fábulas que recogió por tradición oral. Como el poema épico de La Araucana de
Alonso de Ercilla para Chile, los Comentarios Reales del Inca Garcilaso,
escritos en una ciudad andaluza y censurados en el siglo XVII, por la sugestión
de patria y libertad que contenían, proclaman el nacimiento de un mestizaje
cultural, y probablemente prefiguran toda la literatura latinoamericana…”
Esta reseña es compendio y extracto de otras mejores y más
autorizadas que se relacionan:
http://www.forolibertad.com/3594-2/
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