jueves, 2 de mayo de 2013

Leonardo Padura: Máscaras.

"...La novela Máscaras del autor cubano Leonardo Padura ( La Habana, 1955) es la tercera entrega de la tetralogía “Las cuatro estaciones” protagonizada por el teniente detective Mario Conde, también es conocida como “El cuarteto de la Habana”. El resto de la serie lo forman Pasado perfecto, Vientos de cuaresma y Paisaje de otoño. Cada libro está ambientado en una estación diferente. En Máscaras estamos en verano. “El calor es una plaga maligna que lo invade todo”. Al igual que en el resto del cuarteto la acción se desarrolla en el 1989. Durante los últimos tres meses, Mario Conde ha estado llevando a cabo tareas burocráticas. Fue suspendido por seis meses tras una pelea con el teniente Fabricio. Para entonces su caso será revisado de nuevo para decidir si va a poder regresar al servicio activo. Debido a la escasez de personal, su superior, el mayor Antonio Rangel, levanta temporalmente la sanción a Conde y lo manda a investigar la muerte de un travesti en el Bosque de La Habana, junto con el sargento Manuel Palacios

Las novelas policiacas de Padura tienen también elementos de crítica a la sociedad cubana. Al respecto, el escritor ha dicho: "Aprendí de Hammett, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible una novela policial que tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas y no sólo imaginarias". Su personaje Conde —desordenado, frecuentemente borracho, descontento y desencantado, "que arrastra una melancolía", según el mismo Padura— es un policía que hubiera querido ser escritor y que siente solidaridad por los escritores, locos y borrachos.

Pese a una obra narrativa y ensayística muy notable, ya reconocida no sólo en su país sino también en Hispanoamérica, sólo ahora llega a los lectores españoles Máscaras, la cuarta novela de Leonardo Padura, galardonada con el Premio Café Gijón de Novela 1995. Máscaras forma parte de una tetralogía de novelas policiacas, protagonizadas por el mismo personaje, el teniente de policía Conde, hombre solitario y desencantado, sancionado en la Central por una antigua insubordinación, y a quien vuelven a llamar para investigar los casos más extraños y menos lucidos. Este entrañable personaje, y el género novelesco en el que se enmarca, le sirven a Padura para abrirse a un horizonte más amplio: sus historias trazan, de hecho, un fresco a la vez risueño y sombrío de las pequeñas grandezas y grandes miserias de la vida cotidiana en la Cuba actual y las someten, como de pasada, a una brillante y profunda reflexión. En la tupida arboleda del Bosque de La Habana aparece un 6 de agosto, día en que la Iglesia celebra la transfiguración de Jesús, el cuerpo de un travesti con el lazo de seda roja de la muerte aún al cuello. Para mayor zozobra del Conde, aquella mujer «sin los beneficios de la naturaleza», vestida de rojo, resulta ser Alexis Arayán, hijo de un respetado diplomático del régimen cubano. La investigación se inicia con la visita del Conde al impresionante personaje del Marqués, hombre de letras y de teatro, homosexual desterrado en su propia tierra en una casona desvencijada, especie de excéntrico santo y brujo a la vez, culto, inteligente, astuto y dotado de la más refinada ironía. Poco a poco, el Conde va adentrándose en el mundo hosco en el que le introduce ladinamente el Marqués, poblado de seres que parecen todos portadores de la verdad de Alexis Arayán…

La víctima, Alexis Arayán, fue estrangulada con una cinta de seda roja. Lo más extraño es que fue asesinado de frente y no ofreció resistencia alguna. Incluso ni intentó escapar, a juzgar por las huellas encontradas. Alexis era hijo de Faustino Arayán, un diplomático de alto rango, el último representante de Cuba en la Unicef y con mucha influencia entre los altos funcionarios del régimen. El Mayor Rangel ha recibido instrucciones de no molestar a la familia y ha exigido la máxima discreción a sus subordinados. Como es habitual en Padura, la investigación policial es sólo una excusa para la crítica social. Los dos temas principales de este libro son la homosexualidad en Cuba y la llamada política de “parametrización” que se utilizó para excluir a muchos intelectuales de la vida cultural cubana, por razones ideológicas y religiosas o por preferencias sexuales. Uno de los aspectos más interesantes de este libro es la evolución de Mario Conde, que va desde una actitud abiertamente homofóba asta su aceptación de lo que sólo es una preferencia sexual diferente.

Como todas las novelas de la tetralogía, la acción de Máscaras transcurre durante 1989, el año del fusilamiento de Arnaldo Ochoa y otros altos funcionarios del gobierno, un año lleno de incertidumbre que Padura Fuentes ha llamado "muy significativo para los cambios que se han producido en Cuba" ("Entrevista" 58). La trama de la novela en sí es bastante tradicional y ofrece pocas sorpresas al nivel narrativo. El día 6 de agosto de 1989 – día de la fiesta de la Transfiguración, según explica el propio Conde – amanece muerto un homosexual llamado Alexis Arayán, hijo de Matilde y Faustino Arayán. El padre es el "último representante cubano en la Unicef, diplomático de largas misiones, personaje de altas esferas" que vive en una casa con vidrios "milagrosamente enteros en la ciudad de los vidrios rotos" (Máscaras 38). Mario Conde, a quien nunca le han gustado los homosexuales , es el policía encargado de resolver el misterio de la muerte de Alexis. A pesar de que Alexis nunca fue travesti, su cadáver se encuentra vestido con el traje de rojo vivo diseñado para el personaje de Electra Garrigó por Alberto Marqués, amigo de Alexis, para una representación de la obra teatral del mismo nombre escrita por Virgilio Piñera. Además de su curioso atuendo, hay otro dato sobre el cadáver que sale a relucir luego: alguien, presumiblemente el asesino, le introdujo dos monedas de oro por la vía rectal.

A través de varias conversaciones con Marqués, Conde se entera de cómo la construcción de una heterosexualidad normativa revolucionaria afectó a Marqués y a otros homosexuales. Marqués le revela a Conde los pormenores de la parametración de intelectuales a comienzos de los años setenta. Como señala Padura Fuentes, la parametración fue una especie de censura que surgió poco después del caso de Heberto Padilla, y fue aplicada a quien "no cumplía con determinados parámetros"; en algunos casos, la parametración también resultó en la persecución y el encarcelamiento de individuos. El culpable de la muerte de Alexis resulta ser no un parametrado, sin embargo, sino su propio padre, Faustino, quien es arrestado a pesar de su posición dentro del gobierno. Arrestado finalmente Arayán, Marqués le revela a Conde el motivo por el cual éste mató a Alexis: en 1959, Faustino Arayán falsificó documentos para aparentar que él había luchado contra Batista. "Así fue como Faustino", explica Marqués, "se montó en el carro de la Revolución, con un pasado que le garantizaba ser considerado un hombre de confianza que merecía su recompensa" (228).

Si bien al revelarse el hecho que el culpable no es ni nunca fue realmente un revolucionario se disminuye la acusación implícita a todos los revolucionarios que se había ido tejiendo a lo largo de la obra, se debe destacar que el propio personaje de Conde, a pesar de ser el encargado de la investigación, también mediatiza las críticas hechas al régimen castrista en la novela..."

Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan

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