martes, 10 de septiembre de 2013

Bullet Park de John Cheever (Todo clavo que resalta tiene que ser amartillado)

Todo Clavo que sobresale se expone al Martillazo

John Cheever (1912-1982) escritor conocido como el “Chéjov de los suburbios” publicó su tercera novela en 1969: Bullet Park. Una auténtica obra maestra, escrita con una prosa poética que hace fluir el relato con la magia del titiritero. El lirismo y la fuerza de su estilo han hecho de Cheever uno de los exponentes máximos de la literatura moderna. La novela pasa por ser un excelente retrato del fin del sueño americano, que consagró al autor como uno de los referentes de la novela del siglo XX. Atormentado por el alcoholismo y la depresión durante largos períodos de su vida, John Cheever consiguió, sin embargo, producir una de las obras más originales y sólidas de la narrativa contemporánea. En 1979 le concedieron el premio Pulitzer.

A Cheever le gustaba ahondar en la vida detrás de las fachadas de bienestar de la clase media norteamericana, quizás porque allí había algo que aún no había sido contado, o porque había aún mucho más por contar. Cheever pone al descubierto la bajeza y sordidez que se oculta al ras de los céspedes bien segados de las urbanizaciones del extrarradio, con sus fachadas idénticas y su normalidad desesperante. Realismo de clase media, así nombran la mayoría de críticos la obra de John Cheever. Con sus relatos solo pueden compararse los más logrados cuentos de John Updike o las mejores breves tragedias de Raymond Carver.

Bullet Park es una novela peculiar en su fondo y en su forma. Presenta una estructura sencilla, dividida en tres partes: una por cada uno de los dos protagonistas y una tercera dedicada a la interrelación entre ambos. Su prosa es, asimismo, directa, depurada de todo artificio al margen de poderosas imágenes muy del gusto del autor. Sin embargo, el carácter parlante de los nombres de los protagonistas (Nailles /nails/ ‘clavos’ // Hammer, ‘martillo’), convenientemente subrayado por la traductora Claudia Conde, prefigura el simbolismo de toda la pieza y nos hace sospechar desde un principio que la sencillez es solo aparente. Nailles y Hammer (que suenan como clavos y martillo) parecían que estaban destinados a encontrarse. En ese ambiente asfixiante, John Cheever narra la azarosa intersección de las vidas de dos hombres: Eliot Nailles, un buen hombre que ama con devoción a su mujer ya su hijo, y Paul Hammer, el hijo bastardo que, tras años de rodar, se establece en Bullet Park con un objetivo: asesinar al hijo de Nailles.

El libro empieza cuando Hammer se traslada a un barrio de los suburbios llamado Bullet Park, que es descrito por Cheever de una forma muy particular, entre mítica e irónica, consciente perfectamente de que en buena parte han sido sus obras las que han cimentado los tópicos de estos escenarios suburbanos, como las fiestas con alcohol a raudales, los monótonos viajes en tren para ir a trabajar a la ciudad y la insatisfacción reprimida.

Pero no es el estilo lo único por resaltar en Bullet Park, sino también la trama. Bullet Park se puede leer como la historia del triunfo agónico del hombre sobre la depresión. Los tres personajes principales de Bullet Park, Eliot y Tony Nailles, y Paul Hammer son personajes deprimidos, conducidos por una inercia que se hace patente a través de las drogas, la enfermedad o el alcoholismo. La historia de Eliot Nailles tiene algo de la historia del Sueco de Pastoral Americana de Richard Ford. Bullet Park alcanza la trascendencia, es tan sublime como Pastoral Americana. Si la familia Americana tiene como eje a los hijos, es natural que todo se caiga a pedazos si ellos se caen a pedazos. Eliot Nailles se desmorona como la fe católica bajo el descubrimiento de pederastia. Además de vecindario, Nailles y Hammer comparten un cuadro parecido de ansiedad y depresión.

Para Nailles todo empieza el día en que Tony, su hijo adolescente, sin aparentemente ninguna razón, no se levanta de la cama. A partir de entonces desfilarán por la habitación de Tony una serie de médicos, especialistas e incluso un curandero, para tratar de “curarlo”. Nailles, avergonzado, dirá a todo el que se lo pregunte que lo que tiene su hijo es mononucleosis. Pero además de avergonzado, Nailles se sentirá sobre todo culpable e impotente por no poder hacer nada para ayudar a su hijo. Su ansiedad irá en aumento y ya ni el alcohol será suficiente para calmarlo, de modo que acudirá a un doctor que le recetará unas pastillas que le harán flotar en una nube de inconsciencia. Hammer, por su parte, se ha pasado media vida viajando por el mundo para huir de la desesperación, pero esta siempre ha acabado para alcanzarlo. Un día verá a través de una ventana una habitación con las paredes pintadas de amarillo y quedará convencido de que para encontrar la paz debe encontrar una habitación como aquélla. La encontrará, pero aquello no será suficiente, así que luego se convencerá de que para encontrar la paz tiene que optar por una solución mucho más radical. Y es ahí cuando decidirá ir al encuentro de Nailles, porque es el perfecto espécimen de hombre suburbano. Del sacrificio saldrá la redención porque todo clavo que resalta tiene que ser amartillado.

‘Bullet Park’ es una novela que en cierto modo parece una fábula alegórica, en ocasiones particularmente sórdida e inquietante, pero también con un punto de humor absurdo y extraño. En este sentido, no es nada gratuito que el clímax final suceda en el altar de la iglesia, donde Nailles y Hammer vuelven a encontrarse. Es entonces cuando el mal que había aparecido de improviso, sin avisar y sin nada que hubiera podido predecir su entrada en escena, es derrotado, pero aún así el final es extrañamente agridulce; las cosas volverán a ser como eran antes, sólo que en realidad ya no volverán a serlo…”

Es extracto y compendio de otras reseñas que se relacionan:

http://loslibrosdepepe.blogspot.com.es/2012/07/bullet-park-john-cheever.html
http://bugseatbooks.blogspot.com.es/2010/12/bullet-park-de-john-cheever.html
http://librosmorrocotudos.com/2012/11/22/bullet-park-john-cheever/
http://eljardindelmanicomio.wordpress.com/2013/02/24/bullet-park-de-john-cheever-la-depresion-y-sus-formas/
http://lasvacacionesdeholden.blogspot.com.es/2013/02/bullet-park-john-cheever.html
http://www.lecturalia.com/comunidad/libro-comentado/25556/15754/bullet-park
http://es.globedia.com/bullet-park-john-cheever
http://www.sopadelibros.com/book/bullet-park-john-cheever




1 comentario:

  1. Para José María, con cariño:

    "Nacido entre horizontes malvas
    y afilados tan contemporáneos, pienso yo,
    reclinado sobre ésta lágrima de papel aún no escrita,
    quieto de mí, lazado al mástil del vivir que sueñas,
    en la absurda levedad sostenida por el mundo.
    Mundo sin alas de céfiro, tensado, no de piedra. Mas
    un espacio que se ama la tristeza
    aviva voces, lastima el verbo, construye
    un tiempo enlevitado antes de rutina. Y sólo tú
    o los labios trenzados saben qué se engarza al instante divino.
    Luces de perdones y varices nos emigran. Lloramos
    y vivimos, y mesamos las horas como si de la última
    luz perlada se tratase. Pero hay que fingir, abandonarse,
    desoír la caída en vuelo fúnebre de los cormoranes
    latentes, salvajes de un sólo cielo, titanes
    que un sólo grito, deletéreo, se pensó útil en la distancia
    pulcra de dos meridianos extintos. Es el ámbito
    al vacío un tacto emético, desinteresado de sí que late.
    Si cambiaran las estrellas el sonido de sus cuerpos
    cuando arden, su tan áspera veste en movimiento
    esculpiría, en esta esfera de gas y dulce muerte,
    nuestra voz con circonita. Algo como tú, luna
    joven siempre tímida, de esperanza más que lenta,
    célica y mortal; vivaz escarcha
    que se ata palpitante a un tiempo ido
    vuelves arrinconada de luz como bella prófuga
    y descubres en lo callante
    las huellas estimulantes de lo no pisado."

    J.M. Carballido

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