jueves, 26 de enero de 2012

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski: Memorias del subsuelo. (sesión de febrero)

“… Aún hoy, transcurridos tantos años, estos recuerdos me mortifican. ¡Hay tantas cosas que no se quisieran recordar! Pero... ¿no sería preferible poner punto final a este diario? Creo que empezarlo fue un error... En fin, lo cierto es que no he dejado de sentir vergüenza en ningún momento de esta narración. No ha sido literatura, sino una expiación, una pena correccional.
Referir detalladamente cómo ha fracasado uno en su vida, por no saber vivir, reflexionando sin cesar en su subsuelo, que es lo que he hecho yo, no puede ser interesante en modo alguno. Para escribir una novela hace falta un héroe, y yo, como haciéndolo adrede, he reunido aquí todos los rasgos de un antihéroe.
Además, todo esto producirá pésima impresión, porque todos hemos perdido el hábito de vivir, porque todos cojeamos, unos más y otros menos. Incluso hemos llegado a perder ese hábito hasta el punto de que sentimos cierta repugnancia por la vida real, por la «vida viva». Pero eso no nos gusta que nos lo recuerden.
Hemos llegado a considerar la vida real, la «vida viva», como algo ingrato, como un servicio penoso, y todos estamos de acuerdo en que lo mejor es adaptarse a los libros. ¿Qué objeto tiene nuestra agitación? ¿Qué buscamos? ¿Qué deseamos? Ni nosotros mismos lo sabemos. Es más, si nuestros deseos se cumpliesen, no nos sentiríamos felices. Si nos diesen un poco de libertad, si detestasen nuestras manos, si ensanchasen nuestro círculo de acción, si nos quitasen las riendas, inmediatamente -estoy seguro- solicitaríamos que nos volvieran a poner bajo tutela. Sé que os he enojado, que vais a gritar, a protestar: «¡Hable por usted solo y por sus miserias subterráneas! ¡Suprima ese nous tous!» Perdonen, señores, pero no he pensado en modo alguno justificarme apelando a esta omnitude.
En lo que me concierne personalmente, no he hecho otra cosa en mi vida que llevar hasta el fin lo que ustedes sólo han llevado hasta la mitad, aunque se han consolado con la mentira de llamar prudencia a la cobardía.Tanto es así, que mi vida es tal vez más real que la de ustedes…”
Extracto
"... Memorias del subsuelo, también conocida en español como Apuntes del subsuelo, es una novela del autor ruso Fiódor Mijáilovich Dostoyevski publicada en 1864 donde ya se prefigura un boceto de los personajes mas puros de sus novelas posteriores. La obra está organizada en dos partes La primera, que consta de once capítulos breves y es llamada "La Ratonera", es básicamente un monólogo interior en el que se nos presenta al protagonista, un miserable funcionario frustrado, como un antihéroe contradictorio, enfermizo y excitable, que dirige un largo soliloquio frente a un auditorio fantasmal. La segunda parte, que nace a propósito de la "caída de nieve húmeda", consiste en el relato de una memoria del narrador, donde adquieren sentido los pensamientos expresados en el primer apartado, donde el protagonista cuenta algo ocurrido en su juventud, relacionado con la despedida a Zvérkov, uno de sus antiguos compañeros de escuela y la forma en la que posteriormente conoce a Liza, la prostituta a la que deshonrará al final de la obra.
Las dos partes de Memorias del subsuelo están en íntima relación. En ambas está latiendo la fatalidad de una vida fallida. Cada una de las partes clarifica a la otra. Dostoievski estructura su novela basándose en el contrapunto artístico. El tormento psicológico de una muchacha perdida en la segunda parte está en correspondencia con el agravio recibido por su verdugo en la primera. La novela consiste en el manuscrito de una desairada confesión –“una Icherzählung de tipo confesional” –, pero si atendemos a su construcción formal, en ella predominan la diatriba, la polémica y el soliloquio. Más aún, el texto de estas memorias, redactadas sin intención de publicarse,casi no contienen un párrafo que no se refiera directamente al público imaginario que un día las conozca, de ahí las innumerables apelaciones a esos “señores” o “caballeros” que el antihéroe-narrador finge que le están leyendo o escuchando. Esa nueva novela, al presentar en unidad dos fábulas semejantes y complementarias, crea una cierta multiplicidad de planos. De ahí la importancia estructural, más que ideológica y psicológica, del fenómeno de los “dobles” en Dostoievski, otra aplicación del contrapunto.
Las Memorias del subsuelo es una obra quizá menos conocida o apreciada del creador ruso; allí, el personaje narrador encarna un antihéroe. Lejos de los temples trágicos y nobles del romanticismo, Dostoievski talla aquí una psicología preñada de mezquindad, resentimiento y angustia. El personaje de las memorias es un funcionario fracasado, es el habitante de un subsuelo atribulado que él llama "la ratonera". Pero este turbulento empleado público, aun a su pesar, se ennoblece a través de su avidez por pensar el vínculo entre el hombre y su posible libertad. Una sola tesis se repite en el relato de Dostoievski: el hombre puede entrever una ley natural, un posible orden moral, un horizonte racional de intereses y conveniencias. Pero hará todo lo contrario a lo debido si ello le granjea una sensación de libertad respecto a las leyes. Prefiere optar por un capricho individual a fin de no ser una "tecla de piano" donde las leyes naturales imponen su marca. El hombre prefiere la sensación subjetiva de libertad, el derecho a actuar desde la estupidez y la insensatez.
N. Berdiaeff dictó en 1920-1921 un curso que luego recogió en forma de libro,titulado El credo de Dostoievski, en el que afirmaba que “Las obras de Dostoievski significan no sólo la crisis, sino el fracaso y condenación del humanismo. En tal aspecto puede colocarse su nombre al lado del de Nietzsche. Después de Dostoievski ya no es posible un retorno hacia el viejo humanismo racionalista, que ha sido superado.” Con él “se inicia un cambio radical en la apreciación del problema del hombre.” Percibe una nueva dimensión, en la que descubre principios irracionales, inconscientes, malignos, demoníacos y hasta absurdos e inhumanos, los cuales destruyen la aparente verdad de las antropologías humanistas.
Memorias del subterráneo es una obra literaria clave para comprender los textos posteriores de Dostoyevski, por ejemplo: Crimen y Castigo, Los endemoniados y El jugador; así, es importante mencionar que la manera en que trascurre la relación entre el narrador y Liza establecerá las bases de la afinidad entre Sonia y Raskolnikov en Crimen y Castigo y de Liza y Stavroguin en Los Endemoniados. En esta obra se puede encontrar la influencia del relato "El Capote" de Gogol. Muchos intelectuales existencialistas, señaladamente Jean-Paul Sartre, consideran la novela precursora de esta corriente de pensamiento, así como inspiración directa para su filosofía.
La misma ficción destila desencanto y resentimiento haciendo de la infelicidad una virtud ética y un manifiesto estético, indaga en el absurdo y el sinsentido de un personaje insignificante. El nihilismo indolente y la impotencia del hombre subterráneo en Dostoievski definirían un género que hacia 1919 reinventaría y profundizaría Kafka, género que echaría raíces en la conciencia desgarrada de la modernidad: la insectificación de Gregorio Samsa, la náusea sartreana de Roquentin y el extrañamiento de Mersault en Camus son de una evidente y clara filiación al “momento dostoievskiano
El filósofo Friedrich Nietzsche admiraba profundamente a Dostoyevski, «el único psicólogo, dicho sea de paso, del que yo he tenido que aprender algo». Por otra parte, la influencia de Memorias del Subsuelo se puede encontrar en varias obras modernas, como el conocido libro de Franz Kafka, La Metamorfosis. Y al igual que ciertos relatos de Edgar Allan Poe ("El corazón delator", "El pozo y el péndulo"), se ha señalado esta obra como antecedente decimonónico claro de la moderna técnica narrativa del monólogo interior, característica de algunas de las obras principales del siglo XX, como En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust y, en particular, Ulises, de James Joyce..."
Es extracto y compendio de otras reseñas:

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