martes, 12 de abril de 2011

Isak Dinesen: Siete cuentos góticos.

"... Isak Dinesen, pseudónimo de la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962), vivió una vida llena de avatares. Quizás hasta cervantina. Los disgustos en la familia comenzaron a los diez años, cuando su padre se quitó la vida y a raíz de ello pasó a vivir bajo la tutela de su abuela materna. Con ella permaneció hasta que se hizo evidente el conflicto entre su vocación por la pintura y su pasión literaria. Decidió viajar a Roma y París para estudiar Bellas Artes, pero más o menos al mismo tiempo, en 1907 y 1909, publicó sendos volúmenes de cuentos en Dinamarca. En 1914 se casó con un primo (cousinage, dangereux voisinage) que tenía en Suecia, el barón de Blixen-Finecke, y con él marchó al África Oriental Británica, actual Kenia, para establecer una plantación de café. En la colonia Dinesen conoció a su amante inglés, se separó del primo sueco y, tras la muerte del primero en un accidente de aviación y el desastre definitivo de la empresa cafetera, regresó por fin a Dinamarca en 1931. Desde entonces hasta que murió, en 1962, su vida transcurriría con más tranquilidad.

La figura de esta mujer excepcional es hoy razonablemente conocida gracias a la difusión que el cine dio a sus memorias africanas, pero a ningún lector atento escapa la calidad casi insuperable de sus relatos. En España se conocen buenas traducciones de Vengadoras angelicales (novela), Cuentos de invierno y Anécdotas del destino, así como de sus memorias Lejos de África y Sombras en la hierba (todo ello en Alfaguara); había una antigua edición de Caralt de Siete cuentos góticos y otra de los últimos cuentos en Barral Editores (Las Cariátides), pero ambas deben de ser inencontrables salvo en librerías de lance. Este último título fue el comienzo de la carrera literaria de la baronesa Blixen, su nombre real, que ya en la madurez, en 1931, perdida su granja africana y muerto su amante, regresa a Europa y empieza a escribir en la casa familiar de Rungstdlund; terminado su primer manuscrito, lo ofrece inútilmente a varios editores; por fin, y firmado con seudónimo masculino (Isak Dinesen) consigue que lo acepte un editor norteamericano.
 Karen Blixen escribe su obra de debut en inglés, bajo el seudónimo "Isak Dinesen" aún a sabiendas de que su identidad era sobradamente conocida, bajo el título de "Seven Gothic Tales", el 9 Abril 1934. El libro,considerado como una colección de textos que se adentra con una prosa sutil y elegante, en el terreno de lo sobrenatural, una constante en su obra; fue proclamado obra maestra por la crítica en Inglaterra y Estados,Unidos, pero en Dinamarca fue recibido con displicencia, reprochándosele su exotismo y su distancia de las corrientes vigentes en los círculos literarios del país. Los relatos se ambientan en la Europa de la nobleza en los siglos XVIII y XIX.
Artificiales, brillantes, inesperados, hechiceros, los cuentos de Isak Dinesen son, sobre todo, extravagantes. El disparate, el absurdo, el detalle grotesco e inverosímil, irrumpen siempre, destruyendo a veces el dramatismo o la delicadeza de un episodio. Hay que esperar siempre lo inesperado. Una de las constantes de su mundo son los cambios de identidad de los personajes, que viven emboscados bajo nombres o sexos diferentes y que, a menudo, llevan simultáneamente dos o más vidas paralelas. La apoteosis de esta danza de identidades la encarna Peregrina Leoni, cuya historia se deja entrever, a través de una verdadera miríada de otras historias, en “Los soñadores”. Todos los cuentos del libro son admirables; pero “El mono” lo es más aún que los otros, y de todos los que la autora escribió, es el que mejor sintetiza su mundo refinado, de exquisita factura, retorcida sensualidad y desalada fantasía. Cuando se publicó la obra, su prosa desconcertó a los críticos anglosajones por su elegancia ligeramente pasada de moda, su exquisitez e irreverencia, sus juegos y desplantes de erudición, y su escaso, por no decir nulo, contacto con el inglés vivo y hablado en la calle. Pero también por su humor, la delicadeza irónica y risueña con que en aquellos relatos se referían crueldades, vilezas y ferocidades indecibles como si fueran nimiedades de la vida cotidiana. (Del prólogo de Mario Vargas Llosa).
Densidad y sensibilidad son dos términos con que podríamos caracterizar estos Siete cuentos góticos de Isak Dinesen, la que «tenía una granja en África, al pie de las colinas del Ngong». Densidad en cuanto a contenido abstracto, puesto que la reflexión, la narración de historias ejemplares o la caracterización de personajes, paisajes y situaciones prevalecen sobre la acción propiamente dicha, que se limita en muchos casos al desplazamiento de los personajes de un lugar a otro. Esta misma densidad, trasladada al estilo, hace que estos siete cuentos fluyan lentamente, perezosamente, de meandro en meandro, mediante una prosa cargada de ecos de la vasta cultura de la autora; un estilo, por otro lado, que nos traslada a otra manera de escribir, un estilo poco habitual y que da a estos cuentos un aire antiguo y cargado de elementos románticos.
Sin embargo, dentro de cada cuento, las narraciones tienen su propio ritmo, que de vez en cuando se precipita hacia un desenlace trágico o apasionado, del mismo modo que los siete cuentos se aceleran hacia el final, para enfrentarnos al desenlace hacia el cual, lentamente, hemos sido llevados: un desenlace donde aparece el elemento fantástico, el elemento extraordinario (fuera de lo normal o de lo ordinario, para entendernos), que hace que estos cuentos puedan ser calificados de góticos. Este elemento, pero, está introducido con tanta naturalidad que no puede ser tomado de ninguna otra manera si no es como la consecuencia lógica de los hechos que se nos han ido explicando, hechos que, mirados fríamente, no dejan de ser extraordinarios por si mismos.
Dice Mario Vargas Llosa en el prólogo de Siete cuentos góticos...
"Isak Dinesen fue, como Maupassant, Poe, Kipling o Borges, esencialmente cuentista. Es uno de los rasgos de su singularidad. El mundo que creó fue un mundo de cuento, con las resonancias de fantasía desplegada y hechizo infantil que tiene la palabra. Cuando uno la lee, es imposible no pensar en el libro de cuentos por antonomasia: Las mil y una noches. Como en la célebre recopilación árabe, en sus cuentos la pasión más universalmente compartida por los personajes es, junto a la de disfrazarse y cambiar de identidad, la de escuchar y decir historias, evadirse de la realidad en un espejismo de ficciones. Semejante propensión llega a su apogeo en "Las carreteras de Pisa", cuando la joven Agnese della Gherardesca (vestida de hombre) interrumpe el duelo entre el viejo Príncipe y Giovanni para contarle a aquél un cuento. Ese vicio fantaseador imprime a los Siete cuentos góticos, como a los de Sherezada, una estructura de cajas chinas, historias que brotan de historias y se descomponen en historias, entre las que discurre, ocultándose y revelándose en un ambiguo y escurridizo baile de máscaras, la historia principal.
Sucedan en abadías polacas del siglo dieciocho, en albergues toscanos del diecinueve, en un pajar de Norderney a punto de ser sumergido por el diluvio o en la ardiente noche de la costa africana entre Lamu y Zanzíbar, entre cardenales de gustos sibaríticos, cantantes de ópera que han perdido la voz o contadores de cuentos desnarigados y desorejados como el Mira Jama de "Los soñadores", los cuentos de Isak Dinesen son siempre engañosos, impregnados de elementos secretos e inapresables. Por lo pronto, es difícil saber dónde comienzan, cuál es realmente la historia —entre las historias engarzadas por las que va discurriendo el subyugado lector— que la autora quiere contar. Ella se va perfilando poco a poco, de manera sesgada, como de casualidad, contra el telón de fondo de una floración de aventuras disímiles que, algunas veces, figuran allí como meras damas de compañía, y otras, como en "Los soñadores", gracias al desconcertante final, resultan articuladas y fundidas en una sola coherente narración."
En Ehrengard, como en tantos otros de sus Últimos cuentos o de los Siete cuentos góticos, Dinesen nos habla mediante la introducción de una voz que se nos presenta dentro del relato como personaje que cuenta una historia. En este caso la autora redujo la narradora a una mínima expresión: "Una vieja dama contó esta historia".Tampoco hay novedad en el modo deslumbrante con que Dinesen nos procura el reconocimiento del carácter de un personaje. Quizás la sorpresa final en Ehrengard alcance un grado de maestría difícil de superar, pero no por ello deja de ser marca de la casa.
Me habría quedado más contento si este premio se hubiese otorgado a una magnífica escritora, Isak Dinesen», declaró Ernest Hemingway al recibir el Premio Nobel. Joyas como «El mono», «El festín de Babette» o «La historia inmortal», reunidas en estas páginas junto a todos los relatos publicados en vida de la autora, permiten comprender el alcance de sus palabras. «Para ella contar era encantar», escribió Mario Vargas Llosa. «Sus cuentos son siempre engañosos, impregnados de elementos secretos e inapresables.»
Es extracto y compendio de otras reseñas:

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